Al
iniciarse la década de 1980 la música del complejo beat-pop-rock siguió
teniendo aceptación universal, pero sin la aplastante hegemonía que tuvo en los
diez años anteriores. Los consorcios discográficos y la industria del entretenimiento
estadounidenses abrieron sus puertas aún más al fenómeno salsa y a la llamada
world music, las cuales satisfacen a incontables consumidores de sus productos
y les reportan abundantes ganancias.
En
Cuba, tras importantes éxitos en Argentina, España, México y otros países, se
inicia la etapa de mayor reconocimiento a los gestores del movimiento de la Nueva Trova. La
prueba es los resultados de las encuestas de popularidad de la revista Opina,
la acogida a los discos de Silvio, Pablo, Amaury Pérez e incluso de la nueva
hornada de creadores e intérpretes como Donato Poveda, Alberto Tosca, Anabel
López, Carlos Varela, Santiago Feliú, Xiomara Laugart, Pepe Ordaz y otros que
fueron laureados en el concurso Adolfo Guzmán, una plataforma de reconocimiento
de estos y otros excelentes trovadores, jóvenes o viejos, que desde sus
provincias no habían logrado espacio en medios nacionales, entre ellos el
cienfueguero Lázaro García y el holguinero Ramiro Gutiérrez.
En
“la República”
de la música bailable cubana, aunque Van Van, Irakere, Algo Nuevo de Juan Pablo
Torres y otras agrupaciones eran referencia obligada para muchos en el mundo, no
hay duda de que la influencia de la salsa y la polémica sobre su origen estimularon
la fundación, promoción y reconocimiento de numerosas agrupaciones soneras de
primera línea: Son 14, Sierra Maestra, Karachi, Adalberto Álvarez y su Son, Manguaré,
Cándido Fabré, Eliades Ochoa y Pancho Amat.
Pancho, Eliades y Fabré
se convirtieron en figuras clave de la música cubana de los últimos lustros y
defensores del legado sonero más genuino. Los tres incluyen a Faustino entre
quienes le aportaron esenciales enseñanzas y lo invitan a compartir escenario
en numerosas oportunidades, especialmente en los Festivales del Son Ignacio
Piñeiro realizados en Santiago de Cuba, Guantánamo y Granma, las tres
provincias orientales en las que nacieron y fecundaron las expresiones
primigenias del género. Fabré es quien lo comienza a llamar “Rey del Doble Sentido”.
Al
calor del auge salsero, los festivales de son y otros varios eventos musicales
y también numerosas instituciones culturales iniciaron un encomiable trabajo
por el rescate de las mejores tradiciones criollas. Se crea un ambiente
propicio para que algunos músicos veteranos volvieran a alcanzar los primeros
planos de la palestra musical. Grandes hitos fueron las actuaciones de
Barbarito Diez en Caracas y la grabación allá de un disco de impecable factura acompañado
por la Rondalla
Venezolana; reaparece en escena Celeste Mendoza; Pablo
Milanés graba la serie discográfica “Años”, donde reunió grandes trovadores
soneros, entre ellos Luís Peña (El Albino) y Octavio Sánchez (Cotán), quienes
en los años treinta y cuarenta habían impulsado, junto a El Guayabero, esa importante
etapa de ruptura y continuidad de la historia de la música cubana en la región
nororiental.
En
el ámbito internacional, varios cultivadores de la música bailable de Cuba y el
Caribe en general —llámese son, boogaloo, tropical o salsa—, fueron recreando a
su aire las composiciones de Faustino a partir, sobre todo, de las versiones
hechas anteriormente por Pacho Alonso, Ibrahím Ferrer, Ramón Avilés y la orquesta
Sensación. Así se suman a la lista de
sus intérpretes: Tito Puente, Héctor Lavoe…
En 1982, Pacho Alonso
grabó un Larga Duración en homenaje a Faustino, con orquestaciones más cercanas a la
salsa concebidas por el maestro holguinero Germán Piferrer y el heredero
musical de Pacho, luego fundador de una de nuestras más importantes
agrupaciones de hoy, Pachito Alonso y sus Kini-Kini.
Que roña me da (Pacho Alonso interpretando al Guayabero):
En Guayabero, el clásico son que dio nombre al nuevo larga duración de Pacho, a diferencia de la grabación realizada quince años atrás, que sobrepasaba los diez minutos de duración, alcanzó amplia difusión nacional e internacional. Precisamente esa grabación de Pacho influyó en que la pieza la incorporaran a su repertorio Héctor Lavoe y otros.
En Guayabero, intérprete; Héctor Lavoe:
Pero si importante fue aquel disco de Pacho, no menos trascendente fue la grabación del primer fonograma de Faustino en los estudios Siboney de Santiago de Cuba.
LD El Guayabero. Faustino Oramas.
Estudios de grabaciones Siboney,
EGREM, Santiago de Cuba, 1983.
Producción: Lic. J osé J. Padilla
Sánchez.
Técnico de grabación: Oscar Pérez
López.
Todos los sones incluidos son de la
autoría de F. Orama.
• En Guayabero (10.58)
• Como baila Marieta
(7.58)
• Contigo mi china
(4.26)
• Como vengo este año
(6.21)
• Las mujeres de Bayamo
(4.17)
• A Félix Solano (4.35)
• Yo toco el son (4.00)
• A María Elena (3.57)
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En
1980 la Empresa
de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM), inauguró sus estudios en Santiago
para satisfacer disímiles solicitudes del talento musical de las provincias
orientales. De Holguín fueron parte de su catálogo: la Orquesta Avilés, que
por entonces arribaba a su centenario, el Órgano de los Hermanos Ajo, el
barítono Raúl Camayd y Faustino Orama, laborioso siempre, que había decidido organizar
un nuevo grupo, (que es el que lo acompañó por el resto de su prolongada
carrera musical).
El
disco se agotó pocas semanas después de salir al mercado y en 1983 obtuvo el Premio
EGREM en la categoría Música Tradicional, ganándole a los demás nominados: Ñico
Saquito y Los Compadres.
En
1985 y 1989 Faustino regresa a los estudios para concluir una trilogía
discográfica que mucho contribuyó a cimentar su prestigio de artista legendario
y único, portador y baluarte de tradiciones ancestrales pletóricas de cubanía y
de contagioso humor. El artista legendario era, constantemente asediado por
legiones de admiradores, periodistas, caricaturiastas, músicos y estudiosos del
folklore y la música tradicional, como el rockero español Santiago Auserón y la
etnóloga inglesa Lucy Durán, que como otros muchos, viajaban las grandes
distancias que separan a Madrid y Londres de Holguín, persiguiendo las huellas
del juglar.
En su apartamento Faustino recibe al músico
español Santiago Auserón (Juan
Perro), 1989.
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Entrada al Rincón del Guayabero, en Holguín |
En la Ciudad de Holguín El Guayabero era un símbolo. En 1981 cuando, según el Registro Civil de la ciudad, cumplió setenta años de su edad, se inauguró en las céntricas calles Miró esquina a Martí el cabaret “El Rincón de El Guayabero”, y en los altos del edificio las autoridades le asignaron un apartamento para que lo viviera con Moraima, su última compañera en la vida. Con la nueva casa, el músico puso fin a su larga residencia en hoteles, pero no a su vida itinerante y bohemia. De Baracoa, en el extremo oriental de la Isla, a Ciudad Sandino, en el otro extremo, se le veía y oía. Los aplausos retumbaban en todas partes.
Es
verdad que para entonces ya no bebía tanto ron como antes, sino, solo en
contadas ocasiones, que podía ser cuando tenía visitantes ilustres. En los
otros momentos el músico, que se había convertido en el más celoso guardián de la
abstinencia y la disciplina de grupo musical alguno, pedía su “lechita”.
Entre sus visitantes asiduos estaban Miguel Cano Blanco, primer secretario del Partido Comunista de Cuba en Holguín, y Pedro García Lupiáñez, presidente de la Asamblea del Poder Popular en la provincia de Granma. Este último gobernante le compuso un son que grabó la Original de Manzanillo: “Trovador guitarra en mano vas” que resultó un suceso musical en la voz de Cándido Fabré. Y como esa, otras, hasta el extremo de que pocas figuras cubanas acumulan una lista tan numerosa de composiciones homenajes o que resaltan peculiaridades de su personalidad, “Orden del día”, por Frank Delgado; “El burro de Mayabe”, por Pedro Luis Ferrer, “Apretaíto perorelajao”, grupo Sampling y…
- Faustino Oramas, grabación realizada por A. Revé y el Expreso de Oriente e incluida en el disco CD “Cuba Tonight”, grabado en el 2006 en España por el sello “Envidia”.
- Un son para El Guayabero, del binomio López y Yara e incluido en varias grabaciones de Ibrahím Ferrer, entre ellas el CD “Tierra caliente”, EGREM, 1998.
- Homenaje al Guayabero, de Delfín Ramos y grabado por el Septeto Síncopa.
- Trovador guitarra en mano vas, de Pedro García Lupiáñez y grabado en 1990 por Cándido Fabré y la Original de Manzanillo. Disco LD “Guayabita del Pinar”, Estudios Siboney, EGREM, Santiago de Cuba, 1990.
- El estilo del Guayabero, del binomio Jorge Fernández y Pablo Jústiz y grabado por la agrupación Los Naranjos.
- Cuidao, cuidao, de David Álvarez y grabado por su autor con el grupo “Juego de Manos” para el sello discográfico inglés Tumi Music.
- Un son para El Guayabero, de Cleanel Ricardo y grabado por la Orquesta Avilés.
- Blues de Marieta, de Ernán López-Nussa y grabado por su autor.
- Cundiamor, son con música de Noel Nicola y grabado por este en su disco LP “Tricolor”, producido por la EGREM en 1988.
- Al Guayabero mi son, grabado por el Septeto Oyaré en el CD “Mi son elegante”, producido por el sello Bis Music, 2006.
- Honor al Guayabero, de Alejandro Arencibia e incluida en el CD “Abriendo caminos” del septeto Son de Nipe, producido por el sello Colibrí, 2005.
- La nave estelar, grabado por su autor Juan Perro (Santiago Auserón) en el disco CD “Río Negro”, España, 2010.
En
1986 el cineasta Octavio Cortázar
estrenó su documental “En Guayabero mamá, me quieren dar...” en el que explora
su aporte sustancial a la cultura del pueblo y sus peculiaridades artísticas y
humanas. La obra resalta, sobre todo, su permanente entrega al trabajo, virtud
que no disminuía con el paso de los años.