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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

26 de marzo de 2011

Album de fotografías Cementerio Municipal de Holguin I


Capilla de la Familia Parra

Interior de la Capilla de la Familia Parra



Una de las más vistosas Santa teresistas del cementerio municipal holguinero

Panteón Familia Fuentes Rodríguez-Fuentes Aguilera.
Jardinera Panteón de la Familia Fuentes Rodríguez-Fuentes Aguilera
 
Arriba: Panteón Familia Roca.
Abajo: Detalle Panteón de la Familia Roca





Lo que queda de los muertos (Esculturas funerarias de los años 50 del siglo XX)

La década de los años 50 del siglo XX se considera como edad de oro de la escultura funeraria en la ciudad. En esto influyó el respaldo económico que para los poderosos holguinero significó esa década durante la que Holguín fue una de las poblaciones de Cuba más destacadas en su actividad comercial y sobre todo en su producción agrícola. Producciones indispensables para el consumo nacional e incluso para las exportaciones. Obvio es que entonces hubo un mayor número de familias adineradas que por iniciativa privada se convirtieron en clientes de talleres extranjeros para la adquisición de esculturas funerarias.

Es la descrita una época en que mayor cantidad de estatuas vienen a adornar las tumbas del camposanto, aunque, es justo decirlo, las obras en su gran mayoría repiten esquemas de décadas anteriores. Cuando hay algún cambio este es muy ligero.


Así nos encontramos el “Ángel Alado” en su pedestal (1950), en mármol de Carrara de la familia Gómez de la Torre; el “Cristo Crucificado”, aproximadamente de 60 cms en la tumba de Juan Gómez y otro igual de la familia Hernández Santos; la “Santa Teresita” (1955) en mármol de Carrara de la familia Fuentes Roca; el “Ángel Alado” con corona de la familia Gómez Fuentes; el “Ángel Arrodillado” sobre cojín y pedestal de mármol de la tumba de Gabriel Hoíza (de 1.25 m.)


Y el “Cristo Crucificado” en bronce de la prominente familia de intelectuales y políticos García Benítez.


Singular dentro del cementerio municipal holguinero es la “Piedad” de gran formato, encargo de la familia Palomo López y hecha a la usanza miguelanguelesca.


Descansa la composición encima de un sarcófago. Es la figura muy expresiva y con un mundo interior muy intenso. En estos momentos es proverbial la manquedad de Cristo, al que el tiempo y el ningún cuidado le arrancaron un brazo.


De la familia Palomo Pérez y ubicada muy cerca de la tumba de sus parientes, los Palomo López, es la más conocida de las esculturas del cementerio holguinero. Se trata de una “Santa Teresita” en mármol de Carrara, con un excelente trabajo en el ropaje.


Tan “de verdad” parece esta figura que ha adquirido ciertos visos de idolatría. Hasta ella, todos los días, llegan muchos devotos y le hacen promesa a cambio de un favor de la santa y cayendo la noche le encienden velas que mantienen viva su luz hasta altas horas de la madrugada, otros le llevan frutas o flores.

Tal como hemos narrado, la familia Palomo tiene dos esculturas de importancia en el cementerio holguinero, ello debido a su estatus social: los Palomo eran dueños de fábricas e industrias de licores y alambiques, de colonias de cañas y de pastos y ganados.
También es de interés es la escultura encargada por la familia Diéguez Infantes con un tema novedoso por inédito en el cementerio de Holguín: un “San José con el niño Jesús” de pequeño formato y jardinera a ambos lados.


Hermoso es el mausoleo de mármol negro con vetas plateadas y la estatua de la “Dolorosa” trabajada con el característico color blanco del mármol de Carrara que en el cementerio de Holguín sirve de “última morada” al Doctor Rodolfo Socarrás García, Teniente Coronel del Ejército Libertador (1868-1951).

Por último, la capilla de la familia Morales Almaguer de estilo ecléctico con un “Cristo Crucificado” con corona de espinas en bronce de medianas proporciones.

Lo que queda de los muertos (Estatuas funerarias en los años 40 del siglo XX)

La década del 40 no trajo al camposanto holguinero ninguna gran realización en lo referido a las esculturas que adornan panteones. Aunque es sui géneris una dedicada a la familia de intelectuales Pérez Herrero (de 1944), tallada en piedra. Se desconoce la procedencia de esta obra que representa una figura masculina recogida en sí misma, de segura ascendencia rodiniana.


También de la década del 40 es un ángel orante de la familia Brito Ortega y una “Santa Teresita” con características idénticas a las descritas anteriormente de la familia Pichs Parra.

Lo que queda de los muertos (Estatuas funerarias de los años 30 del siglo XX)

Es de la década del 30 del siglo XX el panteón más grande y ampuloso de la necrópolis holguinera. Exactamente construido en 1934, en él descansan los restos de la familia Menchero, una de las más ricas de la ciudad, gracias a la ganadería.


“La morada eterna” de los Menchero está ubicada en una de las calles principales del cementerio y resulta, quizá, efectista por el exceso en sus dimensiones. La inclusión de un sarcófago esculpido como elemento central y la elocuente imagen femenina dormida en clara alegoría a la muerte, culminando el conjunto y el alto y detallado nivel de ejecución, hace decir a los expertos que este panteón tuvo como paradigma a los modelos neoclásicos italianos.


 De 1935 es el panteón holguinero concebido como un pórtico: a cada lado donde dos columnas dóricas sobre las que se apoya un friso con bajorrelieve con motivos florales, muy planos en su conformación. Adosado al pórtico se representa en la parte central el “Cristo Crucificado”.

A ambos lados aparecen dos bustos en relieves circulares con la imagen de los fallecidos de la familia Pérez-González. Es minucioso el estudio hecho por el artista del rostro humano: en los relieves se nota una lograda expresividad, seriedad y solemnidad.


El artista permanece en el anonimato, el mármol de Carrara fue el utilizado y su lugar de realización es Italia.

De esta década (exactamente del año 1936), es una pieza única de un “Cristo” de aproximadamente 1m x 2m con pedestal, pidiendo misericordia. De ese año es también la cabeza de “Cristo” de pequeño formato dedicado a la tumba de Miguel Maldonado (la familia Maldonado era de rica procedencia y estaba emparentada con los Infantes).


Interesante es la aparición en 1938 de un nuevo tipo iconográfico en el cementerio municipal holguinero: se trata de la imagen de “Santa Teresita”, que después estará muchas veces repetida, representada siempre a través de una imagen femenina joven de triste rostro con toca monjil, calzada con sandalias, portando un crucifijo con rosario y ramo de flores.

La primera Santa Teresita en el camposanto de Holguín fue dedicada a Herminia Díaz de Miranda. La estatua mide, aproximadamente, 1.30 m con pedestal.


Lo que queda de los muertos (Estatuas funerarias en Holguín de la segunda década del siglo XX)



De la segunda década del siglo XX sobresalen en el cementerio holguinero varias piezas escultóricas, aunque estas repiten el tema de la cruz latina cubierta con flores por dos palomas, una en la parte superior y otra en la parte inferior de la cruz. Y es obvio el uso de la paloma. En la iconografía cristiana simboliza el espíritu santo; alegóricamente en este caso están recibiendo el alma del difunto.

De esta década la más antigua escultura en el cementerio municipal de Holguín es de 1913 y está dedicada a la señorita Balvina Batista, muerta a la edad de 19 años y firmada por M. Prieto y por Valls.

También aparecen otras en los panteones de las familias Trueba (1916), familia Manduley (1916) y Requejo (1917). Estas esculturas formaban parte de las creaciones en serie puestas en boga en la década.

Excepcionalmente, de esta segunda década es el busto retrato del Coronel Panchito Frexes Mercadé, quién según reza en su epitafio, fue auditor del Estado Mayor General de Antonio Maceo y que murió en campaña durante la invasión a Occidente el 24 de octubre de 1986.


Este joven guerrero murió en Soroa, Pinar del Río con solamente 33 años de su edad, pero sus restos no se trajeron a su natal Holguín hasta 1905. Durante todo ese tiempo su viuda tuvo que soportar grandes vicisitudes para conseguirlo. Y en 1913 consiguió hacerle la tumba que ella y sus hijos querían para el héroe.

El busto retrato fue realizado en Italia y no tiene firma, es de mediano formato, de obvio mármol extraído de las canteras de Carrara, con pedestal sobre el que descansa el busto del coronel. Sin duda es la obra excelente, sobre todo por su distinguida expresión de seriedad y por la lozanía en el rostro y la firmeza en su carácter… a decir de los biógrafos del también abogado Frexes, tal como se ve en su busto eran esos los verdaderos aspectos fisonómicos y psicológicos del personaje, lo que revela una gran dedicación, destreza en el oficio y maestría en el anónimo creador.

De la tercera década del siglo pasado es una de las imágenes más interesantes entre todas las que se encuentra en el barrio San Isidoro, calle # 6, panteón # 177, fechada en febrero de 1922. Es esa de medianas dimensiones (70 cms. x 30 cms.), y se trata de otro busto, el del fallecido Manuel Pereda. Por cierto esta es la única pieza entre todas las existente en el cementerio holguinero que aparece firmada por el artista italiano E. Salvatori Dig Fisit.


 Otras de las figuras escultóricas sobresalientes de la década del 20 es la excelentemente trabajada en volúmenes, transparencias y drapeados del ropaje, y dedicada en 1925 a la muerte de Wenceslao Infante Bidopia.

El cartel dice: FAMILIA INFANTE
En las primeras décadas del siglo, Infante era considerado el principal hacendado ganadero de la zona. La Sucesión Infante, integrada por sus hijos y viuda, fue quien promovió la construcción de un gran mausoleo para su padre. La escultura que se encuentra en su tumba, refleja su poderío, sobre todo por ser una de las más ampulosas y de gran formato (aproximadamente de 4,5 metros). El pedestal también es de puro mármol de Carrara. Por cierto, una leyenda en esta ciudad dice que Wenceslao Infante murió un 31 de diciembre a manos de su amante que quería que el poderoso ganadero pasara con ella todo el día y la noche).


De 1922 es la escultura dedicada a Ismael Velázquez y familia. La obra también es de procedencia italiana y de mármol de Carrara, con mediano formato. Representa un ángel con ramos de flores en su mano izquierda sobre su pecho.

De esta década y con características parecidas a la de la familia Velázquez aparecen otras esculturas en el cementerio municipal de Holguín, dedicadas a las familias Rodríguez Suárez (1928), Peña Aguilera (1928), Betancourt Aguilera (1928), Ibargurent Cardet (1929). Lo anterior demuestra que el tema de estas esculturas se puso en boga durante esta etapa. Dicen algunos expertos que todas fueron hechas por algún taller de segunda categoría, que generalmente utilizaba un medio formato y producía en serie con algunas variaciones. Más, la creación en serie no ha sido dicha con ningún matiz peyorativo, pues la calidad de los trabajos los exime de cualquier connotación artesanal, antes por el contrario parece que el o los escultores tenían una completa formación. Todas sus obras tienen actitudes serenas y mesuradas; los atuendos que llevan son túnicas elegantes túnicas que remiten a modelos clásicos pasados. Proliferan los ángeles de largas alas y motivos ornamentales.

En el barrio San José del Cementerio, con fecha de 1923, aparece el panteón dedicado a Lidia, muerta a los 17 años. Realizado en Italia y de 2,30 m x 90 cm en su base, la estatua para recordar a la hermosa difunta está hecha en mármol de Carrara. La figura es un ángel (imagen femenina), apoyado en una cruz cubierta de flores, en pose de descanso y alas extendidas, en su mano derecha lleva un ramo de flores y la otra mano la llevó a la cabeza. El rostro de la figura tiene mira concentradamente hacia el panteón en gesto doliente. Sin dudas que esta pieza es de gran rigor académico en su ejecución y en los detalles.

Un detalle que hace única esta tumba es que en uno de los espacios que da a la izquierda se encuentra adosada la imagen de la fallecida, en un relieve circular.

Una mención aparte en este relato que habla de las esculturas en el cementerio municipal de Holguín merece el panteón de los “Veteranos de la Guerra de Independencia”. Levantado en 1927 con el dinero recaudado de las tómbolas y verbenas que se realizaron en los Juegos Florales celebrados un año antes, entre el 23 y 24 de febrero de 1926. Estas fiestas fueron auspiciadas por la Junta de Veteranos de Holguín, presidida por el Dr. Américo de Feria Nogales, con Miguel Ignacio Aguilera en la vicepresidencia y Antonio de Feria Salazar como secretario.

En el año 27 viene a Holguín el presidente de la República, Gerardo Machado para participar en el traslado de los restos del general Tomás Salazar de Feria, quien había muerto el 3 de agosto de 1915 en Alcalá. Por cierto fueron el General Salazar y su ayudante los primeros en ser enterrados en el panteón.

La obra está hecha en mármol de Carrara y consta de 10 tapas distribuidas de 5 en 5. Posee tres niveles de enterramiento con un total de 30 fosos.

La escultura que lo preside fue importada de Italia y representa a la República de Cuba. Tratase de una figura femenina con espada en la mano izquierda y un trabajo exquisito en los pliegues de su vestuario de roca y las transparencias. Es esta estatua de la República austera pero sensual.

25 de marzo de 2011

Lo que queda de los muertos (Primeras esculturas funerarias en el cementerio holguinero)

Con los años a lo largo de los ejes principales del viejo cementerio holguinero se van asentando los mausoleos y los grupos escultóricos. Los mandan a construir las grandes familias pudientes: hacendados, comerciantes, profesionales y algún intelectual. Su afán es dejar constancia de su condición elevada.

Las más antiguas esculturas de las del camposanto se remontan a la primera década del siglo XX específicamente los años 1907, 1908 y 1909.


La primera de todas está en el barrio de San Isidoro y es de mayo de 1907; está dedicada, según consta en su epitafio, a Juana Campos, viuda de Sánchez (Juana Campos era propietaria de gran cantidad de tierras en la zona de Santa Lucía y en sentido general los Sánchez eran colonos, propietarios de gran cantidad de tierras y dueños del central Santa Lucía). La escultura que aparece en el cementerio, dedicada a la susodicha dama, no tiene firma, pero se conoce que el lugar de realización fue Italia. Hecha de mármol de Carrara, y de unas dimensiones de 1,90 m. x 80 cms representa una imagen femenina de cuerpo completo, descalza, con manto y sin toca, apoyada en una cruz y sosteniendo con su mano derecha un ramo de flores; el rostro es expresivamente triste. Destaca asimismo el vestuario meticulosamente trabajado a través de largos pliegues que descansan en cada volumen de su cuerpo. No hay dudas que el artista poseyó dominio del oficio. Su obra tiene soltura, movimiento y ligereza.

Otra de las piezas escultóricas más antiguas del camposanto holguinero es esta con fecha agosto de 1908. Realizada en Italia con dimensiones de 1,30 m. x 30 cms., está dedicada a Cornelio Rojas Escobar, hijo del famoso General de Brigada de las Guerras de Independencia del mismo nombre. A inicios del siglo XX el hijo del General se convirtió en el octavo hacendado ganadero de la época en Holguín, y fue uno de los terratenientes más prósperos de la jurisdicción holguinera, tal como lo pruebam los Registros Pecuarios que se conservan en el Archivo Histórico Provincial de Holguín.

La obra que adorna su tumba representa un ángel andrógino sobre pedestal. Distingue en él el tratamiento del vestuario: con hermosura descansan los complejos pliegues de la tela hecha de mármol de Carrara en el cuerpo. Esta es una pieza que logra transparencia, soltura y movimiento.

La tercera obra en antigüedad entre todas las del camposanto holguinero es la dedicada a Matilde Silva. Realizada en 1909 está ubicada en el barrio San José. Como casi todas esta tampoco tiene firma. Como casi todas su lugar de realización fue Italia. El tema esta vez es un Cristo con la cruz a cuesta de 1.20 m. x 45 cms. de dimensión, sobre pedestal de base cuadrada. En su parte frontal hay un bajorrelieve.









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