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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

7 de junio de 2011

Holguín vista a través de las letras

Por: MSc. María Luisa Pérez López de Queralta.

Acuñada tradicionalmente dentro de los preceptos teóricos de la arquitectura, el vocablo ciudad queda limitado generalmente al aspecto físico; sin embargo esta conclusión ignora los aspectos disimiles que serán insertados en el mismo y que entroncan no sólo con lo material, sino que se dirige, además, a lo espiritual. La Literatura , ha tomado la palabra ciudad como elemento temático y en ocasiones llega a distribuirla o diferenciarla dentro de categorías propias de la técnica literaria o recursos conformantes de la estilística del lenguaje. 

Este planteamiento hace solícita la presencia del investigador. Tomando como punto de arranque un rasgo pionero de la aplicación de la Política Cultural de la Revolución en este caso, la profundización en lo propio, discrepo con este planteamiento: aludir a la ciudad es un fenómeno privativo de los textos de historia locales: en Holguín la prensa plana escrita y en específico la página dedicada a la literatura, toma la delantera con respecto a los investigadores de la historia local. Paso a ejemplificar.

En el año 1862, aparece el primer periódico holguinero denominado “La Luz”. Era su dueño el tunero aplatanado en Holguín, Antonio José Nápoles Fajardo (hermano del notabilísimo poeta siboneyista El Cucalambé). La evocación inicial a Holguín, dentro de la evolución literaria de esta localidad, nace La Luz:
Once años, tiempo tan largo
llegué Holguín a tu ribera…
Influido por el tono, el ritmo y la cadencia de su hermano Juan Cristóbal Nápoles Fajardo,  Antonio José, alias: Manuel (Sanlope), hizo nacer la evocación a la ciudad holguinera con el acento del agradecimiento. 

Y después de él, los demás cantores de la ciudad van llegando a Holguín. Corre la década antepenúltima del siglo XIX y es la décima la estrofa heráldica. El agradecimiento de quienes le cantan a Holguín no se limita al hecho de haber llegado a la ciudad y que esta urbe los acogiera. 

La Aldea se detiene, antes que en los otros, en El Cucalambé. El célebre decimista  evidencia su apego a las leyendas locales y ese es otro modo de hacer justicia con esta, su otra patria chica. 

La lectura de los versos cucalambeanos dedicados a la Loma del Fraile atestiguan lo explicado hasta aquí. 

Risueña como un festín,
Como la noche de un Baile
Se eleva frente de Holguín
Loma esbelta como el güin,
Llamada el “Cerro del Fraile”.

Mil antiguos peralejos
Se mecen sobre su cumbre
Y sus puntas a lo lejos
Muestran del sol a la lumbre
Tornasolados reflejos

Sábese bien  de su nombre,
El origen verdadero
Pues refiere el pueblo entero
Que allí alborotaba un hombre
Que era loco o embustero.

Con el supuesto y extraño
Apodo de “Fray Bragazas”,
Se dio a conocer ese año
Y dijo en sus amenazas
Verdades de gran tamaño.

Nunca el pueblo tuvo en poco
Su fuerte voz de cencerro,
Ni sospechaba tampoco
Que el habitante del Cerro
Era, en vez de un Fraile, un loco.
Y los pobres holguineses,
Temiendo sus amenazas,
Le regalaron hogazas
Y sufrieron mil reveses,
A la voz de “Fray Bragazas”.

Más, he aquí que una ocasión
En que estaba húmedo el piso,
Al decir una expresión
En que era bufar preciso
Dio tan fuerte resbalón;

Que rodando como un bolo
Y dando horrorosos gritos,
Refieren todos, toditos,
Que no cayó un hombre solo,
Sino muchos pedacitos.

Y desde entonces aquella
Loma alegre como un baile,
Cuya cumbre verde y bella,
El pié del mortal no huella
Se llama el “Cerro del Fraile”.

Al fondo, Cerro del Fraile
Quienes leen esta entrada también lo hacen a
Cerro del Fraile, joya florística de Holguín

Una décima poco conocida y escrita en Holguín, la cita Antonio José Nápoles Fajardo en su libro El sitio de Holguín publicado en 1869. Al decir del tunero cuando el incendio de La Periquera, (La gran casona estaba sitiada por los independentistas cubanos. En ella se habían guarecido los seguidores de España en la ciudad), entonces uno de los presentes escribió la espinela siguiente:
El ángel del exterminio
Sentó sobre Holguín su planta,
Levanta, Señor, levanta
Tu desastroso desinio (sic).
¿Es moro o es abisinio
quien trajo la guerra a Holguín
y de Cuba este confía
Incendia, tala y devasta?
No sigamos que ya basta,
Lo hacen tus hijos Holguín.

En la obra costumbrista El Becerro de Oro, del poeta y dramaturgo Joaquín Lorenzo Luaces deja muy mal parada a Holguín (que no sabe la Aldea si aquel la había visitado y tampoco donde supo lo que dice uno de los personajes). Ya abundamos: en este drama decimonónico el personaje del dinero al hablar de la moda del momento, dice en jocoso tono ,y hace reir a los demás a mandíbulas batientes, que el mal gusto al vestir llegaba a todas partes de la Isla desde Holguín... 

Con la llegada del siglo XX, otra vez se menciona a esta ciudad o aparece Holguín como fuente de inspiración. 

En la década inicial de la centuria un gallego aquí enraisado propone una obra teatral que no se quedó en papeles, sino que fue aquí escenificada.  Habla la Aldea de Nicasio Vidal Pita y su drama Por los alrededores de Holguín o en busca del tesoro perdido, verdadero aporte a la literatura holguinera. La obra narra la búsqueda de un tesoro destinado a construir una biblioteca pública. Dolorosamente la obra se extravió lo que es un suceso nefasto para el patrimonio cultural de Holguín. Se sabe, sí, que Vidal Pita, cambió la jocosidad de Luaces y otra vez regresa el acento del hombre agradecido tal y como lo habían hecho los Nápoles Fajardo. 

En “Canto a Holguín”, también de Nicasio Vidal, el autor dice:

Hace mucho tiempo que vivo en tu suelo
que aspiro tu aire, que miro tu suelo,
años que pasaron en grato vivir;

Llegué como un ave de extraña ribera,
y aún sobre tu heroica feudal Periquera
la enseña no estaba que hoy miro lucir.

Tiene el hermoso “Canto a Holguín” un hondísimo patriotismo, que será, dicen los estudiosos, un directo antecedente de la lírica que se escribiría en  este pueblo y en los barrios adyacentes hacia los años veinte. Lo que sigue es una colección de algunas de las lexías de Vidal Pita donde la urbe Holguín es el centro: hijos con noble arrogancia; heroicos patriotas; fue en ti donde supe lo que es el Derecho; ese culto que ardiente en el pecho/ lo llena de noble patriótico ardor.

Esa línea de patriotismo al escribir del terruño donde se ha nacido o en el que se vive (acabado de leer en Nicasio Vidal Pita), no es nuevo en el Holguín de principios de la República Burguesa. Ya la generación que había visto frustrado el ideal de la independencia la ha empleado. Antonio Luciano Torres, por ejemplo, tiene como Vidal Pita su “Canto a Holguín”, es Torres el primero de los líricos locales donde se unen lo patriótico y el amor del hijo por la tierra madre:

Holguín, mi pueblo natal,
¿cómo no cantarte un día
si encierras la poesía
del jardín universal?


Pueblo de héroes, yo te canto
mas… como soy holguinero
no debía hacerlo, pero…
Holguín, te quiero tanto...


En una inmensa llanura
reclinada dulcemente
como virgen inocente,
en el seno de natura,
está Holguín, cuya hermosura
es de una gran población.
El fecundo Marañón
hace más pura la brisa
la libertad, su divisa,
el valor, su inspiración…

El ”Canto… de Antonio Luciano Torres  es un extenso recorrido cronológico, apoyado en importantes inmuebles de esta ciudad y sus plazas. Así concluye:

Holguín, mi pueblo querido,
cuán dichosa me he sentido
pudiéndote bosquejar.
Yo no sabré cantar,
las grandezas que atesoras,
pero en las plácidas horas
que se expande el corazón
cantaré tu Marañón
donde placentero moras.

Las dos décadas iniciales del siglo pasado fueron fértiles en el canto de los hijos de esta comarca a la ciudad. Y, como todo es geografía antes que historia, los nuevos líricos , como antes El Cucalambé, cantan a la geografía. El mismísimo Antonio Luciano Torres  escribe versos “Al Cerro de la Cruz ”:

Pirámide cuya meta
por la brisa acariciada
de la inspiración preciada
tan necesaria al poeta.
El huracán te respeta
dejándote con asombro,
yo también cuando te nombro
o contemplo tu belleza
piensa que toda grandeza
a tus pies es un escombro.

Y como es es claro que ocurra, la narración en versos de las leyendas del pueblo.

Hubo un tiempo que salía
teniendo al pueblo contrito
una luz, cual arbolito
que por tus faldas corría
la multitud te decía
eran óleos derramados
vivían tan equivocado
que pensaban que eran gases
por el tiempo acumulados… 
(autor: Antonio Luciano Torres)

Aquella generación inicial de poetas del siglo XX holguinero, aporta a la hasta entonces visión de la ciudad casi fronteriza con la literatura oral y junto al agradecimiento, el verdadero amor filial. Manuel de Jesús Lastre Manduley en su “Himno Holguinero”, escribió: “La bandera de nuestros soldados/ Que en la lucha subieron ¡tan alta! /la bandera de Julio Peralta. /El estoico y viril luchador/…:/
Holguineros la gloria del día/ Resplandece en la hermosa bandera/Le dio un beso de luz Primavera /Y en el cielo semeja una flor.

Ahora, el sujeto lírico queda en plural y se le canta a la ciudad y en especial a sus héroes mayores: Julio Peralta, el estoico y viril luchador…] ...] La bandera del noble García / El guerrero gentil y valiente /Que selló con el plomo su frente/ Por no ver mancillado su honor.

Pero la lírica local no quedó restringida a accidentes geográficos, héroes de las gestas independentistas o leyendas; también se hallaron elementos de la arquitectura de Holguín; José Oberto Caissé en “Oh, los viejitos mendigos”, dirá en acertado discurso de crítica social :

Oh, los viejitos mendigos... Tal vez un tiempo fueron
muy apuestos galanes que en momentos dijeron
al oído de las damas de amor madrigales…

Y van por las calles –andrajos de la suerte–

Sin saber –oh, cielo– si encontrarán la muerte
en una noche triste, delante de los portales.

También se dirige a Holguín Guarina Rivero:

Eres la flor prisionera
entre verdosas montañas
donde se alzaron cabañas
de aquella plaza guerrera.
¡Si cantarte yo pudiera
de aquellos duras campañas,
las heroicas hazañas
que libraste en lucha fiera…

Al triunfar la Revolución e instaurarse en la prensa plana escrita una sección destinada a la promoción de las letras, Holguín se convierte en escenario obligado. En los sesenta, y ante la necesidad del reflejo inmediato de la situación social de nuestro país, en la creación artística y literaria, las localidades son absorbidas por las grandes urbes. Sin embargo, ello no impide de que en el relato “Juego con las manos”, el entonces bisoño narrador Pedro Ortiz, hable de la Loma de la Cruz. Por cierto es este el relato que abre el velo al tema de la ciudad de Holguín en la narrativa local de la época revolucionaria.

En los ochenta, otra vez regresa Holguín a lo temático. Pedro Ortiz en, “Pasen muchachos, mis audaces”, recrea figuras de esta ciudad desde la mirada costumbrista; mientras que en “La hora tercia”, su personaje Juan Nepomuceno mira tristemente hacia la Catedral de San Isidoro en cuya construcción había trabajado. 

Si los años ochenta fueron de gran valía para la diversificación del tema de Holguín en la literatura debe anotarse, además, que la lírica volvió a enseñorearse aunque ahora la cuentistica está asumiendo el tema por vez primera. Y después de esta etapa la ciudad fue dejando de ser un foco inspirador en las letras locales. ;

Bibliografía:

Hart Dávalos, Armando: Política Cultural de la Revolución Cubana (Documentos).
Editora Pólítica, La Habana , 1982, 58 p.

González, Lourdes et al: Catálogo Literario Holguinero (Siglo XX). Ediciones
Holguín, Holguín, 2000, p.105.

González, Ronel et al: Selva interior (Estudio crítico de la poesía en Holguín)
(1862-1930). Ediciones Holguín, Holguín, 2002, p.107.

González, Ronel: La noche octosilábica. Ediciones Holguín, Holguín, 2004, p.133.

Infante, María Elena y Maricela Messeguer Mercadé: Los senderos de la luz.
Ediciones Holguín, Holguín, 2000, p.134.

2 de junio de 2011

Casona de la Playa Vallado

En el fondo de la fotografía se puede ver la Casona de la Playa Vallado.
Los orígenes de la edificación existente hoy día en la calle Ronda de La Marina esquina Justo Aguilera conocida como Casa de Vallado se remontan a 1885, momento en que el terreno donde hoy está edificada pertenecía al Municipio de Gibara.

El 13 de agosto de 1885 se presentó ante el Ayuntamiento haciendo solicitud del mismo Don Francisco Piferrer Valdés, natural de Matanzas, y vecino de Matanzas en aquel momento, mayor de edad, casado y de oficio carpintero. Al día siguiente,  14 de agosto, se realizó la mercedación siendo el encargado de ejecutarla por el Cuerpo Capitular Don Casimiro de la Torre y Torriente, lo que se efectuó con la situación y medidas siguientes:

Frente a la calle de La Marina, Fondo a la calle Hernán Cortés (hoy J. Peralta), Derecha a la calle Jovellar (hoy Justo Aguilera) e izquierda con solar de Don José Burrow. Dicho solar mide 22,18m de frente, 21,76m de ancho por el fondo, 41,58m de altura por la derecha y 39,90m de altura por la izquierda. Por este solar Piferrer pagó 53 pesos por la mercedación al municipio y 1,59 por Derechos Reales. El mismo fue inscripto al folio 120 del tomo 4 del Registro de la Propiedad de Gibara. Piferrer construyó una casa sobre el solar.

Posteriormente Don Francisco Piferrer y Valdés vendió la propiedad a don Joaquín de los mismos apellidos el 4 de diciembre de 1889. La venta se hizo por 200 pesos mediante escritura pública no.311 ante el notario Carlos José de Aguilera. Don Joaquín era también carpintero.

El 24 de abril de 1894, ante el notario Carlos de Aguilera, Don Joaquín Piferrer vendió esta casa con su solar a Don  Ramón López del Vallado y Fernández, comerciante, casado y natural de Santander. La venta se realizó por 250 pesos.

Don Ramón López del Vallado y Fernández falleció sin formalizar testamento el 13 de enero de 1920. Su viuda doña Concepción Riverón y Hernández tramitó juicio de herencia ab intestato en unión de los seis hijos de ambos, nombrados Eva Matilde, Maria de la Concepción, Noé, Sem, Fe y Luz López del Vallado y Riverón, y una vez concluido éste la inscribieron como herencia intestada, según Declaratoria de Herederos expedida el 12 de de agosto de 1925, por Vicente Tapia Torres, secretario del Juzgado de Gibara.

Doña Concepción Riverón Hernández, viuda de López del Vallado,
Natural de Camaguey y vecina para entonces de La Habana, vendió a Félix Remón Calero los derechos correspondientes de su parte
Pro-indivisa de la referida casa. Félix Remón Calero era natural
de Canarias, vecino de Gibara, comerciante. La venta se hizo por
1800 pesos y se asentó a las ocho de la mañana del 17 de abril de 1928 en el Registro de la propiedad de Gibara. En ese mismo día se asentaron las ventas que le hicieron los otros herederos al mismo señor Calero. Noé vendió su parte en 350 pesos y los restantes vendieron conjuntamente por 900 pesos, por lo que Calero pagó en total 3050 pesos por la casa.


Curiosidades:
Para la época en que Francisco Piferrer adquirió el solar, la zona cercana al mismo recibía el nombre de "El Salado" (Fuente: Planos de la época y Registro de la Propiedad)

Eva López del Vallado y Riverón, hija de don Ramón López del Vallado fue la gibareña que enviudó al morir su esposo en el desastre de El Titanic. (Fuente: Protocolos notariales)

Ramón López del Vallado fue la persona escogida por el comercio gibareño para ir a Inglaterra a tratar la adquisición de un barco de gran tonelaje. Este barco navegó primero con el nombre de "GIBARA", pero fue vendido luego a la compañía Sobrinos de Herrera.

Precios Las Balsas

Balsas de Gibara

1 persona……………………………………...…$0.10
1niño de 5 a12 años………………………….......$0.05
1 niño menor de 5 años, en familia…………......…$0.00
1 caballo, yegua, mulo o mula, con carga o sin ella. $0.10
1 res vacuna…………………………………..…$0.10
1 cerdo hasta 4 arrobas……………………….....$0.05
1 cerdo de más de 4 arrobas……………….....…$0.10
Ganado lanar o cabrio, uno………………….......$0.05
Una carreta con dos o más yuntas de bueyes,
con carga……………………………....……….$0.70
Una carreta con dos o más yuntas de bueyes,
sin carga …………………………………....….$0.50
Una carreta con una yunta de bueyes o
 vacas con carga……………………………......$0.50
Una carreta con una yunta de bueyes o
vacas sin carga………………………………....$0.30
Un carretón de caballo, mulo o buey, con carga.. $0.30
Un carretón de caballo, mulo o buey, sin carga... $0.20
Un coche o volanta, con pasajeros......................$0.50
Un coche o volanta, sin pasajeros.......................$0.30
En cada uno de los vehículos antes citados, se admitirán hasta dos gañanes, cocheros sin pagar fletes.

El servicio empezara a las 5 de la mañana hasta las 7 de la noche

Desde el 1 de abril al 30 de septiembre inclusive, y desde el 1 de octubre al 31 de marzo, de 6 de la mañana a 6 de la tarde.

Servicio de la noche: 

De 6 o7 de la tarde, según la época, hasta las 10 de noche, dobles precios, y de 10 de la noche a 5 o 6 de la mañana: precios triples.Los pagos se verificaran al entrar la balsa situada en “Cacoyoguin”.Para  los caballos  de carga y sus jinetes habrán fichas  o contraseñas de tránsito, las cuales pueden adquirir obteniendo las siguientes rebajas: Tomando $2.00 se le rebajara el 20% .Tomando $5.00 se le rebajara el 25%
NOTA:Los pasajeros en cualquiera de las dos balsas en que primero entren, se proveerán de las fichas o contraseñas que sean menester, los cuales entregarán en la otra balsa, sin cuyo requisito no los pasara el balsero. La tarifa para automóviles deberá ser equipada a la de coche o volanta con pasajeros o sin ellos
Firmado en Gibara, marzo de 1891. 

1 de junio de 2011

Desde el primer reporte de plantas cubanas hasta el descubrimiento del cactus enano

Tomado de: La Historia de una especie del patrimonio holguinero: Escobaria cubensis (Cactaceae) “el Cactus enano”. Revista Ciencias Holguín
Lic. Alena Reyes Fornet
DraC. Elena Fornet Hernández

El primer reporte sobre plantas cubanas, sus nombres y usos es de Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557), y es esa su obra “Historia General y Natural de las Indias”. 
Pero en verdad las exploraciones botánicas con colectas de especies comienzan en 1729 por el escocés William Houston, (y, obvio, son estas muy rudimentarias). Más, a partir de ese momento, llegan a Cuba naturalistas de toda Europa con el fin de conocer la flora cubana y recolectar todo el material posible. Hecho el trabajo todas las colectas fueron trasladadas fuera de Cuba a Jardines Botánicos y colecciones personales, entre ellos los herbarios “De Candolle” y “Delessert” en Ginebra y el “British Museum”. 


Tomando como base las exploraciones y colectas se publicaron libros y artículos como: “Mémoire sur la Flore de l´ île de Cuba”, en París, 1782 por Gaston L. Thibaudin;
Discurso sobre los medios de connaturalizar y propagar en España los cedros de la Habana y otros árboles, así de construcción, como de maderas curiosas y frutales”, en Madrid, 1799 por D. Antonio de la Parra.

No obstante estos antecedentes para el botánico  según León (1918) la Edad de Oro para la Botánica en Cuba comienza cuando el intendente D. Alejandro Ramírez, a la solicitud de D. Mariano Espinosa, inaugura el 30 de mayo de 1817 el Jardín Botánico de la Habana y nombra director a D. José Antonio de La Ossa, a quien el botánico Agustín Piramus de Candolle le dedicara el Género Ossaea de la Familia Melastomataceae, por sus notables contribuciones enviadas a Ginebra.


 Tomado de: La botánica y los botánicos de la Península Hispano-Lusitana Estudios bibliográficos y biográficos, de don Miguel Colmeiro Madrid 1858
Imagen del Jardín Botánico de La Habana

D. Ramón de la Sagra
Siete años dirigió Ossa el Jardín Botánico de La Habana. Al cabo de ese tiempo tuvo que ceder su puesto a Ramón de la Sagra. Entonces el Jardín se convirtió en Escuela de Botánica, teniendo numerosos contribuyentes como: D. Antonio Reinoso y José María Valenzuela. 



Desde el instante que de la Sagra toma la dirección del Jardín Botánico de La Habana comenzaron los botánicos cubanos a hacer exploraciones de campo, a la vez que  se mantuvieron  en contacto con botánicos en el mundo y a los que enviaban sus colectas. 

Poco después La Sagra marcha a Europa con materiales y en 1845 realiza su sueño de publicar el tomo “Botánica (Criptogamia) de la Historia Física, Política y Natural de la Isla de Cuba”.




De 1856 a 1867 explora a Cuba el norteamericano Charles Wright, quien contó con alguna ayuda de Francisco A. Sauvalle y realizó numerosas colectas y observaciones, que más tarde le servirían para revisar a “Grisebach Catalogus Plantarum Cubensium” y describir tres géneros nuevos y 178 especies nuevas, enviándole a Sauvalle el manuscrito de la obra que más tarde publicara Sauvalle en los Anales de la Academia de Ciencias, bajo el título de Flora Cubana.

En esa época algunos cubanos se hacían notar: Juan Antonio Fabré (quien enviaba sus materiales a Madrid), Sebastián Alfredo de Morales y José I. Torralbás.

A partir de 1900, aunque existía poca tranquilidad en los campos cubanos, continuaban las exploraciones “y empezaron, otra vez, los sabios cubanos y extranjeros a arrancar a nuestra rica naturaleza, los tesoros todavía escondidos en su seno” (León, 1918).
 
Charles Fuller Baker
En 1904 llega a Cuba el Profesor C. F. Baker, sabio botánico y entomólogo norteamericano quien organiza importantes exploraciones y en cuatro años forma el Herbario de la Estación Central Agronómica de Santiago de las Vegas y monta otra vez y envenena los ejemplares de Wright, preservándolos de la destrucción de los insectos. En esta época se realizaron numerosas contribuciones, entre ellas las más importantes por el Dr. Manuel Gómez de la Maza y Jiménez, quien según León (1918) era “más bien un buen bibliógrafo que explorador” y por el Dr. Juan Tomás Roig, quien realizara en 1912 el primer “Estudio de las cactáceas cubanas” en su tesis para obtener el grado de Doctor en Ciencias Naturales. 

Juan Tomás Roig Mesa


Desde 1903 comienza la colaboración del Jardín Botánico de La Habana con el Jardín Botánico de Nueva York, inicialmente a través de su director en jefe: El Dr. Nathaniel Lord Britton, (Miembro de Honor de la Sociedad Cubana de Historia Natural Felipe Poey desde el 26 de mayo de 1917), quien envió a Cuba algunos contribuyentes, entre ellos los más destacados Mr. Percy Wilson y Dr. John Adolph Shafer. Sus exploraciones servirían para la publicación de un Nuevo Catálogo de la Flora Cubana.

Mr. Percy Wilson fue Ayudante de Botánica del profesor Baker y exploró fundamentalmente los alrededores de la Habana y Pinar del Río, relacionando los datos de su exploración en “Journal of the New York Botanical Garden” y varios artículos en la Revista Torreya.
 
John Adolph Shafer
El Dr. John Adolph Shafer comienza sus exploraciones en 1903 en las Provincias Pinar del Río, La Habana y Matanzas. En enero de 1909 hace exploraciones en el norte de Camagüey y cayos adyacentes. Vuelve en octubre encargado por el Dr. Britton a los cayos de la costa norte y terminado ese programa realiza de diciembre de 1909 a abril de 1910 una exploración a la región de Oriente, específicamente entre Holguín y Baracoa.
La estancia del Dr Shafer en Holguín  fue corta, pero productiva, lo suficiente para encontrar algunas especies nuevas, entre ellas una diminuta especie de cactus: Coryphanta cubensis Britton & Rose (1912), el ahora conocido cactus enano de Holguín.

Leer además:




3 de mayo de 2011

Breve historia natural del cactus enano de Holguin


Desde su descubrimiento el cactus enano de Holguín llamó la atención, tanto a botánicos y conocedores cubanos como extranjeros, por su singular aspecto y por su distribución.


Y comenzó el intercambio de informaciones, todos, semillas y colectas. De ella, relacionada con el enano de Holguín, se conserva la cruzada entre Modesto Roca de las Escuelas Pías de Guanabacoa y el Señor Rolando García Castañeda. En una carta del 20 de diciembre de 1939 le dice el primero al último: “(...) recibí hace unos pocos días su bella foto de la cactácea Mamillaria de esa región. Es realmente interesante y de un notable parecido con la especie M. prolifera en Oriente y que no falta en los mogotes de Pinar del Río”.

Estatua del Hermano Marie-Victorin en el Jardín Botánico de Montreal

El Hermano Marie-Victorin y el Hermano León cuentan que efectuaron una parada en la villa de Holguín para admirar a Copernicia Yarey, y que fue esa la ocasión cuando la esposa de Britton, Mrs. Britton, queriendo ubicar el trípode de su cámara fotográfica “se hundió en los dedos unas finas espinas, que la hizo fijarse en un minúsculo cactus ubicado entre las piedras y disimulado por las hierbas”. Según Vilardebo & Leyva (2005) este hecho ocurrió en el mismo lugar donde fuera descubierta la especie por Shafer en 1909.
 
Fue Pepito García Castañeda el más fiel guardián del cactus enano.



José Agustín García Castañeda (Pepito) fue, quizás, el primer cubano que luchó fuertemente por la protección del cactus enano como patrimonio holguinero. Fundador del Museo de Historia Natural de Holguín “Carlos de la Torre y Huerta", Pepito perteneció a la Sociedad Botánica de Cuba y mantuvo correspondencia con el Hno. León, el Dr. Nathaniel Lord Britton, (Miembro de Honor de la Sociedad Cubana de Historia Natural Felipe Poey desde el 26 de mayo de 1917), Carlos de la Torre y el paleontólogo Emilio Sánchez.

Fue Pepito quien redescubrió el cactus enano y por él veló celosamente. Incluso, se dice que por años fue Pepito el único holguinero que sabía el lugar de Holguín (y del mundo, como es obvio), donde vivía la especie, pero a nadie Pepito le decía su secreto mejor guardado, ni siquiera a extranjeros que vinieron hasta su casa y le prometieron grandes sumas con tal de conseguir semillas... A quien sí recibió fue a Jan Ríha. 
 
Jan Ríha fue un conocedor de la botánica y especialmente  amante y estudioso de las cactáceas. Ríha visitó Cuba con el solo objeto de recolectar semillas del cactus enano de Holguín, porque esa, decía, es esa  “la perla que me hará reventar de alegría”. Y finalmente lo pudo conseguir porque lo acompañó el Dr. Jorge Ramón Cuevas representando a la Academia de Ciencias de Cuba y en Holguín colaboró con ellos el museólogo, profesor, historiador y naturalista José Agustín García Castañeda.

Colonia de Cactus Enano entre las piedras
 De las colectas de 1970 hechas por Ríha actualmente se conservan algunos clones en la colección de Ríha y al sur de California en la colección de J. Menzel, quien recibió las semillas del Dr. Meixner de Valtice y éste a su vez del botánico checo.

Asimismo Pepito García Castañeda mantuvo correspondencia con el alemán Dr. Friedrich Hilberath, quien había creído al cactus desaparecido. Hilberath envía una carta el 2 de noviembre de 1964 desde Alemania a García Castañeda donde le comenta “En la Enciclopedia Cactaceae de Backeberg he leído que en su Jardín Botánico existen ejemplares de la casi desaparecida Neolloydia cubensis. En los Jardines Botánicos de Europa, así como en colecciones particulares, busqué intensivamente pero sin éxito, esta especie, ya que estoy haciendo un estudio de comparación con el género Neolloydia. Le estaría muy agradecido si me pudieran enviar unas semillas de esta especie”. Al parecer la petición de Hilberath fue leída, puesto que el 7 de febrero de 1965 vuelve a escribirle al holguinero para agradecer el envío de los ejemplares y comenta: "yo creía que esta planta ya estaba exterminada, cuando el próximo verano los ejemplares florezcan observaré su crecimiento y su estudio me permitirá escribir un artículo…del cual enviaré a usted una edición especial”. En 1968 el Dr. Friedrich Hilberath le escribe a García Castañeda, refiriendo que en el estudio realizado a la rizosfera del cactus se obtuvo la siguiente composición: 

SiO2= 28,3%; Fe2O3= 24,6%; Na2O= 0,3%; K2O= 0,2%; Al2O3= 5,8%; Cl= 0,01%; Mn3O4= 0,3%; CO2= 0,3%; Cr2O3= 2,2%; NiO= 0,4%; P2O5= 0,1%; B2O3= 0,06%; CaO= 1,5%; MgO=17,1%; N= 0,09%; C+H2O= 18,74%.

Hasta el momento no se han encontrado referencias de alguna publicación oficial realizada por el Dr. Friedrich Hilberath.


Otros estudios se divulgaron sobre los cambios taxonómicos del cactus enano de Holguín y su  difícil ubicación taxonómica. En 1983 el ¿desaparecido? cactus  se localizó nuevamente, esta vez en Báguanos… pero después de esa vez, la plantita no se ha vuelto a reportar en esa zona.

Estudios de 1983 hechos por el Museo de Historia Natural de Holguín dicen que  la germinación del enano comienza a los 7 días después de sembrada la semilla pero que puede demorar hasta 30 días y, asimismo, que las flores abren a las 10:00 AM y cierran a las 3:00PM. Este estudio también se planteó  “conocer el hábitat y el área de dispersión, el medio ambiente en general e indagar en las condiciones naturales necesarias para su conservación”. En ese dicho estudio se recogen aspectos esenciales de la ecología de la especie: descripción del hábitat, densidad de población, la flora, las raíces, la composición química del suelo, disponibilidad de oxígeno, clima, floración e influencia del hombre.

Dice el estudio citado que “las flores del cactus enano son verdes amarillentas de 16 cms aproximadamente, embudadas, unas veces solitarias, pero en ocasiones hay individuos que presentan varias flores, que estas son hermafroditas, con estambres numerosos…  En la época seca la raíz se contrae por la pérdida de agua, halando la planta hasta ocultarla casi completamente, al punto que se vuelve muy difícil observarla”. 

Maltrato de la zona que sirvió de cuna al casi desparecido cactus enano de Holguín

En 1998 la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) consideró el cactus enano holguinero en peligro crítico y por tanto lo incluyó en su Lista Roja de Plantas Amenazadas. En el 2005 la plantita fue inscrita en Lista Roja de la Flora Vascular Cubana.

1 de mayo de 2011

John Adolph Shafer, descubridor del cactus enano de Holguín.

 Escrito por su colega y amigo: Otto E. Jennings
 

John Adolph Shafer nació el 23 de febrero 1863, en Penn Avenue, Pittsburgh, donde residió hasta la muerte de su padre en 1884. A la edad de 18 años se graduó en la Escuela de Farmacia de su ciudad natal. Dos años después comienza a trabajar en una droguería.

Por ser el hijo mayor, a la muerte de su padre, cuida de la familia numerosa en la que había nacido. Por ello es que se esfuerza sobremanera y abre, con la colaboración de Albert Koch, su propia droguería. Pero este trabajo le provoca trastornos a su salud. La familia se traslada a una finca que había comprado en Municipio de Luna, el Condado de Allegheny.

El 23 de febrero de 1888, Shafer se casó con Martha Tischer, a quien había conocido mientras trabajaba como farmacéutico. De la unión nacen cuatro hijos: Quercus T. Adolfo T., Ulmus T., y Hettie Martha. Para entonces deja atrás la farmacia y comienza a dedicarse a la jardinería y al trabajo botánico.  En 1896 murió su esposa. Dos años después Shafer se vuelve a casar, esta vez con Mina Tischer, quien era hermana de su primera esposa; y de este matrimonio hubo siete hijos: Dorothy, Elvira, Teodoro, Juan, Catalina, Celtis, Wilma.

El profundo interés por las plantas le vino al Dr. Shafer desde niño. Recuerdan quienes le conocieron que sus veranos los pasaba en la granja de su abuelo vagando por el bosque; decía Shafer que para descubrir nuevas plantas (por lo menos para él, porque en verdad todas aquellas que allí había en abundancia, ya eran conocidas por los botánicos).  

El sincero amor de Shafer por las plantas lo demuestran sus biógrafos contando que siendo un niño todavía convenció a sus padres para que a falta de patio de tierra donde sembrar, lo hicieran en un almacén de la tienda que era de su propiedad. Aquel, su jardín, Shafer lo convirtió en una extraña selva bajo techo, donde convivían todas las plantas que pudo encontrar. Por otra parte eran todos sus libros sobre botánica. Shafer fue uno de los  miembros fundadores de la Sociedad Botánica de Western Pennsylvania, organizado en 1886. En ella Shafer se convirtió en personaje principal actuando como custodio de las colecciones, como secretario y como líder de muchos de los viajes de su campo. Es obvio que aquellas excursiones ampliaron el herbario de sus propias colecciones.

Después de la fundación del Museo Carnegie en 1896, el herbario de la Sociedad fue trasladado al cuidado de esa institución y , en 1897 Shafer fue nombrado Guardián de la Sección de Botánica. Allí trabajó incansablemente en la edificación del herbario, dedicando especial atención a la flora del oeste de Pennsylvania. Y a la vez que estos trabajos viajó a lo largo y ancho a lo largo de la parte suroeste del Estado, acompañado en muchos de estos viajes por uno u otro de los entusiastas de los primeros días de la Sociedad, entre los cuales se pueden mencionar CC Mellor, Adolfo Koenig, Patterson DH, JD Shafer, y 0. P. Medsger. Medsger P. En 1894 y 1895 la Universidad  Occidental de Michigan (actualmente la Universidad de Pittsburgh) encargó a Shafer que enseñara botánica allí. Esa misma Universidad le otorgó el 16 de junio de 1895 el título honorario de Doctor en Farmacia.

 Por invitación del Dr. NL Britton, director del Jardín Botánico de Nueva York, Shafer pasó en septiembre de 1902 a trabajar en la selección de duplicados para el herbario del Museo Carnegie. En marzo de 1903, fue con el Dr. Britton en una expedición botánica a Cuba, donde permaneció hasta mayo. Las colecciones que hizo en la Isla se encuentran en la actualidad en  el New York Botanical Garden y el Museo Carnegie. En 1904 Shafer fue nombrado Custodio del el Jardín Botánico de Nueva York, cargo que ocupó hasta 1910. A principios de 1910 regresó a su granja cerca de Carnot (unos dieciocho kilómetros al oeste de Pittsburgh), dedicándose totalmente a la jardinería pero en algunas ocasiones hace varios viajes  a los trópicos de América como colector del New York Botanical Garden.

Tal como antes había hecho en Cuba, (1903-1912), Shafer hace recolectas de plantas en Montserrat, Puerto Rico, Vieques, Islas Vírgenes (St. Thomas, St. John, Tortola, Virgen Gorda), Anegada, para finalmente, entre 1916 a 1917 Argentina y Paraguay, especializándose en esta ocasión en las cactáceas.

Nathaniel Lord Britton-Botánico
De Shafer dijo el Dr. NL Britton: "Las colecciones hechas por el Dr. Shafer en Cuba son las más grandes que jamás se ha hecho y estudiado de esa isla. Ellas solo son superadas en importancia científica por las de Charles Wright, quien entre 1859 a 1864, consiguió recolectar una muestras de varios cientos de especies cubanas nuevas para la ciencia y proporcionar una gran cantidad de información relativa al hábitat y distribución geográfica de las especies de la Isla".

Destaca sobremanera en las exploraciones tropicales que Shafer hizo lo competente que era en la  observación aguda y perspicaz. Sus informes generales son obras científicas de notable valor y, está claro, también lo son los artículos que publicó.

En 1901 Shafer publica una excelente  "lista preliminar de la Flora Vascular del condado de Allegheny, Pennsylvania", basado en las colecciones en el herbario del Museo Carnegie, (esas que describe son principalmente las antiguas colecciones de la Sociedad). Y en 1904 describe una nueva especie de Senna que encontró en el oeste de Pennsylvania. A esa le da el nombre de su amigo y ex miembro de Sociedad Botánica,  Medsger.

Asimismo Shafer asistió al Dr. Britton en la preparación del volumen "Arboles de América del Norte", publicado en 1908. A Shafer hay que agradecerle la aparición en este volumen  de varias referencias y algunas fotografías en relación con algunos de los árboles que crecen en el oeste de Pennsylvania.

Dos géneros de plantas, han sido nombradas en honor al Dr. Shafer por ser él quien las recolectara el oeste de la provincia de Oriente, Cuba. Esas son: Shaferocharis y Shafera. Y encontradas por él en la isla de Vieques, en su honor, se nombró a la Malphigia Shaferi . Por otra parte su nombre lo lleva un hongo y varios de sus cactus de América del Sur.

El entusiasmo del  Dr. Shafer por la exploración botánica fue tal que nada lo detuvo, ni siquiera los peligros que para su vida le acarreaba el campo… Debió ser por eso que enfermó de la infección que alguna planta le ocasionó,  (probablemente un parásito de la sangre). Largos fueron los años de enfermedad. Y al cabo de ellos murió en el Hospital Sewickley Valle el 1 de febrero de 1918. 

Conocí al Dr. Shafer en 1904, algún tiempo después que él tomó posesión de su trabajo en el New York Botanical Garden. Desde entonces me reuní con  él con frecuentemente durante sus intermitentes periodos de residencia en su casa cerca de Carnot. Siempre se le veía impaciente de partir y nervioso por el temor de haber equivocado algunos de sus fallos sobre las plantas que conoció en sus viajes allende las distancias. Asimismo era un hombre de altos ideales,  deseosos de ayudar y un compañero agradable con todo el que compartía su interés por las plantas. A su muerte todo Pensilvania lloró a quien fue un botánico pionero de todo. Las colecciones de la Sociedad, así como sus colecciones privadas y, luego, el herbario del Museo Carnegie, es un monumento perdurable y digno que Shafer legó a la humanidad.

La historia de una especie emblemática del patrimonio holguinero: el cactus enano. (Historia taxonómica)

Dr. Shafer, "descubridor" del cactus enano de Holguín

Aunque Dr. Shafer fue el descubridor del Cactus enano de Holguín, supuestamente en 1909 y  que sus colectas de 1909 y 1912 respectivamente, se conservan en el Jardín Botánico de Nueva York, no es él quien describe la plantita, sino que lo hacen  el Dr. Nathaniel Lord Britton, director del Jardín Botánico de Nueva York y el colaborador de este Rose.

Leer además: Memorias que de John Adolph Shafer narró un amigo, el ex comisario Otto E. Jennings

Debió ser después que hacen la descripción cuando los notables botánicos neoyorquinos se percatan que se trata de una especie nunca antes conocida por el mundo académico y por tal motivo envían al Dr. Shafer nuevamente a Holguín. En 1912 este le escribe una carta al director del museo para el que trabaja:  "Fui como usted sugirió a Holguín, para buscar más muestras de aquel raro y pequeño cactus Coryphanta cubensis Britton, descubierto por mí algunos años atrás en una colina de serpentina al noroeste del pueblo. Esto se logró el 4 de marzo con la amable asistencia de mi buen amigo Angus Campbel, después de 5 horas de búsqueda diligente”.  


El cactus recién acabado de conocer por ellos fue descrito con el nombre Coryphanta cubensis Britton & Rose (1912), como: 
“planta deprimida, globosa, penachuda, de 2 cm a 3 cm de ancho, de color verde claro; con numerosas mamilas, comprimido verticalmente, de 6 mm a 7 mm de longitud, de 4 mm a 5 mm de ancho, cerca de 3 mm de grueso, surcos en la parte superior desde el ápice hacia abajo hasta la mitad, los surcos muy diferentes; espinas cerca de 10, blancuzcas, radiadas, aciculares, pero débiles, de 3 mm a 4 mm de longitud; aquellas mamilas jóvenes subtendidas por un penacho de pelos blancos plateados de 1,5 mm de longitud, flores verde amarillentas-pálidas, 16 mm elevadas, con segmentos finos, estilo filamentoso y estigma amarillento lobulado; fruto rojo, de menos de 1 cm de longitud, desnudos; semillas negras, un poco angulosas”. 
 Britton & Rose (en 1912), plantean que el enano se encuentra “entre pequeñas piedras en las sabanas estériles al sudeste de Holguín” y Shafer (en ese mismo año) afirma que “vive  atrás en una colina de serpentina al noroeste del pueblo”. Los historiadores actuales consideran que el lugar donde el cactus fue visto por primera vez por Shafer es donde posteriormente se construyó el Colegio de Los Maristas (actualmente la escuela “Juan José Fornet Piña”). Este lugar, entonces, se conocía como las ”Alturas de Parera”, y se localiza al sudeste de Holguín. 

Según Vilardebo & Leyva (2005), quienes hicieron una visita al lugar donde fue descubierto el cactus, dijeron que en la actualidad aquel lugar está carente de vegetación, por lo que el “E. cubensis no existe más en el sitio de su descubrimiento, sin embargo los botánicos cubanos lo han encontrado en otras localidades”. Todos esos lugares están en Holguín, únicamente.

Actualmente las mayores poblaciones de la especie se localizan detrás de la Loma “El Fraile”, una colina de serpentinas no muy distante del pueblo, ubicada al noroeste de la ciudad Holguín.  Y en el 2003 también se encontró el enano holguinero en el territorio del “Valle Mayabe”. 

Por otra parte, dice la Doctora en Ciencias Elena Fornet Hernández que lo que quizás no sabían los exploradores que vieron el cactus enano de Holguín en el Valle de Mayabe es que, quizás, fue en este lugar donde se produjo la colecta de Shafer.  Y seguidamente abunda la científica que es muy difícil hoy comprobarlo pero que se aventura a "deslizar" la hipótesis de que Shafer se equivocó al decir dónde vio por primera vez la planta. El motivo  que le hace pensar así es que hasta el momento no se han encontrado los documentos donde Shafer expresa dónde estuvo en 1909. ¿Por qué hoy no hay E.Cubensis donde se le apareció a Shafer y sí en Mayabe?. ¿No sería que Shafer no quería revelar las zonas exactas donde había estado?

En fin, amables lectores de la Aldea, la localidad tipo de la especie es un elemento que no está clara. De lo que sí se tiene referencia es que en 1912 Shafer estuvo en Matamoros, localidad donde actualmente se observan las mayores poblaciones del cactus. 

Por otra parte los botánicos holguineros consideran que es probable que en el pasado la especie se distribuyera ampliamente en las colinas de serpentinas que rodean la ciudad Holguín y que la actividad del hombre haya contribuido a su desaparición. 

Pero volvamos al Dr. Shafer. Se sabe que la colecta hecha por él  en 1909 floreció el 13 de marzo de 1910 y que la de 1912 floreció 2 veces, una el 5 de abril y la otra el 1 de julio de 1912. Por lo que parece que en su visita de 1909 Shafer colectó en pleno proceso de floración y en 1912 ya estaba culminando el mismo. 

Para terminar de atenderlo a él, una nota más escrita por Shafer; dice que su ultima colecta del cactus enano la hizo el 5 de abril de 1912, pero esto debe ser un error porque de su puño y letra dice que en la noche del 4 él y sus acompañantes llegaron a Antilla y salieron al otro día por la Bahía de Nipe, llegando a Nueva York el 10 de abril de 1912”. 

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