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En el siguiente enlace puede oír un exhaustivo análisis de las consecuencias para el General de su intento de suicidio. Programa de radio que obtuvo el Gran Premio del Festival Nacional cubano 2009
Por José Abreu Cardet
El 5 de septiembre de 1874, cuando Calixto García marchaba acompañado por una pequeña escolta hacia la zona de Manzanillo, fue sorprendido su campamento. Rodeado por el enemigo, se disparó un tiro debajo de la barbilla para no caer prisionero.
El proyectil penetró por la barbilla y le salió por la frente sin afectarle ningún órgano vital. El general, inconsciente, fue trasladado a Veguitas, Manzanillo y luego a Santiago de Cuba. Allí lo internaron, en medio de una estrecha vigilancia, en el Hospital "Príncipe Alfonso".
La captura del general cubano era una indiscutible victoria para el ejército español. Si este hecho hubiera ocurrido unos años atrás el jefe capturado hubiera sido de inmediato juzgado, condenado a muerte y ejecutado como ocurrió con la mayoría de los líderes revolucionarios que caían en manos de las autoridades. Sin embargo, en los últimos meses de 1874 la situación era muy diferente y el mando español en la isla empezaba a pensar en otra solución que no fuera, el exterminio de las fuerzas cubanas, lo que además era de hecho, imposible. Dejemos que sean las autoridades españolas las que nos expliquen en los documentos cursados en esos días los verdaderos motivos por los que no ejecutaron a Calixto.
El 12 de septiembre, el capitán general español envió un telegrama al Ministro de ultramar:
Doña Lucía Iñiguez, madre de Calixto García solicita del Presidente Poder Ejecutivo indulto de su hijo, que dice salva vida varios oficiales y soldados del ejército sírvase Ud informar se puede acceder a petición de una madre, (1)
El ministro español, con indudable extrañeza, telegrafió a La Habana indagando por el motivo de tan inusual petición. El gobernador español en una extensa carta da las verdaderas causas de su supuesta bondad.
Gobierno General de la Isla de Cuba 'Secretaria. Reservado. Exmo Sr.
Desde el momento que fue hecho prisionero Calixto García que con el carácter de Geral venía mandando a los insurrectos del Departamento Oriental, me propuse perdonarle la vida, y autorice a su madre para que pusiese un despacho al Presidente del Poder Ejecutivo pidiéndole indulto de la pena capital, sobre el cual Ud se sirvió pedirme informe por despacho telegráfico.
El hecho solo de no haber dispuesto pasar por las armas a Calixto García después de su aprehensión, y la autorización concedida a su madre para trasmitir aquel despacho telegráfico, probará a Ud que en mi opinión no era conveniente de ninguna manera aquella disposición que podía tomar en arreglo a los bandos vigentes.
En el estado en que se encuentra la guerra y la insurrección, después de seis años, no he crehido de ninguna manera conveniente ensangrentar aquella, y he podido seguir mis propios sentimientos de humanidad evitando un fusilamiento que no deba producir otro resultado, escitando las pasiones y haciendo más difícil la terminación de esta guerra.
Como he dicho a Ud, repetidas veces, esta guerra no ha de acabarse por el esterminio de los insurrectos: se le podrá batir y reducirlos en número, pero esterminarlos, es muy difícil, sino imposible. Es preciso pues batirlos, es preciso perseguirlos activamente por todas partes, y esto será mi primera atención tan pronto como reciba y organice los esfuerzos con que he de emprender la campaña en el centro donde la insurrección tiene alguna, importancia militar. Pero para concluir con esta guerra se necesita que los insurrectos después de eso, crean en la posibilidad de un perdón y de un olvido, y en la seguridad de sus personas. Esa confianza y esa seguridad contribuirá mucho a darla, el ver perdonada la vida de Calixto García, que por otra parte no se ha señalado por su inhumanidad con nuestros prisioneros, cuando ese perdón, ha podido ser concebido por la autoridad superior de la isla, sin que sobre ella haya ejercido presión alguna, la opinión de los muchos que tan equivocadamente creen, que la energía de una autoridad está en las ejecuciones de la pena capital, y que miran en todos los casos esa política que llaman enérgica, como la única para acabar con esta insurrección..
Al verse prisionero Calixto García trato de suicidarse, pero su herida en la garganta y boca no ofrece ya cuidado. (2)
El 13 de noviembre de 1874 las autoridades coloniales en Cuba recibieron respuesta de sus superiores en la península.
Enterado el Presidente del Poder Ejecutivo de la República de la carta oficial, reservada, de VE. de 15 de octubre último relativo a la captura del titulado general insurrecto Calixto García, ya la decisión de VE de perdonarle la vida, ha tenido a bien aprobar en todas sus partes la conducta de VE. en este asunto por los motivos que VE. expresa en su citada carta oficial. (3)
Se iniciaba un largo calvario para Calixto. Fue enviado a prisiones españoles donde lo mantienen hasta el fin de la guerra. Por los acuerdos del Pacto del Zanjón lo dejan en libertad. Marcha a New York el centro más importante de la inmigración revolucionaria. Allí se encuentra a su esposa Isabel y los niños. Ellos lo siguieron a la guerra en 1868. La esposa con los hijos y otros miembros de la familia fueron capturados en Holguín por una columna española. Trasladados a La Habana los deportan a Estados Unidos.
Calixto junto a su familia restablece su precario hogar. Isabel embarazada parirá a Mario. Pero apenas tiene tiempo Calixto de disfrutar del hogar que han conformado en la inmigración. Al frente del Comité Revolucionario Cubano se entrega a la organización de la Guerra Chiquita. Ante el sorpresivo estallido de estas en agosto de 1879 sin recurso para organizar una expedición que lo lleve a Cuba. Luego de varios fracasos por fin en mayo de 1880 llega a las costas cubanas. Pero ya la guerra fenece.
El 3 de agosto de 1880 con 5 compañeros deponen las armas. Un informe de las autoridades expresaba:
Las causas que han inducido a Calixto solicitar del Comandante General de Holguín le admitiese su sumisión al gobierno no reconocen otro móvil que la completa convicción que tenía dicho cabecilla de que le era imposible tanto el reembarcarse, como intentó tan pronto tuvo conocimiento de la presentación de casi todas las fuerzas insurrectas en armas, como el de escapar a la tenaz persecución de nuestras fuerzas, hábilmente combinadas por el General Valera... desde el primer instante no pudieron conseguir un solo momento de reposo, ni les fue posible reunirse con ninguno de los partidos en armas, a pesar de los esfuerzos que hicieron para conseguirlo. Perseguidos de tal suerte, que aún no habían esquivado el encuentro con una de nuestras columnas cuando se veían acosados por otra, obligados á andar errantes, desnudos, descalzos, enfermos y sin recursos de ningún género, sin esperanzas de conseguirlos y viéndose mermados de día en día por los muertos ó prisioneros que les hacían nuestra columna. (4)
Calixto es deportado a España. Aunque lo dejan en libertad pero no puede abandonar la península. Rehace su vida. Trabaja en un banco e imparte clases. En 1882 se le une Isabel y los niños. Establecen hogar humilde, pero digno, en Madrid. Isabel tendrá dos niñas. Los hijos crecen y se educan en Madrid. Cada uno va formando su vida.
Al estallar la guerra de 1895 el veterano mambí no puede esperar mas, y apoyado por sus hijos Carlos y Mario preparo su plan de fuga. Carlos los despidió en el andén de la estación norte de Madrid donde tomo junto a Mario el tren para la frontera francesa de Hendaya desde donde telegrafían de inmediato a Carlos que permanecía en Madrid:
La evasión de mi padre dejo estupefacto al gobierno y a los propios deportados cubanos como el General Pedro Martínez Freyre y el coronel Modesto Fonseca visitas diarias a casa de papá a quien consideraban imposibilitado de moverse. Estos patriotas casados, con españolas naturalmente debían ignorar que papá iría a la Revolución. (5)
Calixto llegara a Cuba en marzo de 1896 al frente de una expedición. Como jefe del departamento oriental lleva a cabo una exitosa campaña. Su aporte será fundamental en el verano del 98 en la derrota de las fuerzas españolas por el entonces ejército aliado cubanoamericano. Protestara enérgicamente ante la insolencia yanqui al negársele la entrada a Santiago de Cuba a los mambises. Trabajara arduamente por unir a los cubanos en la asamblea que sesiona en Santa Cruz del Sur. En esos momentos se ve abatido por la enfermedad de su hija más pequeña Mercedes que esta junto a su madre en New York.
Recibe las cartas desoladoras de su esposa Isabel que le pide su traslado a al frío New York donde Merceditas muere lentamente de tuberculosis. “Ella anhela verte, le escribe Isabel, y se pone triste cuando oye decir que no podías venir y hasta dice "Papá no hace caso, ya de mi, ni quiere verme... (6)
Hoy nos podemos preguntar que amargura dejaría en el viejo general pero padre amoroso esas palabras terribles. Pero Calixto no puede dejar su responsabilidad de miembro de la Asamblea de los revolucionarios cubanos que esta enfrascada en logar el reconocimiento de la independencia de Cuba por el gobierno de los Estados Unidos. Es la última batalla del viejo mambí; renunciar a estar junto a su hija moribunda para intentar salvar la patria. Solo hará una breve visita a la pequeña que se encuentra en la fase terminal de la enfermedad y es cuando marcha cumplir a Estados Unidos una misión asignada por la revolución para intentar lograr el reconocimiento de la independencia de Cuba. Poco tiempo estará con la pequeña pues se traslada a Washington para continuar adelante con la misión que lo llevado a ese país. Allí enferma de neumonía y muere cuando mas necesario era. Pocos días después su pequeña Mercedes fallece. Podríamos preguntarnos hoy Que mas podía entregar el veterano mambí a la patria.
En un gesto de verdadera humildad y desinterés Calixto en carta al coronel mambí e historiador Fernando Figueredo que escribía su libro “La Revolución de Yara” le dice lo que podemos considerar el epilogo de la decisión por el sacrificio de aquella generación
No tema V. acusarnos y pintarnos como fuimos, con nuestros grandes defectos y con nuestras pequeñas virtudes. La posteridad dispensará los primeros y sólo recordará las segundas, teniendo en cuenta que hemos sufrido bastante para merecer el perdón. (7)
Hoy los cubanos no le han otorgado ni el perdón ni el olvido de los defectos y errores de estos hombres y mujeres del 68 sino sientan un agradecimiento generoso a los que lanzaron al horno de la patria todo lo que tenían como el general Calixto García.