Hace Años que tengo una deuda con mi pueblo. Ha pasado el tiempo y yo pagando el interés con pueriles pretextos para evadirme de ella.
Este pueblo mío me pide que escriba algo sobre la vida de mi hijo y es triste para mí complacerlo. Requiere un gran esfuerzo y debo erguirme hacia el valor de existir.
Hay que poner leños sobre la llama que representa la vida del ser humano para que siga dando luz. Y si de esto se trata, aquí está una madre hablando de la vida de su primer hijo, que es la ilusión más bella, el regalo más preciado que otorga la naturaleza a la mujer.
Se que cada letra irá envuelta en una lágrima irreprimible, pero la fuerza de añadir un grano de arena a ese momento de recordación me obliga.
Mi hijo sigue y seguirá viviendo en Holguín, donde sus raíces se extienden y sus ramas florecen en gratas evocaciones.
Hay ocasiones en que me parece que mi hijo está allí. ¡Tal es el realismo que imprimen todos al evocarlo!. Que lo mío es un sueño gris, una pesadilla y al comprobar que el ser se alza y crece ante el recuerdo de los que lo amaron, mezclo mi vida con la de todos y esto me da fuerzas para seguir. ¡Quién sabe hasta cuándo!.
(...)
Dentro del predio del arte cada ser brinda su aporte.
Aquí está el mío:
Lo dedico a los compañeros que integran la Historia del deporte en Holguín.
Lo brindo a nuestro amado pueblo.
Y a su recuerdo que es luz y flor en mi vida
Con todo amor
Marilola
Enero 9 – 1986
(...)
El día 14 de mayo del año 23 llegó mi primer hijo a la vida.
Por fin, como una catarata de fuego se vació mi vientre y sentí el grito de mi primer hijo...
Baladas maternales.
Hijo: como las flores se visten de renuevos, como el bosque sonríe al beso de la primavera, así me vestí toda para recibirte.
Había tal júbilo infantil en mis pupilas que al sentir tu grito era como si en el espacio rosado de mis sueños se desperezaran mil estrellitas de ilusión.
Y brilló el sol en una sonrisa incipiente de tu boca pequeñita y tus pupilas llenas de asombro ante la luz, señalaron una nueva ruta de serenidad a mis antañosas locuras juveniles...
Entonces comprendí que tu amor fue ruta de redención para mi vida y rocé tu carita como un pétalo suave de un botón que promete hermosura y perfumes.
Dice la primavera que ha vestido la fronda ¿tú lo crees? La fronda la viste mi alegría contagiadora de felicidad...
Dice que le dio colores ¿tú lo crees? Colores di a tus mejillas tiernas como un pétalo de lirio recién nacido y tus cabellos rubios como un trigal maduro (...)
Dice que dio perfumes ¿tú lo crees? Perfume di a tu boquita suave, a tu almita tierna, a tu vida en flor.
Si antes creí en los milagros de la primavera era porque aún no habías llegado tú, lirio de mi carne, porque ahora me iguala su poder. Ella viste los campos con sus flores y yo visto a la vida de alegrías...
Marilola: Mar y olas, Marisolas en su vergel. Sol y sal y caracola, !Barcarola de papel!
Marilola: Mar y ola, marazul de cantaolas, Marilola: Caracola discipula de las olas.
Marazul marazulada para marazularear en blanca ronda de olas que baten alas saladas. Marilola: !Mar y olas!
Marilola: caracola que está solfeando sus olas así: "Solfa-solasol..."
Marilola: Marisola que está sola en su vergel abriendo la blanca ola -que fue rosa antes que ola- y clausurando el clavel... Marilola: caracola que cuenta en sueños sus olas.
Marilola: Mar y ola, Marazul marazulada que juega a sal, sol y azul y plumas de añil y espuma levanta en el acantil.
Olas con alas de espuma -color malvalilazul-, saltan, vuelan... Marilola, mientras tú, en la playa sola eres una Marsisola que está sola en su vergel cantando tu barcarola bajo un cielo de papel:
(Las fuentes referenciales de estos fragmentos de crítica sobre la escritora en algunos casos aparecen incompletos como resultado del mal estado de conservación de los documentos, donde, en muchos casos, han sido mutilados los datos principales).
"Mary Suárez, en efecto, acusa uno de los más simpáticos relieves de la vida literaria de aquella hermosa República, acaso porque la delicadeza de su espíritu envuelve una grata y perdurable personalidad. Es uno de los más emotivos ensueños de las letras. Honradamente exquisita, cada uno de sus minúsculos poemas constituyen un breviario de arte y belleza...”
El Universal. Caracas, Venezuela.
“Mujer y escritora de su época, Mary Suárez excita la curiosidad de nuestras almas por esa poética sensibilidad que explota la nostalgia. Esa continua presencia del hombre le inspira una serie de estampas amorosas”.
José Ramírez:
“Mary Suárez o el cancionero espiritual de una bella mujer”
El Universal. Caracas, Venezuela, abril de 1935.
“Marilola X no acusa influencias de nadie. Dice lo siente y siente lo que dice. Canya su propio sentimiento como pudiera hacerlo, en su armoniosa lengua de misterio, un pájaro en la aurora...”
Alberto Bolio Ávila. México, 1934
“Marilola X es uno de los valores nuevos de la intelectualidad cubana. La prosa y el verso suyo son de una brevedad exquisita, de una fuerte expresión subjetiva. Sus inquietudes, sus anhelos están vaciados de moldes ferovorosos de ideal. Va ella por el camino ancho de la vida regando rimas nobles y aventando dulzuras en los vientos...”
Arístides R. Salazar. San Salvador.
“Poetisa fina, tersa, sugestiva, exquisita”
Fabio Fiallo.
“Marilola es una exquisita evocadora de perfumes y decires y quereres, que se complace en hacernos recordar caminos olvidados.
Su prosa elegante y sugestiva tiene la dulzura embriagadora de la miel (...) y la suave armonía de sus versos expresivos, pone en el fondo de las almas algo así como la emoción turbadora de una promesa de amor...”
Rafael Loyola
“Marilola X escribe de una manera individual, tan personal, que su estilo se escurre al modelado de las poetisas suramericanas. Nuestra poetisa oriental (...) es ella misma.”
María Payán Zubelet.
“Encuentro en el libro de Marilola X un humanismo que le nace del propio corazón. Un concepto tan alto de la sinceridad, que a veces llega a ser conmovedora y un decir tan suave en las cosas íntimas que sin sentirlo nos va llevando al país sin fronteras de la ensoñación”.
Enrique Puentes: “Un libro y una mujer”.
“(...) de poemas en prosa es un canto de optimismo, de vida, de libertad. Es música el corazón artista de esta culta escritora, que emite sus melodías al universo desde la montaña altiva de su pensamiento”.
Amelia Ceide.
“En su prosa descubre un alma romántica, que el dolor ha tocado con repercusiones de pesar y de tristeza; pero alma de juventud y de amor que sabe sentir muy hondo las inquietudes de la vida...”
Arturo A. Potts:
“Una escritora oriental: Marilola X”
La Habana, septiembre, 1932
“Las quejas no profanaron su vida porque al nacerles en su corazón se convirtieron en poemas: Tal ha sido el camino de esta poetisa...”
Arturo Doreste:
Prólogo a Cuando canta un corazón, 1936
“Alma sutil, gran temperamento, talento indiscutible. Esta es Marilola X, la escritora emotiva y sugerente que posee el divino don de crear belleza. En sus poemas ella canta a la vida, al amor y al dolor ¡muy dolientes!, porque ellos son brotes de un alma que sueña”.
Zoraida González Melo.
“He leído tu prosa lírica. Tienes personalidad poética y quiero llegar hasta ti con mi palabra amiga.
No sé quién eres tú, pero (...) tu tienes la esencia, lo absoluto y lo profundo (...) Tu lirismo tiene la sensibilidad exquisita, dulce y suave que las almas femeninas guardan siempre...”.
Salvador J. López.
“Fina sensibilidad y exponente más cálido de las almas que todavía creen y esperan de la Poesía. Marilola X canta a su voz maternal y todavía sueña los amaneceres con ella”.
Lalita Curbelo Barberán: “Marilola X. Poetisa y escritora”, en Norte. Holguín, 21 de agosto de 1958.
“Quizás fue la atrevida forma de decir, “artísticamente hablando”, la que la alejó de sus coterráneos. No eran comunes en el ambiente provinciano de su pueblo versos tan ardientes como los suyos”
María Elena Infante Miranda:
Los senderos de la luz, p. 58.
“Este fue su valioso aporte a la literatura cubana y por el cual tuvo que pagar en lugar de recibir, pues tanto su primer poemario como los que vendrían después y su única novela vieron la luz en ediciones costeadas y después vendidas ejemplar a ejemplar por la autora”.
Luis Caissés Sánchez:
“Una mujer que nunca perdió la ternura”,
en ¡Ahora!, Holguín, junio 4 de 1990.
“En el contexto de la época pienso que su obra fue valiente. Marilola golpeaba con sus poemas la realidad de la vida e incorporaba a la vida su poesía. Queda en nuestra literatura holguinera como una voz que dijo cosas que quería decir con sabor humano".
En el umbral de los ochenta años de un vivir agitado, fabricándome una existencia con aleación de poesía, inicio el traslado de estas estampas a un lugar firme: este libro.
No aspiro a que esta recopilación de recuerdos parezca una autobiografía (...) Han confundido mi intención sobre el título. Hay quien ha pensado en el asiento de una guagua ¿por qué no se remontan más allá de esto?
En esta libreta hay fragmentos de mi vida que serán trasladados a un libro. Cuando los releo me convenzo más de que mi vida ha sido iluminada por el enfoque de la poesía y la luz.
Soy (...) descendiente de un patriota que abonó este sueño con sangre y de una mambisa que fue madre, compañera, colaboradora de mi padre; formaron unos cimientos de acero a los cuales ha envejecido la lucha.
Nací en la guerra, aunque decían que ya había terminado, quedó en mi casa, grabada con sangre y fuego. Mi padre sufrió por diez años a consecuencia de las graves heridas (atendido por sus compañeros de batalla: Doctores Rodolfo Socarrás y Humberto Manduley).
Y cuando se reponía habiendo dejado en la senda patria cuatro costillas y su sangre irrumpo yo deshaciendo temores. Mi padre era joven y apuesto y a pesar de que mi hermano Rafael había llegado trece años antes que yo, mi presencia fue como un haz de esperanza en su corazón torturado por la lucha. Cuarenta días después de mi llegada dejé de escuchar su voz que se acercaba a mí con esperanza. Él dejaba la vida y me entregaba sus armas. ¡A seguir peleando!.
(...)
Cuando el yugo de un matrimonio prematuro me hostigó, rompí con él, en una época en que una mujer joven, con tres hijos, con mente y cuerpo sanos afrontaba un serio conflicto con la sociedad.
(...)
Se corrió como una epidemia de palabras absurdas y estúpidamente elaboradas por mentes reducidas a lo doméstico y turbio, que yo estaba “loca” por haberle dado vida a la tierra donde vivía el hermoso algarrobo (...) loca por extasiarme con la contemplación de las nubes (...) loca por cargar agua para regar clavelones proletarios o simples yerbas sin nombre, (...) loca porque sentaba a mis hijos todos los atardeceres a despedir el sol tras el cañaveral (...) Eso era la verdadera vida para mí. Y así lo declaré a todos. Les dije (...) que todo merecía respeto, tanto la hierba como el árbol, el pájaro (...) porque todo tenía vida y la vida merecía respeto y culto. Unos contestaron con un silencio seco, sin una frase, otros se mostraron taciturnos, hostiles, sordos y mudos, pero yo me quedé. No escapé cobardemente.
(...)
Siempre nos queda algo de nuestra infancia, muy prendido a nuestras convicciones, es algo que se aferra a nuestro sentir (...) Es algo nuestro, exclusivo, privado, que espolea nuestra sensibilidad y en ocasiones afluyen lágrimas furtivas al evocarlo.
(...)
hoy, con mis 83 años, sigo pensando igual. ¿Quién inventaría eso de brindar cestos, ramos, búcaros de rosas ante un acontecimiento? (...) ¡También las flores tienen sus derechos! Y no le encuentro ningún sentido a troncharlas hoy, en lozanía, y ver su cadáver al atardecer, mustias, corrugadas, marchitas. En un desolado llanto que no trasciende.
(...)
Sé que viví todo esto y que esto se forjó en mi mente y que a lo que viví, a lo que sufrí, a lo que disfruté, a lo artero y lo sumiso, a lo que no pude alcanzar y lo soñé como una realidad, debo mi Poesía, que es el caudal más preciado del ser humano. No tengo guardaespaldas para que protejan mi riqueza. Tengo el cielo y el mar como escoltas. Y voy sola, sola, sin miedo y sola, por anchuroso sendero de la vida.
(...)
Por favor, antes que el barquero me haga la señal de que espera por mí, brinda un asiento a una vieja cansada de andar, del mirar, del sufrir.
Por favor, un asiento para una vieja...
(...)
Yo quiero la paz universal. La imploro. Pido la paz. Por favor, un asiento para una vieja...
(...)
Holguín
Este pueblo de la región oriental en la parte norte de Cuba, llamado Holguín, protegido por una ronda de montañas, casi todo el año reverdecidas, con sus llantos y valles llenos de exuberante belleza, con sus iglesias, cuyas altas torres dan un toque magistral.
(...)
Del río Marañón queda un hilillo como el palpitar de un moribundo. Ya se pierde como un fino brochazo de agua brillante sobre las piedras pulidas, agotadas de su amor de siglos.
Recuerdo qué bello era y qué caudaloso corría, arrastrando matorrales, cuando crecía era imponente. ¡Qué espectáculo!.
Yo pienso que mientras quede ese hilillo de agua es que vive aún y que guarda en su débil murmullo el sueño poderoso de volver a ser lo que era.
(...)
El parto de un rosal
Hay muchas cosas bellas que fascinan nuestra imaginación. ¿Te has detenido ante un botón de rosa en el amanecer?
Yo sí. He presenciado ese parto maravilloso y me he detenido frente al rosal, callada y devota. Fija la mirada ante un botón henchido de belleza, iridiscente por el rocío que lo ha besado en la noche.
Primero se advierte un ligero temblor entre sus apretados pétalos. Se aquieta como si estoico reprimiera un dolor, luego otro agudo temblor. Se nota la incipiente sacudida que llega desde su tronco y agita y nace la frágil rama que lo sostiene. Más tarde, un lento desprendimiento...
Y ahí yo, estática, presa de un arrobamiento infantil, absorta, fascinada ante el acontecimiento.
Mientras esto ocurre, el sol irrumpe victorioso. Su calor trasmite fuerzas al rosal y el botón brinda un pétalo transparente...
¡Ha nacido una rosa! (noviembre, 1984)
(...) Me hice amiga de los árboles. Cuando pasaba cerca de ellos los miraba y sonreía como ante la presencia de un ser querido. Me parecían seres vivientes y mi sufrimiento crecía ante el asesinato de uno de ellos. En una ocasión miré a todas partes en la búsqueda de un árbol que agitaba sus ramas cuando yo pasaba. Lo vi destruido, convertido en gruesos leños, una hojarasca seca lo rodeaba. ¡Habían asesinado a un amigo! Un sollozo violento que se tradujo en llanto convulsivo me hizo regresar a casa.
(...)
¡Qué lindo es dar crédito a la fantasía!... Saber de otros mundos sin conocerlos. Sufrir los atropellos de países que son azotados por la avaricia humana y sentir llorar el dolor ajeno, ver podar un árbol y comprender su angustia: Ver cortar la rosa y sentir como si desprendieran una arteria de nuestro corazón...
(...)
¿Creen que mi universo mental está en tinieblas, que no capto mensajes, que estoy distante de los acontecimientos mundiales, que mi cerebro no recibe luz? ¿Por qué? ¿Acaso los años maduros representan un derrumbe?
Yo creo lo contrario, de la madurez brota la resina de la sabiduría. Yo tengo más visión, más compenetración con las cosas vitales que en mis años verdes.
(...)
Con el dinero que cae en mis manos compro estrellas, mariposas, polvo de sol, aromas escondidos, raíces de amor, perfumes que se evaporan, pero me dejan su aroma en el alma...
(...)
Tengo un privilegio, ¡muchos amigos! En todas partes y desde cada punto me dicen cómo es su tierra y el mar que nos separa, pero yo me siento profundamente arraigada a mi tierra...
(...)
Mi servicio a la mesa es de estilo. Uso doyles bonitos, bordados por mí, los paños de cocina brillan de blancura.
...si hay algo que me agrada y oficio con amor es la cocina, ese templo luminoso donde confecciono platos selectos. Soy tan dinámica a esta edad...
no se debe despreciar un minuto en la vida. Todo debe ser acción, trabajo fértil y movilidad...
(...)
Quizás alguien recuerde que en Holguín existió una muchacha que escribió poemas que conmovieron, excitaron o repudiaron gentes de su época.
(..)
Vamos a ser generosos con la vida
(...) Hay cerca de nosotros una guerra feroz contra los árboles. Esos son los hombres. Eso hacen. Cuando no crean una guerra para exterminarse entre sí, se ensañan contra lo inocente, contra aquello que no quiera ripostar el golpe, porque no se han fijado en la fuerza del árbol, en su magnitud. Cuando no da frutos da sombra. Siempre da. Y no existe el árbol ileso, ese árbol al que no infieran un golpe (...) el ulular de sus ramas es música y es también poesía la danza de sus hojas.
(...)
el hombre cuando se lanza de lleno a luchar por algo que ha construido e intuye que esto ha de servir y engrandecer a su patria, no pierde el tiempo en cálculos ni en beneficios a su personas...
así Raúl Ferrer puso en bandeja de oro un cuño para estampar en el corazón de su patria una palabra cuyo contenido está siempre copiado por sus países: ¡Alfabetización!.
Todos por aquellos días en que recibimos a la patria explotada querían poner algo en aquel estropicio que nos fue devuelto para toda la vida, en el año de gloria de 1959, pero Raúl Ferrer ocupó mi atención porque creó lo que yo soñaba y me esforcé en realizar en el año 1929, enseñar a leer y a escribir a tantos (...9 Mi obra fue pequeña, reducida...
Hablar de Raúl Ferrer es hablar de luz (...) algo que para mí simboliza la creación más acertada, como lo fue el Che que se hizo ciudadano del mundo, con raíces en Cuba (...) como lo fue y será nuestro guía, hombre conocedor y justo...
(...)
Los juegos crean raíces. Desde niños tienen que aprender una cosa: la guerra es fea como una rata vieja. Roe. Todo lo roe y consume. Ni en broma quiero verlos jugando a la guerra. La guerra aunque sea un juego es mala y fea. Les traeré libros.
Ellos –obedientes y humildes como eran- asintieron complacidos.
-¡Bueno mamá! Tráenos libros. Ya leímos todos los que tenemos. Ariel me pidió con mucho interés Corazón, de Amicis, libro que fascinó la infancia de mis tres hijos.
(...)
¿Qué es la juventud?
¿Qué es la juventud? Una palabra. Solo eso. Esto lo he escrito en el umbral de mis 85 años, mirando la corteza de mi árbol vital quebrada por el tiempo...
a menudo me acerco a muchachos que me confiesan no gustarles leer, “no quieren perder el tiempo”, ¿qué le falta a la juventud? Creo que fortalecer sus raíces desde su asomo a la vida no le vendría mal.
Recuerdo la infancia de mis hijos, con su ropita humilde y limpia, pero rodeados de libros, de cuadernos, de lápices. Y en ese mundo crecieron y se hicieron intelectuales y transmitieron a sus hijos la misma enseñanza.
(...)
a los adolescentes deben brindárseles libros buenos, profundos (...) hay que seleccionar los libros que se ponen en sus manos, pues hay libros que en lugar de alzar, derrumban al ser humano.