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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

22 de diciembre de 2016

La Plaza Isabel II de Holguín, Cuba, y la guerra grande de los diez años





Julio Grave de Peralta
Luis Marcano
Veinte días después de iniciada por guerra por la independencia de Cuba que es conocida en la historia como la de los Diez Años, exactamente el 30 de Octubre de 1868, Holguín fue atacado por los generales Julio Grave de Peralta y Luis Marcano. El Cuerpo de Voluntarios de la ciudad y otras fuerzas que la guarnecían, más las familias de más rango social de la ciudad que eran francamente integristas, se guarecieron en la casa de Rondán (que a partir de ese hecho comenzó a llamarse La Periquera). Las fuerzas independentistas incendiaron las manzanas comprendidas entre las plazas de San Isidoro y San José con tal de desalojar a sus enemigos de la casona y en vista de que no lo lograron le pusieron sitio por espacio de 36 días. Esta acción hizo que la plaza y su entorno fueran afectados notablemente por los incendios y tiroteos. El resultado final fue la pérdida de los más importantes inmuebles ocupados por viviendas y los principales establecimientos comerciales.


La presencia de las principales autoridades políticas y militares en La Periquera durante el sitio hizo que desde entonces la casona sirviera de sede del gobierno y que la Plaza se convirtiera en centro político de la jurisdicción.

En 1872, el edificio fue nuevamente atacado por fuerzas mambisas, esta vez dirigidas por los generales Máximo Gómez y Calixto García. El botín mambí incluyó los instrumentos de música de la Banda Militar del Regimiento Chiclana con los que organizaron una orquesta en la manigua[1].

En 1873 el Teniente Gobernador y Jefe militar de Holguín, don Marcelino García Obregón, impuso el dilema “con España o en contra de España”, o sea, que quien permanecía en la ciudad estaban obligados a ser soldado, guerrillero, voluntario o bombero. Antes, a inicios de la década de 1870 se había fundado el Casino Español, que durante las siguientes décadas radicó frente a la Plaza de Armas. El Casino disponía de una sección de declamación en la que destacó Manuel  Nates de Bolívar, alcalde que tuvo su residencia al lado de La Periquera (actual Fondo de Bienes Culturales) y propietario del establecimiento comercial que radicaba en Maceo esquina Frexes (posteriormente La Luz de Yara).



[1] Zenovio Hernández Pavón. “La música en Holguín”. Ediciones Holguín, 1988, p. 17

De cuando surgió la costumbre de las Retretas en el actual Parque Calixto García, antes Plaza de Armas Isabel II




 

En los años posteriores a 1840 alcanzan brillo las actividades recreativas y culturales, entre ellas las puestas de obras líricas y dramáticas en la Sociedad Filarmónica, pero sobre todo los animados bailes y las retretas en la plaza que se realizaban dos veces por semana, y también, especialmente, durante las fiestas del Santo Patrón y los días de San Juan, Santiago y para celebrar los cumpleaños o bodas de la realeza. Igual había retreta y también serenatas, dianas y bailes cuando se producían visitas de gran distinción.

Por la fecha guarnecieron a Holguín numerosos regimientos y todos tenían sus respectivas bandas de música. Una que disfrutó del especial  afecto de los vecinos, por su calidad, fue la del Regimiento de Cataluña. En 1856 la prensa recogió el siguiente elogio a dicha banda:

“En la espaciosísima Plaza de Armas de esta ciudad, en la que pueden colocarse cómodamente 16 ó 20 batallones en columna, se nota una animación particular, a pesar de los lutos que se guardan. El motivo es la excelente banda del Regimiento de Cataluña que nos guarnece, cuyos melodiosos acentos, sonora vibración, unidos al exquisito gusto y notoria aplicación de su músico mayor Don Cayetano Pariera, embargan la atención del público que le tributa las más cumplidas alabanzas. “Anteriormente a su llegada apenas se conocía diferencia entre los días de retreta y los normales”[1].

A las retretas solía llamársele entonces “ópera barata”, porque sin costo alguno los paseantes podían disfrutar de grandes creaciones de ese género que por entonces vivía un período de esplendor. Pero tampoco faltaban en ellas otras modalidades europeas más populares, como los valses, mazurkas y pasodobles. Y después, poco a poco, comenzaron a oírse creaciones representativas de Cuba y así lo demuestra la crónica del periódico “El Periquero”: “sin terminarse el variado programa de las piezas anunciadas, sucedió lo que cualquiera pudo haber previsto, que la música clásica cedió su puesto a la música cubana, esa que nadie supo definir y que todos concuerdan que lleva dentro de sí misma un no se qué de lánguido adormecimiento imposible de explicar, pero que domina e inspira el sello del deleite (…) haciendo con sus acordes cadenciosos un compuesto que constituye la música por excelencia y un baile que no tiene rival ni semejanza con ninguno del mundo”[2].

  


[1] Sección Correspondencia, periódico “El Redactor”, Santiago de Cuba, 13 de abril de 1856, p 3.
[2] Crónica, periódico “El Periquero”, 14 de mayo 1888, p.2

En los alrededores de la Plaza de Armas comienzan a levantarse los principales edificios de la ciudad



En 1841 Holguín ya tenía una población de 12 446 habitantes blancos y 5 460 negros, de estos últimos, 2 822 libres y 2 638 esclavos. En cuanto a la economía, para la fecha esta había mejorado ostensiblemente, gracias, sobre todo, al crecimiento de las exportaciones por el puerto de Gibara. Entonces entraban por allí víveres, maderas, cristalería, muebles, mármoles, metales, animales, efectos para ingenios, entre otros artículos procedentes de Estados Unidos de Norteamérica, Alemania, Inglaterra, Francia y España, entre otros países.

Una década después, la jurisdicción contaba con 87 ingenios y trapiches, 21 potreros, 1 675 sitios de labor, 3 504 estancias, 314 vegas de tabaco, 29 colmenares, 16 tejares y alfarerías, 7 alambiques, 6 tenerías, 12 caleras y yeseras, 17 carpinterías, 7 tiendas de ropa, 606 tiendas mixtas, 2 herrerías, 2 hojalaterías y dos fondas.

Por cierto, la primera fonda de Holguín se llamó “La Viajera” y estaba ubicada en los terrenos que ocupa actualmente el teatro Suñol, antiguo Infante. Antes en ese lugar residió la familia Grave de Peralta, de la nacieron dos insignes patriotas: Julio y Belisario Grave de Peralta.

 

En  las otras calles que rodean la Plaza Isabel II también residieron otras ilustres familias y personalidades. En la de San Isidoro (hoy Libertad), exactamente en el lugar que hoy ocupa la tienda “La Casa Azul” nació en 1774 Doña Victoriana de Ávila, gran benefactora de Holguín y Gibara, ciudad esta última en la residió mayormente. Y en la esquina de las actuales calles Maceo y Frexes, donde actualmente está la tienda “La Luz de Yara”, estuvo la vivienda de la familia Aguilera. Posteriormente en ese mismo espacio, entre 1848 y 1868,  de la Sociedad Filarmónica, que fue la más destaca sociedad de instrucción y recreo de todo el Holguín colonial.

En el edificio de la Filarmónica fue donde por primera los holguineros conspiraron por la independencia y asimismo, donde se gestaron innumerables proyectos para el progreso del pueblo.

 

El historiador Juan Albanés dejó por escrito la siguiente anécdota, que al no poderse probar, adquirió aires de leyenda. Dice el notable historiador que durante una tarde de ocio en los salones de Filarmónica, el acaudalado comerciante Francisco Rondán jugaba una partida (no dice de qué), con los asturianos Melchor y José Beceña, propietarios del establecimiento posteriormente conocido por Las Novedades. Entonces los Beceña dijeron que ellos iban a  construir en Holguín la que sería la más imponente mansión. Le pareció a Rondán que era aquel un gesto de vanidad y, más vanidoso aún, apostó que sería él quien levantaría el mejor edificio.

Cierta o no la anécdota, la verdad es que Rondán dedicó más de cien mil pesos a construirse su casona, que todavía hoy continúa siendo una de las grandes joyas arquitectónicas de Holguín.
 
Francisco Rondán y Rodríguez, conocido como El manco Rondán o el Manco de Auras (actual pueblo de Floro Pérez), nació en Málaga, España, en 1795. Logró una cuantiosa fortuna con turbios negocios. Falleció en Gibara el 27 de junio de 1875, tal como lo certifica el documento redactado en los libros de la parroquia de dicha localidad con el número 4070, folio 124.

Aunque le decían el Manco no le faltaba un brazo, sino que lo tenía inutilizado desde una vez que durante una tormenta trató de evitar que una embarcación que estaba en el puerto de Gibara se dañara.

La fotografía del terrible malagueño fue tomada del libro “El Sitio de Holguín”, texto poco conocido y que fue editado en febrero de 1869 por Antonio Nápoles y fajardo, hermano del célebre decimista tunero, Juan Cristóbal o mejor, El Cucalambé

 
Casona del manco Rondán en Auras, actual Floro Pérez, conocida como La Casa Larga

Ya en 1866 la casona de Rondán en Holguín estaba prácticamente terminada. En los bajos abrió El Volcán, un comercio que administraba don Casiano Labusta[1]. Labusta, además de comerciante, fue uno de los cantantes más aplaudidos en la Sociedad Filarmónica y en el nuevo teatro que a inicios de los 60 se construyó  en las actuales calles Arias y Miró.

Estudios realizados confirman que entre la década de 1840 a la de 1860  se produjeron los progresos más significativos del urbanismo holguinero: para entonces había en la ciudad unas 500 casas de mampostería y se inauguraron significativas obras sociales, entre ellas el Cementerio General de Holguín (1847), el Hospital de Caridad San Juan de Dios (1849), costeado por un grupo  de vecinos entre los que se destaca doña Victoriana de Ávila. Embellecía el Hospital un área de esparcimiento que quedaba al fondo y a la que se accedía por una bella portada neoclásica. Merecidamente esa área luego recibió el nombre de la gran benefactora; hoy es el parque Martí, al que tozudamente muchos holguineros continúan diciéndole Victoria.

Y en el 1848 se abrió La Marqueta, mercado de abastos denominado Plaza O’ Donell, obra también edificada por José Llauradó.




[1] En los bajos de la Casa Rondán o Periquera se hizo muy popular en Holguín el establecimiento mixto nombrado El Volcán. Era su propietario el comerciante Casiano Labusta y Rosa en sociedad con el Manco Rondán. Labusta era hijo de Vicente y Antonia, naturales de Asturias. Se casó en Holguín el 29 de abril de 1864 con doña María Columna Jomarrón de los Reyes, hija ella de Onofre y Bárbara. Fueron los padrinos de la boda don Belisario Álvarez y Céspedes y Ludovina de los Reyes, tal como está sentado en el Libro de Matrimonio de Blancos de la Iglesia San Isidoro. Ofició la boda el padre Juan Cancio Peypoch y Codina. Según don José María Heredia en su Historia de Holguín, editada en 1926, Casiano Labusta, tenía una hermosa voz de tenor y hacía dúos con José María Ochoa en el teatro cito en las calles que actualmente se nombran Miró y Arias.

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