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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

9 de enero de 2011

Los mambises y la lluvia


Por José Abreu Cardet
jabreu040751@argentina.com

   Durante las guerras de independencia de Cuba  las lluvias fueron en extremo importante para la actividad bélica.  Las precipitaciones beneficiaban a los insurrectos al afectar las operaciones enemigas.  Al hacerse cargo el 18 de abril de 1873 Candido Pieltain (1) de la capitanía general de la isla (2) escribió que la lluvia había creado en sus fuerzas una “casi inacción bélica forzada…”(3) La situación era tal que decidió concentrar su esfuerzo principal en la terminación de la trocha militar de Baga a la Zanja para aislar a las tropas libertadoras del Oriente de las de Camaguey. Buena parte del ejército estaba prácticamente inactivo en espera que cesara la temporada de lluvia. Aunque fracasó en sus planes de construir esa trocha pero este acontecimiento nos da una idea de la influencia de la lluvia en el desarrollo de la guerra.
   Incluso como algo simbólico  la revolución había nacido en medio de torrenciales aguaceros. Octubre de 1868 en Oriente fue un mes húmedo. Céspedes rememorando aquellos días iniciales al   anotar en su diario personal el  1 de octubre de 1873: “Este año se parece al de 68 en que llovió a mares.” (4) 
   La época de lluvia hacia disminuir las operaciones contrarias y afectaban a los colonialistas. Ante un intenso  aguacero  el presidente Céspedes nos dice que: 
 “…suponemos que habrán causado bastante daños a nuestros enemigos” (5) 
La  lluvia se podía convertir en cómplice de una apresurada fuga insurrecta como nos narra un revolucionario:    
“Aquel día cayo un fuerte aguacero que borró todos los rastros que guiaban a nuestro campamento”  (6) 
Máximo Gómez nos dice que 
“Amo más aun la lluvia que obstruía el paso al enemigo y denunciaba su huella”  (7)
Pero las lluvias también causaban numerosas molestias a los mambises.  Uno de ellos abrumado por la humedad anotó:  
  Sigue el temporal horroroso. A ninguna hora cesa de llover. Todos los ranchos están inundados. En el mío reventó un manantial que lo ha convertido en un pantano.   (8)

Estas guerrillas se movían constantemente. Por lo que las lluvias muchas veces los sorprendían en los caminos y veredas sin tiempo para guarecerse.  Si seguimos las narraciones del diario de Calixto nos encontramos que el cuatro de enero de 1874  dice que:  

Acampamos en San Juan de la Puerca.(9) Llegamos a este punto en los momentos en que caía un horrible aguacero que casi no nos dio tiempo para construir rancho en que guarecernos de la lluvia.”(10)

Las lluvias, con el fango, los caminos anegados y los arroyos y ríos crecidos debieron de hacer verdaderos infiernos las marchas insurrectas. Si continuamos atento al relato del general García Iñiguez nos encontramos que dos días después, el  6 de enero  de 1874 nos dice:
Después de una jornada de seis  leguas de un camino intransitable acampé en las orillas del río Cupeyal. El trayecto recorrido hoy es una vereda, estrecha, teniendo que andar por más de dos leguas por dentro de un arroyo, y con el aguacero de ayer estaba crecido y si a esto agregamos que su Iecho lo forman piedra resbaladizas podrá formarse una idea del mal rato que nos había hecho pasar. (11)

Debió de ser una tortura cuando se unía a la lluvia la falta de alimentos. Con impotencia escribía un mambí   

“Continúan las lluvias de primavera y no tengo que comer” (12) 
Pero la lluvia iba más allá de la sensación constante de humedad. Podía afectar los escasos recursos en especial el parque y las armas. Así le ocurrió a la expedición que en enero de 1873 trajo a las costas cubanas Melchor Agüero (13) Una humedad realidad se impone al valioso alijo:  
“El temporal de agua ha mojado casi todos los cartuchos…” (14)
Esa sensación de humedad y fango permanente e imposible de evitar debía de establecer un malestar constante que un mambí resume en su diario   
“La lluvia ha puesto de tal modo el campamento que es imposible permanecer en el” (15)
Ni siquiera el presidente de la República escapaba de los inconvenientes de un aguacero. Carlos Manuel de Céspedes nos dice el 23 de junio de 1872: 

un temporal que nos tenia amontonados en un mal rancho. El cual manaba el agua y era por consiguiente  una especie de pantano   (16)

Estos mambises que parecían hijos del bosque y la sabana, dependían mucho de la naturaleza  para llevar a cabo su guerra de resistencia contra la poderosa España. Pero al mismo tiempo ellos también debían de sufrir los efectos de esa estrecha relación entre la guerrilla y el medio. En ocasiones los efectos eran desfavorables e incrementaban los muchos sufrimientos a los que los sometía la despiadada  guerra de la metrópoli.    Era como si lo divino y lo humano se hubiera conjurado contra los hijos de la Tierra del Mambí. 

NOTAS

1— Candido Pieltain y Jove Huergo, nació en Gijón en 1822. y falleció en Madrid en 1888 Alcanzo el grado de teniente general en el ejercito español  Participo en la segunda  guerra Carlista en su país en la de Marruecos. Fue capitán general de la isla del 18 de abril al  22 de septiembre de 1873. Era el primer capitán general enviado por la Republica Española a Cuba. Encontró la hostilidad de los grandes comerciantes españoles y el cuerpo de voluntarios de La Habana 
            Para mas información ver Los Capitanes Generales en Cuba (1868 1878), Ediciones Verde Olivo, Ciudad de La Habana, 1999, pp. 133 a la 137 
2— Rene González Barrios,  Los Capitanes Generales en Cuba (1868-1878), Ediciones Verde Olivo, Ciudad de La Habana, 1999, p. 134
3— Archivo provincial de Santi Espíritu, Fondo Ayuntamiento, Número 1760,  Legajo 163
4--Eusebio Leal Spengler,  Carlos Manuel de Céspedes El Diario Perdido, Publicimex,  S.A. Ciudad de La Habana, 1992,   p 117
5— Fernando Portuondo del Prado y Hortensia Pichardo Viñals, Carlos Manuel de Céspedes Escritos Editorial de Ciencias Sociales La Habana 1982 , T III, P 103
6— Ibídem, P 116
7— Máximo Gómez Mi Escolta: Última guerra de Independencia. En Emilio Cordero Michel, Máximo Gómez a Cien Años de su fallecimiento, Archivo general de la Nación, Santo Domingo, República Dominicana, 2005, p. 67  
8-- Leal Spengler, Eusebio Carlos Manuel de Céspedes El Diario Perdido, Publicimez  S.A. Ciudad de La Habana, 1992   ,  P 116
9— San Juan de la Puerca estaba situado en la jurisdicción de Holguín
10— La construcción de ranchos en corto tiempo era una habilidad de los campesinos cubanos. La mayoría de los soldados libertadores eran de este origen. Por eso la facilidad con que hacían este tipo de construcción rustica.
11-- Calixto García Iñiguez Diario de Campaña del año 1874, Archivo particular de Juan Andrés Cue Bada, Santiago de Cuba
12— Sarabia, Nydia,  Ana Betancourt Agramonte, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1970 , p 141
13— Melchor Agüero Arteaga. Nació en Camagüey en 1831. Comandante del ejército libertador.  Al inicio de la guerra se trasladó al extranjero para traer una expedición a sus compañeros. Logró organizar y desembarcar varias expediciones con éxito. No conocemos la fecha de fallecimiento.
Información tomada de:  Colectivo de autores Diccionario Enciclopédico de historia militar de Cuba Primera parte (1510-1898), tomo 1, Biografías, Editorial Verde Olivo, La Habana, 2001, p 22
14— Nydia Sarabia, obra citada, p 165
15— Ibidem,  p 178 
16— Fernando Portuondo del Prado y Hortensia Pichardo Viñals, obra citada, T III, P 126
 

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