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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

7 de julio de 2009

La Bahía de Nipe, enormísima república líquida donde ocurrieron hechos singulares


Después de la conversión de la de Hudson en mar interior, la bahía de Nipe es, de las de bolsa, la más grande del mundo. Tiene unos 120 kilómetros cuadrados de extensión y acumula mil 700 millones de metros cúbicos de agua aproximadamente. Descubierta por Cristóbal Colón en 1492, esta bahía tiene 25,9 kilómetros de largo y 16,8 de ancho.

En su entorno, cuentan, habitaron los dioses aborígenes Taguabo y Maicabó. Y sobre sus aguas, cuentan, apareció flotando la Virgen de la Caridad de El Cobre, Patrona de Cuba. Pero a pesar de sucesos tan trascendentes, la colonización española no se interesó por este lugar casi nunca. Las orillas de la enorme bahía estaban más solas que un cementerio a media noche y por ello fue refugio de mil y pico de piratas y compañía; sin embargo, el más famoso de todos los que allí llegaron fue Williams Hasting, que compró un pedazo de aquellas tierras a la corona española y fundó familia y dejó sus huesos por esos lares.
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La primera ocasión que escuché el nombre del pirata William Hasting, fue de boca de un compañero de aula que residía en El Embarcadero de Banes. Manifestaba también, con inocente orgullo de niño, que era descendiente del temido pirata. Supuse entonces que el chico estaba influenciado por la serie radial, muy popular entonces, que con adaptación de Félix Pita Rodríguez, hacía que Emilio Salgari nos transportara al turbulento Caribe de hace algunos siglos.

Muchos años después, en el bregar periodístico, conocimos al ya desaparecido Guzmán Méndez Escarsena, quien en su casita de la playa Puerto Rico Libre, nos habló del germano aventurero William Hasting, relatos que también parecían estampados por la pluma de Salgari, pero ahora con la etiqueta incuestionable de lo real maravilloso.
Siguió transcurriendo la marcha inexorable del tiempo cuando, a mediados del mes de noviembre del 2006, pudimos entrevistar a dos descendientes del pirata, ambos residentes en la pintoresca ciudad de Antilla. Aunque conocíamos desde mucho tiempo antes la existencia del más cercano descendiente del pirata, no fue posible el encuentro hasta la fecha señalada anteriormente, pues esa persona se encontraba fuera de la localidad.
Acompañados por el historiador de la municipalidad de Antilla, Julio Labrada Noa, comenzamos las entrevistas por Carmen Luisa E. Hasting Campos, biznieta de Catalina Hasting, quien fuera a su vez nieta de William Hasting o Don Guillermo. La vivienda de Carmen Luisa se encuentra enclavada en la calle René Ramos Latourt, cerca del Museo de Historia del mismo nombre.
Pronto se establece el diálogo, platica que sólo se interrumpe cuando Carmen Luisa va en pos de viejos planos de parte de las tierras de la hacienda Punta Salinas propiedad del famoso ancestro y donde resalta la ubicación del cementerio donde reposan los restos de muchos de sus familiares.
Carmen Luisa niega rotundamente que William se dedicara a la piratería pues según ella: “era un mercader que comerciaba entre Nassau, el norte oriental de Cuba, La Española, Puerto Rico”, y acota seguidamente: -Eso fue lo que siempre escuché en el seno de mi familia. ¡William era gente buena de comercio!- aseguró vehemente la entrevistada.
Luego de este interesante encuentro con Carmen Luisa, nos trasladamos hasta la casa marcada con le número 88 en la calle Carlos Manuel de Céspedes. Allí nos encontramos con Andrés Hasting, nieto de Luis y por ende tataranieto de William. A pesar de contar ya con 95 años, Andrés, conocido también como Júcaro, posee una vitalidad poco usual en personas con tantas primaveras en su haber. Nuestra primera pregunta para el nonagenario se caía de la mata: ¿era William un pirata?
-¡Claro qué sí!- afirmó Andrés con voz firme y un destello pícaro en sus vivaces ojos. Andrés Hasting, quien nació en 1911, claro está que no conoció al ancestral pirata. Las vivencias sobre Don Guillermo las obtuvo por testimonios de viejos ex esclavos de su familia, quienes a su vez, las escucharon a sus padres o abuelos de la dotación del viejo Hasting. -Era un temido pirata- reitera Júcaro tras de hacer funcionar el ordenador de sus recuerdos. –Desde niño escuché historias escalofriante que, contada por esos viejitos, involucraban a mi tatarabuelo Guillermo….Andrés hace una breve pausa y regresa con nuevos bríos a su relato. -En una oportunidad salió con tres esclavos a cambiar de lugar parte de su fortuna que tenía enterrada en el monte. Al atardecer regresó con sólo uno de ellos, el de su entera confianza- entonces el anciano detuvo su relato para con un gesto inequívoco, hacernos comprender el triste final de los dos que no regresaron: cual si fuera un filoso machete del viejo se pasó la diestra por su cuello.
En esta interesante plática con Júcaro quisimos que nos aclarara la leyenda del negro cimarrón que escapado de una hacienda de Santa Lucía, vino a refugiarse al vasto territorio de Don Guillermo. Andrés nos contó que este cimarrón fue capturado por el propio William, quien lo hirió al lanzarle su machete con una destreza que hablaba de su pasado. El fugitivo fue atendido de la herida pero quedó inútil para el trabajo rudo de la hacienda. Como era joven, fuerte, robusto y con una arcada dental envidiable, Hasting lo dejó como semental para mejorar con su estirpe la dotación de su hacienda Punta Salinas.
Según Andrés este esclavo, lejos de odiarle, le estaba agradecido a Don Guillermo, ya que de ser devuelto a su antiguo dueño, sufriría crueles tomentos hasta morir y dar así un escarmiento al resto de la dotación. Este relato de Júcaro, aunque difiere del que señala la devolución del esclavo a su antiguo dueño, es el más lógico y aceptable.
A una pregunta nuestra sobre el origen de su apodo Júcaro, Andrés nos respondió que se debe al lugar de nacimiento, sitio donde heredó unas diez caballerías de la antigua hacienda de William.
Mientras oían la interesante conversación con el venerable Júcaro, nadie miró las agujas de sus relojes se deslizaron sin apenas percatarnos. Al filo del mediodía nos despedimos de Andrés y su afable familia, pero antes el anciano habló del raudo barco de su tatarabuelo, de sus mortíferos cañones y de la emboscada tendida por galeones españoles hasta destruirlo. El ancestral lobo de mar se fue al fondo o anda flotando como material microscópico del agua después que los tiburones hicieron su digestión y cagaron su recuerdo en el océano.
En la pintoresca villa de Antilla, rodeado del cariño de sus familiares, nos despedimos de Andrés Hasting, quien gustosamente accedió a esta entrevista que hemos querido compartir con ustedes, querido internautas. Tomado de http://www.aldía.com/
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En Holguín, la maestra periodista María Julia Guerra se ha empeñado más que nadie en seguirle los pasos al pirata William Hasting y a su descendencia. Lo último que supe es que María Julia había completado el árbol genealógico de la familia y otras curiosidades apetecibles. Un día Aldeacotidiana tendrá la monografía casi libro completa, eso lo sabemos.

Lo que no sé es si alguna vez podamos leer el primero de una tetralogía que se ha publicado en Estados Unidos. En el volumen, dice su publicidad, se reconstruye la vida del pirata en su hacienda a la vera de la bahía de Nipe. Se titula el libro: Entre huracanes y a su autor, José Ignacio Hernández López, no he tenido el gusto de conocer.

1 de julio de 2009

Mercedes Sirvén Pérez-Puelles: una holguinera comandante del Ejército Libertador

Por Maria Julia Guerra


La doctora en farmacia Mercedes Sirvén Pérez-Puelles, fue la única mujer que durante las guerras de independencia de Cuba alcanzó los grados de Comandante del Ejército Libertador. Vivió en Holguín antes y después de la Guerra de 1895, y ejerció su profesión en esta ciudad y Gibara. Mercedes procedía de una familia acaudalada y patriota. Su tío Ricardo Sirvén Durán fue fusilado en Santiago de Cuba el 24 de junio de 1869. Había sido apresado el día 15 de ese mes. Emilio Bacardí Moreau, nos dice: D. Ricardo Sirvén, natural de La Habana, soltero y del comercio, es pasado por las armas. Era uno de los expedicionarios cubanos de la goleta “Grapeshot” desembarcados en Baitiquirí, y hecho prisionero por las fuerzas del teniente D. Florencio Gubert.

La familia Sirvén Pérez-Puelles, oriunda de La Habana, regresó a Cuba después de la Paz del Zanjón y se radicó en Holguín. La formaban los padres Faustino y María y tres hijos: Ricardo y Mercedita quienes habían nacido en Bucaramanga, Colombia, y Faustino en Puerto Plata, República Dominicana. Todos crecerían en Holguín. Ricardo y Mercedita se hicieron Licenciados en Farmacia, en tanto, Faustino estudió medicina, como el padre. El padre, Faustino Sirvén Durán, era el médico de la municipalidad holguinera. En 1882 demanda del Cabildo que le pague sus salarios atrasados, esta reclamación seguiría y en 1893, el Gobierno de la Provincia se pronuncia porque le paguen su salario mensual y le amortigüen los debidos dándole cierta cantidad cada mes. El Ayuntamiento reconoce que el doctor Sirvén es uno de los médicos mejores y además es el forense de la jurisdicción, pero que no tiene dinero para pagarle, y que además, si lo hiciera establecería diferencias con otros empleados. Sin cobrar nada, el 13 de abril de 1893, fallecía de uremia, en esta ciudad, el doctor Faustino Sirvén Durán. Faustino, el hijo, se casó el 24 de febrero de 1894 con la holguinera Consuelo Carreño Serrano, hija natural de José Carreño y Manuela Josefa Serrano Estrada. Ese mismo año, le ha dado un poder al Licenciado Antonio Sánchez-Bustamante y Sirvén, vecino de La Habana, para que “cambie y compre acciones de la Empresa del Ferrocarril Cárdenas-Júcaro”. Al estallar la Guerra de 1895, el doctor Sirvén se mantuvo en la ciudad mientras pudo, ayudando siempre al campo insurrecto, hasta el 12 de diciembre cuando se incorpora al Ejército Libertador como jefe de Sanidad en la Tercera División del Segundo Cuerpo, que comandaba el Mayor General José Manuel Capote.


Los Sirvén eran miembros de la Sociedad La Tertulia, e infiero que miembros o simpatizantes del autonomismo, pues el historiador Hernel Pérez Concepción en su libro Holguín: ¿Reforma o Revolución? El autonomismo holguinero, refiere:
Los miembros del autonomismo holguinero emplearon las veladas político-literarias para propagandizar su ideología. Puede servir de ejemplo la velada efectuada el 13 de mayo de 1888. Ese día el acto contó con dos momentos que se iniciaron con la orquesta sinfónica. En el primero se recitó la poesía al General Serrano, de José Fornaris, declamada por la señorita Mercedes Sirvén Pérez- Puelles; luego fue el discurso político de Manuel Rodríguez Fuentes, y a continuación las poesías…
El mismo autor acota:
Muchas de las moches en la Prefectura de Mala Noche se dejó oír la dulce voz de Mercedes Sirvén que junto con su madre y otros familiares se habían trasladado allí con el objetivo de alejarse del dominio español. La voz de Mercedes sirvió para cantarle a las glorias del Ejército Libertador y de sus principales líderes como Martí, Maceo, Gómez y otros. 
Sin embargo, hemos encontrado que la madre, María de los Ángeles Pérez-Puelles, había fallecido el primero de marzo de 1891, aquí en Holguín.
Lo que sí es exacto es que Mercedita y Consuelo ingresaron en el campo insurrecto en octubre de 1896 y en la finca Palmarito de Gamboa, al sur de Las Tunas, la doctora en Farmacia Mercedes Sirvén, estableció un hospital de sangre, donde Consuelo serviría como enfermera.
Mercedes Sirvén era una mujer de singular valor. Su botica revolucionaria abastecía de medicamentos y materiales de curación a diferentes hospitales de guerra, tanto fijos como ambulantes, en todo el territorio holguinero y de Las Tunas. Su hermano Ricardo era el más eficiente suministrador. Ella hacía la distribución sola, sin más compañía que su mula y su fusil.
Se le confirieron los grados de capitana a finales de 1896, y en 1897 es ascendida a Comandante.
Al finalizar la contienda se le nombra al frente de la farmacia del Hospital Civil de Holguín y luego ella funda su propio establecimiento en Gibara. En 1812 regresa a Holguín y queda al frente de la farmacia-droguería Sirvén. Vive en esta ciudad hasta 1944.
Faustino, como médico cirujano alcanzó el grado de Coronel. Cuando termina la guerra, es nombrado, por el gobierno interventor, alcalde de Puerto Padre y al instaurarse la República en 1902, es electo Representante a la primera Cámara. Así se trasladó a La Habana con su familia, y allí vivió el resto de su vida sirviendo como médico. Falleció en 1933.
Ricardo, casado con la holguinera Antonia Herrero Morató, abrió su farmacia, en 1899, frente a la plaza central, el hoy parque Calixto García. En 1902 es electo Consejal y, luego en 1912, Representante, por Oriente, ante el Congreso.
En octubre de 1918, Ricardo escribiría en el periódico La Lucha, que dedicaba varias páginas a Holguín:
Casi en el centro de la heroica región Oriental, y sobre un espléndido valle, cercado por dos ríos, se ha ido agrandando la ciudad de Holguín, cuna de valientes soldados de la libertad y de hermosas mujeres…No tuve la gloria de nacer en ese pedazo de suelo cubano; pero me siento holguinero, por el cariño que le tengo a todos los que son; porque a Holguín debo inmerecidos afectos y honores; porque a mis correligionarios de allí, debo su designación para representar a la provincia de Oriente, en el Congreso Cubano; porque allí he vivido los mejores años de mi vida; porque para mi mayor gloria, holguineros son mis hijos y porque allí quiero que, en el panteón de mis mayores, dormir el sueño eterno de la muerte.
Ricardo, quien fuera fundador de El Liceo de Holguín y un entusiasta promotor cultural, falleció en La Habana en 1925, pero sus restos nunca fueron trasladados a la ciudad de Holguín, como era su deseo.
Poco a poco, la familia se trasladó a La Habana. La última fue Mercedes, quien muere allí el 28 de mayo de 1948.
De la singular familia Sirvén Pérez-Puelles no quedan en Holguín más que los recuerdos.

30 de junio de 2009

La farmacia más antigua de Holguín

Por Maria Julia Guerra
A la Farmacia Principal, ubicada en la calle Libertad, frente al Parque “Calixto García”, ningún holguinero le llama así; le siguen diciendo Farmacia Carril. Tal vez sea la Carril la más vieja de la ciudad. En 1881, fue fundada por el Licenciado en Farmacia José María Porta, y bautizada con el nombre de Santa Isabel.
Terminada la Guerra de Independencia, en 1899, el Licenciado en Farmacia Ricardo Sirvén Pérez-Puelles la compra, la transforma, amplía e instala también una droguería en la vivienda contigua.
Cuando Ricardo es electo Representante a la Cámara de la República, en 1912 y pasa a vivir a La Habana, al frente de la farmacia-droguería queda su hermana Mercedes Sirvén Pérez-Puelles, igualmente Licenciada en Farmacia y la única mujer que alcanzó el grado de Comandante en el Ejército Libertador cubano.
Años más tarde fue regenteada por Mercedes y Antonio Pérez Zorrilla, hasta que a principios de la década de 1940 la adquiere el doctor Rafael Carril González.
Actualmente la edificación ha sido dividida, en una parte funciona la farmacia, ya sin droguería, y en la otra una heladería, pero en el piso de la farmacia se conserva el nombre: Sirvén.

28 de junio de 2009

Radio de la aldea


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Antes que Ray Cooder "descubriera" a los fantásticos viejitos del Buenavista Social Club ya Pablo Milanés había grabado con algunos de ellos. Ese es el caso del guitarrista Octavio Sánchez (Cotán), quien acompaña a Pablito en la serie Años. En este programa de Aldo Martín Neyra de Radio Banes, podrá descubrir la apasionante historia de este músico. Dan su testimonio: María Teresa Linares (musicológa) y Pepa Cotán (hermana del músico). En la foto: Carátula del disco Años, Volumen 2, en el que participa Cotán como guitarrista acompañante. Asimismo Cotán es el autor del son: Con palo de Yaya, que Pablo Milanés hace en este LP. Si desea descargar el programa haga clic aquí 
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Luis Yuseff: El oficio de la poesía no es una necesidad de escribir todos los días. Es para mi la necesidad de llevar al papel lo que en un momento determinado se vuelve una idea obsesiva, una idea que te posee y que es necesario llevarla a otros códigos, a otros códigos prácticamente inasibles, inefables. El siguiente programa es una entrevista que hace el poeta, profesor y ensayista Eugenio Marrón Casanovas al multipremiado poeta holguinero. Si desea descargar el programa haga clic en el siguiente enlace: http://www.divshare.com/download/7631384-742
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Esther Borjas es aún la "primerísima Cancionera de Cuba", la siempre "damisela encantadora". El programa consiste en un encuentro de su autor, con la Diva. Jorge Ribaíl Reyes es el autor de esta "Cita con la damisela".
Si desea descargar el programa hag clic en el siguiente enlace:
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Entrevista exclusiva con "El rey del bolero", Armando Manzanero en la que el muy famoso cantautor da testimonio de sus influencias y sobre sus intérpretes favoritos. Hermosa, por cierto, la anécdota de cómo se quedó sin conocer a Elis Regina. Autor: Aldo Martín Neyra.
Si desea descargar el programa haga clic en el siguiente enlace:
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Onelio Escalona es uno de los integrantes del siempre premiado duo humorístico Caricare. En este programa el testimonio del humorista sobre su niñez, su acercamiento al humor y sus concepciones a la hora de hacer reir.
Si desea descargar el programa haga clic en el siguiente enlace:
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Una adolescente que vive en la eterna pugna a la que le han condenado sus dos abuelas, acaba de suicidarse. Es este el monólogo de Ariadna ante la muerte y las culpas que pone sobre los hombros de su madre que se ha ido a España y su padre, un funcionario muy ocupado. Escuche: "Las penas que a mí me matan"
Si desea descargar el programa haga clic en el siguiente enlace:

25 de junio de 2009

"La piel en la Memoria" Parte VI


Por: René Dayre Abella

CUANDO LIBERTAD LAMARQUE VISITO BANES

A comienzos del año 1956, justo en febrero de aquel año se terminó de rodar en México la película “Historia de un Amor” dirigida por Miguel Gavaldón y que llevaba como estrella protagonista a la famosísima Doña Libertad Lamarque, una figura muy admirada y aplaudida por generaciones en Cuba y en toda Hispanoamérica.


En ese mismo año y como parte de una gira de promoción de aquel film Doña Libertad visitó nuestro país y no olvidó a Banes, nuestro minúsculo terruño. De esa manera los banenses que admirábamos el talento desbordado y la personalidad tan exquisita de aquella legendaria figura del cine y de la canción tuvimos el privilegio de escucharla cantar para nosotros un maravilloso repertorio de canciones favoritas y por supuesto oírle interpretar en vivo aquel precioso tema “Historia de un Amor” que ya se ha convertido en un tema casi obligado en el repertorio de la cancionística popular de todo bolerista.

Libertad se presentó en la sala del cinematógrafo Hernández. Banes no tenía salas de teatro u otros lugares idóneos para la realización de espectáculos como los que proliferan en las grandes ciudades. En la gira la acompañaba su marido Alfredo Malerba quien además de manejarle la carrera era su pianista acompañante. Hay que hacer notar que en aquellos lejanos días los artistas no contaban con el recurso de las pistas grabadas con el acompañamiento musical como hoy día y cuando no se hacían acompañar por una orquesta tenían que echar mano de un pianista. Ese era el caso de Libertad Lamarque cuando se presentó en Banes.
Recuerdo que mi mamá le pidió a Ricardito Serrano un buen amigo de la familia que me llevase al cine y le dio dos pesos para que pagara mi entrada al espectáculo y la de él como una cortesía. Yo sólo tenía once años y recuerdo ahora con toda claridad que Libertad se presentó con un precioso vestido de color azul turquesa y se dirigió al público comentando que era la misma prenda de vestir que usó en la película. Interpretó varias de sus canciones ya conocidas y aplaudidas por aquel público y luego se dispuso a deleitar al auditorio con el hit del momento: “Historia de un Amor”.


Al terminar el espectáculo Ricardito me llevó de prisa hasta la calle y esperamos que Abel Hernández, el hijo de Santiaguito Hernández propietario del cine y empresario artístico, condujese en su auto a los esposos artistas al Hotel Baní donde se habían hospedado. Evitando a la multitud que se había formado frente al viejo cine para despedirse de la estrella Ricardito logró llegar hasta la ventanilla de aquel auto y le dijo: “Libertad, el niño la admira y la quiere saludar” y me acercó lo suficiente como para que Doña Libertad me besara la mejilla y entonces me sentí como extasiado. No podía creer que aquella mujer tan admirada por mí en los viejos films que veía junto a mi tía Queta , donde interpretaba los papeles de una mujer que siempre sufría y me arrancaba lágrimas furtivas besaba tiernamente mi mejilla. ¡Era la gloria!.

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"La piel en la Memoria" Parte V

Por: René Dayre Abella
JUGANDO A LA RADIO
De pequeño me atraían con fascinación los dramas que escuchaba en la radio nacional. Ya me he referido a este fenómeno anteriormente cuando relataba mi afición a un programa de aventuras infantiles que transmitía la vieja CMQ con el título “Las Aventuras de Jackie el Pecoso”. No teníamos radio en la casa. Éramos pobres y en aquellos días la radio era un pequeño lujo y ni hablar de la televisión que era sólo accesible a las clases pudientes.
Cuando me fui a vivir a la casa de mis tías me aficioné a escuchar por primera vez una radionovela de la cual mi tía Queta no se perdía ni un solo capítulo: “Estrellita”. No recuerdo con exactitud quienes la protagonizaban. Quizá el actor principal pudo ser Alberto González Rubio y la actriz estelar probablemente Minín Bujones, pero no estoy seguro. De lo que estoy plenamente seguro es que César Leante escribía los guiones.
Estrellita era un personaje que se me antojaba un poco bobalicona. Demasiado ingenua y noble. Era una versión actualizada de la típica Cenicienta. Leante la hacía sufrir mucho en cada capítulo provocando un derrame catársico de lágrimas en los radio oyentes, particularmente en las mujeres como mi tía.
Con los oídos de la memoria escucho aún llorar a la pobre muchacha y hasta escucho los jingles de los productos patrocinadores: los jabones y la brillantina Hiel de Vaca de Crusellas. En una ocasión se me ocurrió reescribir aquellos capítulos que escuchaba y cambiar drásticamente las situaciones dramáticas acentuando un brusco cambio en la actuación de Estrellita que iba a reaccionar violentamente cada vez que era humillada por la villana de la serie para luego escenificarlos junto a mis amigos los Fernández Diez, que vivían justo al cruzar la calle. Osvaldito y Aroldo eran los hijos de Osvaldo Fernández, a quien todos llamábamos cariñosamente Valito, y de Enedina Diez, nuestra querida Nina. Sus primas, Nibya y Edmé eran las hijas de Fernando y de Emelina.
A Osvaldito se le ocurrió improvisar una radioemisora en el patio de la casa de mis tías. Levantamos una primitiva tarima y confeccionamos un “micrófono” con un palo de escoba al cual agregamos una lata vacía de puré de tomate completamente agujereada por una de sus caras. Ya teníamos el “equipo” faltaban las voces de los actores. Osvaldito sería el presentador y a la vez cambiando ligeramente la voz para hacerla más engolada narraría cada capítulo. Nibya y yo seríamos los únicos actores, pues Aroldo y Edmé eran muy pequeños. Nibya cambiaría la voz de acuerdo con el personaje. A ratos era Estrellita y también la villana de la novela. Yo haría el personaje que encarnaba Alberto González Rubio y a veces adelgazaba la voz y me convertía mágicamente en una Estrellita que nada tenía que ver con la original concebida por la brillante pluma de César Leante. También narraba cuando Osvaldito se enojaba y dejaba el juego y hacía los jingles imitando una voz femenina, pues a Nibya le daba mucha pena cantar. Todavía recuerdo las líneas o versos de aquellos jingles comerciales: Yo soy blanca y rubia /lindo mi pelo brilla/ porque uso la brillantina/ Hiel de Vaca con manzanilla. Y a continuación yo mismo cambiando la voz anunciaba el producto para continuar con otro jingle: Yo como soy morena/ tengo más negro el pelo/ porque uso la brillantina/Hiel de Vaca con romero.
Creo que así nació mi vocación por la narrativa y también por la actuación dramática. Nuestros juegos terminaron un día del año 1958 cuando cambiando la tónica de la “programación radiofónica” a Osvaldo le dio por imitar al locutor de un programa que transmitía Radio Moscú y que escuchaba en una vieja radio de onda corta junto a su padre, viejo militante del Partido Socialista Popular.
Al fondo de nuestro patío vivían nuestros vecinos los Hernández Santiago y Rafael Hernández quien era el secretario en la clandestinidad del Partido Socialista Popular en Banes se encontraba clavando en una bigornia unos zapatos, pues se dedicaba a remendar calzado y alcanzó escuchar a Osvaldito cuando imitando al locutor moscovita gritaba: “Aquí Radio Moscú transmitiendo desde la Cuna del Socialismo”. Don Rafael nos interpeló muy preocupado: “Eh, muchachos, no sigan jugando a la radio y no vuelvan a mencionar eso. Recuerden que Radió Moscú está callada. ¡Callada!”.
Nota: En las fotos: Mimín Bujones y Alberto González Rubio, dos de los actores más famosos de las radionovelas cubanas.

23 de junio de 2009

"La piel en la Memoria" Parte IV

Por Rene Dayre Abella

BANES Y SUS PERSONAJES PINTORESCOS

Toda ciudad, grande o pequeña, ha tenido siempre sus personajes entrañables. La Habana, por ejemplo, tuvo al Caballero de Paris y quizá un sinnúmero de personajes más que se perdieron en el anonimato dada la vastedad del paisaje citadino. A diferencia de la gran urbe, las ciudades del interior del país, sobre todo los pueblos pequeños, estos personajes quedaron para siempre en la memoria colectiva, gracias a su presencia casi obligada en el vivir cotidiano, convirtiéndolos así en legendarios.
Banes fue pródigo en esos seres casi mágicos. Desde pequeños los banenses los vimos deambular por las estrechas callejuelas del pueblito. A veces compartían nuestros juegos y disfrutábamos de sus ocurrencias y travesuras.

Con los ojos de la memoria evoco uno de aquellos días de mi niñez. Desde lejos se divisaba un cíngulo de cerros y lomeríos que parecía apretar al pequeño pueblo. Eran las lomas de El Retrete a poca distancia de Veguitas donde vivíamos. La carretera se extendía serpenteando el paisaje y a lo lejos se veía la figura de una mujer menuda con un retazo de tela blanca que le cubría la cabeza a modo de rebozo, protegiéndose así del sol inclemente. Era Mercedes. Mercedes, así, a secas. La mayoría ignoraba sus apellidos. Solo sabíamos que vivía en las ruinas del Hogar Infantil en la barriada de El Negro y que había enloquecido luego de ser ultrajada por un tal Félix Almira. Un hombre adinerado.

Todavía no alcanzaba nuestra modesta vivienda y ya se oían sus voces: “pico, repico, tantos picos y yo sin un pico ¡Felialmira desgraciao!” Cada tarde repetía la misma rutina. Se comentaba que la pobre mujer se dirigía hasta la casa de ese mal hombre a gritarle toda clase de insultos y por supuesto este negaba siempre el aborrecible hecho aduciendo que era producto de su mente delirante. Cuando nos mudamos a la ciudad de Guantánamo dejé de ver a Mercedes. Nunca más supe de ella. Seguramente pereció en la misma miseria en que había mal vivido sin recibir nunca cuidado psiquiátrico, ni otro tipo de atenciones. La miseria y el abandono eran endémicos en la Cuba de aquellos días.

Curva de Veguitas, Banes

LUIS BOBERA Y OTROS PERSONAJES

Todavía recuerdo a Luis Bobera. Era un personaje muy simpático. Recorría el pueblo paseando a su novia en una carretilla y solicitando algunas monedas para sobrevivir. Se cuenta que un día se propuso llevarse a su novia “La Morocha” a La Habana en su inseparable carretilla y lo logró. Lo único cierto es que nunca más se les volvió a ver transitando las empedradas callejuelas del pequeño pueblo.

CORONEL

¿Qué banense no recuerda a Coronel? Este personaje era un hombre robusto, de color, muy parco al hablar. Sólo se le soltaba la lengua cuando se encontraba ebrio, lo que sucedía con gran frecuencia. Aun así no revelaba nunca detalles de su vida privada, por lo que nunca supimos cuándo y cómo llegó a Banes, aparentemente desde La Habana, esto último a juzgar por una tonadilla que siempre tarareaba rechinando los dientes: “La Habana, La Habana el que no la ve no la goza”. Una noche se acostó con la Muerte y jamás despertó.

TIO MONGO

Tío Mongo recorría las calles seguido por una cohorte de muchachos a quienes les divertía hacerle perder los estribos. El ”juego” consistía en pedirle la bendición. A la primera vez él respondía muy cortésmente: “Dios te bendiga” A la segunda vez se ponía un poco molesto. ¡La bendición, Tío Mongo! ¡Dios te bendiga!. A la tercera vez replicaba: ¡ Dios te bendiga, cacho e’ cabrón!

CORONILLA

Coronilla era el mote que la gente le había endilgado a Alberto Pérez. Se ganaba el sustento soldando palanganas y orinales. Era hojalatero y vendía unos jarritos que hacía con las latas de leche condensada. Cuando los niños – que siempre son muy crueles – le gritaban: ¡Coronilla!, Alberto reponía afablemente: Yo me llamo Alberto Pérez. Nunca se enojaba. Otra de sus simpáticas anécdotas era aquella que contaba que además de anunciarse como soldador y hojalatero acostumbraba a vocear: “se alquila a mi mamá y a mi hermana pa’trabajar”.

 
LULU

A Lulú la conocían todos los niños del pueblo. Intervenía en nuestros juegos infantiles poniéndoles siempre un toque mágico, pues, para nosotros, era una suerte de performer. Por unas monedas o a veces a cambio de una naranja no solamente cantaba, sino que bailaba charlestón. Para nosotros aquel baile era una novedad, pues estábamos en plena década de los cincuenta y ese baile era la última moda en los años veinte y los treinta del siglo pasado. Hay que ver los viejos filmes hollywoodenses de esa época para tener una idea de la fiebre que provocaba en los entonces jóvenes.

EUSEBIO

Eusebio era una pobre víctima de la polio. De extracción campesina muy humilde. Su discapacidad no le permitía trabajar y lo condenaba a la indigencia y la humillante mendicidad para sobrevivir. Siempre fue víctima de la maledicencia de los adultos indolentes y de la crueldad típica de los niños. El escarnio y las burlas de las que era objeto siempre le habían endurecido y alimentaban en su ser toda clase de resentimiento respondiendo a cada insulto con blasfemias y una lluvia de pedradas.
No olvido nunca un incidente muy lamentable que tuve la desafortunada ocasión de presenciar. Ocurrió una mañana luminosa de verano en el viejo Reparto Cárdenas. A sólo unas puertas de mi casa se encontraba ubicada la panadería La Humilde. Esa mañana nos encontrábamos casi frente a sus puertas un pequeño grupo de amigos y compañeros Boy Scouts intercambiándonos “muñequitos ” y un panadero salió y le gritó “ pata e’ muelle” a Eusebio que atravesaba justo la calle. El panadero era un hombre de raza negra. Eusebio estaba ciego de furia y agarró una piedra y la lanzó con tal mala puntería que hizo blanco en la frente de Pepito Coronel, uno de mis amigos. Afortunadamente no le causó daños graves. Nunca vi a Eusebio tan encolerizado como aquella mañana. Se hincó en media calle y le gritó a aquel inconsciente: “¡Providencia, qué negrura!”. Por supuesto que fue un arranque de explícito racismo injustificable. A la distancia de los años analizo aquella actitud de Eusebio y comprendo cómo fuimos condicionados por el prejuicio racial desde pequeños como parte del comportamiento que heredamos de nuestros abuelos españoles. La actitud de Eusebio se resume así: sí, yo soy una víctima de la polio y deambulo, pero tú eres un negro. En la pobrísima escala de valores de Eusebio ser negro era la peor calamidad.

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"La piel en la Memoria" Parte III


Por Rene Dayre Abella

Banes siempre fue pródigo en personalidades brillantes. En todos los ámbitos culturales y artísticos Banes destacó siempre por estar representado por celebridades. Tal es el caso, por ejemplo, del Poeta con mayúscula Gastón Baquero, máxima figura de las letras hispanas. Además de Gastón Baquero, fueron también banenses Otto F. Maletá, Mario Peña Sánchez, quien además de poeta, destacó en la dramaturgia, así como en la actuación y la dirección escénicas. Rolando Gómez de Cárdenas, periodista e historiador local, quien fundara, además la Revista Literaria “Portada”, Don Fernando Rodríguez, periodista fundador del decano de la prensa local “El Pueblo”. Además de estos mencionados medios de prensa hay que agregar “El Demócrata” y en la vecina Antilla el periódico “El Sol”, fundado y dirigido por Enrique Causarás Abella, un sobrino de mi padre.
En los espectáculos se distinguieron figuras como los hermanos Rigual, quienes triunfaron en México desde los años cincuenta del siglo pasado, de ellos es la autoría de la canción “Cuando Calienta el Sol”, popularizada más recientemente por el cantante mexicano Luis Miguel. Rosa Carmina, Doris de Goya, Angelita Castani, Náyade Proenza, soprano quien enseña en México, el dúo Sindo y María Elena y más cercano en nuestros tiempos el trovador Augusto Blanca Gil, uno de los fundadores del Movimiento de la Nueva Trova,
En los años treinta del pasado siglo XX en Banes surgió un pujante movimiento teosófico motivado por la divulgación casi universal de la Teosofía popularizada por Madame Blavatski y expuesta por autores como Annie Besant, quien entonces dirigía la Sociedad Teosófica en Adyar, India, así como Charles Leadbeater, antiguo obispo anglicano.
En Banes el terreno ya estaba abonado por la labor ejercida por dos figuras que destacaron como médiums auténticas, quienes efectuaban fenómenos de efectos físicos como ectoplamía y demás. Estas médiums fueron Isolina Feria Ricardo y Esglórida Díaz, más conocida como ”Lalín”.


Debido a la espectacularidad de estos fenómenos, que hoy día llamaríamos paranormales y a la seriedad de las investigaciones, así como a la ausencia de interés económico o de protagonismo, tan caro a algunos pretendidos “médiums”, las personalidades más destacadas de la localidad. Periodistas, jueces y hasta el jefe de la policía de la ciudad, se reunieron en torno a estas figuras y de ese primitivo grupo de investigadores psíquicos surgió el Movimiento Teosófico en Banes y la Logia ”Unidad”.


Una de las primeras figuras interesadas en divulgar estos fenómenos fue el fotógrafo Amado Proenza, quien fue además el primer Secretario de la mencionada logia y a iniciativa de él nació un proyecto muy hermoso, que meció la cuna de la civilización en la comunidad: “El Pequeño Ciudadano”. Esta organización fundada por teósofos agrupó a jóvenes y adolescentes para educarlos en los valores cívicos y altruistas. Más tarde sirvió como edificio social para albergar a los Boy Scouts.


Como pueden ver Banes nunca estuvo ajeno a la cultura, ni al elemento civilizador. Tampoco esta cultura era un privilegio para las clases ricas de la sociedad, tanto El Pequeño Ciudadano como la Academia Minerva, otra iniciativa de la Logia Teosófica Unidad extendían la educación a los niños de la clase más humilde de modo gratuito.

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"La piel en la Memoria" Parte II

Por Rene Dayre Abella

En esa piel de la memoria Banes está grabado indeleblemente como el mágico Jedefriff maletiano. Es un recóndito espacio donde me interno muy a menudo a reflexionar sobre tantas cosas y son tantos los recuerdos que me asaltan que me obligan a escribir las más deshilvanadas líneas como ejercicio catársico y al final saco fuerzas de mi interior y vuelvo a la realidad un poco más equilibrado. Recorrer las calles del pueblito de la mano de mi padre para visitar a su hermana Ernestina era todo un acontecimiento esperado ansiosamente por mí durante días. Mi tía vivía en el Barrio Americano o La Compañía, como también llamaban los banenses a esos predios.

Después de visitar a tía Ernestina papá me llevaba a los almacenes de La United Fruit Sugar Company (LaCompañía) a comprar fruta enlatada y otros artículos. No olvido los melocotones californianos en almíbar EL MONTE que todavía disfruto y unas galletitas María de marca SIRE, de las cuales nunca he vuelto a saber nada. Había un detalle muy curioso en nuestro paseo que no quiero omitir porque tal vez algún banense que me lea lo recuerde. A unos pasos del viejo almacén se encontraba la estación ferroviaria de los Dumois. Hasta allí no llegaban los trenes porque pienso que las vías no soportaban mucho peso u otro detalle técnico que ignoro y sólo circulaban los gas-cars o gascares como les llamábamos usualmente. Bueno, justo en la estación ferroviaria se ponía un hombre cada tarde a vender naranjas. Usaba un ingenioso artilugio que nunca volví ver en toda mi vida. Era una especie de maquinita de hierro con dos pinchos para sostener o agarrar la naranja y luego le daba vueltas a una manigueta e iba pelando la naranja en espiral. Al final cuando te entregaba la naranja esta tenía la forma, más o menos, de un trompo. El señor cobraba un medio (cinco centavos) por un par de naranjas. Creo que no he vuelto a disfrutar unas naranjas tan dulces y tan perfectamente peladas como las que vendía aquel señor. De regreso a casa era una parada obligada llegarnos al Café de Los Chinos a merendar. Aunque yo más bien prefería La Gibareña de Pepito Aguilera. Allí se me iban los ojos contemplando las exquisiteces que mostraba Pepito en sus vidrieras refrigeradas. Uno de mis dulces favoritos – en México decimos pan dulce- era el Brazo Gitano o el Cake de Frutas, acompañándolos de un refresco Orange Crush, que ya ni se ven. A pesar de estar envuelto Banes en una atmósfera típicamente bucólica. No hay que olvidar que en un tiempo le llamaron Villa de Los Pinos. Al recorrer sus calles, estrechas pero muy limpias, casi siempre se escuchaba la algarabía de los muchachos que entraban o salían de las escuelas, tornándose así en pequeño pueblo un poco bullicioso. Además los claxon o fotutos de los primitivos autos que transitaban aquellas calles contribuían también a ese ambiente bullicioso del cual hablo. La gente era amable y hospitalaria. Como pueblo pequeño todo el mundo se conocía. Cuando sucedía una desgracia todo el mundo se volvía solidario. A cada funeral que se celebrase, ya sea en la funeraria del señor Blasco a quien no sé por qué razón le llamaban La Chorra o en la privacidad de una casa mortuoria no había un solo banense que no acudiese a mostrar sus respetos a los deudos de la persona fallecida. Hoy esa costumbre ha desaparecido y en cuanto a la hospitalidad y la amabilidad que caracterizaban a los banenses, lamentablemente, también va desapareciendo.

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"La piel en la Memoria". Parte I


Por Rene Dayre Abella

A quienes tengan la paciencia de leerme, les pido, por favor, no esperen encontrar en esta breve y apretada descripción de ese pueblito perdido entre lomas y serranías, al cual sus primeros pobladores llamaron La Ensenada y que luego cambiaron a Banes -supongo que en honor al cacique taíno Baní-, un riguroso estudio de la génesis del lugar, su historia o más bien su lugar dentro de la Historia y demás pormenores. Dejo esa tarea en mano de verdaderos eruditos. En este caso en mano de historiadores. No puedo dejar de recomendar al magnífico estudio que hiciera el señor Alfredo Dumois. Estoy convencido que nadie mejor que él puede dar una descripción histórica con tanto rigor, ya que el mismo Sr. Dumois es un miembro de esa familia fundacional del pueblo que trajo tanta prosperidad a la región. Al final del capítulo doy todos los datos para su acceso.

Mi percepción de Banes es totalmente subjetiva y en el presente relato me propongo, tal vez sin lograrlo plenamente, una descripción del entorno físico y emocional que me vio crecer “entre patos y gallinas”.
Mis primeros recuerdos de ese paradisíaco y mágico lugar es que siempre llovía. Sobre todo en las tardes o a las primeras horas de la noche. Al levantarme en la mañana era verdaderamente delicioso para mis sentidos percibir ese olor a tierra mojada que describo en uno de mis poemas.

Lo paradójico era que aunque lloviese en las tardecitas o a las primeras horas de la noche, los medio días eran brillantemente soleados. Apenas contaba con unos cinco o seis años y me gustaba deambular entre mayales y cardones recorriendo el pequeño espacio de la finquita que papá le rentaba a los Silva y que a mi corta edad se me hacía enorme.
En las mañanitas se respiraba siempre un fuerte olor a azucenas y a nardos. Eran las floristas que recorrían la Carretera de Veguitas con unas enormes canastas sobre la cabeza y obligadamente llegaban hasta casa, pues mi madre siempre les compraba gladiolos y azucenas.
Luego llegaban los carboneros y los plataneros a vender su carga y a desayunar, pues como he relatado en otra parte de mi libro, mi papá había instalado un puestecito de desayunos enfrente de la modesta vivienda.
Otra de las imágenes que conservo en la memoria y que no me va a arrancar ni siquiera el Alzheimer es la un sujeto a quien cariñosamente le llamábamos Negro Hidalgo y vendía pollos. Como yo siempre fui muy sensible –hipersensible casi – y odiaba la crueldad en el tratamiento que se les da a los animales, recuerdo que Negro Hidalgo traía a los pollos colgando, con la cabeza al suelo y lo peor era que no los alimentaba, ni siquiera les daba a beber agua. Esa imagen me resultaba repugnante y muy temprano comprendí que el mundo no es un lugar amable.

Otro incidente relacionado también con mi repugnancia a la crueldad contra los animales y que arranca de mi primera infancia se trata de cuando sufrí un ataque de sarampión y en mi convalecencia mi madre mató un pollito que yo había cuidado con mucho cariño y lo frió para que lo comiera. Una vez que supe la verdad me negué a comer y estuve llorando días. La mayoría de los chicos de mi edad esperaban con ansias la Navidad, sobre todo para recibir regalos. No niego que a mí también me agradaba esa tan esperada ocasión, pero me ponía triste escuchar los chillidos de los cerdos cuando eran sacrificados. Ingeniosamente me metía los deditos en los oídos y de esta forma trataba de acallar los lastimosos chillidos de muerte. Esa costumbre aún la conservo.

Pasando a temas más agradables diré que pasear por las estrechas callejuelas del pueblo, la mayoría de ellas aún no se encontraban asfaltadas, era una fiesta para el olfato, pues dondequiera se respiraba los más exquisitos aromas florales. Todavía llevo prendido de la nariz el olor del Galán de Noche, de los Jazmines y de las más variadas rosas. Toda vivienda, por más humilde que fuese tenía su pequeño jardín y los olores se desparramaban por todas partes.

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"La Piel de la Memoria", memorias del escritor banense Rene Dayre Abella. MUY ESPECIAL

Después de varios días esperando en mi blog por un lector, el escritor holguinero RENÉ DAYRE ABELLA me dejó un primer mensaje:

20 jun 09, 22:38

René Dayre: César, acabo de entrar atu blog. Por razones de tiempo no pude hacerlo antes. de qué cosas tan interesantes me he perdido. Tu crónica sobre Banes ha sido aguda y brillante como todo lo que escribes.
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Abella Hernández, René Dayre (Banes, 1945). Poeta y narrador. Reside en Estados Unidos. Cursó sus primeros estudios en su localidad. Estudió dos años de la carrera de magisterio en el antiguo Instituto Pedagógico Manuel Ascunce Domenech, en Topes de Collantes, Sancti Spiritus. Integró la CJEAO. Desde 1980 reside en Chula Vista, California, Estados Unidos. Aparece en la Muestra del siglo XXI de la Asociación Prometeo de Poesía (España). Ha colaborado en La Peregrina Magazine. Tiene inédito el poemario Poesía repartida, y actualmente trabaja en el libro de memorias La piel de la memoria.
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Y después fue un relampagueante intercambio:
22 jun 09, 11:35

Cesar: Gracias René. Te pido permiso para publicar fragmentos de tus memorias sobre Banes. ¿Sí?. Un abrazo.

22 jun 09, 13:22

René Dayre: Por supuesto que puedes publicar esos fragmentos. De verdad me sentiría muy honrado. Desde la lejanía recibe mi saludo y un abrazo.

He aquí, la piel de la memoria de René Dayre, para bien de los banenses y holguineros y para mi felicidad:

En esa piel de la memoria Banes está grabado indeleblemente como el mágico Jedefriff maletiano. Es un recóndito espacio donde me interno muy a menudo a reflexionar sobre tantas cosas y son tantos los recuerdos que me asaltan que me obligan a escribir las más deshilvanadas líneas como ejercicio catársico y al final saco fuerzas de mi interior y vuelvo a la realidad un poco más equilibrado.

Mis primeros recuerdos de ese paradisíaco y mágico lugar es que siempre llovía. Sobre todo en las tardes o a las primeras horas de la noche.

Lo paradójico era que aunque lloviese en las tardecitas o a las primeras horas de la noche, los mediodías eran brillantemente soleados. Mi percepción de Banes es totalmente subjetiva y en el presente relato me propongo, tal vez sin lograrlo plenamente, una descripción del entorno físico y emocional que me vio crecer “entre patos y gallinas”.

”.

"La Piel y la Memoria". Primera parte:

http://aldeacotidiana.blogspot.com/2009/06/la-piel-en-la-memoria-parte-i.html

"La Piel y la Memoria". Segunda parte:

http://aldeacotidiana.blogspot.com/2009/06/la-piel-en-la-memoria-parte-ii.html

"La Piel y la Memoria". Tercera parte:

http://aldeacotidiana.blogspot.com/2009/06/la-piel-en-la-memoria-parte-iii.html

"La Piel y la Memoria". Cuarta parte:

http://aldeacotidiana.blogspot.com/2009/06/la-piel-en-la-memoria-parte-iv.html

"La Piel y la Memoria". Quinta parte:

http://aldeacotidiana.blogspot.com/2009/06/la-piel-en-la-memoria-parte-vi.html

"La Piel y la Memoria". Sexta parte:

http://aldeacotidiana.blogspot.com/2009/06/la-piel-en-la-memoria-parte-vi.html

22 de junio de 2009

Kenia Leyva mientras transcurre por sus días prohibidos

Síntesis de la entrevista: César Hidalgo Torres cesar@radioangulo.icrt.cu A decir del ensayista y profesor de literatura del Instituto Superior de Arte en esta ciudad, Eugenio Marrón, Kenia Leyva es una de las voces más prometedoras de la lírica cubana más joven; “promesa que ya es, por su tesón y oficio”.
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Kenia Leyva Hidalgo (Holguín, 1974). Poeta y narradora. Obtuvo el Premio de Poesía Adelaida del Mármol 2002, y el Alcorta 2003 en Pinar del Río. Ha publicado Disertación de Cleopatra mientras amanece sobre Roma (Ediciones Papiro, 2000), La limpia sangre del cordero (Ediciones Holguín, 2003) y Yo no podría jurar (Editorial Cauce, 2004). Premio Venga la esperanza 2004. Y Días prohibidos, Premio de la Ciudad de Holguín en 2006. Egresada del quinto Taller de Técnicas Narrativas Onelio Jorge Cardoso. Textos suyos aparecen en diversas antologías nacionales y extranjeras. Con este libro obtuvo el Premio de la Ciudad en Poesía en el 2006. Es miembro de la AHS.
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Amén a las muchas lecturas que le supongo, y que debían haberla hecho universal, Kenia Leyva es una mujer tan localmente criolla como lo fue mi abuela y como todas las vecinas rurales de esta tierra. Tímida, creo, debajo de esa naturalidad en que se esconde. Huye de los nombramientos y cargos como de las brujas viejas de su niñez y hace visitas a la redacción de esta emisora, donde tiene amigos crueles, como mismo al colegio, adonde no se quiere y se quiere ir.
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Muchacho que amé apenas unas horas,
no puedo retener tu salto de bestia adolescente,
tu caricia recién inaugurada por los vientos del verano.
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Eugenio Marrón: ¿Qué representa para ti el ejercicio de la poesía?
Kenia Leyva Hidalgo: Ante todo una necesidad expresiva, un encuentro con la realidad, con lo que se piensa, con lo que se ve, con lo que se sufre y también con lo que se admira.
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Hombres han dejado sobre mi vientre sus mentiras,
cicatrices de miedo,
en él también han muerto ángeles,
madrugadas de media lumbre y vino
de extraños sabores.
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E.M: Formas parte de una generación en la lírica cubana, de modo especial estás en el corazón de la creación literaria en Holguín (Kenia Leyva trabaja en la Editorial Holguín). ¿Qué significa para ti estar en el medio de una familia poética como la de esta ciudad? K.L.H: Holguín desde siempre ha sido uno de los salones principales de la lírica en nuestro país, y estar en el centro, como es la Editorial y el Centro de Promoción de la Literatura, es fructificante; cada día es de un aprendizaje, lento pero constructivo. Representa crear las bases , solidificar un conocimiento, acercarse a la verdad, no solo de la literatura, sino también del hecho creativo y del arte en general.
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Un hombre de mar vistió mi cuerpo
de anochecida isla,
diminuta isla de presagios.
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E.M: La promotora literaria Pedro Ortiz, y en ella Ediciones Holguín, una de las Casas Editoriales que mayor prestigio alcanza en la labor del libro cubano. Allí te desempeñas como Editora. ¿La experiencia de la Edición que significa para una poetisa?. K.L.H: En primer lugar, aprendizaje. En segundo lugar, estar cerca de lo que se ama, tocar cada día la palabra, palpar el verso, ese reino propio, indivisible que es la creación. Este hecho de la Edición se funda con el hecho creativo ya teniendo conciencia de lo que es crear.
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Muchacho, apenas te amé unas horas
y entendí que no puedo retenerte.
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E.M: ¿Qué nombres de la poesía constituyen para ti un aprendizaje, cuáles voces han conformado la voz poética de Kenia Leyva? K.L.H: Son muchas, pero empezaré por lo mío, por los cubanos: Eliseo Diego, Emilio Ballagas, en este año de su centenario, uno de los grandes poeta del siglo XX cubano. José Lezama Lima con toda su hermeticidad pero también con la belleza del lenguaje, Alejo Carpentier, no se puede olvidar ese grande de las letras, no solo cubanas sino hispanoamericanas, Dulce María Loynaz, Virgilio Piñera, y acercándonos más me gusta mucho y ha estado cerca de mi y siempre tengo y releo los libros de la generación del 27 española.
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Nunca podrías con esta soledad que me acompaña como un ángel,
con esta manía de volver a ser diminuta isla.
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E.M: Del libro que mereciera el Premio de la Ciudad de Holguín, 2006, Días prohibidos, uno de los textos que mejor representa la voz poética de Kenia Leyva es sin dudas “Fotografía 1990”, allí el calado generacional, la mirada de interioridad humana, la voz profunda de la poesía habla a través de esta autora que ya, desde Holguín, sitúa su nombre en lo más alto de la poesía joven cubana.
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Días prohibidos exhibe un discurso poético sostenido con aliento y esmero en cada uno de sus textos. Un hilo conductor unitario enlaza estos poemas que tienen su énfasis en el trazado de un mapa afectivo de peculiar expresividad, de singular encanto, con parcelas de fecundo linaje poético como la familia y el recuerdo, el gozo y la añoranza, la vida y la muerte, la Isla y el tiempo. De la contratapa del libro Días prohibidos
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Nota: Los fragmentos citados en este trabajo pertenecen al poema de Kenia Leyva Hidalgo titulado: Elegía.
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Muchacho que amé apenas unas horas,
no puedo retener tu salto de bestia adolescente,
tu caricia recién inaugurada por los vientos del verano.
Nada puede mi cansancio contra la ternura
que como un árbol
busca luz en la equívoca paz de mis ojos.
Hombres han dejado sobre mi vientre sus mentiras,
cicatrices de miedo,
en él también han muerto ángeles,
madrugadas de media lumbre y vino
de extraños sabores.
Un hombre de mar vistió mi cuerpo
de anochecida isla,
diminuta isla de presagios.
Encendidas las naves
caí rendida en aquel abismo que eran sus manos
dormidas sobre mi espalda.
Créeme:
No tuve un golpe de marea para arrasar barcos,
puentes, murallas,
todo lo destruido por su delirio
y virgen de naufragios me descubriera la mañana.
Cuando tu joven cuerpo desata
los tiernos corceles del placer
dejo que mansos corran
que beban tranquilos de mis aguas
no quiero ahuyentarlos con el ruido
de otros corceles escondidos aún por los rincones de la carne.
Muchacho, apenas te amé unas horas
y entendí que no puedo retenerte.
Nunca podrías con esta soledad que me acompaña como un ángel,
con esta manía de volver a ser diminuta isla,
soñar que sus manos regresen a encender nuevamente mis naves
y caer rendida sobre esos corceles
que temo despertar cuando te amo.
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Si desea escuchar la entrevista con la poeta haga clic en el siguiente enlace: http://www.divshare.com/download/7631711-7d8 .

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