Por más de dos siglos los habitantes de la ciudad de Holguín hemos conocido mal la historia del capitán conquistador que nos aportó su apellido para nombrar la ciudad. Mediante un exhaustivo y espectacular trabajo documental el historiador José Novoa Betancourt acaba de ofrecer una biografía "como no hay otra igual" del extremeño fundador de la holguineridad.
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Según el Dr. GarcíaCasteñeda, Historiador Mayor de esta comarca de Holguín, en Cuba, la llegada de
vecinos europeos a las tierras pobladas “por indios” que entonces se conocían
como “Tierras Altas de Maniabón”, con el ánimo de avecindarse en ellas, debió ocurrir
en 1515 cuando el capitán extremeño García Holguín y su consocio Diego de
Lorenzana decidieron explotar la
Encomienda que habían adquirido, que estaba ubicada en el
sitio hoy conocido como El Yayal. Unos cinco años después García Holguín se
marcha a México con la expresa órden de Diego Velásquez de apresar a Hernán
Cortés, pero lo que hizo en verdad fue pasarse al bando de los conquistadores
de México. Tocó a García Holguín apresar a Cuauhtémoc, por lo que recibió un
premio.
Después de ese hecho, y
mientras su propiedad en esta zona dormía en el hastío del olvido, se pierde la
historia del Holguín que nos tocó en suerte (o en mala suerte). Pero felizmente
el historiador José Novoa Betancourt acaba de concluir y publicar la historia
nunca conocida de García Holguín, en la que da noticias de aventuras
posteriores iguales de notables del único Holguín que dio nombre a una ciudad
en el Nuevo Mundo.
Guatemala y El Salvador (1521
– 1526)
García Holguín participó en
la conquista de Centroamérica bajo la guía de su viejo conocido Pedro de
Alvarado y Contreras (acción desplegada, específicamente, sobre las regiones de
los actuales Guatemala y El salvador).
Ciudad México (1525 – 1533)
Concluida la aventura de
Alvarado en Centroamérica, García Holguín reaparece en la documentación
conservada en México. Entre 1526 y 1527 se desempeñó como Regidor y en 1531 es
Alcalde Ordinario. (Para entonces, dice García Castañeda, el Holguín que nos
ocupa tenía un poco más de 40 años).
En el mes de Julio de 1532
desaparece el nombre de García Holguín de los documentos mexicanos. La
tradición local holguinera, de la que se hicieron eco todos los historiadores
anteriores al libro de Novoa Betancourt, dicen que retornó al Bayamo donde lo
esperaba para casarse, una mujer, Isabel Fernández Valero de Sandoval. Pero
está probado que no fue así.
Perú (1533 – 1540)
Teniendo como base de Partida
a la ciudad de Panamá, en 1524 se inició el proceso de conquista del Perú.
Varios son los capitanes españoles que van hasta la tierra de los incas, todos
aspiran a tener la autorización real de conquistar tan vasto y rico imperio. En
1529 lo consigue Francisco Pizarro. Varias son las expediciones que Pizarro
encabeza; en 1531 es la definitiva.
Las noticias del éxito de
Pizarro y sobre los fabulosos tesoros que había encontrado despertaron la
codicia de otros conquistadores. Uno de ellos, viejo conocido de García
Holguín, era Pedro de Alvarado, que se desempeñaba como Gobernador de
Guatemala. Alvarado consiguió que el Emperador Carlos V le diera licencia “para
hacer descubrimientos y conquistas en las tierras que estuvieran fuera de los
límites de las asignadas a Pizarro” en lo de los incas. Mientras Alvarado
prepara una flota en el Pacífico y hacía los otros necesarios preparativos,
mandó a un hombre de su confianza a averiguar la realidad de lo que se decía de
las tierras del Sur. Ese hombre fue García Holguín. Trajo García Holguín la
certificación que Alvarado necesitaba para hacerse a la mar con ocho navíos,
500 hombres bien armados, 227 caballos y un número no cuantificado de
indígenas. Desembarcaron en la bahía ecuatoriana de Caráquez, esperanzados,
ávidos, sedientos de riquezas, pero la realidad fue otra. La expedición no
encontró más que soledad. Durante varios meses Alvarado y sus maltrechos
soldados, entre ellos García Holguín, padecieron toda clase de infortunios.
Claro que la expedición de
Alvarado fue conocida por Pizarro y su socio en la empresa inca Diego de
Almagro. Pero al principio nada más quisieron estar informados de sus movimientos.
Pero cuando Alvarado se aproximó a las “propiedades” de Pizarro, este mandó a
dos de sus ayudantes para que se entrevistara con ellos y resolviera el
problema por negociación, aunque si era preciso, por la fuerza.
Consiguieron ponerse de
acuerdo los conquistadores de ambos bandos y juntos terminaron de conquistar el
Perú y juntos fundaron villas y otros asentamientos, entre ellas la de Trujillo
(hoy un municipio peruano), de la que García Holguín fue su segundo Alcalde.
Asimismo recibió García Holguín indios y tierras ubicadas en los valles de la
costa. La vida pintaba feliz para el extremeño que al parecer había olvidado
sus posesiones en Cuba ahora que tenía otras mucho más ricas. Pero es esa la
época que comienza sus rivalidades con Melchor Verdugo Olivares, un encomendero
vecino. Y para colmo de calamidades, entre 1537 y 1548 la colonia española del
Perú se vio estremecida por una cruenta guerra civil, fomentada primero entre
los dos bandos que seguían, unos a Pizarro, otros a Almagro; después fue la
guerra entre los encomenderos.
Ocurren en el Perú otros
sucesos igual de graves que no va a contar la Aldea en este post. García Holguín huye, va a
Panamá. Pero Panamá no le ofrece la seguridad que necesita: no, sobre todo,
cuando su eterno enemigo y vecino Melchor Verdugo Olivares viene tras él. Es el
año 1545. García Holguín recuerda unas propiedades que posee en el fin del
mundo: al norte del Bayamo, en Cuba, y regresa.
Luego de las insurrecciones
de los aborígenes cubanos que acontecieron entre 1520 a 1540 y del
despoblamiento de Cuba por el paso de los españoles a otras áreas americanas de
mayor riqueza, las tierras cubanas donde los conquistadores pensaron encontrar
oro dejaron de usarse para esos fines, decepcionados como estaban por la escasez
del metal. Ahora las tierras cubanas se convirtieron en enormes haciendas
ganaderas. Desde entonces y hasta 1729 los Cabildos o gobiernos locales
vivieron de mercedar tierras para hatos y corrales ganaderos. Es ese el
cimiento del poder terrateniente en Cuba.
Creen los historiadores que,
posiblemente, la vieja Encomienda de Holguín en las “Tierras Altas de Maniabón”
o en la costa norte del Bayamo, que de las dos formas se llamaba entonces a
esta comarca, no naufragó como otras. Creen que siguieron conviviendo en El
Yayal indios y españoles (y lo creen porque las excavaciones arqueológicas han
probado esa vecindad, sin que, es obvio, se pueda saber si fue vecindad
pacifica o no). Dicen otros historiadores que, a lo mejor, la Encomienda del Yayal se
mantuvo porque el consocio de García Holguín, Diego de Lorenzana, se mantuvo en
el sitio y favoreció su permanencia.
Para García Castañeda en
algún momento a fines de marzo de 1545, García Holguín regresó a las viejas
tierras de su posesión y la
Encomienda comenzó a ser hato ganadero. Sin embargo el recién
llegado no construyó casa en el Yayal, que desde entonces dejó de ser el centro
de la comarca. Su casa la levantó en Cayo Llano, zona hermosa ubicada entre
colinas y limitada por dos ríos. García Holguín renombró Cayo Llano que comenzó
a ser Cayo Castilla y los ríos fueron “Fernando” e “Isabel”.
Un poco más de 54 años debía
tener el capitán García Holguín al retornar a estas soledades inmensas que era
su hato. Además de los indios solo unos muy contandísimos blancos vivían en la
zona, todos, o por lo menos la inmensa mayoría, nacidos en España. Y como no es
aconsejable dormir sin compañía cuando no queda mucho tiempo de virilidad,
García Holguín consiguió compañía en la extremeña como él, Isabel Fernández Valero
de Sandoval.
La mentalidad romántica de
los historiadores holguineros, a falta de los datos que espectacularmente
encontró Novoa Betancourt y que han sido resumidos en este articulito, dijeron
que él y ella habían quedado comprometidos desde que Holguín se fue a México. Y
como no se sabía nada de las aventuras que él emprendió en Centroamérica y en
el Perú, dijeron que García Holguín dejó la cuantiosa fortuna que obtuvo en
México para venir a casarse. Ahora queda
probado que no fue así, y que ella no fue su esposa sino su concubina o
acompañante durante el poco menos de un año que estuvo en estas tierras.
Lo anterior (lo de que ella
fue amante y no esposa), se puede probar al encontrar en Trujillo – Cajamarca,
la documentación de la boda de García Holguín con Beatriz de Isásiga ocurrida
en 1550. Pero pudo ocurrir que García Holguín también se casara con Isabel. (No
era extraño en la aventura continental de la cruenta conquista que así
ocurriera). Pudo ocurrir, además, que García Holguín e Isabel se conocieran y
se casaran en Panamá y que ella lo acompañara a Cuba y que por alguna razón
Isabel decidiera quedarse a vivir en estas tierras donde doscientos años
después surgió la ciudad de Holguín. (La razón pudo ser el nacimiento de la
única hija que tuvieron, Juana a la que el padre quiso dejarle alguna heredad
segura, esta de Cayo Castilla, porque las otras propiedades que poseía en Perú
posiblemente nunca las pudiera recuperar de las garras de Melchor Verdugo
Olivares). Pero si las pudo recuperar después de un largo litigio. Solo que
para entonces García Holguín había muerto, por lo que las tierras pasaron a
manos de su esposa Beatriz, con la que nunca tuvo hijos.
Se cree que García Holguín
murió en Trujillo, Perú, en 1557 mientras pleiteaba contra su eterno rival,
Melchor Verdugo Olivares por las tierras que la puntillosa y lenta audiencia de
Lima determinó que eran del difunto García Holguín.