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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

20 de febrero de 2020

Lo que significa el término Golfín u Holguín



Por Arquímdes de Paz y José Novoa
En relación a la etimología del nombre “golfín son muy diversas las opiniones. Una de las más generalizadas es la que supone que la palabra deriva del germánico “Wolf” (Lobo).

Los que así piensan aclaran que la similitud entre el comportamiento de esos bandidos y la actividad depredadora de los lobos es lo que llevó a los primeros los nombraran con el nombre de los segundos; lo que no explican es por qué los llamaron con un término de un idioma extranjero. Estudiosos contrarios a la hipótesis han demostrado que la relación entre ladrón y golfo es de las primeras décadas del siglo XX.

Por su parte el término “holguín”, que desde el siglo XVI se usa indistintamente junto a “golfín”, parece que tiene sus raíces etimológicas en el gallego antiguo. Ramos y Duarte explica que según las fuentes por él consultadas, “holguín es palabra que significa: hechicero, brujo o duende”[1]. 


¿Quiénes son los golfines u holguines y qué relación tienen, si es que hay alguna, con el supuesto conquistador de estas tierras nororientales de Cuba que se llaman Holguín?

El apellido “Golfín” u “Holguín” lo llevan diferentes miembros de una antigua familia de Cáceres, en la Extremadura española, de la que provienen los varios con el dicho apellido que formaron el contingente de conquistadores de América.

Entre las más aceptadas versiones está la que supone que uno de los bandoleros ya denominados “golfines” mantuvo el nombre después que Alfonso X los aceptó entre sus pacificadores, dando origen al linaje de la familia; e incluso, se dice que ese fue Alonso o Alfón Pérez Golfín, “el viejo”, quien, (y otra vez es una hipótesis), levantó una mansión en Cáceres con visos de fortaleza y en la fachada escribió la siguiente leyenda: “esta es la casa de los Golfines”. La objeción que le hacen los expertos a esa leyenda está basada en pura cronología.

Pérez Golfín hizo testamento en 1382, o sea, un siglo después del supuesto perdón y ennoblecimiento por Alfonso X (El Sabio). Por tal se conjetura que el ennoblecimiento ocurrió posterior al Rey citado, dentro de la tradicional política de perdonar a todos los que se dirigieran a tierras fronterizas con las ocupadas por el enemigo (musulmanes); si fue así entonces quien hizo las concesiones fue Alfonso XI[2].

Se especula que Pérez Golfín no fue, necesariamente, un ladrón de reses y, por el contrario, quizás en lo que se destacó fue en participar en la lucha contra los golfines, lo que luego reflejó en el nombre de su linaje.

Ninguna de las anteriores es la más romántica explicación del origen de la familia. Esa la narraremos en el siguiente post. 







[1] Ramos y Duarte, Félix. “Diccionario Yucayo etimológico, histórico e ilustrado”. Diccionario manuscrito. La Habana, 1919. Archivo Histórico de la Oficina del Historiador de la Ciudad. Fondo “Yucayo”. Estante 60 F.


[2] Alfonso XI de castilla, llamado “el Justiciero”. Salamanca, 13 de agosto de 1211-Gibraltar, 26 de marzo de 1350. Fue rey de Castilla y bisnieto de Alfonso X “el Sabio”

Donde se da cuentas del posible origen de los Golfines u Holguines que pasaron a América



Por Arquimes de Paz y José Novoa Betancourt
En el presente no hay autor alguno que pueda contar la historia verdadera de los Holguín o Golfín de Cáceres, Extremadura, España y menos aún de los de ellos que vinieron a la América, porque es muy escasa la documentación y esa poquísima que aparece es tan dudosa, que a lo único que llega el estudioso es a hipótesis contradictorias. Por lo anterior es que solamente las fantasiosas leyendas románticas medievales sean las que anteceden y preceden a los Holguín, como si ellos, a propósito, nada más dejaran traslucir en esos cuentos magníficos que por serlo no tienen prueba razonable ninguna.
Aparentemente todo comienza entre la segunda mitad del siglo XIII o principios del siguiente, en un espacio geográfico que va desde la Alta Extremadura hasta Sierra Morena[1].
Alfonso X
En la región antes citada y en tiempos de Alfonso X de Castilla[2] (El Sabio) y en los de su sucesor Sancho IV, hubo grandes disputas por el poder que, como siempre, provocaron gran inestabilidad política y social. Ese ambiente, en lugares agrestes, boscosos y relativamente marginales como eran aquellos, proliferaron bandas armadas que asolaron los montes y, sobre todo los caminos por donde transitaba obligatoriamente el ganado que se llevaba a las ferias organizadas por algunas ciudades.
En las dichas bandas de asaltantes se mencionan a los “golfines” alguna vez. Y en “La Cronica de Alfonso X”[3] de 1281 se narra que cuando el Rey se dirigió con toda su hueste a Córdova, encontró en las montañas a grandes compañías de golfines que se ocupaban en matar y robar a cuantos hallaban, pero el Rey los perdonó para que se le unieran.
Los malhechores llamados comúnmente “golfines” provocaron tal situación de inestabilidad e inseguridad que los pobladores de la región formaron hermandades que se ocupaban de rastrear, capturar y ejecutar a los ladrones. Precisamente es en ciertos documentos que registran la formación de las dichas hermandades donde aparecen las primeras referencias a los “golfines”[4].
¿Los “golfines” ladrones eran una familia? Probablemente sí, solo que en épocas posteriores a la que citamos, la literatura utilizó el término de manera indiscriminada para referirse a cualquier asaltante medieval que actúe en bandas.  Incluso, en el presente los españoles llaman “golfo” o “golfa” a cualquier vulgar ratero.

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[1] Las Heras, Isabel J. “Algunas precisiones sobre los golfines”. Estudios de Historia de España I (1988). Pág. 19-37.


[2] Alfonso X de Castilla, llamando “el Sabio”. Toledo, 23 de noviembre de 1221-Sevilla, 4 de abril de 1284. fue rey de Castilla, de León y de los demás reinos con los que se intitulaba entre 1252 y 1284.

[3] La “Estoria de España”, conocida en la edición de Menéndez Pidal como Primera Crónica General, es un libro de carácter histórico escrito por iniciativa de Alfonso X el Sabio (quien colaboró activamente en su redacción). Esta supone la primera historia de España extensa que no era una mera traducción del latín.


[4] Sánchez Benito, José María. “Hermandades y delincuencia rural entre El Tajo y Sierra Morena (Siglos XIII-XV)”

Disponible en: Clío y Crimen. Revista del Centro de Historia del Crimen en Durango. No. 3 Pág. 134-166. http://durango-udala.net/portalDurango/RecursosWeb/DOCUMENTOS/1/0_474-1.pdf  Consultado: 7 de marzo 2019

En el Norte de Oriente había sitios dedicados a producir lo que los conquistadores y colonizadores necesitaban para su empresa



Por César Hidalgo Torres
Bahía de Naranjo, en el noroeste del Oriente cubano (Foto actual)
Un elemento que reafirma la hipótesis de que asegura que en el norte oriental de Cuba había sitios dedicados a producir lo que necesitaban los conquistadores en su empresa, es el hallazgo de restos de muy antiguas Jarras de Aceite en Río Naranjo, una locación ubicada en la desembocadura de un río que se abre a la bahía de igual nombre, y que en fecha temprana de la colonización posiblemente se conocía como puerto de Narváez. En ese lugar solamente se encontró cerámica europea (sin ningún vestigio aborigen), lo que reafirma la creencia que fue un punto de embarque vinculado al tráfico colonial temprano.

Por demás Naranjo está a muy poquísimos kilómetros del sitio El Porvenir, que fue donde los arqueólogos encontraron herraduras para caballos[1] y ese es un dato trascendente[2]. En El Porvenir también se encontró una enorme cantidad de huesos de cerdo, y se sabe que como mismo los caballos, los cerdos fueron introducidos por los conquistadores. ¿Era esa una estancia propiedad de hispanos donde vivían los colonos o sus administradores o mayordomos dedicados a la explotación agrícola o agrícola-ganadera, y a la cría de cerdos? ¿Quiénes eran los obreros de la finca que estaba en El Porvenir, solamente aborígenes o junto a ellos había esclavos africanos y también mestizos? (En el cercano cementerio de Chorro de Maíta aparecieron restos de africanos[3]).

Con lo dicho hasta aquí queda demostrado que los conquistadores y luego colonizadores sí se interesaron y asentaron en tierras del norteoriental. Pero si hacen falta otras pruebas las anotamos seguidamente.

En toda la extensa área de Yaguajay los aborígenes enterraban a sus muertos en las cuevas vecinas, y así era desde épocas inmemoriales. Sin embargo en El Chorro de Maíta y El Porvenir se encontraron entierros fuera de las cuevas formando cementerios, (y se sabe que no hacían cementerios los aborígenes de las Antillas, o por lo menos, con la excepción de los encontrados en esos dos lugares mencionados, no han aparecido otros en toda el área). Por demás solamente en los dos lugares ya dichos y también en Río Naranjo es donde se han encontrado objetos hispanos alrededor de los cadáveres.

Creen los arqueólogos e historiadores que los cementerios de los que aquí se habla fueron creados por los aborígenes que cada vez eran más indios[4], por influencia europea.

De igual forma en la zona de Banes, a 15 y 20 km al oeste de El Chorro de Maíta, se encontraron otros varios sitios indígenas con material hispano: Varela III, Cuadro de los Indios, Loma de Baní, Potrero de El Mango y Esterito (Valcárcel Rojas 1997), aunque todos esos con menos evidencias europeas que El Porvenir.

En otros sitios localizados más al sur y por tanto tierra adentro, se encontraron otros sitios en los que en abundante la presencia europea mezclada con objetos de clara afiliación aborigen; esos son Barajagua, a 55 km de El Chorro de Maíta, Alcalá, a 34 km, y El Pesquero y El Yayal, próximos al lugar donde se levantó al ciudad de Holguín, a unos 50 km de la costa.


El Yayal es considerado el lugar donde se radicaron los indios de la Encomienda que compró García Holguín en algún momento cercano a 1520. Sin embargo en el sitio hay indicios de que aún era usado en 1580.  







[1] Al inicio de la conquista los caballos eran muy escasos y costosos, tanto que cuando fue a conquistar México Hernán Cortés solo pudo llevarse dieciséis bestias, que es una cantidad considerada grande entonces. Pero, al parecer, el número de caballos creció de forma rápida a partir de la crianza local convirtiéndose en un importante rubro económico. Se prueba lo anterior con el siguiente dato: Dos décadas después de la salida de Cortés, Hernando de Soto se llevó a La Florida, 237 animales.
De todas formas, aunque aumentó la cantidad de caballos nacidos en Cuba, aquellos costaban una fortuna; por ejemplo se sabe que en 1579 por uno de esos animales había que pagar casi lo mismo que por una hacienda. Entonces no extrañe a nadie que la crianza de caballos fue una ocupación valiosa a la que se dedicaron muchos de los primeros colonos asentados en la comarca. 

[2] Herraduras de caballos también han aparecido en los sitios arqueológicos El Yayal y Alcalá, lugares esos cercanos al lugar donde luego surgió la ciudad de Holguín. En Alcalá, incluso, se halló una osamenta completa. 

[3] El Dr. Roberto Valcárcel, que es el principal estudioso de Chorro de Maíta, pudo consultar en el Archivo General de Indias un documento de 1537 en el que se registran estancias de la jurisdicción de la villa de Santiago de Cuba en las que trabajaban 138 indios y 193 esclavos africanos. 

[4] La conquista del Nuevo Mundo no fue solamente un acto de apropiación europea de los espacios, recursos y gentes, sino que también supuso la transformación de las identidades de los grupos humanos involucrados, especialmente el de los vencidos. El indígena cada vez más dejó de ser lo que era y fue indio.

Donde se prueba que las bahías de la costa Norte de Oriente eran visitadas por notables capitanes colonizadores y de navío, a pesar de que la historia tradicional dice lo contrario




 «Obra semejante y de tanto provecho, antes de esta nunca se ha visto ni escrito á este propósito»
Alonso de Chaves sobre su Espejo de Navegantes

Según afirman varios e importantes historiadores, los conquistadores de Cuba trasladaron a territorio bayamés una parte grande de las poblaciones aborígenes de el territorio que luego fue Holguín (incluyendo a Banes), para fundar la villa y, posiblemente, con el objeto de desmembrar la unidad aborigen todo lo que les fuera posible y de ese modo facilitarse la ocupación de la Isla.

Sea verdad o no la afirmación anterior, lo cierto es que desde entonces los aborígenes del norte de Oriente desaparecieron de la historia de Cuba.

¿Por qué no se asentaron los españoles en el lugar de Oriente que más aborígenes vivían? ¿No se asentaron?

El arqueólogo Dr. Roberto Valcárcel, revisitando las fuentes históricas tempranas, leyó un texto nombrado “Espejo de Navegantes” redactado por Alonso de Chávez a partir de información obtenida entre 1520 y 1530. Es “El Espejo” una recopilación de cartas de navegación en la que se relacionan puertos y accidentes geográficos para que los marinos la utilicen como guía durante el tráfico a lo largo del litoral cubano.

En la tal recopilación la mayor cantidad de puertos de los que se habla estaban ubicados entre los actuales Manatí y Punta de Mula, antes Punta de Cubanacán; por lo que es de creer que comúnmente llegaban barcos españoles a las tierras de Oriente norte, (¿y si no era para eso, que objeto tenía saber de esos puertos?).

Incluso, el mismo texto avisa que los capitanes que llegaban a la comarca eran importantes viajeros de la época, y tanto que sus nombres sirvieron para bautizar a los puertos y bahías de aquí. Así fue el Puerto de Duero, de Boyuncar, de Hernando Alonso, de Narváez, del Padre y de Cubanacán, lo que significa que en esas costas nuestras era común la presencia de Andrés de Duero, Pánfilo de Narváez, Hernando Alonso y otros de semejante relevancia.

Venían, es lógico, porque tenían intereses en el lugar y probablemente también en tierras interiores donde, para tan temprana fecha, parece que ya había fuerte actividad económica.

Se sabe que los conquistadores andaban buscando oro, pero fue muy poco el que apareció en esta geografía del norte de Oriente, por lo que no era la minería la causa que atraía a los capitanes famosos. Entonces, ¿a qué venían? A cazar indios, parece que es la respuesta más lógica, pero la arqueología sugiere otra respuesta.

El temprano trabajo minero obligaba a la apertura de estancias proveedoras de alimentos que pudieron estar ubicadas en la zona próxima al litoral. Por lo que, posiblemente, las fértiles tierras de Banes a Manatí eran las que producían parte de los alimentos que se consumieron durante los primeros años de conquista. Y los puertos descrito en el “Espejo…” se usaban para entrada y salida de bienes, productos y personas.

Los siguientes enlaces llevan a post en los que se da información particular sobre sitios norteorientales que pudieron servir de haciendas que aportaron la logística necesaria a la conquista de Cuba, a partir de los descubrimientos arqueológicos que en ellas se han conseguido.

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