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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

18 de noviembre de 2014

Pedro Vázquez Hidalgo, el niño héroe.




 General Pedro Vázquez Hidalgo


En su discurso en conmemoración del 10 de Octubre de 1868, en el Masonic Temple, Nueva York, 10 de octubre de 1888, dijo José Martí:

Señoras y señores:
Brevísimas frases, puesto que hemos empleado tanto tiempo, por el ardor inevitable del corazón, en dar salida a las pasiones evocadas por el recuerdo y la presencia de nuestros héroes, que ya no nos queda, a esta hora adelantada de la noche, espacio ni ocasión para rebajar con frías palabras de análisis, por necesarias que sean, por indispensables que sean...

(...)

Hoy mismo, evocando recuerdos, me hablaba nuestro presidente de lo que en Cuba presenció un ilustre irlandés. Era la noche. Era la victoria. Teas de júbilo ciñeron de pronto la hoya donde vigilaba el campamento de Calixto García Iñiguez. Ya se acercan los triunfadores, los que han quitado al contrario tres cornetas, diecinueve fusiles, ochenta vidas. En la procesión venía, levantado de codos sobre su camilla, un niño glorioso. Traía la pierna atravesada. Era horrenda la boca de la herida. Parecía enmarañada y negruzca, un bosque de sangre. El dolor le iba y venía al niño herido, a Pedro Vázquez, en olas de muerte por el rostro. Todos lo rodeaban con ternura. No bajaba la cabeza. No abría el puño cerrado. Los labios, apretados, para que no se le saliese la queja. Al irlandés le pareció el niño sublime. (...)

*Al irlandés al que se refiere Martí es James O´Kelly, corresponsal del The Sum que viajó a Cuba y publicó un texto: La Tierra del Mambí.

Compra que hace el General independentista Pedro Vázquez e Hidalgo.




Gral Pedro Vázquez Hidalgo
El 30 de agosto de 1901, seguramente que después de cobrar la pensión que le correspondió como General independentista que fue, Pedro Vázquez e Hidalgo, de 49 años de su edad, de esta vecindad de Holguín y empleado público, compra y regala a su legítima esposa Caridad Sánchez y Leiva, (Sic) de la misma vecindad que el esposo y de solamente 20 años de su edad, los sitios de labor y crianza nombrados Santa Teresa y La Caridad, ambos ubicados en la hacienda comunera de Cacocum. (No fue esta niña su esposa definitiva).


El primero con sus abiertos y sin casas, ni cercas ni labranzas y el segundo en iguales condiciones. Por el Santa Teresa paga 220.00 pesos oro español y 100.00 por el segundo.


Información tomada de: Notario Emiliano Espinosa. 1901. Tomo 2. Escritura 226


17 de noviembre de 2014

El marqués de Guisa, primer Teniente a Gobernador que tuvo Holguín.


Con datos tomados del libro: El Marquesado de Guisa de los historiadores Orlando Guevara Díaz y Aldo Daniel Naranjo Tamayo.

El padre del marqués de Guisa fue el fundador de la ciudad de Holguín y el marqués: el primer Teniente Gobernador.

Alcalde de Bayamo, como era, el padre del marqués, don Bartolomé Luis de Silva, en una de sus visitas de ordenanza a la silenciosa zona norte de la jurisdicción bayamesa (Holguín), convenció a los vecinos de la utilidad que era para todos, incluyéndolo a él, que tenía propiedades en la comarca, de reunirse en un punto y formar un pueblo para luego solicitar título al Rey y poder gobernarse por sí mismos.


No se ha podido precisar el día y el mes del nacimiento del luego marqués de Guisa, solo se sabe que nació en Bayamo en 1700 y que era el primogénito del matrimonio formado por don Bartolomé Luis de Silva y Ferral Tamayo y doña Ana María Ramírez de Arellano y Santiésteban, ambos naturales de San Salvador de Bayamo y gente de grandes propiedades. Los Silva eran ganaderos y productores de azúcar: dueños, entre otras extensas propiedades, del hato de Aguarás.


Obviamente que el hijo de tan grandes potentados hizo estudios superiores, primero en La Habana donde se hizo Bachiller en Leyes y posteriormente en España donde obtuvo el título de Abogado.



Una vez que el joven y riquísimo heredero regresa a Bayamo escoge mujer para hacer familia: se casa con otra rica heredera: Doña Ángela de Aguilera y Tamayo y con ella tiene una hija a la que nombraron Francisca Antonia del Rosario.


Es por entonces cuando muere el padre de don José Antonio de Silva, y este, el hijo mayor, hereda el título de Regidor Perpetuo y varios sitios del Hato de Aguarás. Luego él hace compras a su propia madre, consiguiendo con ellas hacerse dueño de la enorme hacienda de Santa Bárbara, ubicada cerca de Bayamo y a la que convierte en una finca para la cría de ganado vacuno de raza. (Es todo lo anterior lo que proyectan al futuro Marqués de Guisa como un hombre prominente dentro de la prominente oligarquía bayamesa). Y, además, como era costumbre entre los potentados bayameses, su participación activa en el contrabando, o sea, que vendió y compró a los corsarios y piratas que llegaban a las costas de Bayamo: carne y cuero de reses, y también tabaco y maderas preciosas a cambio de esclavos.


Entonces, repentinamente muere su primera esposa, don José Antonio de Silva se casa con una prima de aquella: Doña Antonia Tamayo y Aguilera, con quien tuvo un hijo: Juan de Paula.


…..


Como Regidor de Bayamo que era, don José Antonio de Silva ocupaba el cargo de Subdelegado de Marina y en 1730 salió electo Alcalde Ordinario de la jurisdicción[1].


En 1746, asume como Gobernador de Oriente el coronel de los Reales Ejércitos, don Alonso de Arcos y Moreno, quien era un amigo cercano de don José Antonio de Silva. Al año siguiente Silva vuelve a resultar electo Alcalde Ordinario[2] de Bayamo.


Aunque nos apartemos por varios párrafos de la biografía del marqués es precisa la siguiente disgregación para hablar del cargo de Teniente Gobernador. Este era un funcionario seleccionado por el Rey que tenía la misión de bajarle los sumos y obligar a los vecinos a cumplir las disposiciones reales. (Los Alcaldes eran elegidos entre los vecinos, por tanto ellos se beneficiaban con no cumplir las órdenes del rey, por eso la necesidad de un Teniente Gobernador).


Bayamo siempre fue una ciudad con alto grado de autonomía, esto es, que se mandaba por sí acatando pero no cumpliendo casi ninguna orden ni del Gobernador Provincial, ni del Capitán General ni del Rey. Incluso, hubo una vez en que se envió a Bayamo a un alto funcionario del Gobierno para obligar a los vecinos a cumplir con la orden de que no comerciaran más con los corsarios y piratas y un Regidor del cabildo bayamés acuchilló al enviado.


Por eso es que el Gobernador Provincial, Arcos y Moreno, inmediatamente nombrado en el cargo, comenzó las gestiones para nombrar un Teniente Gobernador para Bayamo. Y cuando lo supieron los bayameses estuvieron inconformes, como era su costumbre, incluyéndose entre ellos al propio José Antonio de Silva, que, abogado como era, promovió muchas acciones para conseguir que el Rey no diera el visto bueno a un jefe superior mandando en la ciudad, que seguramente, lo primero que haría era prohibir el comercio de contrabando. No obstante, Arcos y Moreno puso el Teniente Gobernador. Al principio los bayameses se negaron a ir a saludar al nuevo gobernante, pero finalmente tuvieron que aceptarlo.


Quizás esto ya narrado fue lo que llevó a don José Antonio de Silva a un nuevo plan: Crear un pueblo en las tierras sin dueños o realengas que había alrededor de la bahía de Nipe. (Por allí no había jefe español alguno que prohibiera el comercio de contrabando...) Pero para conseguir aquellas tierras tenía que tener el visto bueno del Gobierno de Bayamo, que era quien mandaba en la zona y él, que estaba adentro del Cabildo sabía que Bayamo no consentiría desprenderse de Nipe. Por eso la idea de apoyar un viejo plan de su padre: Conseguir que a Holguín le dieran título de ciudad y entonces gestionar con el nuevo Cabildo aquellas tierras.


Entonces José Antonio de Silva y Ramírez de Arellano se convierte en defensor de la idea de que el Rey diera título a Holguín sin importar si era el de ciudad, villa o pueblo, a despecho de sus vecinos bayameses.


El Gobernador de la provincia, Arcos y Moreno, también apoyaba el nombramiento de Holguín, porque si Bayamo perdía aquellas inmensas extensiones de su terreno, sería más fácil domeñar a los orgullosos oligarcas de allí y por eso el Gobernador siempre trató y tuvo de su parte al rico ganadero don José Antonio de Silva: hombre clave en la región del Cauto.


Y cuando finalmente el rey Fernando VI firma la orden real que le da derecho a Holguín a tener gobierno independiente de Bayamo, el Gobernador Arcos y Moreno viaja a esta y trae con él a don José Antonio de Silva, a quien nombra Teniente Gobernador de Holguín, por lo que el abogado bayamés se convierte en el primer gobernante del nuevo municipio.


……


Al principio el doctor Silva no quiso aceptar el cargo que Arcos y Moreno le ofrecía en Holguín, dice en una carta,  porque ello perjudicaría sus intereses al tener que dejar su casa en Bayamo... Pero Arcos y Moreno lo convenció.


……


Una vez al frente del gobierno de Holguín, Arcos y Moreno vuelve su viejo plan de fundar un pueblo en la Bahía de Nipe; si lo conseguía podría comerciar cuanto quisiera con los corsarios y piratas sin que nadie lo molestara, pero, además, podría solicitar un título nobiliario, pues las leyes españolas decían que quien fundara un pueblo con su propio dinero podría ser marqués.


Nada más un mes después de ser el Teniente Gobernador de Holguín, el doctor Silva envió al Capitán General de la Isla un plano de la zona de Nipe y los argumentos centrales para que le aprobaran aquellas tierras como propiedad suyas. Pero el Capitán General no le respondió porque éste tenía intereses particulares con Nipe. Entonces el doctor Silva escribió al mismísimo rey.


Sin embargo, se sabe que los reyes no responden toda la correspondencia que reciben... Tres años después de la carta al rey, José Antonio de Silva le pide a su amigo Arcos y Moreno, Gobernador de Oriente, que interceda por él ante el rey y el Gobernador lo hace, pero el Consejo de Indias no le dio curso a la petición argumentando que “no convenía al real oficio”[3].


Para entonces decidido como estaba a fundar un pueblo para después solicitar título nobiliario, Silva decidió que si no era en Nipe sería en cualquier otra parte.


Al lado de su hacienda Santa Bárbara, ubicada en las cercanías de Bayamo, había otras tierras realengas o sin dueño, que el doctor Silva quiso para en ellas fundar el “dichoso pueblo que lo haría marqués”: por eso pidió al cabildo de Bayamo que le vendiera aquellas que se nombraban Guisa. Se las vendieron y entonces Silva pidió que lo liberaran del cargo de Teniente Gobernador de Holguín. Cuando ya no fue más el teniente Gobernador de Holguín, Silva regresó a Bayamo y decidió comprar una de las más hermosas casas de aquella villa y vivir en aquella mansión, como correspondía a quien aspiraba a ser un noble de España. (La casa que el doctor Silva compró fue la de un tío suyo, que estaba situada a escasos metros de la Iglesia Parroquial de Bayamo).

Guisa, Granma, Cuba
Actual pueblo de San José de Guisa.

Desde su casona señorial el Dr. Silva se dio a la tarea de crear pueblo en Guisa. Y cuando lo hizo buscó a sus amigos poderosos para que le apoyaran en sus planes. Estos escribieron muchas cartas al Rey en las que mucho se dice de la trayectoria del aspirante; entre ellas dice que en los cinco años durante los que Silva fue Teniente Gobernador de Holguín nunca quiso cobrar los mil pesos anuales que le correspondían como salario y además, lo recalcan como argumento de peso, que el padre del doctor Silva reunió a los holguineros que estaban dispersos y los llevó a fundar un pueblo en Holguín, pero que aquel nunca solicitó el título de nobleza al que pudo aspirar por aquel acto. Y dicen, además, que el doctor Silva era un hombre desinteresado que invertía su caudal en el fomento de las nuevas fundaciones.


Finalmente el 28 de noviembre de 1760, Silva envía la solicitud oficial de que le otorguen título de marqués. Ahora lo que seguía era esperar, pero el doctor Silva no tenía calma. Dos semanas después de haber enviado su carta salió rumbo a España para hacer las gestiones personalmente.


No habían trascurrido más de dos meses de la llegada del doctor Silva a la corte cuando ya el rey autorizaba al Consejo de Indias que iniciara los trámites correspondientes para otorgarle el título de Marqués de Guisa. Lógicamente para eso el aspirante tendría que pagar mucho dinero y luego someterse a las inspecciones que verificarían si verdaderamente se había construido el pueblo: Pueblo que tendría que tener, como mínimo, 30 casas y, sobre todo, una iglesia.


A decir verdad, el doctor Silva había hecho algunas casitas en Guisa pero nada más, realmente aquello no merecía el título de pueblo.


Probablemente por eso es que el casi marqués se apresura a regresar a Cuba para terminar lo que tiene que terminar antes de la inspección, pero antes de ir a Bayamo deberá por La Habana para otras gestiones iguales de importantes. De ahí que no baje en Nipe cuando el barco pasa por allí, sino que sigue viaje. Silva y Ramírez de Arellano estaba en la capital de Cuba cuando los ingleses atacan y toman La Habana.


Antes, cuando fue nombrado Teniente Gobernador de Holguín, el doctor Silva recibió los grados de capitán de milicias y ahora a todos los habitantes de La Habana se les llamaba para la defensa. El capitán de milicias José Antonio de Silva y Ramírez de Arellano marchó a ocupar su puesto, que fue uno de los más peligrosos en la batalla, más, de nada valió el arrojo del bayamés y de otros como él. Los ingleses tomaron la ciudad. Inmediatamente Silva se embarcó con el ánimo de volver a Bayamo, pero cuando el barco venía por Punta de Camayagua, un lugar que está en la costa sur de Camagüey, los alcanzó una tormenta que los hizo zozobrar. El casi marqués perdió diez mil pesos oro que llevaba consigo para los gastos del viaje.


Pero, parece, que diez mil pesos oro no eran una gran pérdida para el doctor Silva. Pérdida, lo que se dice pérdida, eran los 63 años vividos: ya no era un niño y su salud comenzaba a resentirse y sin embargo, a pesar de la aprobación del rey, los trámites burocráticos demoraban mucho, sin importar que por su destacada actuación en la defensa de La Habana, que al regresar a Bayamo, había sido ascendido por el Gobernador de Oriente al grado de Coronel de Milicias de Holguín y Jiguaní.


…….


Transcurrieron dos largos años desde la solicitud del título y todavía no llegaban ni la inspección a Guisa ni ninguna carta desde España. Por eso es que el doctor Silva acude al Gobernador provincial reclamándole que enviara una persona competente para que hiciera la inspección.


Tres meses después y el Gobernador Provincial tampoco respondía. El doctor Silva le escribió al Capitán General de la Isla y aquel comisionó al Teniente Gobernador de Bayamo para que hiciera la “dichosa” inspección.


Al parecer el informe del Teniente Gobernador de Bayamo rindió frutos. El rey escribió al Gobernador Provincial y le pidió que diera aprobación al doctor Silva para que siguiera sus trámites. Trámites que le costarían otros diez mil pesos oro. Pagó Silva el dinero. Ahora nada más hacía falta que el Obispo diera licencia para construir la iglesia. Pero el Obispo, que entonces lo era el conocido Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, se negó a autorizar la construcción[4]. Sin dudarlo, ese era otro gran escollo a resolver: Sin iglesia no habría pueblo y sin pueblo no se haría efectivo el nombramiento.


A pesar de la oposición del Obispo, el doctor Silva continuó sus planes y fabricó la iglesia y el 16 de agosto de 1765 el Gobernador de Oriente, que para entonces lo era el Brigadier Fernando Cagigal de la Vega, Marqués de Casa-Cagigal, en compañía de su asesor general y de un agrimensor visitaron Guisa y levantaron acta en la que se recogía que el pueblo cumplía con todos los requisitos, lo que quiere decir que Silva había cumplido con lo exigido por la ley para la fundación de San José de Guisa. Pero, insisto, no habría pueblo hasta que el Obispo Morell de Santa Cruz aceptara y aprobara la iglesia.


Se intercambiaron varias cartas entre el doctor Silva, que para entonces tenía 65 años, y el Obispo. El Obispo escribió al rey diciéndole que aquello que se decía era un pueblo de 30 casas habitadas no lo era tal, que las casas estaban construidas de materiales muy precarios y que los vecinos eran los propios trabajadores de Silva, que él los había obligado a ir a vivir allí, y que cada vez que un vecino decidía irse, el doctor Silva tenía que salir con sus monteadores a buscar gente que fuera a vivir al pueblo y que no dudaba él que los cazaran a lazo y los obligaran a mudarse.


El doctor Silva le escribe al Obispo y le dice que es verdad que las casas están hechas de materiales endebles, pero no así la iglesia, que es de mampostería. Sin embargo el Obispo continúa en sus trece.


Pero el doctor Silva, como se hace evidente, era un hombre muy poderoso que por entonces escribe muchas cartas: al Capitán General de la Isla, al Gobernador de Oriente y al mismo Rey Carlos III.


En abril de 1766 el Rey escribe al Obispo criticándolo por su resistencia en relación a la petición del doctor Silva, y también al Gobernador de Oriente pidiéndole que le rinda un informe sobre la situación real del pueblo de Guisa.


Sin embargo pasan cinco meses y el Gobernador no responde a Su Majestad, por lo que éste le escribe al Capitán General y le dice que quiere esos informes con urgencia.


El Capitán General le escribe al Gobernador de Oriente y este visita una vez más Guisa. El informe es favorable al doctor Silva. Entonces el rey insiste con el Obispo y dice que escribirá él al Papa, para que sea Su Santidad quien dé esa aprobación. Finalmente el Obispo accede aunque de mala gana.


…..


Entre una y otra gestión burocrática, el doctor Silva demoró 15 años para tener título nobiliario, pero al final llegó el 15 de mayo de 1774, fecha en la que ya había cumplido sus primeros 74 años de edad. Ese día el Rey firmó la siguiente carta: “La calidad y circunstancia de vos don José Antonio de Silva, coronel de milicias de la Isla de Cuba, y del particular mérito que habéis contraído en la Fundación y Poblamiento del nombrado Guisa en la enunciada Isla y todo a vuestra costa y propio caudal, por decreto señalado de mi real mano, he venido a haceros merecedor del título de Castilla para vos, vuestros hijos y herederos y sucesores. Por tanto y porque habéis elegido la denominación de Marqués de Guisa, mi voluntad es que para siempre os podáis llamaros y titular MARQUES DE GUISA”.


Había que pagar para recibir el título: al doctor Silva le costó 3 mil 750 maravedíes de oro. Pero ser marqués del pueblo le daba todas las prerrogativas de un señor feudal: Serían él y sus herederos quienes seleccionarían a quienes gobernarían, nunca el pueblo tendría un teniente gobernador porque en aquellas tierras ya no mandaba el rey, sino el señor marqués. Y asimismo, todos tendrían que pagarle, siempre y para siempre, por vivir en Guisa y tendrían que pagarle también los que cruzaban por los caminos.

……


Finalmente una curiosidad, el primer marqués de Guisa solo lo fue por cuatro meses y once días. Después de ese tiempo el señor marqués, de 74 años de su edad, renunció al título y se lo legó a su hija doña Francisca Antonia del Rosario de Silva y Aguilera, y cinco años después murió.


Su hija, la señora marquesa, murió poco después sin dejar hijos, por que el título pasó a manos de su esposo, que lo ostentó unos pocos años, hasta que murió él también y entonces comenzó la primera guerra de independencia de Cuba que duró diez años. El marquesado quedó vacante y luego, a pesar de los muchos pleitos judiciales por obtenerlo, nunca volvió a manos de nadie.



(El marquesado de Guisa fue una maldición que solo trajo discusiones y muertes).






[1] Téngase en cuenta la fecha: para entonces ya existía el pueblo de Holguín que había creado el padre de José Antonio de Silva, pero todavía éste era gobernado desde Bayamo. 
[2] La alcaldía se obtenía por votación de los regidores y se ostentaba por un año. 
[3] Lo que hacía bueno a Nipe para Silva es lo que lo hacía malo para el rey: que el pueblo a crearse estaría en lugar tan apartado y por ende lo más lógico era que allí ocurriera es que se iniciara trasiego de mercancías con corsarios y piratas: Eso no le convenía al rey que aspiraba a que todos los productos de Cuba fueran a parar a sus arcas. 
[4] No es posible saber por qué el Obispo Morell de Santa Cruz se negaba a autorizar la construcción de la iglesia, aunque al parecer fue porque si el doctor Silva era nombrado Marqués sería señor feudal de Guisa y por tanto podría él seleccionar al cura que quisiera sin que el Obispo pudiera hacer nada.

30 de octubre de 2014

La novia de Mala Noche. Una historia de amor.


Como tímidas ráfagas fueron llegándonos noticias de Consuelo Álvarez y Valdés, la sobrina del prefecto de Mala Noche durante la guerra de independencia de 1895, el capitán Justo Magín Valdés. Nuestro colega Daer Pozo Ramírez es quien nos ha puesto sobre la pista de una historia hermosa que desde hace años investiga.

Siempre, el Jucaral de Santa Rita da la bienvenida a Mala Noche
Como era antes, El Jucaral, cerca de Mir, todavía es el sitio preferido por las bandadas de garzas que llegan allí para anidar. Y cuando algo las asusta, miles de ellas colman de blanco el cielo, como el velo de una novia que alza vuelo. Sucedió allí la historia que les narramos.

El tío de Consuelo Álvarez y Valdés era el prefecto de Mala Noche. Era ese un cargo administrativo dentro de las estructuras del Gobierno de Cuba en Armas. Quien lo desempeñaba debía organizar la vida en una zona que generalmente estaba en poder cubano, allí se sembraba, se fabricaban zapatos y monturas, y en muchas prefecturas estaban ubicados hospitales de sangre adonde iban los mambises heridos y enfermos a reponerse.

En su diario de la guerra escribe el general Enrique Loynaz del Castillo, padre de la poetiza Dulce María Loynaz: 31 de octubre de 1895. “Llegamos a la prefectura de Mala Noche a cargo del más laborioso y emprendedor de los prefectos, valiente soldado de la guerra anterior, el capitán Magín Valdés, anciano con alma de joven que tenía a todos los hombres de su familia en las filas libertadoras...” Y acto seguido dice el general Loynaz en su diario: “La columna invasora, extendida a varios kilómetros a lo largo del camino real, situó sus avanzadas y acampó”.

Maceo tenía previsto organizar la columna en Mala Noche. Allí nombró a su estado mayor y allí aceptó la fiesta de despedida que querían darles los holguineros a sus familiares que se iban con el Titán a hacer la guerra en otras partes.

“En la distribución del servicio, dice Loynaz del Castillo, me tocó estar de guardia todo el día hasta las seis de la tarde en recorrido con las avanzadas, para informar constantemente al Jefe de Día y al Estado Mayor. Era esta una labor fatigosa y no practicada sino en los campamentos del general Maceo, pero de indiscutible utilidad”.

Modesto Memorial que recuerda los varios hechos históricos que acontecieron en Mala Noche

La casona de tabla de la prefectura de Mala Noche era inmensa. El fogón de leña, constantemente, quemaba un tronco de júcaro negro, que es una madera que dura mucho en hacerse ceniza. Y a la luz del candil las sobrinas del capitán prefecto cosían la bandera. Después las jóvenes se adornaron  los cabellos con la flor de la mariposa y para verse se miraban  en el espejo de agua. Todas habían quedado hermosas para la fiesta de la noche.

La fiesta se hizo en la casona de Magín Valdés, el 31 de octubre de 1895.

Anotó el general Loynaz en su diario el 31 de octubre de 1895: “Cuando terminado mi turno me dirigí al cuartel general, situado en la casona de la finca, se tocaba el último vals de un baile en homenaje al general Maceo. Salía en esos momentos el teniente Peregrín Carrullas dando el brazo a la señorita Consuelo Álvarez Valdés, sobrina del Capitán Prefecto, quien acababa de hacer gala, en aquella reunión, de sus admirables facultades de poetiza y recitadora. Me concedió el teniente Peregrin el brazo de la joven que era maestra insurrecta. Del brazo llevé a la señorita Álvarez Valdés para que tomara asiento. Me senté a su lado para atenderla...” 

Según el general Loynaz la señorita Consuelo Alvarez Valdés era una linda joven, trigueña, de ojos negros, esbelta, de finas facciones. “Era una flor del campo. Nunca había estado en ciudad ni pueblo alguno. Solo conocía los campestres bohíos... Pero la madre, Juanita Valdés, mujer de cultura y mérito, había logrado darle una esmerada educación, aunque influenciada por sus creencias teosóficas. Compró la madre  cuanto libro pudiera contribuir a la cultura de su hija, cuyo precoz talento ya se destacaba. La niña aprendió a recitar con arte y pronto a componer admirables poesías...” Por lo que se saca en claro, debió ser amor a primera vista lo que nació entre Consuelo y el General Loynaz.

Enrique Loynaz del Castillo

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El día 2 de noviembre de 1895 la columna invasora se puso en marcha hacia occidente. Y en el primer descanso que tomaron el escribió Loynaz del Castillo en su diario: “Cuando partimos del inigualable campamento de Mala Noche me pareció, más que nunca, triste y luctuoso el día, y en la monotonía de la marcha sin aliciente, un mundo de recuerdos me atraían al  horizonte cada vez más lejano e iluminado por la personalidad, radiante de gracia, de Consuelo Álvarez...

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Durante toda la guerra el General Loynaz y Consuelo se escribieron hermosas cartas. Y asimismo ella aparece mencionada en el diario de él muy a menudo. En una de sus anotaciones dice el guerrero poeta: “Después fueron sus cartas inigualables y mi mayor deleite espiritual. Eran tan bellas, que muchas veces las leyó en alta voz y con cálidas celebraciones, el general Serafín Sánchez, que cultivó la amistad de la joven de Mala Noche. Y el general Mayía Rodríguez, no menos apegado a las letras, más de una vez me las quitó de las manos para ruidosos estallidos de admiración. Decía él que no escribió cartas más encantadoras Madame de Sevigñé ni más sentimentales la adorable Madame Recamier. Chateaubriand habría rendido su homenaje y su corazón a la espiritual belleza de la joven revolucionaria de los campos cubanos”. Cuando ya habían pasado muchos años, recordándola, escribió Loynaz: “Aquella joven, que no había asistido a una escuela, que no tuvo maestro, que no había visto una ciudad, que por su propio esfuerzo y talento escribió versos exquisitos y fue maestra en la guerra, fue a residir a Manzanillo al final de la contienda y ganó por oposición una escuela; por oposición ganó una cátedra en la Escuela Normal de Matanzas, fue profesora de pintura y dejó al morir magnificas pinturas. Escribió varios libros de filosofía teosófica y una novela”.

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Y ahí habría quedado la historia, perdida en el silencio, sino es que en una de las apacibles y monótonas tardes de Buenaventura, ciudad cabecera del municipio holguinero de Calixto García, adonde pertenece Mala Noche, el poeta y promotor cultural Daer Pozo Ramírez miró con delectación de arqueólogo en los antiguos escritos del padre de su poetiza preferida, esto es, en los escritos del General Loynaz, padre de Dulce María Loynaz. Y allí, sin que nadie hubiera querido verlos antes, estaban las noticias sobre Consuelo Alvarez y Valdés. Entonces comenzó la ardua tarea de conseguir más información sobre ella, siguiéndole los pasos con la dedicación de un detective.

Alicia y Elia Gallardo Valdés, nietas del Prefecto de Mala Noche


 
Donde puede oir: "La novia de Mala Noche", sus únicas descendientes vivas recuerdan la trágica historia del amor entre Consuelo Alvarez Valdés y el General Enrique Loynaz del Castillo.

Haciendo clic en el siguiente enlace puede visitar  a Mala Noche.

En 1902, tres años después de finalizada la guerra, el gallardo general Loynaz regresó a Mala Noche.

A todo galope cabalgó el forastero recién llegado sin detenerse para abrazar a los viejos amigos. Finalmente el General llegó hasta la casita que servía de escuela, hecha toda de tablas de palma y techo de guano, piso de madera y cuatro ventanas amplísimas. ¿Cuáles serían los sentimientos de la maestra al verlo parado en el umbral de puerta?. Ella ordenó a los niños que salieran del aula. Unos ocho alumnos tenía Consuelo Álvarez Valdés en la escuelita de Mala Noche. Una de los ocho era Chelito, o sea, Consuelo, a la que habían nombrado así en honor a la maestra. Chelito vivió en Mir hasta hace tres años, cuando murió con 97 años de su edad.
El temor de los niños era que la maestra se fuera. Ellos, a quienes no le habían contado nada, pero que lo sabían todo, estaban seguros de que si el general Loynaz volvió era para llevar la maestra al matrimonio. Dijo Chelito que los niños, por una hendija, miraron el reencuentro...


Fueron horas o, quizás, solo segundos de incertidumbre. La maestra lo miraba fijamente, el General Loynaz tenía una sonrisa de esas que dicen: “He vuelto como prometí. ¿Ahora nos casaremos?”. Y de pronto se rompió el encanto, el rostro de Consuelo se hizo duro, muy duro, y le dijo: “Usted incumplió su palabra. No vino al terminar la guerra como lo prometió. Han sido tres años de espera. Durante ese tiempo ha cambiado mi manera de pensar, mientras esté viva mi madre NO me casaré”.


El caballo quedó atado a la cerca de la escuelita. El general hizo sonar sus tacones como cada vez que recibía una orden de Maceo y se fue hasta donde crecían unos ciruelos. No hay testigos que le vieran llorar, pero todos creen que lloró.


Consuelo no se casó nunca. Unos años después, acompañada por su madre, se marchó de Mala Noche. ¿Por huir de los recuerdos?. Fueron a Matanzas donde la maestra de Mala Noche consiguió una cátedra en la Escuela Normal de esa ciudad.


¿El general Enrique Loynaz se dio por vencido?. Si todo terminó por qué en su libro de Memorias de la Guerra, escrito después, dedica una página completa a la novia de Mala Noche; por qué tantos elogios a la mujer que lo había rechazado...


Si él la amaba realmente, por qué no fue a buscarla inmediatamente después que acabó la guerra. Qué otra cosa tan importante lo retuvo por tres años...


Y como las anteriores, hay otras muchas preguntas sin respuestas: Consuelo nunca había estudiado en ninguna escuela, sabía, solamente, lo que su madre le había enseñado, y entonces ¿cómo pudo ser maestra de los maestros de Matanzas? ¿No sería que detrás, como una sombra benéfica, estaban las muchas influencias de Enrique Loynaz?.

Incluso, Consuelo Álvarez y Valdés asistió a convenciones de maestros en México y Nueva York. ¿Ayudar a Consuelo desde la oscuridad no sería la forma que encontró el general para conseguir el perdón de la muchacha?. ¿Si ella realmente huía de él por qué fue a Matanzas que era un lugar más cercano a la mansión de Loynaz en La Habana?.


La familia que queda con vida narra, y hay mucha pasión en el brillo de sus ojos, la siguiente escena que supieron no saben de dónde: Cada vez que sus ocupaciones se lo permitían, Consuelo regresaba a Mala Noche. En el apeadero de Mir siempre la esperaba uno de sus primos, hijo del viejo capitán-prefecto Magín Álvarez. Cuando llegaba el tren una lluvia de maletas, cajas y sombreros al viento, invadía la estación.


Ese día, en uno de los trenes llegó Consuelo. Su primo tomó la maleta pero ella, alarmada, pidió que fuera tierno con la maleta, pues el regalo que traía se podía romper. Atardecía ya cuando llegaron a la vieja casona donde años antes había organizado Maceo la tropa de la invasión. Pero nada dijo Consuelo del regalo y larga fue su conversación con el abuelo, con los primos, con su familia. Luego se fue a la orilla de la vieja laguna para mirar el agua limpia y tranquila, donde se asomaban miles de estrellas. “¡Ah, que ya nadie mira las estrellas”, dijo, mientras un caballo blanco relinchaba melancólico... Así como aquella bestia, relinchaban los caballos que seguían a la hermosa cabalgadura del general Maceo, el primero de la fila, cuando partieron de Mala Noche a hacer la invasión...


Cuando terminó de encontrarse con sus fantasmas, Consuelo volvió a la casona. Grave como quien va a oficiar una misa, buscó la maleta y de ella extrajo un humeante esplendor; era una caja de madera. Con ternura maternal, Consuelo la colocó sobre la mesa, abrió la tapa, colocó un disco y comenzó a escucharse una música hermosa. Abrazados y en trance la familia escucha y se vislumbra.


Fue Consuelo Álvarez y Valdés quien trajo a Mala Noche, por primera vez, un fonógrafo.


Cuando la noticia se corrió, a matacaballo llegaron los curiosos que querían oír, pero a todos, le explicaba Consuelo lo del ritual, la magia que todo merece, y dijo que es preciso esperar el instante preciso. Esperaron todos, sin irse ninguno, hasta que avanzó la noche y se hizo de madrugada, que era, según la maestra, la hora en que Dios se acerca iluminando, amaneciendo todo. Entonces echó a andar el artefacto tan limpio y se oyó un canto entonando por muchas voces. Ninguno de los campesinos habló, atentos como estaban en el girar incansable del disco mientras la música acampaba en Mala Noche. En el tren del tercer día Consuelo se marchó otra vez a su escuela en Matanzas.

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En el portalón de la casa prefectura de Mala Noche se encontraba un revistero que exhibía, como sus tesoros mayores, los libros escritos por Consuelo Álvarez y Valdés. Primero publicó en La Habana “Hombres Dioses”, que es un recorrido por el mundo espiritual de la autora, un paseo serio por diferentes religiones. Y después fue una novela que tiene la siguiente dedicatoria: “A mi madre. A ti que me has visto sufrir y luchar, que me has alentado y ayudado a ascender por la penosa cuesta de la vida, dedicote este libro donde palpita, como en la arteria, la purificada y tibia sangre, la filosofía que nos ha consolado, que nos ha nutrido de sano alimento espiritual, que nos ha dotado de estoica serenidad para vencer los obstáculos que toda mujer encuentra a su paso por el mundo cuando marcha sola, sin el apoyo del hombre”. 


Sara, que así se llama el personaje protagónico de la novela de Consuelo Álvarez y Valdés, y que da nombre a la novela, es, un tanto, Consuelo. No hay que creer que es esta una novela puramente autobiográfica pero hay de autobiografía en ella.


Y otro libro final escribe Consuelo. De este solo queda un ejemplar que guarda celosamente la Biblioteca Nacional de Cuba, y que solo es prestado a los socios honorarios de esa institución. En él la novia de Mala Noche da a conocer sus conceptos sobre la belleza.


Cuando Consuelo lo escribe ya hacia años que se había producido el rompimiento quizás definitivo con Enrique Loynaz. Sin embargo él lo leyó. La prueba es que el General escribió: “Su discurso sobre los múltiples conceptos de la belleza fue una magnifica oración a las artes, a las letras, a cuanto mejora y enaltece el sentimiento humano...”

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Consuelo no dedicó ninguno de sus libros a Loynaz. Pero si seguimos creyendo en que Sara Agramonte, el personaje principal de la novela escrita por ella, es un poco su autobiografía, entonces Consuelo buscó la soledad y se encontraba a gusto mirando al cielo gris como los buenos románticos y así hasta su muerte.


Durante un día angustiante murió en Matanzas, Juana Valdés, la madre de Consuelo. La novia de Mala Noche quedó con la sola  compañía de su amiga Belica Torrado.


Cuenta la familia que años después de la muerte de Consuelo el General Loynaz llevó los restos de madre e hija y los inhumó en el panteón regio de la familia Loynaz. Dicen que quien vivió toda la vida lejos de la novia de Mala Noche, quiso que en la muerte nada los separara. (Esta última información no está confirmada, aunque es tradición en la familia).

En el panteón de la familia Loynaz en el Cementerio Colón, de La Habana, nada más hay una lápida en recordación a la célebre hija del General, Dulce María Loynaz, Premio Cervantes de Literatura

29 de octubre de 2014

Artículo aparecido en el Diario de la Marina que el Fiscal General utiliza como probatorio de que el General Mariano Torres Mora no cumple los requisitos para recibir pensión.



Diario de la Marina, 20 de marzo de 1919.

Desfalco en Hospital de Holguín.

     Los fondos del hospital civil y el tesorero contador han desaparecido.
   El doctor Calzada se encuentra en la ciudad del Marañón.

Leemos en La Independencia de Santiago de Cuba lo que sigue:

Desde hace una década de años venía presentando sus servicios como administrador del Hospital Civil de Holguín el Sr. Elías Mallo Granado (sic).

Hará diez días este señor solicitó al Director del establecimiento Dr. Antonio Frexes, una licencia por dos días para trasladarse a esta ciudad de Santiago de Cuba, a ventilar asuntos de carácter particular; licencia que le fue concedida una vez llenado los trámites legales.

Pero visto que el tiempo que comprendía la licencia había terminado y que el Sr. Mallo no regresaba a ocupar su puesto llámale la atención al Dr. Frexes, quien en el acto le transmitió un telegrama solicitándole su retorno a la mayor brevedad posible.

El telegrama fue dirigido al Hotel París, donde se decía que se hospedaba el Sr. Mallo.

Pasó el tiempo pertinente para recibir y contestar el telegrama sin que se supiese nada acerca del Sr. Mallo. En virtud de este silencio el Dr. Frexes inició las correspondientes investigaciones para conocer el paradero del administrador, siendo del todo imposible lograr su propósito. Fracasadas sus gestiones, entonces comunicó a la superioridad lo que ocurría con la persona del Sr Mallo.

Con motivo de lo narrado llegó a Holguín procedente de La Habana el Dr Calzada, Inspector de Hospitales de la República quien puso en conocimiento del Juzgado lo que ocurría. Se constituyó el Juzgado en el Hospital para levantar las diligencias del caso y llevar a cabo la apertura de la caja donde se guardaban los intereses monetarios del establecimiento.

En presencia del Juzgado, del Dr. Frexes y del Dr. Calzada, se procedió a la apertura de la caja, encontrándose ésta con unos cuantos papeles sin importancia alguna y notándose a la vez la falta de dinero.

Se dice que el desfalco asciende a $ 12 000.00, producto de las propiedades del Hospital que habían sido vendidas en pública subasta.

Una de las últimas propiedades vendidas fue la finca La Breñosa, siendo el comprador el General Mariano Torres.

El nombre del Sr. Mallo ha sido circulado por toda la República, así como también sus señas particulares, para que lleven a cabo su detención en caso de no haber abandonado la Isla.

Hay quienes opinan que el desfalco ha sido mucho mayor si se tiene en cuenta que el Hospital había vendido en pública subasta las propiedades siguientes:
Solar en calle Miró, en $ 4 500.00

Solar en calle Maceo, en $ 4 000.00

Finca La Breñosa, en $ 7 100.00

Solar en calle de Aguilera, en $ 700.00

Todo lo que hace un total de $ 15 800.00,

Más algunos otros fondos que el Hospital tenía.

Documento sobre imposibilidad de dar fe de bautismo de Mariano Torres Mora.



“El Presbítero José Fernández Lestón, cura de San Isidoro de la ciudad de Holguín, CERTIFICO haber registrado los libros parroquiales a mi cargo y en ellos NO hallé la partida de bautismo de AGUSTIN MARIANO TORRES MORA, natural y vecino de esta ciudad, el que según referencias nació el 28 de agosto de 1832, siendo bautizado en una de estas parroquias como hijo legítimo de Don Juan Ignacio Torres y Doña Isabel de Mora, ambos de la misma naturaleza y vecindad, los dos ya difuntos.

“Y a petición del interesado expido el presente certificado negativo en Holguín a 18 de noviembre de 1918”.

(Además se adjunta una certificación de los doctores Latour y Frexes, médicos cirujanos, donde dice que Mariano Torres Mora aparenta tener más de 80 años).










Documento probatorio de que el General Mariano Torres no es propietario de la hacienda La Breñosa.



El General Torres, conjuntamente con el escrito de defensa que presenta al Juzgado, entrega la siguiente escritura de certificación firmada por el notario Dr. Francisco Frexes Bruzón, que da cuenta de:

“Examinando el archivo de mi Notaría aparece que el día 2 de julio de 1918 y bajo el No. 189, el Hospital Civil de esta Ciudad, representado por su Director el Sr. Antonio Latour y Ollivier, vendió al Sr. Fernando Cruz Parra 62 ½ de posesión situado en la finca La Breñosa, de este Término Municipal, en precio de 7 000 moneda oficial.

“Que en el referido examen no aparece ninguna escritura por la que el Sr. Mariano Torres Mora haya adquirido de la Beneficencia ni del Hospital Civil de esta Ciudad finca de ninguna clase”.

Firmado en Holguín en 4 de junio de 1919.

Ampliación del certificado de propiedades de Mariano Torres Mora.


Federico Pitaluga, Secretario de la Comisión del Impuesto Territorial del Municipio de Holguín.

Certifica: Que en el Registro de Amillaramiento de fincas urbanas de este Término aparece inscripta a nombre del sr. Mariano Torres Mora una casa en la calle Amistad en esta ciudad con un valor de venta de 4 362 pesos y 300 de renta anual.

También aparece a nombre del propio Sr. Torres otra casa en la calle Aricochea, No, 20, con un valor en venta de 4 300 pesos y 180 pesos de renta anual; esta finca aparecía a nombre del Sr. José Medina Ruan y se ha traspasado al Sr. Torres en la fecha en virtud de la presentación de la escritura de compra, la cual fue autorizada por el Notario Dr. Alejandro Vázquez Botana en 7 de febrero de 1918.




Certificación del Archivo del Ejército Libertador cubano en relación a Mariano Torres Mora.


El Coronel Joaquín Oropeza y del Sol, encargado del Despacho en el Archivo del Ejército Libertador de que es Jefe el General José Miró Argenter.

CERTIFICA que según antecedentes oficiales que radican en este Archivo, Mariano Torres Mora, natural de Holguín, hijo de Juan Ignacio y de Isabel, de 66 años de su edad en 1903, casado, formó parte del Ejército Libertador y prestó servicios en el territorio del 2ro, 3ro, 4to y 5to Cuerpo desde el 17 de septiembre de 1895 hasta el 24 de agosto de 1898, fecha la última en que legalmente obtenido, ostentaba el grado de General de División.

(El documento está fechado en La Habana el 19 de agosto de 1918)

Certificación de propiedades de Mariano Torres Mora


Cándido Ponce de León González, Contador Interventor del Municipio de Holguín, en fecha 14 de octubre de 1918, CERTIFICA que “el Sr. Mariano Mora Torres, vecino de esta ciudad es contribuyente a este municipio por el concepto de fincas urbanas, tributando por ella 9.00 pesos anuales”.

El valor de venta de las casas es de dos mil pesos.

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