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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

25 de agosto de 2017

Faustino Orama, El Guayabero: DISCOGRAFÍA



Ordenar y clasificar los aportes de Faustino Orama Osorio, El Guayabero, al universo discográfico cubano e internacional es un trabajo complejo y aún inconcluso. Pese a que como intérprete realizó pocas grabaciones, su presencia como autor en discos de numerosas figuras y agrupaciones, así como su inclusión en antologías y compilaciones de música cubana realizadas por disqueras cubanas y extranjeras es significativa.
Por otro lado, la mayoría de esos discos han sido realizados en años relativamente cercanos, por lo que no existen referencias a ellos en estudios tan socorridos como los realizados por Cristóbal Díaz de Ayala. No obstante las limitaciones dichas, que por ahora nos impiden poner en sus manos un resultado más abarcador y preciso, aquí les ofrecemos un primer acercamiento, luego de numerosas pesquisas en colecciones privadas y estatales, Internet y otras fuentes confiables.
Grabado en 1965 por Pacho Alonso, aparece la primera versión en tiempo de pilón de la pieza de Faustino, “En Guayabero”. El LP fue hecho para comercializarlo en Europa.
Discos de larga duración como intérprete
1. Disco El Guayabero. Faustino Oramas. LD 224.
Estudios de grabaciones Siboney, EGREM, Santiago de Cuba, 1983.
Producción: Lic. J osé J. Padilla Sánchez.
Técnico de grabación: Oscar Pérez López.
Todos los sones incluidos son de la autoría de F. Orama.
• En Guayabero (10.58)
• Como baila Marieta (7.58)
• Contigo mi china (4.26)
• Como vengo este año (6.21)
• Las mujeres de Bayamo (4.17)
• A Félix Solano (4.35)
• Yo toco el son (4.00)
• A María Elena (3.57)
2. Disco El Guayabero, Faustino Oramas. Sones del humor po-
pular. LD 342.
Estudios de grabaciones Siboney, EGREM, Santiago de Cuba, 1987.
Producción: Lic. José J. Padilla Sánchez.
Grabación y mezcla: Ingeniero Eligio E. Rodríguez.
Diseño: José Beltrán.
Todas los sones incluidos son de la autoría de F. Orama, excepto “Cuidado con el perro”, que es una composición de Virgilio González.
CARA A
• Tengo para todas (12.38)
• El palito de la alcancía (4.07)
• Oye el consejo (4.17)
CARA B
• Mi son retozón (7.22)
• Siempre en la cola (6.08)
• Cuidado con el perro (8.20)
3. Disco El Guayabero, Faustino Orama. LD 466.
Estudios de grabaciones Siboney, EGREM, Santiago de Cuba, 1989
Producción: Raúl Campos.
Técnico de grabación: Emilio Martínez Calzado
Auxiliar: Manuel Rondón Arias.
Todos los sones de F. Orama, excepto Cuidado con el perro, que es una composición de Virgilio González.
CARA A
• En Guayabero (0.26)
• Mañana me voy (3.56)
• Compositor confundido (4.27)
• Tumbaíto (5.04)
• Pagando y pirando (4.00)
CARA B
• Cuidado con el perro (8.20)
• Como baila Marieta (7.37)
• Los abuelos se rebelan (3.12)
• En Guayabero (0.45)
Discos compactos como intérprete
1. Disco CD-0162 El Guayabero, sello EGREM, año 1996
Este CD fue producido con grabaciones realizadas en Santiago de Cuba en la década de 1980.
Producción: José J. Padilla Sánchez- Raúl Campos.
Grabación: Emilio Martínez y Eligio E. Domínguez.
Excepto “Cuidado con el perro”, de Virgilio González, todas las demás composiciones son de la autoría de Faustino Orama.
• En Guayabero (0.26)
• Mañana me voy (5.26)
• Compositor confundido (4.27)
• Tumbaíto (5.04)
• Cuidado con el perro (8.20)
• Como baila Marieta (7.37)
• Los abuelos se rebelan (3.12)
• El palito de la alcancía (4.07)
• Oye el consejo (4.19)
• Mi son retozón (7.22)
• Siempre en la cola (6.02)
• En Guayabero (0.45)
Grabaciones en cassettes
1. Faustino Oramas, El Guayabero. C 229 EGREM 1996.
Producción: Raúl Campos y José Padilla.
Grabación: Emilio Martínez y Eligio Domínguez.
Estudios de grabaciones Siboney, EGREM, Santiago de Cuba.
Todos los temas compuestos por Faustino Orama, excepto Cuidado con el perro, de Virgilio González.
CARA A
• En Guayabero (0.26)
• Mañana me voy (5.26)
• Tumbaíto (5.04)
• Cuidado con el perro (8.20)
• El palito de la alcancía (4.07)
CARA B
• Compositor confundido (4.27)
• Como baila Marieta (7.37)
• Los abuelos se rebelan (3.12)
• Mi son retozón (7.22)
• En Guayabero (0.45)
2. Faustino Oramas, El Guayabero. Colección Las voces del siglo, EGREM, 2003.
Producción general: Jorge Rodríguez.
Notas y diseño gráfico: Sigfredo Ariel.
Edición: José Pérez Lerroy.
Autor de todas las composiciones: Faustino Orama.
Cara A
• En Guayabero (10.58)
• Como baila Marieta (7.32)
• Contigo mi china (3.24)
Cara B
• Como vengo este año (6.58)
• Las mujeres de Bayamo (4.08)
• Yo toco el son (3.50)
• A Félix Solano (4.26)
• A María Elena (3.50)
En compilaciones y antologías como intérprete
Todas las composiciones incluidas clasifican como sones y están registradas a su nombre, a excepción de Cuidado con el perro, que es de Virgilio González.
Como baila Marieta
CD El son es lo más sublime
Aspic, Francia
¡Ay Candela!
CD Raíces
EGREM, Cuba, 1998
Como baila Marieta
CD Afrocuban Groves Vol. 1
Nova-Discovery, 2000
Mañana me voy
CD De Cuba te traigo lo mejor
EGREM, Cuba, 2000
Cuidado con el perro
CD La ruta del son
Eurotropical, España, 2001
Las mujeres de Bayamo
CD Grandes voces del son II
EGREM, 2002
Las mujeres de Bayamo
CD El gran tesoro de la música cubana
EGREM, 2004
Mañana me voy
CD Cuba: 5 sabores
EGREM, Cuba, 2005
Mañana me voy
CD Cuba: 5 sabores
EGREM, Cuba, 2008
Te botaron
CD Cuba, la isla de la música
España
Contigo mi china
CD D´lujo Vol. 5
EGREM, Cuba, 2010

Composiciones de su catálogo grabadas por otros intérpretes
A excepción de El tumbaíto, del binomio Pepé Delgado-Faustino Orama, todas las demás obras están inscriptas en la ACDAM y  la SGAE a nombre suyo. No obstante, es oportuno aclarar que en sus improvisaciones Faustino solía incluir cuartetas y décimas de obras de las más disímiles procedencias.
1945.
El tumbaíto: Orq. Cubaney (78 rpm) (Panart, Cuba)
El tumbaíto: Orq. Moncho Usera (78 rpm)  (Puerto Rico)
1946
El tumbaíto: Libertad Lamarque (78 rpm) (Cosmopolita Panart)
El tumbaíto: Mirta Silva (78 rpm) (Panart, Cuba)
El tumbaíto: Miguelito Valdés (78 rpm) (EE.UU)
El tumbaíto: Orq. Anselmo Sacasa (78 rpm) (EE.UU)
1947
El tumbaíto: Antonio Machín (78 rpm) (Odeón)
El tumbaíto: Orq. Pancho Febo (78 rpm) (Argentina)
El tumbaíto: Orq. Luís Tiranami (78 rpm) (EE.UU)
1951
El tumbaíto: Orq. Xavier Cugat (78 rpm) (EE.UU)
El tumbaíto: Orq. Héctor Lagna Fiesta (78 rpm) (Argentina)
El tumbaíto: Johny López (78 rpm) (México)
1965
En Guayabero: Pacho Alonso (LD) (Areito, EGREM) (Versión en ritmo Pilón)
1969
En Guayabero: Orq. Sensación (LD) (Gema, EE.UU)
1972
¡Ay, candela!: Los Bocucos (EGREM)
¿?
En Guayabero: Héctor Lavoe (EE.UU) (Versión en Salsa)
En Guayabero: Orlando Marín (EE.UU) (Versión en Salsa)
En Guayabero: Sierra Maestra (¿?)
1972
Me voy pa´Sibanicú: Los Bocucos (EGREM)
Traigo para todas (Las niñas y las señoras): Tito Puente (LD Para los rumberos) (Tico)
1975
Félix Solano: Los Bocucos (EGREM)
No tengo: Los Bocucos (EGREM)
1980
En Guayabero: Pacho Alonso (LD) (Areíto, EGREM) (Versión en ritmo Son Montuno)
1986
Me voy pa´Sibanicú: El Jilguero de Cienfuegos. (LD) (Areito, EGREM)
1987
21 de mayo: Orq. Revé (LD Rumbero Latinoamericanos) (EGREM)
1993
Contigo mi china: Unión Sanluisera (Siboney. EGREM)
1995
El tumbaíto: Antonio Machín (CD. Canciones de Oro. Alma Latina)
El tumbaíto: Antonio Machín (CD. Canciones de Oro. Blue Moon)
1996
¡Ay, candela!: Ibrahim Ferrer (CD Buena Vista Social Club) (World Circuit, Inglaterra)
1998
Mañana me voy: Ibrahim Ferrer (CD Tierra caliente) (EGREM)
Compositor confundido (CD Tierra caliente) (EGREM)
1999
Me voy pa´Sibanicú: Eliades Ochoa (CD Tributo al cuarteto Patria) (Virgen Spain)
Por culpa de las mujeres:Eliades Ochoa y F.Orama (CD Tributo al cuarteto Patria) (Virgen Spain)
2000
Me voy pa´Sibanicú: El Nene (CD Cuida´o con el perro) (EGREM)
Mi son retozón: El Nene (CD Cuida´o con el perro) (EGREM)
Compositor confundido: El Nene (CD Cuida´o con el perro) (EGREM)
Oye el consejo: El Nene (CD Cuida´o con el perro) (EGREM)
Como baila Marieta: El Nene (CD Cuida´o con el perro) (EGREM)
Siempre en la cola: El Nene (CD Cuida´o con el perro) (EGREM)
El palito de la alcancía: El Nene (CD Cuida´o con el perro) (EGREM)
Los abuelos se revelan: El Nene (CD Cuida´o con el perro) (EGREM)
2001
Marieta: Ibrahim Ferrer (CD Buena Vista Social Club/Presenta a Ibrahim Ferrer) (World Circuit)
2002
Mañana me voy: Ibrahím Ferrer (CD Grandes voces del son II) (EGREM)
2004
¡Ay, candela!: Ibrahim Ferrer (CD El gran tesoro de la música cubana Vol. IV) (EGREM)
2005
Me voy pa´Sibanicú: Ibrahím Ferrer (CD Cinco leyendas) (EGREM)
¡Ay, candela!: Novel voz (CD: Novel Voz. EGREM)
2006
¡Ay, candela!: Azúcar negra (CD Toque natural) (EGREM)
Traigo para todas (Para las niñas y las señoras): Tito Puente (Fania Old Star)
Trilogía de El Guayabero: Septeto Oyaré (CD Mi son elegante) (Bis Music)
2007
En Guayabero: Los Guayaberos (CD Dame un chance) (EGREM)
¡Ay, Candela!: Los Guayaberos (CD Dame un chance) (EGREM)
Por culpa de las mujeres: Los Guayaberos (CD Dame un chance) (EGREM)
Dame un chance: Los Guayaberos (CD Dame un chance) (EGREM)
Jabá: Los Guayaberos (CD Dame un chance) (EGREM)
¡Ay, candela!: Conjunto 23 (¿?)
Compositor confundido: Ibrahím Ferrer (CD Havana Holiday) (Escondida)
Obras dedicadas a El Guayabero
• Faustino Oramas, grabación realizada por A. Revé y el Expreso de Oriente e incluida en el disco CD Cuba Tonight, grabado en el 2006 en España por el sello Envidia.
• Un son para El Guayabero, del binomio López y Yara e incluido en varias grabaciones de Ibrahím Ferrer como el CD Tierra caliente, EGREM, 1998.
• Homenaje al Guayabero, de Delfín Ramos y grabado por el Septeto Síncopa.
• Trovador guitarra en mano vas, de Pedro García Lupiáñez y grabado en 1990 por Cándido Fabré y la Original de Manzanillo. Disco LD Guayabita del Pinar, Estudios Siboney, EGREM, Stgo de Cuba, 1990.
• El estilo del Guayabero, del binomio Jorge Fernández y Pablo Jústiz y grabado por la agrupación Los Naranjos.
• Cuidao, cuidao, de David Álvarez y grabado por su autor con el grupo Juego de Manos para el sello discográfico inglés Tumi Music.
• Un son para El Guayabero, de Cleanel Ricardo y grabado por la Orquesta Avilés.
• Blues de Marieta, de Ernán López-Nussa y grabado por su autor.
• Cundiamor, son con música de Noel Nicola y grabado por ese trovador en su disco LP Tricolor, producido por la EGREM en 1988.
• Al Guayabero mi son, grabado por el Septeto Oyaré en el CD Mi son elegante, producido por el sello Bis Music, 2006.
• Honor al Guayabero, de Alejandro Arencibia e incluida en el CD Abriendo caminos del septeto Son de Nipe, producido por el sello Colibrí, 2005.
• La nave estelar, grabado por su autor Juan Perro (Santiago Auserón) en el disco CD Río Negro, España, 2010.

El Guayabero en la prensa/Faustino Oramas y la jungla del tiempo



Leandro Estupiñán
Tomado de Internet
Los últimos meses fueron para Faustino Orama (El Guayabero) una especie de jungla tupida, de pantano por el que avanzaba cuando se lo permitía el vacilante suelo. El primer indicio de andar por una estepa de desánimo lo dio a su asistente y amigo Cecilio Peña: «No quiero cantar», rezongó. Y Cecilio lo repetía constantemente: «No quiere cantar más». Y agregaba: «Está un poco vago». Lo decía en broma, como para jaranear con el viejo jaranero. Pero Faustino apenas podía escucharlo. Se mantenía inmutable en su sillón, en la sala de su casa, mirando el suelo.
Así lo encontré el pasado verano cuando el trovador cumplía 96 años (o los 103 que le atribuyen). Faustino no estaba ya para hacer bromas. Lo suyo era el dolor interno, el recuerdo que persigue a los seres humanos al final de sus días y su sordera.
Cada día sentado en el sillón, mirando el televisor u oyendo el radio (o haciendo como que veía, como que escuchaba). Intenté hacerle una entrevista, que al final hice, solo que nunca intervino en ella con algo más que discretos monosílabos. Mi suerte fue encontrar, además de Cecilio, a Santana Orama Osorio, primo y músico de la orquesta, un negro divertido, quien palmeó un hombro del viejo trovador para asegurarme: «Este viejo es un sala’o. Es un pillo». Dejaba claro que en su andar por el mundo, en su paso por los bares, El Guayabero había redoblado aquello que en su sangre había de negro y español. Era el rey del doble sentido.
Aprendió a tocar el tres con Pepe Osorio. Trabajó en el conjunto Los Diablos. Luego se aventuró en dispersas controversias mientras trabajaba en un comedor de nombre El Guachinango.
Descendía de una familia longeva. Hasta principios del año pasado se mantuvo en activo. Lo había dicho en una entrevista: «Me tengo que morir divirtiendo al pueblo, esa es la consigna que me hice».
Cada noche lo llevaban a la Casa de la Trova (que lleva su nombre). Lo conducían a la tarima donde le ayudaban a sentarse, a acomodarse, a concentrarse. Entonces, iniciaba los rasgueos en su guitarra y comenzaba a murmurar todas esas canciones por él tantas veces repetidas. A veces, viéndolo, me pregunté cómo pasaban las letras por su cabeza. Porque un día podrían amontonársele las palabras provocando tal embotellamiento en su cerebro que la lengua terminaba trabada, y ese doble sentido podría dejar de ser doble para volverse de un único y claro significado. Pero no le ocurrió. Nunca pudieron vencerle quienes en la ciudad lo acusaban de ser un grosero. «Eso lo piensa usted. No yo», se defendía ante los criterios de que sus canciones estaban pobladas de palabras ofensivas. Se valía del doble sentido y, siempre, del son montuno para enredarnos la lengua con su juego verbal cubanísimo.
Sus letras representan lo que se denomina «tradición trovadoresca», interpretadas en antologías como el caso de Buena Vista Social Club, donde Ibrahím Ferrer cantaba «Candela».
«La yuca de Casimiro», «Mañana me voy pa’ Sibanicú» y «Marieta» lo volvieron tremendamente popular. En Holguín hubo un club donde la gente recordaba sus canciones. En El Rincón de El Guayabero se cantaba, se bailaba, se amaba. La gente hacía todas esas cosas que gusta hacerse en los clubes nocturnos. Pero ha pasado el tiempo. Hoy no existe ese club, y el propio Faustino zumbaba: «Bien que se pasaba allí».
Hermanos y parientes iban a visitarlo porque comprendían que su tío, aunque se movía poco, era historia musical viviente, imagen de una época que parece haber quedado en el olvido: tiempo de esquinas llenas de gente que bebía ron en las cantinas junto a acordes de guitarras. Por todo el Oriente cantó. Después se expandió su música por Cuba. En España tiene zonas donde es una especie de ídolo.
El día de mi visita, El guayabero fue un hombre cortés. Eran pocos quienes acudían a verlo. No se quejó, pero pudo hacerlo. Cecilio lo hacía por él: «En otras provincias se preocupan más». El viejo proverbio del profeta que no lo es en su tierra. En su ciudad natal Faustino era, de tan normal, a veces imperceptible.
Al final, apenas pudo atenderme, y se disculpó por ello. Fue Cecilio quien conversó, quien revivió anécdotas, viejos recuerdos. Pero quería hablarle, oír su voz.
¿Sabe que hasta en Internet pueden encontrarse datos suyos?, le pregunté.
Me mira El Guayabero, con sus clásicos ojos de bóvido, rostro de gente pícara, esa seriedad: «¿Cómo?», pregunta. «Internet, ¿sabe?» «¿Internet?», repite él, calmoso. «Internet», le confirmo yo. «Internet», casi le grita desde su sillón Cecilio. «Internet», murmura él. Parece habernos entendido y averigua: «¿Esa ya se murió?»
Casi un año después, complicado de salud, pero mostrando una increíble resistencia murió en su ciudad natal. Me recordó el suyo, a un velorio del pasado, de esos que alguna vez vi a través de viejas fotografías: bandera cubana, fotos, flores, gente iluminadas levemente, contrastando con la arquitectura antigua del edificio.
Estuvo expuesto por veinticuatro horas en La Periquera, emblemático edificio de la ciudad, frente al parque Mayor General Calixto García. Para verlo (u homenajearlo) cientos de holguineros desfilaron junto al féretro, acompañado por familiares, amigos, su música.
Si algo hay que agradecer de su muerte (porque la muerte también se agradece, a veces) es que mientras duró el sepelio no se escuchaba otra música en los alrededores que su música, la música cubana. Había un ambiente amable, al amparo de una noche suave y húmeda.
A la mañana siguiente, centenares de personas lo acompañaron al cementerio. Un asfalto humano cubrió las calles. Se vieron sombrillas, cámaras y su grupo musical tocando. Había muerto el trovador holguinero más popular y conocido: Faustino Orama (El Guayabero), Premio Nacional de Humorismo, poseedor de múltiples condecoraciones; ese señor bien viejo al que encontré en su casa, cabizbajo, como armando un rompecabezas mental. Parecía un pobre anciano. Sin embargo, sé que, aun sin hablarme, mirándome con unos ojos que parecían pesarle, él (más jodedor que cualquiera) entonaba:
Allí llegó una viejita
que ya contaba setenta
y según sacaba cuenta
decía que era señorita...

El Guayabero en la prensa/Santas palabras de un holguinero singular



Paquita de Armas
Revista La Jiribilla, 2007

Holguineras y holguineros con más de sesenta años recuerdan que antes de 1959 en el parque Calixto García —el más céntrico de aquella ciudad— se daban dos vueltas, una alrededor de unos bancos, en la que paseaban muchachas y muchachos de cierto abolengo, y la otra, más ancha, por la que transitaban pobres y negros. Claro, no faltaba el joven apuesto y pudiente, que detrás de una mulatita o una sirvienta fuera parte de la rueda grande.
Ir al parque entonces —y ahora— ha devenido una suerte de rito: allí se flirtea y también es un lugar de citas de todo tipo. Hoy, por supuesto, no existen vueltas divisorias. Dos amigos de cualquier color pueden quedar en encontrarse en una de sus esquinas, o en un banco específico, para luego seguir la rumba del sábado o el domingo. Y aunque los que más abundan de noche son jóvenes, el Parque que así se le dice al Calixto García, aunque haya muchos más, sirve a las más diversas generaciones de descanso o lugar para refrescar con alguna brisa en tardes tórridas. Fue precisamente en el Parque cuando una noche vi a Faustino Oramas, El Guayabero, vestido con un saco azul oscuro por arriba de la camisa blanca y con su tres tomado por la garganta con su mano grande y negra. Una de mis amigas de la secundaria básica José Martí —racista como una buena cantidad de holguineros— lo señaló y dijo: «Mira ese negro que cree que canta y solo dice groserías».
Si hoy yo dijera que salí en defensa de El Guayabero mentiría. Tampoco lo hice cuando empecé a trabajar a principios de los años setenta en el periódico Ahora, y su presencia dividía las opiniones: tipógrafos, cajistas, impresores y algún periodista lo trataban de artista; los otros decían que todo lo que decía era vulgar y soez, sin ningún aporte cultural.
Cuando fui a estudiar a Santiago de Cuba, en las noches que pasé en                 La Isabelica, centro de reunión de trovadores y poetas, fue que aprehendí a El Guayabero. Todavía tengo intacta la memoria de un día que empatando una canción con otra, nos dieron las cinco de la mañana y la mayoría eran del juglar holguinero, que sin estar presente fue el gran protagonista.
No creo que yo sea una excepción. Pienso que para muchos de mis coterráneos El Guayabero pasó de ser el «negro flaco con doble sentido» al trovador original y raigalmente cubano, que con su picaresca humorística logró enamorarnos de una manera de hacer el son. Mirando hacia atrás me pregunto cuántos sinsabores tuvo que sufrir Oramas antes que fuera reconocido como artista. En Holguín desafió un doble problema: los rezagos racistas de una ciudad nacida entre blancos hacendados españoles, con muy pocos esclavos, y ser intérprete del son, con un doble sentido que en mentes mediocres y mal pensadas hacía que fructificara lo vulgar, sin que lo soez estuviera en las frases de El Guayabero.
Claro que buena parte de su vida la pasó en el camino como típico juglar. De pueblo en pueblo andaba, viviendo de «el cepillo» y con la aventura de acostarse donde lo cogiera la noche. Así tuvo amantes, novias y líos como la trigueña que conoció en Guayabero, casada con un cabo de la policía, y que sirvió para la canción homónima, interpretada años después, en 1960, por Pacho Alonso y que le dio la vuelta al mundo, para alegría de su compositor que ya había perdido su nombre original.
Quizá, como él mismo decía, la interpretación de Pacho le sirvió para ser conocido, pero no fue hasta 1985 que grabara un disco, aunque ya por ese año recibía toda la atención de las autoridades de su Holguín natal. Así, en vida, por suerte, recibió todos los homenajes: medallas, premios, invitaciones y atención individualizada.
Pero creo que el tributo mayor a El Guayabero ha sido el reconocimiento de sus compatriotas que lo han reconocido como suyo desde lustros atrás. Al final la historia hizo justicia y Faustino Orama devino para holguineras y holguineros el hijo brillante y mundialmente conocido, que con humor logró que la música cubana se afianzara en el sitial que merece. Y no por esperado fue menos impresionante su sepelio. Las cámaras enseñaron varias cuadras llenas de personas y otras decenas asomadas en balcones y azoteas, todas —viejas o jóvenes, negras o blancas— diciendo adiós a su juglar, el que les hizo reír y les tomó el pelo por décadas, con ese singular doble sentido dibujado con santas palabras que nunca dieron cabida al mal gusto o lo pedestre.

El Guayabero en la prensa/A El Guayabero, esté donde esté, lo mismo en el cielo que en el infierno



Kaloian Santos Cabreras
Tomado de Internet

Ahora mismo, en algún lugar, don Faustino debe estar dándole dolores de cabeza a «la pelona». Seguro que la muerte, muy señorona ella, debió venerarse ante él cuando vino a buscarlo. Créame, usted, que si había alguien que propinaba a cada rato a la «Parca» un... ¡golpe directo al mentón...! ese era Faustino Orama.
Una vez dijo: «Es la filosofía de la vida. Nadie se escapa. Cuando el tren para en tu puerta, no vale aquello de llévate a mi hermano que está más viejo, o déjame vestirme, a ver si me pelo... Ahí no hay escapatoria. Viene de golpe y porrazo». Así de versado era el hombre. Claro, si sigo enunciando a Faustino Orama de seguro es conocido por pocos; pero si digo «El Guayabero, rey del doble sentido», es aclamado por muchos. ¿Por qué el rey del doble sen-
tido?
Marieta a mí me pidió
tres pesos con disimulo
Y me dijo que me pagaba
con el tiempo y... sin apuros.
O esta que no es tan famosa.
Dos mujeres el otro día,
formaron una gran disputa
Y una le dijo a la otra,
te van a matar por... bruta.
Entonces entre las carcajadas de los presentes El Guayabero le decía al público: «Los mal pensados son ustedes. Santa palabra».
Como parece ser tradición en la mayoría de nuestros trovadores, las canciones salidas de sus liras son poco grabadas. A pesar de contar con cierta fama añeja, Faustino no fue la excepción.
Grabó muy pocos discos, dentro de los que resaltan una recopilación de su obra titulada El Guayabero y El tren de la vida, su última producción. Picando sus ochenta es que algunos sellos, sobre todo EGREM, se empeñan en registrarlo en sus catálogos.
Así quedó fonográficamente en más de una docena de discos de diferentes artistas. Es quizá el legendario Buena Vista Social Club la producción más importante donde se encuentra un tema suyo, «Ay, candela», interpretado por Ibrahím Ferrer: «Faustino Orama y sus compañeros, / necesitan que me apaguen el fuego». También quedó su obra en antologías, entre las que se destacan El gran tesoro de la música cubana. Vol. IV y V; Grandes voces del son cubano. Vol. II; Pacho Alonso y El Guayabero, Cuida’o con el perro y un homenaje de artistas orientales pertenecientes al sello Areíto.
En nuestro Holguín estaba, vivito y todavía algo coleando la última vez que lo vi. Fue hace unos meses, acababa de cumplir los 96 años con que se fue. Se notaba la carga de casi un siglo, pero mantenía su estampa elegante, presidida siempre por su sombrero de pajilla. Para ser sincero más que verlo y visitarlo fue una intrusión de mi parte en una de sus últimas tardes. Luego supe que su estado de salud declinaba y vinieron los ingresos intermitentes hasta que escuché en Radio Reloj: «el emblemático trovador cubano Faustino Oramas falleció a las 06:30 horas de hoy martes 27 de marzo, luego de más de 30 días ingresado en la Sala de Cuidados Intermedios del Hospital Vladímir Ilich Lenin, de su natal Holguín».
Otro intruso fue el que me llevó ante el autor de Como baila Marieta. Era su vecino Leandro Estupiñán, posiblemente uno de los últimos periodistas que lo entrevistó. Curiosa entrevista esa. El periodista llevó bien estudiado su cuestionario y el entrevistado respondió apenas algunos puntos con oraciones cortas, y a otras preguntas a la vez que lanzaba a la desbandada frases incoherentes, pero llenas de humor. Hay un pasaje ya casi famoso sobre Internet.
Mi motivo primero era poder hacerle fotos sin molestarlo mucho. Si se podía, hablaría con él. Porque, vamos, que El Guayabero es de esos bardos que de a poco van quedando. La sesión de fotos pasó sin problemas y las palabras se tradujeron en sus sonrisas. Nos mostró su guitarra nueva, pero rayó su vieja caja con cuerdas, esa llena de pegatinas, la que debe tener tantos años como él. «Ya no quiso cantar y si usted le ponía —así de literal— una guitarra entre las manos, solo lograba del viejo unos pocos acordes. Y que murmurara o, mejor, que cantara dentro de su cerebro la emblemática Marieta», escribe Leo sobre ese día.
También hizo los acordes inspirados en aquella escapada de un pueblo del oriente cubano llamado Guayabero (hoy con el nombre de Mella). Y todo debido a sus ínfulas de Don Juan. Solo que en esa ocasión se atrevió a conquistar a la mujer del cabo de la guardia rural: Trigueñita del alma no me niegues tu amor, / trigueñita del alma dame tu corazón, / nunca pienses que un día/ pueda yo olvidarte. / ¡En Guayabero, mamá, me quieren dar!/ ¡En Guayabero, mamá, me quieren dar!
Se dice que no fue su única conquista, tampoco fue su única canción ni el único romance con una comprometida. Se dice más, tanto que hasta se han llegado a fabular leyendas en su nombre.
Ahora, con su descenso, especulan que eso de los 96 años es solo en el carné de identidad, que en la vida real, el viejo trovador pasó de largo por el siglo y ya le había robado tres años al nuevo. Una muerte nunca es bienvenida pero óigame, El Guayabero las tenía reclaras con ese refrán popular de «vive la vida que es una sola».
Ya lo avizora otro bardo, lo que más joven: «Como dice El Guayabero filósofo popular:/ Oiga, la vida es un pasaje de ida a la eternidad».

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