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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

4 de marzo de 2017

Las nuevas investigaciones. Reconocimiento del sitio arqueológico y sus materiales (2006-2009) (II Parte)



 
Según el plano de El Chorro de Maíta hecho en 1987 el área principal del sitio es el lugar donde aparecieron los entierros. Pero igualmente se encontraron objetos a partir de ese centro hasta 40 metros al Este, 60 metros al Oeste, 10 metros al Sur y 40 metros al Norte. Esa área fue calculada en 22000 m² por Guarch Delmonte y es la que en lo adelante se denominará “Área arqueológica de 1987”.
Los arqueólogos que hicieron la nueva investigación iniciada en 2006 entrevistaron a los vecinos y estos les aseguraron que antes, durante y después de la excavación de 1986 y 1987 se habían conseguido hallazgos en lugares que están fuera del área arqueológica, incluso se informó la extracción posterior de un esqueleto en un abrigo rocoso ubicado a 40 m del borde noroeste del área arqueológica reconocida, por lo que la primera conclusión fue que el sitio podía ser mayor.
De ahí que se proyectara un estudio que tomó como centro el área conocida pero saliendo de ella en todas las direcciones posibles, tal como se ve en la siguiente figura:
 
En todo ese amplio espacio se hizo una prospección superficial (sin excavación o excavando a mínima profundidad), que arrojó el siguiente resultado:
Se localizaron áreas de gran densidad de material arqueológico alrededor del cementerio, principalmente al Sur y Norte, en espacios donde sus actuales propietarios (Moisés y Riverón), hacen trabajos agrícolas cotidianamente. También se encontraron al Este del cementero y otras aisladas al Oeste.
Las nuevas piezas encontradas fueron, sobre todo, restos de la fauna que sirvió de alimentación a los habitantes aborígenes y también, posiblemente, europeos residentes en la Aldea, cerámica indígena y artefactos en piedra tallada y en volumen, concha y coral, así como cerámica europea y un fragmento de la cerámica conocida como México Pintado de Rojo.
Fragmentos de cerámica México Pintado de Rojo. El Chorro de Maíta.
Fragmentos de Jarras de Aceite vidriados. El Chorro de Maíta
Fragmento de cerámica Mayólica Santo Domingo Azul sobre Blanco. El Chorro de Maíta.
En el grupo de fragmentos de cerámica europea que encontraron destacan fragmentos de Jarras de Aceite en su tipo temprano, una base de escudilla posiblemente fabricada en Santo Domingo (La Española) en los primeros años de la colonización y parte del fondo de un gran recipiente o quizás un mortero hecho en cerámica ordinaria con vidriado plomizo. En cuanto a cerámica indígena se localizaron 675 fragmentos, por lo que fueron la mayor cantidad de piezas encontradas.
En lo referido a objetos de piedra tallada por los aborígenes, se encontraron, principalmente lascas y otros restos provenientes de lo que los expertos consideraron un taller.
Cerca del manantial que es el que propiamente se llama El Chorro de Maíta, (esta última palabra apocope de mamacita), se obtuvo una gubia y un fragmento de gubia, algunos guijarros utilizados y restos de taller en material silíceo, que es un tipo de roca. En esa área nada más se encontró un fragmento de cerámica sí abundantes valvas marinas, estas últimas poco comunes en el resto de las áreas, lo que hizo creer a los expertos que en ese lugar específico debió vivir un grupo aborigen más antiguo que los de los otros espacios.
La cerámica europea, que era el objeto principal de la nueva investigación, sólo aparece en la mitad Este del área explorada concentrándose de modo evidente en Campo Moisés, exactamente 51 del total de 62 fragmentos encontrados.
Áreas donde se hizo prospección superficial con reporte de de cerámica europea. El Chorro de Maíta.
En resumen, el resultado principal de la exploración concluyó que en la mitad Este del Sitio hay un gran espacio con reportes frecuentes de material arqueológico, propio de comunidades agricultoras. Hacia el Oeste se hallan piezas aisladas y una pequeña agrupación de evidencias en el valle del manantial. Aunque las gubias se obtienen ocasionalmente en sitios agricultores, su reporte junto a martillos y otros artefactos de piedra en esta última área, deja abierta la posibilidad de que se trate de un sitio arqueológico arcaico.
La cerámica europea sólo aparece en la mitad este del área explorada concentrándose de modo evidente en Campo Moisés, exactamente el 82.2 % del total de los fragmentos.
Esa información decidió a los arqueólogos a hacer calas que en un primer momento se determinó que serían cada quince metros de distancia y a cinco metros de profundidad. (Leer más)


Las nuevas investigaciones. Reconocimiento del sitio arqueológico y sus materiales (2006-2009)



 
Como se ve en el mapa anterior, las áreas de excavadas en El Chorro de Maíta entre 1986 y 1988 fueron varias, pero nada más se encontraron esqueletos en tres de ellas y sobre esos espacios se encaminaron los principales estudios. Eso supone quedaba un gran volumen de materiales sin estudiar y un casi completo desconocimiento de las zonas fuera del Área de entierros, (o sea, la mayor parte del sitio).
De ahí que la nueva investigación comenzada en 2006 estableció dos líneas principales de acción:
Uno: Llevar a cabo trabajos de campo para revisar los límites del área de la aldea, hasta donde fuera posible conocer el uso que le dieron sus habitantes y el tiempo que estuvieron asentados allí, y, particularmente, encontrar objetos u otras evidencias relacionados con la interacción o convivencia de aborígenes y europeos.
(Desde antes de comenzar el trabajo de campo, los nuevos investigadores decidieron que las excavaciones las harían fuera del Área de entierros por las siguientes consideraciones: que era esa la más estudiada y que en la actualidad forma parte del Museo, por lo que las regulaciones de protección son muy rigurosas)
Dos: Organizar y estudiar el material no investigado proveniente de las excavaciones realizadas entre 1986 y 1988, y también otras evidencias del sitio existente en diversas instituciones.


A fin de organizar el material no investigado de las excavaciones realizadas entre 1986 y 1988, se revisó el inventario existente en los fondos del Departamento Centro Oriental de Arqueología, con sede en Holguín, Cuba. Además se consultó el inventario del material depositado en los fondos del Museo El Chorro de Maíta, (tanto el encontrado durante las excavaciones como las nuevas piezas halladas por los vecinos).
Asimismo, con el objetivo de localizar material del sitio, principalmente europeo, encontrado antes del descubrimiento del Cementerio y las áreas adyacentes, se revisaron los inventarios de piezas conservadas en el Instituto Cubano de Antropología, en las colecciones del Museo Indocubano Baní, en Banes, Holguín y en el Museo del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
Además, gracias a la colaboración de A. Brooke Persons se revisaron imágenes de objetos colectados en el lugar por Irving Rouse en 1941, y depositados en el Museo Peabody, de la Universidad de Yale.
A partir de estos inventarios y revisiones se seleccionó el material a estudiar.
En el caso de evidencias no ubicadas en los fondos del Departamento Centro Oriental de Arqueología, poco abundantes y formadas básicamente por piezas indígenas, sólo se estudiaron las de origen europeo o que pudieran reflejar la interacción de los conquistadores-colonizadores con los pobladores originarios de la zona.
Entre los estudios principales estuvo la gran cantidad de fragmentos de cerámica europea que fue excavada e igualmente se estudiaron los fragmentos de cerámicas indígenas no cubanas y los de cerámicas indígenas o con componente indígena que copian formas europeas encontrados en su inmensa mayoría en los espacios sin entierros.
Los restos humanos fueron investigados nuevamente y además los materiales hallados en las tumbas.
Para los arqueólogos y demás expertos que 2006 comenzaron nuevos trabajos de investigación en El Chorro de Maíta era muy importante comprobar si en otros espacios del sitio que no habían sido excavados en 1986-1987 aparecían otros objetos arqueológicos. (Leer más)


Las nuevas investigaciones (2006-2009), investigadores e instituciones que participaron



El riquísimo material encontrado en Chorro de Maíta permaneció en conservación hasta que se le pudieran hacer los estudios que merecía. Y esa oportunidad llegó gracias a la colaboración de Roberto Valcárcel Rojas con destacadas instituciones y especialistas cubanos e internacionales.
 
La primera en apoyar al “Chorro” fue la Dra. Corinne Hofman, quien disertó del lugar en su tesis doctoral como parte de los trabajos del Grupo de Estudios del Caribe, de la Facultad de Arqueología de la Universidad de Leiden, Holanda, y del proyecto VICI Communicating Communities dirigido por Corinne Hofman y sostenido por Netherlands Foundation for Scientific Research.
Entonces se acordaron hacer nuevos trabajos de campo que se desarrollaron a partir del año 2006 como parte del proyecto territorial de investigaciones “El Chorro de Maíta. Registro del espacio arqueológico”, y se continuaron a partir del 2008 y hasta el 2011, dentro del Proyecto territorial de investigación “Contacto hispano aborigen en El Chorro de Maíta”, ambos dirigidos por Roberto Valcárcel Rojas y ejecutados por personal del Departamento Centro Oriental de Arqueología, del Centro de Investigaciones y Servicios Ambientales y Tecnológicos de Holguín (en lo adelante CISAT), usando financiamiento del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medioambiente de Cuba (en lo adelante CITMA).
 
En el año 2007 los trabajos de campo y aspectos de la investigación de los materiales incorporaron la colaboración de un equipo de investigadores norteamericanos dirigidos por el Dr. Vernon James Knight, del Departamento de Antropología de la Universidad de Alabama, EUA, e integrado por arqueólogos de esa institución y además de la Universidad de Mississippi, de la Universidad de West Florida, y de la Universidad Estatal de Pennsylvania. Dicha colaboración se consiguió gracias a un convenio de trabajo entre el
Departamento de Antropología de la Universidad de Alabama y el CISAT, con apoyo económico de National Geographic Society Committee for Research & Exploration. La colaboración incluyó, además, talleres de capacitación en temas de investigación cerámica y arqueología ambiental y estudios financiados por la Fundación Christopher Reynolds.
Los trabajos de campo realizados durante los años 2007 y 2008 ampliaron la prospección del sitio, que se había iniciado en el 2006, y permitieron la excavación de espacios domésticos en tres áreas diferentes. Esos fueron realizados bajo la dirección de Roberto Valcárcel Rojas, A. Brooke Persons (estudiante de doctorado de la Universidad de Alabama) y Vernon James Knight, y con el apoyo del Dr. John W. O'Hear (Universidad de Mississippi).
En el año 2008 y como parte de la colaboración con la Universidad de Alabama, se iniciaron estudios paleobotánicos bajo la dirección de la Dra. Lee A. Newsom (Universidad Estatal de Pennsylvania; Penn State University).
En 2009 se hicieron nuevos trabajos de campo realizados por Valcárcel Rojas con el fin de precisar detalles de la distribución del material arqueológico.
Los aspectos biológicos fueron investigados por un equipo del Grupo de Estudios del Caribe de la Universidad de Leiden, Holanda, bajo la dirección de Corinne Hofman, durante los años 2007 y 2010, como parte de un convenio de cooperación entre la Facultad de Arqueología de la Universidad de Leiden y el CISAT de Holguín.
Un nuevo estudio de toda la colección de restos humanos fue realizado por la Dra. Darlene Weston. Ese aportó, entre otras informaciones, una nueva identificación de edades y sexo, que fue usada por los investigadores doctorales Jason Laffoon, Anne van Duijvenbode y Hayley L. Mickleburgh, en los estudios de origen territorial, deformaciones craneanas y aspectos dentales, respectivamente.
Un estudio tafonómico fue desarrollado por el Dr. Menno Hoogland, con la colaboración de Valcárcel Rojas. Para estas labores se contó con el financiamiento del proyecto Communicating Communities dirigido por Corinne Hofman.
Los estudios de material cultural, sobre todo en una amplia gama de evidencias indígenas, fueron realizados por Valcárcel Rojas con la colaboración de personal del Departamento Centro Oriental de Arqueología (en lo adelante DCOA) como parte de los proyectos “El Chorro de Maíta. Registro del espacio arqueológico y Contacto hispano aborigen en El Chorro de Maíta”.
La investigación de restos de fauna fue ejecutada, también dentro de estos proyectos, por la investigadora Lourdes Pérez Iglesias, de la institución antes mencionada. Para el caso de los objetos europeos, particularmente de la cerámica y el vidrio, se tuvo la colaboración de los investigadores Roger Arrazcaeta y Lisette Roura, ambos especialistas del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, (en lo adelante OHCH).
La identificación de algunos otros objetos implicó un amplio enfoque arqueométrico e incluyó estudios bajo la dirección de la especialista Ariadna Mendoza Cuevas en el Gabinete de Arqueometría de la OHCH, para el caso del azabache. Asimismo la perspectiva arqueométrica hizo estudios de residuos en vasijas de cerámica, bajo la dirección de Vernon J. Knight. La identificación de un textil, coral y ámbar, fue hecha por Lee A. Newsom y el Dr. Rusell Graham, como parte de un acuerdo de colaboración de la Universidad Estatal de Pennsylvania con el CISAT de Holguín.
En esta dirección, la acción más amplia fue un estudio de arqueometalurgia desarrollado por el Dr. Marcos Martinón Torres (University College London) y Valcárcel Rojas, con la colaboración de otros distintos investigadores. Para ellas se usaron las facilidades que ofrecieron los laboratorios de Ciencias Arqueológicas Wolfson, del Instituto de Arqueología de University College London, Inglaterra, hechas inicialmente como parte de una beca que otorgaron a Valcárcel Rojas y supervisada por el Dr. Thilo Rehrem. En una segunda etapa se amplió gracias a los Laboratorios del Centro de Investigación y Restauración de los Museos de Francia, e incluyó una comparación con materiales de diversas partes de Cuba. Todas estas labores anteriormente relacionadas usaron el apoyo económico de European Unión EU-Artech Programme y del proyecto Communicating Communities.
Un estudio de la cronología de ocupación del sitio y uso del cementerio fue desarrollado a partir de fechados por Carbono 14 y AMS, conseguidos gracias al apoyo de Vernon J. Knight (National Geographic Society Committee for Research & Exploration), Corinne  Hofman (Proyecto Communicating Communities), Maja Bauge (Fundación Kon Tiki, Noruega), y de un proyecto de datación del cementerio diseñado por la Dra. Alex Bayliss (English Heritage, Inglaterra), Valcárcel Rojas y Thilo Rheren (2005), y financiado por NERC/AHRC, Inglaterra.
En la línea de investigación histórica se pudo contar con datos aportados por el Dr. John E. Worth, miembro del grupo de trabajo de Vernon J. Knight, a partir de búsquedas documentales en el Archivo General de Indias, en España.
De modo independiente Valcárcel Rojas localizó y revisó documentación histórica en ese mismo archivo, y en colecciones documentales publicadas y en textos antiguos en la Escuela de Estudios Hispanoamericanos en Sevilla, con el apoyo del proyecto Communicating Communities. El mismo investigador realizó búsquedas documentales en el Archivo Nacional de Cuba, en La Habana, y trabajó con fuentes publicadas en la Biblioteca Nacional de Cuba y en la Biblioteca del Archivo Nacional de Cuba.

Cerámica europea, cerámica indígena no cubana y cerámica de base indígena que copia formas europeas encontradas en el sitio de El Chorro de Maíta



Es estudió toda la cerámica encontrada en El Chorro de Maíta y usando las referencias especializadas sobre los materiales que se usaban en Europa para la confección de esas piezas durante el mismo tiempo en que se produjo la llegada de los europeos a Cuba y asimismo en tiempos posteriores cercanos, se comprobó que 600 fragmentos eran eso, europea o indígena no cubana.
Luego esos fragmentos se compararon con los materiales de la que están hechas las piezas de la colección de Arqueología Histórica del Museo de Historia Natural de la Universidad de la Florida, y las de la colección del Museo de Arqueología del Gabinete de la Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
Y todavía más: para la identificación de algunas piezas de las que aún se tenía dudas, se consultó el criterio de los especialistas Roger Arrazcaeta y Lisette Roura, del Gabinete de la Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, la Dra. Kathleen Deagan y el Dr. Gifford J. Watters, del Museo de Historia Natural de la Universidad de la Florida, el Dr. Vernon James Knight, Universidad de Alabama, y la Dra. Gilda Hernández, Universidad de Leiden.
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Jarras de Aceite
La mayor cantidad de fragmentos de cerámica europea encontrados en El Chorro de Maíta provienen de Jarras de Aceite, (en total 424, lo que constituye el 70.6 % de toda la colección de cerámica europea conseguida en el sitio).
Esas Jarras generalmente recipientes con forma de globos que se usaban para almacenar mercancías, especialmente líquidos, y para transportarlos por tierra. De manera secundaria servían también como contenedores para agua.
Las más antiguas comenzaron a fabricarse en Europa entre 1490 y 1570, aunque estudios de material encontrado en Sevilla sugieren una fecha de origen que se remonta a mediados del siglo XV y una fecha final en torno a la mitad del siglo XVI.
Por la forma de la boca y el tipo de asas que presentan, las encontradas en El Chorro de Maíta concuerdan con las más antiguas.
Fragmentos de Jarras de Aceite no vidriados. El Chorro de Maíta.

Aún cuando en El Chorro de Maíta aparecieron fragmentos de Jarras de Aceite hechos de cerámica no vidriada, la mayor parte de los fragmentos, 244 en total, lo que significa el 57.5 %, presentan una capa de vidriado, especialmente en el área de la boca.
 
Fragmentos de Jarras de Aceite vidriados. El Chorro de Maíta.
Los fragmentos encontrados informan también que la mayoría de las Jarras usadas en El Chorro de Maíta tenían una superficie exterior coloreadas con un engobe blanco, otras tenían áreas vidriadas en diferentes tonos de color verde; aunque también aparecieron fragmentos de color marrón, gris y rojizo.
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Fragmento color naranja con mica
En El Chorro de Maíta se encontró un único fragmento de cerámica con el exterior coloreado por una fina capa de engobe color crema naranja casi traslúcido, y el interior igualmente coloreado con un color naranja ligeramente más oscuro que la pasta.
Fragmento cerámica Naranja Micáceo. El Chorro de Maíta.
La pasta de la que fue hecha es compacta, homogénea, muy fina, dura, de color anaranjado claro y, lo más singular, que en la superficie se observan partículas brillantes, aparentemente de mica.
Según los expertos en cerámica el fragmento debió pertenecer a alguna vasija pequeña, una taza probablemente, o un pocillo o plato.
La cronología de ese fragmento ha sido establecida para el período comprendido entre 1550 y 1650 y su origen parece estar vinculado con cerámicas fabricadas en el sudoeste de España.
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Cerámica Bizcocho
En diversas áreas de El Chorro de Maíta se encontraron 9 fragmentos de ese tipo de cerámica, que entre sus características tiene: poca dureza, fina y compacta. Uno de esos fragmentos parece que perteneció al borde de una jarra o vasija de boca estrecha. En ninguno de los dichos fragmentos se aprecia elemento decorativo alguno.
Los expertos le adjudican un rango cronológico que se extiende de 1500 a 1550 aproximadamente, y lo asocian a picheles, jarras, copones, platos modelados, vasos y vasijas de mesa en general. Su origen lo creen posiblemente ibérico.
En La Habana Vieja se han encontrado contenedores de cerámica Bizcocho fechados para los siglos XVII, XVIII y XIX.
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Cerámica ordinaria con vidriado plomizo (plúmbeo)
Como parte de ese tipo de cerámica, pero sin poder atribuirlos a tipos en particular, se localizaron 16 fragmentos. Estos se caracterizan por mostrar en ambas superficies un vidriado del mismo color que puede ser verde esmeralda, amarillo verdoso o blanco amarillento. En varias piezas se observan indicios de torneado.
Cerámica ordinaria con vidriado plomizo Carmelita-Verde
Se encontraron unos pocos fragmentos que parece formaron parte de un recipiente de paredes muy gruesas (23 mm), en forma de cono, que pudiera ser parte del fondo de un mortero o una tinaja.
Se trata de cuatro fragmentos vidriados con color verde en la superficie exterior y el resto de color carmelita. Esos debieron ser parte de una vasija de forma no identificada que, se supone, fue fabricada en Europa en algún momento entre 1490-1550.
Melado
Se localizaron 19 fragmentos con un vidriado plomizo de color carmelita opaco. Se observan huellas de torneado en varias superficies interiores. Algunos de esos fragmentos provenían de la base de una jarra o algún otro tipo de vasija alta; otro de los fragmentos era la base de un plato o de una escudilla. Los expertos fijan su cronología entre 1490 y 1550 y le dan un origen europeo.
Lebrillo Verde
Se identificaron 6 fragmentos dispersos en distintas áreas que por su estructura aplanada y la forma de los bordes hace creer a los arqueólogos que eran parte de lebrillos, esto es, recipientes de poca altura, más anchos en la boca o borde que en la base, que se usaban para lavar la ropa o bañarse.
Fragmentos cerámica Lebrillo Verde. El Chorro de Maíta.
Estos son fragmentos mucho más grandes que todos los otros de cerámica. Uno de los fragmentos, por su forma y tamaño pudo pertenecer a un lebrillo de más de 30 cm. de diámetro. Las superficies exteriores en ocasiones presentan engobe blanco. Las superficies interiores muestran vidriado plomizo verde esmeralda opaco. Hay huellas de torneado en algunas superficies interiores. Los expertos consideran que fueron fabricadas en Europa en algún momento entre 1490 y 1600.
El Morro
Solo se encontró un fragmento de esta cerámica, de 9 mm. de grosor y con la superficie exterior de color grisáceo, con manchas de vidriado carmelita verdoso. La superficie interior presenta vidriado carmelita verdoso, de textura granulosa, y huellas de torno. No se pudo establecer a que tipo de recipiente perteneció. Los expertos hicieron ver que con ese mismo tipo de cerámica se hicieron escudillas, bacines sin asas, tazas, platos y picheles durante una cronología bastante dilatada que va de 1550 hasta 1770. el origen del fragmento no está precisado.
Morisco Verde
En las piezas halladas en el sitio la pasta de esta cerámica recuerda la textura de mayólica, o sea, loza común con esmalte metálico, pero más dura y gruesa con vidriado verde esmeralda, oscuro. Entre los 8 fragmentos colectados uno corresponde a una base, posiblemente de escudilla. Otro de los fragmentos fue recortado en forma de disco y perforado, como si fuera usado como un adorno personal. Los fragmentos fueron encontrados estaban, todos, en las zonas próximas al cementerio. Según la colección digital del Museo de Historia Natural de la Florida, otras cerámicas semejantes fueron producidas en España y entre los años 1490 y 1550.
Mayólica (piezas de loza común con esmalte metálico)
Mayólica Española Morisca Azul sobre Blanco
Se encontraron 11 fragmentos que coinciden con las características de pasta y de tratamiento de superficie reconocidas para este tipo de material: pasta de color crema claro o amarillo, arcilla esponjosa, cubierta por un esmalte fino y opaco, sujeto al desgaste, grietas y otras irregularidades. Muestran sobre el esmalte blanco, elementos en azul, parte de líneas, restos de pintura y en un fragmento, un ligero y pequeño moteado.
Dos fragmentos de una misma pieza, pero procedentes de distintos grupos de material, muestran líneas incisas paralelas al borde. No se pudieron identificar tipos de vasijas. Se concentran en las zonas próximas al cementerio.
Columbia Simple
Es el tipo de mayólica más abundante y ampliamente distribuido en el sitio, con un total de 78 piezas; de ellas 58 muestran por ambas caras esmalte blanco.
Fragmentos de cerámica Mayólica Columbia Simple. El Chorro de Maíta.
En las 20 restantes, sobre el esmalte blanco se ve un vidriado verde claro, esmeralda, que generalmente aparece en la superficie exterior aunque puede hallarse también por ambos lados.
Una de las piezas muestra sobre el vidriado exterior una línea verde oscura, de 3 mm de ancho.
Las partes de asas encontradas de esa misma mayólica, reportan vidriado; dos son de perfil algo cilíndrico y ligeramente achatadas, una tercera es una tira plana. Un caso singular se relaciona con una de estas asas, conectada a una pared con vidriado verde en el exterior pero con vidriado carmelita en el interior.
Los restos de bases parecen pertenecer a platos, escudillas y a una vasija alta, aparentemente una jarra con vidriado verde. Hay parte de un plato de aproximadamente 22 cm de diámetro, con estructura llana y fondo cóncavo. Una escudilla muestra un anillo en la base.
Se reporta además un fragmento de lo que pudiera ser un apéndice o quizás parte de un asa, en forma de tira plana con lados comprimidos, aplicada cerca del borde de una pieza con áreas verdes.
Según Deagan (1987) la cronología común de la cerámica Columbia Simple en el Caribe es de 1492 a 1550 para las formas tempranas y entre 1550 y 1650 para las tardías, aunque Marken (1994) extiende la vigencia del tipo hasta la mitad del siglo XVIII. La muestra de El Chorro de Maíta presenta atributos que la relacionan definidamente con los caracteres de las formas tempranas establecidos por Goggin (1968): abundante presencia de vidriado verde, estructura abierta del plato, existencia de un posible apéndice y escasa presencia de anillos en las bases. El único detalle de posible carácter tardío es el anillo en la base de una escudilla sin embargo, esto también puede ocurrir, aunque de modo poco frecuente, en las formas tempranas (Goggin 1968).
Isabela Polícromo
Se encontraron 3 fragmentos, dos de ellos pertenecientes a la misma pieza: parte de un plato con esmalte blanco, decorado con bandas curvas paralelas, de color azul y púrpura.
Fragmentos de cerámica Mayólica Isabela Polícromo. El Chorro de Maíta.
A este tipo de cerámica se le atribuye una cronología que va de 1490 a 1580 (Deagan 1987).
Santo Domingo Azul sobre Blanco
Solo se localizó un fragmento de este tipo de cerámica que perteneció a una base de escudilla con anillo y protuberancia central.
Fragmento de cerámica Mayólica Santo Domingo Azul sobre Blanco. El Chorro de Maíta.
Hecha de esmalte blanco, el fragmento está decorado con un diseño en azul de líneas curvas, rectas y punto. A esa cerámica se le  atribuye una cronología que va de 1550 a 1630 (Dragan 1987).
Mayólica con influencia italiana
Caparra Azul
De ese tipo de cerámica solo se hallaron 2 fragmentos. Uno de ellos es un borde, quizás parte de un albarelo o jarra farmacéutica española.
Fragmentos de cerámica Mayólica Caparra Azul. El Chorro de Maíta.
Los fragmentos muestran esmalte exterior uniforme, de color azul oscuro, y esmalte blanco interior. En uno de los casos la parte interior tiene también restos de azul.
Para esta cerámica se considera una cronología que va de 1490 a 1600. Se plantea que posiblemente la Caparra Azul de contextos previos a 1550, es realmente cerámica italiana (Deagan 1987).
Cerámicas indígenas no cubanas encontradas en El Chorro de Maíta
México Pintado de Rojo
De las 6 piezas fragmentos existentes, solo uno se acerca a la descripción de Deagan (1987).
Fragmentos de cerámica México Pintado de Rojo. El Chorro de Maíta.
Los fragmentos muestran pintura o engobe rojo por ambas caras, con un suave bruñido. También reportan bandas blancas irregulares, algo difusas, que pudieran ser parte de una decoración aunque no excluimos que se trate de restos de sedimentos. En algunos se observa una película blanquecina interior, quizás generada por las sustancias que contuvo el recipiente.
Los fragmentos que forman parte de una vasija alta, sugieren que esa era de boca de entre 16 y 18 cm de diámetro, quizás una tinaja pequeña.
En excavaciones arqueológicas hechas en La Habana Vieja se encontraron vasijas clasificadas como México Pintado de Rojo hechas en los siglos XVI, XVII e incluso en fechas posteriores que se consideran evidencias de las conexiones que hubo entre La Habana y México. Según Deagan esas cerámicas fueron producidas en México y quizás en otros lugares, proponiendo una cronología que va del 1550 al 1750.
Azteca IV
Entre los fragmentos de cerámica excavados en 1986 se halla uno de solo 24 mm de largo y 6 mm de grosor, con pasta de color crema oscuro en el lado exterior y gris oscuro interior, quizás debido a una cocción incompleta.
 
El tipo de pasta con que fue fabricado recuerda elementos indígenas, pero la pintura usada no es un material de las Antillas.
Para el experto Roger Arrazcaeta se trata de una pieza muy parecida a otras clasificadas como Azteca IV halladas en contextos del siglo XVI en La Habana Vieja. La arqueóloga Dra. Gilda Hernández (Universidad de Leiden), también lo considera similar a Azteca IV.
Ese tipo de piezas se hacía en México entre los años 1502 y 1521 aunque algunos autores lo extienden a mediados del siglo XVI (González Rul 1988), e incluso al siglo XVII (Charlton 1979).
Cerámica ordinaria pintada
 
Se trata en este caso de la vasija clasificada por Guarch Delmonte como del tipo Concepción de la Vega.
La vasija apareció en fragmentos, pero se pudo reconstruir. Alto: 30 cm. Diámetro en la parte más ancha: 33 cm. El cuello tiene 8.3 cm. de diámetro. Tiene forma de cántaro con cuello recto. El fondo tiene una depresión circular que forma una base cóncava.
La superficie externa es regular, lisa, y ha perdido el engobe blanco que aparentemente la cubría totalmente, pero en los lugares donde se conserva el dicho engobe o pintura es posible observar elementos lineales y curvos, pintados en negro sobre el engobe blanco. El diseño se compone de círculos blancos con puntos centrales en negro. El espacio entre los círculos se rellenó de negro y conforma elementos de apariencia triangular. Se distingue una línea zigzagueante y otras curvas, cuya integración con los círculos no se puede observar.
La pasta de la que está hecha la vasija es de color rojizo claro, bien quemada y con abundantes inclusiones de granos de roca, no muy grandes pero observables a simple vista. Recuerda las pastas indígenas aunque no se ha estudiado su origen.
Por su forma y decoración, el recipiente es muy diferente a otros hechos por los indígenas cubanos.
Guarch Delmonte dijo que la vasija debió ser hecha en Concepción de la Vega, República Dominicana. Se sabe que la cerámica hecha en este lugar comenzó en 1494 y hasta 1562. Se usaba para su elaboración acordelado y, en menor medida, torno. Generalmente las vasijas que allá se hicieron se decoraban con engobe rojo sobre blanco y con líneas, esgrafiado y raspado en zona, relleno de rojo.
Las vasijas de La Vega las hacían alfareros indígenas que copiaban  formas y técnicas decorativas hispanas con influencia morisca, aunque también motivos decorativos indígenas locales.
La pieza que se encontró en El Chorro de Maíta se diferencia de la cerámica de Concepción de la Vega en los colores, (no hay referencia de que los ceramistas de aquella ciudad utilizaran pintura negra sobre engobe blanco).
También la de El Chorro es  más alta y amplia que la mayoría de las documentadas en La Vega (Ortega y Fondeur 1978). Sin embargo, y obviando lo anterior, es verdad que en términos generales se asemeja mucho por su forma y por las peculiaridades del motivo decorativo y su disposición.
Cerámica ordinaria sin vidriar, gris fina
Se usa esa denominación para nombrar fragmentos encontrados en El Chorro de Maíta que no se ajusta a los tipos reportados en contextos coloniales hispanos del Caribe.
Se trata de 32 fragmentos que pudieran provenir de una misma vasija o de un grupo pequeño de ellas de poco grosor y de una muy peculiar manufactura.
Cerámica ordinaria sin vidriar, gris fina. El Chorro de Maíta.
Las piezas están muy fragmentadas en segmentos de 2.5 a 4 cm de largo, pero fue posible reconstruir áreas del cuerpo de una vasija de unos 30 cm de diámetro. Fue elaborada por acordelado y, en opinión de Roger Arrazcaeta, usando un torno alfarero.
Uno de los fragmentos es parte del cuello recto de una vasija de boca pequeña. De ahí que se crea que la vasija en cuestión era un cántaro o, probablemente, una jarra.
Las superficies internas y externas son bien lisas con áreas en su parte interna que llegan a ser suaves al tacto, pero sin pulido. El color es gris claro, con cierto matiz pardo en el interior. Restos de sedimento blanco, quizás del suelo del lugar, se notan incrustados en ambos lados. La pasta es fina, bien escogida y decantada. No se parece a las pastas de la cerámica indígena del lugar en su coloración y composición. La cocción es buena, pareja y oxidante. No se observaron elementos decorativos.
La sencillez general de la forma y la combinación de acordelado y torno, abre la posibilidad de un trabajo alfarero no realizado en Europa, quizás con componente indígena.
Cerámica indígena posiblemente local que copia formas europeas
Se trata de cerámica ordinaria de evidente tecnología indígena tanto en la selección y tratamiento de las pastas como en el manejo de las superficies. Sin embargo, se diferencia de las piezas aborígenes en la forma, que es de evidente inspiración europea: En un caso, que solo conserva parte del cuerpo, la boca y un asa, parece tratarse de la copia de una jarra de mayólica. La superficie es alisada y de color pardo rojizo, con huellas ligeras de exposición al fuego. Se desconoce en que parte del sitio fue encontrada y actualmente se conserva en los fondos del Museo El Chorro de Maíta.
Fragmentos encontrados en El Chorro de Maíta de cerámica indígena, posiblemente local, que copia formas europeas. De izquierda a
Derecha: fragmento con borde y asa. Vasija decorada. Fondo plano que aparentemente imita depresión de torneado.
En otro caso se trata de una vasija, en forma de pequeño vaso o jarra de 5 cm de diámetro y 4 cm de alto, con dos asas, y decorada con líneas incisas que forman cuadrados. Recuerda los morteros de
bronce del siglo XVI aunque pudiera ser una interpretación indígena de formas de cerámica hispanas y no una copia exacta. Guarch Delmonte aseguró que para su confección se usaron técnicas  indígenas.
Asimismo aparecieron tres bases planas de vasijas, con un largo que oscila entre 4.5 y 3.5 cm, las cuales, aparentemente, tienen formas de platos o escudillas, aunque esto es imposible de establecer de modo seguro por su reducido tamaño. (Los fondos planos son inusuales en alfarería indígena cubana). El color de las superficies internas y externas de estas bases planas es pardo rojizo y su textura áspera. Una de ellas presenta un pequeño reborde bien delimitado donde termina el respaldo, al que continua una concavidad en el fondo. 


Nuevas investigaciones en El Chorro de Maíta. Reconocimiento del sitio arqueológico y sus materiales (2206-2009)



Además de algunas otras conclusiones “apresuradas” de los arqueólogos que hicieron el descubrimiento y primeras evaluaciones del material encontrado, a los nuevos investigadores les parecía que el material europeo encontrado en El Chorro de Maíta y los objetos indígenas copiando formas hispanas habían recibido poca atención. Tampoco estaban de acuerdo con los primeros estudiosos del lugar, que consideraron poco significativo o importante la convivencia  de los indígenas con los europeos. Esos primeros investigadores, incluso, concluyeron que se trataba de “sitio de contacto”, y por tanto un espacio de vínculo limitado, poco intenso. Para ese criterio se basaron en la poca cantidad de objetos europeos encontrados, o por lo menos menor que las encontradas en otros sitios cercanos, como El Yayal o Alcalá.
Esos criterios antes dichos llevaron a los arqueólogos y expertos descubridores del sitio a considerar El Chorro de Maíta y su cementerio como producto eminentemente indígena, sin hacer (porque no estaban a su alcance), fechados que le certificaran la cronología del sitio.
Después Cuba cayó en la que se considera una de sus más grandes crisis económicas, por lo que no era posible financiar los estudios que merecía el gran descubrimiento. Los arqueólogos descubridores dedicaron sus principales esfuerzos a la construcción del museo de sitio.
 
 
 
Y llega 2006 que fue cuando comenzaron nuevos estudios en El Chorro de Maíta, con el principalísimo fin de valorar la interacción o convivencia entre aborígenes y europeos fuera del cementerio y también las posiciones en que fueron descubiertos los esqueletos y la formación del Área de entierros, (esto último en relación a los otros espacios del área), por lo que ahora se trataba de una investigación general del lugar, y no solo del cementerio.
Se estudiaron los objetos europeos o asociados a estos que se habían conseguido en las excavaciones realizadas anteriormente. También se investigó todo el material no analizado antes, incluyendo las piezas indígenas. 

 
 
 
Los siguientes textos resumen esas investigaciones y sus resultados y ayudan a entender el impacto que esos dichos estudios tuvieron en la comprensión del sitio y la nueva visión sobre el proceso de interacción o convivencia de aborígenes y europeos en El Chorro de Maíta.








Evidencias del contacto, interacción o convivencia de los aborigenes de El Chorro de Maíta y los europeos conquistadores/colonizadores



A la investigadora del Departamento Centro Oriental de Arqueología, Roxana Pedroso le encargaron en 1992, que realizara un inventario de materiales de origen europeo aparecido en El Chorro de Maíta. En el listado, al parecer, nada más se incluyeron los objetos aparecidos cerca de los esqueletos.
En total la investigadora mencionó 56 piezas de cerámica, sin aclarar ubicación o cantidad, (entre ellas Jarras de Aceite y la tantas veces mencionada vasija de posible fabricación en Concepción de la Vega a la que describe como pintada o con engobe de color crema con motivos florales y arabescos; ver la fotografía)
 

Asimismo en el listado aparecen clavos, un objeto punzante de hierro (que a su entender es la punta de una lanza o espada), una lámina perforada, un cascabel y los tubos que aparecieron alrededor de los entierros. 

Tubos de metal enrollado encontrados alrededor de varios entierros
De arriba hacia abajo: cascabel de 32.6 mm en su parte más larga; fragmento de cerámica perforado de 26 mm de diámetro mayor; lámina de metal de 32 mm de largo en su lado mayor, con perforación en la parte superior.

En el listado por ella confeccionado la Pedroso clasificó a los tubos, la cuenta de cerámica y la lámina perforada, como objetos elaborados por los indígenas a partir de material europeo y por tanto transculturales. Precisamente por el tipo de cerámica de los fragmentos de objetos de ese material es por lo que la especialista llega a la conclusión de que el contacto entre europeos y aborígenes de El Chorro de Maíta debió producirse en la primera década del siglo XVI (Pedroso 1992).

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