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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

6 de noviembre de 2017

José Martí habla de Holguín, Cuba



Desde cuándo tenía conocimiento José Martí sobre Holguín y los holguineros es algo casi imposible de precisar; sin embargo hay referencias de que mientras estudiaba en España conoció al joven estudiante holguinero Eudaldo Tamayo Pavón.
También encontramos apuntes que nos remiten a referencias martianas sobre esta tierra norte oriental de Cuba en tan temprana fecha como la de su estancia en México, (desde el  8 de febrero de 1875 hasta el 29 de diciembre de 1876). 

La canoa en que se encontraba Cuauhtémoc es interceptada por el capitán García Holguín. Cuauhtémoc prisionero, siglo XIX. Museo Nacional de Historia. México

Las primeras son notas tomadas, tal vez, con el propósito de escribir una historia sobre México; habla en ellas del capitán García Holguín, fundador del hato de Holguín aproximadamente en el año 1545.
He aquí textualmente lo que dejó apuntado:
Aquella noche misma resolvió Cortés por su parte acabar la guerra con una sola hazaña; [papel roto] Cuauhtémoc por la suya trató de [papel roto] fuerza es salud y se embarcó en una canoa montada por 20 hombres pa. bogar con más velocidad.
Al amanecer se adelantó Cortés con su gente y cuatro piezas de artillería, en el barrio, en donde los habitantes que se habían escapado de los reveses de la guerra, estaban encerrados como corderos en un redil. Dio orden a Sandoval y a Alvarado que iban a bordo de los bergantines, pa. q. cerrasen el paso a las canoas de la ciudad, que estaban caladas al amparo de ciertas casas, (roto el papel) especialidad pa. q. procurasen apoderase del Emperador, y cogerlo vivo, sin hacerle daño.
Enseguida mandó a los restantes de los suyos, que sacaran los bajeles de México, y él subió a una torre en busca del Emperador, en la cual halló a Tihuacoa, gobernador y capitán de la ciudad, a quien le costó mucho reducir a que se rindiera.
Después salió una multitud tan grande de ancianos, mujeres y niños, y con tanta precipitación se quisieron embarcar, que sumergieron los barcos y hubo gran número de ahogados.
(…)
Entonces Cortés, habiendo hecho tirar una arcabuzazo pa. q. estuvieran prestos sus oficiales, no tardó en tomar posesión de toda aquella inmensa capital.
Los bergantines atravesaron también toda la flota de los barcos mexicanos, sin la menor resistencia, y abatieron el estandarte real de Cuauhtémoc.
García de Holguín, Cap. de uno de los bergantines persiguió la gran canoa de los 20 remos, y como sus prisioneros le confirmasen en la sospecha q. le había inspirado la mucha gente q. se veía en ella, le dio caza y a poco rato logró alcanzarlos.
Cuando Cuauhtémoc, q. estaba en la proa, y se disponía a pelear, vio las ballestas de los españoles armadas, y las espadas desnudas contra él, se rindió y declaró q. era el Emperador.
García de Holguín, gozoso con tan buena presa, volvió la proa y llevó su prisionero a Cortés, q. lo recibió con mucha reverencia[1].
Probablemente cuando Martí copió este pasaje de un libro sobre la conquista de México no asoció el nombre del conquistador García Holguín con el del fundador de esta ciudad.
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Existen otros fragmentos fechados en el mismo tiempo que el anterior, pero donde se descubre que ya Martí tenía referencias de Holguín como localidad:
Rafael Varona había servido en la Caballería a las órdenes de Ryan, y cuando éste dejó la Isla fue designado para el mando del cuerpo. Al tiempo de su captura, estaba de visita en un rancho que se había construido en los bosques, donde se ocultaban unas treinta señoras, tres de ellas hermanas suyas, y muchos niños. Guiado por algún traidor un cuerpo español, dividido en dos columnas, llegó hasta el rancho y lo rodeó. Varona conoció que había llegado el momento decisivo para él, pero montando su revólver salió a encontrar a los crueles tiranos de su patria. Las mujeres y los niños caían desmayados. La bala de un fusil se sepultó en la frente de Varona. (...) No podían identificar la víctima, y arrastrando a una de las señoritas, María Aguilar, hacía el cadáver, la amenazaron con la muerte si no declaraba el nombre del que acababa de morir. Ella dijo que era de Holguín, que a nadie conocía en aquella jurisdicción, y que ignoraba completamente lo que le pedían que confesara…[2]
El anterior es un fragmento que forma parte de una traducción que hizo Martí de un relato de Lila Waring de Luaces, publicado en el The New York Times  del 10 de diciembre de 1871 bajo el título “Atrocidades en Cuba”. Se desconoce la fecha de traducción.
En otro, fechado el 18 de mayo de 1875, se refiere a una polémica titulada “Conciértenme esas medidas” que publicó en la Revista Universal, de la ciudad de México, donde desenmascara a José E. Triay, corresponsal en La Habana de El Federalista y El Monitor, quien había escrito lo que Martí reproduce y cuestiona:
Se habla de un nuevo hecho de armas sostenido en Holguín por un puñado de separatistas contra la fuerza del gobierno español los cuales fueron rechazados.
Ha sido asesinada la joven Da. Calvina Ricardo, a causa de su admiración por España. Su entierro tuvo lugar en Holguín, acompañando su cadáver un gran número de personas[3].
Certificado de defunción de Balbina Ricardo.
                                                               

Asimismo es significativo que José Martí en sus notas de viaje, en tránsito de México a Guatemala, hizo la descripción de un hombre en la que se refiere a una característica que según él es propia del holguinero: “esta figura, tostada y entusiasta como las de nuestra tierra; cuando se yergue entero, fornido como un baracoense, de correcto rostro, como un holguinero, de habla antigua y fogosa, como un camagüeyano”[4]
En 1879 José Martí conspira en La Habana. Es vicepresidente del Club Revolucionario Cubano. Tras la disolución de esta organización de patriotas, Martí asume la responsabilidad de subdelegado del Comité Revolucionario Cubano de Nueva York en La Habana; el delegado lo era el holguinero José Antonio Aguilera y de la Cruz. Esto vincula a Martí directamente con Holguín. Posteriormente en Nueva York desde enero de 1880 sostuvo una estrecha amistad con otro holguinero, el General Calixto García Íñiguez, presidente del Comité Revolucionario Cubano en dicha ciudad, del que José Martí era vocal; ello le hace seguir muy de cerca todo lo que acontece en este territorio.
El 4 de agosto de 1892, en carta a Gerardo Castellanos, dice el Apóstol: “De personas ¿qué le diré? Eso Ud. conoce mejor que yo. Puedo decir que Las Villas es de donde, personalmente, he recibido pruebas más numerosas de la preparación del espíritu público a la guerra. Holguín y Baracoa no están flojos por Oriente…”[5]
Cinco días después escribe otra carta, esta vez dirigida al patriota José Dolores Poyo:
Lleva el comisionado a Oriente, que empezará por Holguín, instrucciones amplísimas adaptadas a la situación. Sartorio, por mis informes, pasa públicamente por conspirador. Puedo asegurarle que, contra lo afirmado, ni en Santiago ni en Baracoa existe hasta este instante, según personas recién venidas con informes y cartas, conexión alguna con lo de Holguín. El comisionado las establecerá, y los pondrá juntos. Le ruego, y a Fernando, que escriban a Holguín, a Sartorio, anunciando que va el comisionado, quien se le ha de presentar con el nombre, supuesto por de contado, de Peter McFarland[6].
Y el día 5 de mayo de 1893 redacta un telegrama, del cual no conocemos su destinatario; pero al leer el texto queda demostrado que sí está al corriente de los preparativos que se hacían para la guerra necesaria: “Escriba Gómez alzamiento Holguín y guarde reserva ante cualquier visitante hasta mi inmediata llegada envié respuesta a Tesorero Guerra[7].





[1] José Martí. Obras Completas. T. 22, pp. 186-187 
[2] Obras Completas. T. 28, pp. 560- 561 
[3] Ibídem. P. 85 
[4] Diarios de Martí.  p. 31. (El subrayado es nuestro). 
[5] Obras Completas. T.2, p. 87. 
[6] Ibídem. T.2,  p.103. 
[7] Ibídem. T.28, p.414.

Martí y los holguineros. Introducción



“Martí y los holguineros”  es una aproximación a la relación del Héroe Nacional cubano con hombres y hechos de la comarca de Holguín. Libro que debíamos concluir en un momento, y por ello hay cierto desbalance en la extensión de los capítulos, pero confiamos en que otros investigadores lo ampliarán y perfeccionarán oportunamente.

Es el resultado de más de diez años de búsqueda en archivos, bibliotecas, documentos familiares y otras fuentes diversas y aún así han quedado sin  satisfacer plenamente nuestros objetivos.

Tal vez no supimos llegar a todos los descendientes o familiares de los patriotas y hombres que, de una forma u otra, se vincularon con José Martí, pero lo intentamos en contactos personales, e igualmente, a través del periódico ¡Ahora!, el programa Café Milenio, que dirige y conduce Isabel García Granados en la emisora Radio Angulo, y los espacios que en Tele Cristal nos proporcionaron Jaime Joan, Jorge Luis Sánchez Grass, Isabel Reinaldo e Isabel García Granados.

Busto de José Martí ubicado en el colegio holguinero del mismo nombre. Autor: Rafael Melanio Aguilera, el mismo que creó el "Misterio del Calvario" de la catedral San Isidoro, de Holguín, Cuba. Fotografía de abajo

Allí hablamos de lo que íbamos “descubriendo” y rápido nos hicieron reclamos  familiares del subteniente Rafael Peña Mora, del Regimiento de Infantería  Martí, que nos facilitaron datos y fotos pero al profundizar en la investigación comprobamos que fue este un valioso patriota pero no era el Rafael Peña que conoció a Martí; los nietos y bisnietos de Nolasco Peña Osorio; la familia de Plutarco Artigas Manduley, que con tanto gusto nos hicieron llegar fotos y testimonios, y asimismo la doctora Rittaly Agüero Feria, quien gentilmente nos proporcionó datos referentes a su  pariente Augusto Feria Sívori.

A todos les damos las gracias por la valiosa ayuda y agradeceríamos que cualquier otro dato que encuentren sea dado a conocer para así enriquecer aún más el legado que cada uno de estos patriotas dejara a la cultura histórica local y martiana en particular.



 Las autoras

Los rayos de lumbre pura



Por: Dr. Rolando Bellido Aguilera
María Julia Guerra
"Martí y los holguineros", de María Julia Guerra y Edith Santos Montejo, que se publica por primea vez en La Aldea, es fruto del orgullo legítimo. Se trata de un libro de la localidad en contacto provechoso con el más universal de los cubanos; de la raíz al fruto es este recorrido por cada uno de los detalles y esencias que conectaron al Héroe Nacional con Holguín, Cuba.

Puedo decir que este texto es hijo de una variedad de consagraciones, entre las que me limito a apuntar tan solo las tres más importantes: el amor a la vida y obra de José Martí, la pasión por mantener viva la memoria histórica en provecho de los más jóvenes y la responsabilidad asumida como oficio y gozo por parte de dos acuciosas investigadoras que han sabido amar y defender los ejemplos de su terruño pequeño y los paradigmas de su pueblo mayor. Para lograrlo han tenido que navegar en las borrascosas profundidades de los archivos, revisar remolinos bibliográficos y descubrir con lupas históricas y periodísticas los detalles de un tema en ocasiones perdido entre documentos o mal transmitido de generación en generación por vía oral.

Acopiar todo el trigo que aquí regalan les obligó a cosechar y cernir centenares de cartas, resoluciones, proclamas, inscripciones de nacimientos, notas y artículos de la prensa, diarios publicados e inéditos, diccionarios enciclopédicos, álbumes, mapas geográficos, históricos y militares y, con especial desvelo, en las obras completas del organizador de la Guerra del 95. Fue una búsqueda de muchos años, acompañada por la necesidad del análisis y el cotejamiento, la observación detenida de fotos familiares, la elaboración de cronologías y la clasificación y el ordenamiento de los hechos y detalles que, como premio, les fue regalando el esfuerzo.

No se trata, por supuesto, de un clásico libro de historia. No es un manual para explicar los hechos fundamentales, las causas y las consecuencias de los fenómenos y luego arribar a conclusiones y regularidades: es más bien un libro de ética o, como se acostumbraba a decir antes, de cívica, donde sin alardes didácticos ni arreos metodológicos los holguineros acrecentamos el orgullo por la comarca, la admiración por el Apóstol de la independencia cubana y los conocimientos y valores imprescindibles de la nacionalidad y la nación conquistadas de manera perseverante y, en no pocos momentos, heroica.

En el texto se reúnen, ordenan y atesoran hechos, frases, sitios, personalidades y anécdotas que dan realce y fuste a la historia provincial, a los paisanos que tuvieron el honor de relacionarse patrióticamente con José Martí, desde aquellas primeras menciones y anécdotas hasta los parques, reliquias y homenajes que mantuvieron viva su memoria hasta la actualidad. En su gran mayoría holguineros humildes, campesinos transformados en guerreros o generales que ganaron sus estrellas a fuerza de constancia y pundonor, pero todos ennoblecidos o agigantados en el contacto fecundo con el Héroe, que es de lo que aquí se trata, porque como ya escribió el Apóstol: Holguín y Baracoa no están flojos por Oriente, y aunque la tierra holguinera “se bebe la lluvia”, ha de llegar con la gente bien montada, y de buena cepa.

Y con el correcto rostro, como un holguinero, como todos esos que supieron ser dignos, y que aquí se nos presentan desde Eudaldo Tamayo Pavón, el primer amigo de Martí nacido en estas tierras, hasta Calixto el Mayor General, o Pedro Vázquez el niño héroe, o Mariano Torres el áspero pero bueno, o Francisco Frexes, José Miró Argenter, Rafael Manduley, Plutarco Artigas, los hermanos Sartorio, Teodoro Rodríguez y sus tres hijos o tantos y tantos otros que acompañaron al prolífico fundador y con él se iluminaron en el contacto y en el recuerdo.

Así también este libro, que se hace para recordar y repartir los rayos de lumbre pura entre los que habitan, trabajan y fundan en la provincia de Holguín, en la patria cubana.

Astor Hernández Sánchez


(Holguín, julio de 1936). Aunque no tiene la música como profesión, desde 1962 hasta el presente ha compuesto veintiuna composiciones, catorce de ellas boleros. En ese mismo año de su debut uno de los pilares de la música holguinera, Juanito Márquez, lo descubre e inscribe en el Registro de Autores Musicales el bolero “Tan sólo un instante”, que ha sido interpretado por los cantantes holguineros  William Cordero, Ignacio Márquez y Sergio Joaquín.  
Harry Lewis promovió por todas las emisoras del país su pieza “Mi novia de ayer” e igual suerte corren “Para qué”, cantado por Delia Vázquez Correa y “No puedo dormir”, grabado en la voz de Julián Gutiérrez Prada. Por su parte Alfredo Morales Miranda le grabó una obra que forma parte de la antología de la bolerística holguinera: “Cuando te recuerdo”.

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