Tomado de Tesis de Grado, Carrera de Historia, Universidad Oscar Lucero Moya, Holguín, Cuba
Autora: Yulemis Sánchez Machado.
José Isidoro Ochoa Lozada, hijo de Diego Ochoa Ávila y María Nicolasa Lozada, al ser huérfano de padre fue criado por sus abuelos José Antonio Ochoa Segura y Rosalía de Ávila, quienes también se ocupan de su hermana María Rosalía. Fue la mano derecha de su abuelo, quien al fallecer le deja una sustanciosa parte de su herencia y el oficio de Ministro Factor del Tabaco compartido con su tío Juan Antonio. En 1801 José Isidoro le solicitó a su tío Manuel Trinidad una considerable suma de dinero para “(…) poder comprar y condicionar la armazón de la Factoría de Tabaco de San Pablo de Jiguaní donde era el Ministro Factor del Tabaco de S.M (…)”.
Ese mismo año de 1801 José
Isidoro le otorga un poder a su cuñado José Agustín Rodríguez para que “(…) se persone en la ciudad de Bayamo y pida verificar el matrimonio con la ante dicha Dña.
María Loreto
Pacheco Báez, en los
propicios términos que el propio
otorgante iniciare (…)”. María Loreto era la sobrina
del Regidor Alguacila Mayor de la ciudad de Bayamo Dn. Esteban Pacheco. En noviembre del propio año contrajeron nupcias, naciendo de
esta unión once
hijos:
Antonio María,
Diego
Antonio,
Ana
Josefa, Félix, Manuel Trinidad, Liborio, Eleuterio, José Ángel, Octaviano y Eudosia
Ochoa Pacheco.
Además de ser el Ministro Factor del Tabaco, José Isidoro se desempeñó como Alcalde Ordinario de Segunda Elección en 1822; y aunque sus abuelos le dejaron una cuantiosa herencia
éste continuamente tenía
problemas
económicos. Al
escribir su testamento
vivía prácticamente en la indigencia, en
casas alquiladas y con
atraso en el pago: “(…) yo, dice en su Testamento, no aporte bienes
de
ninguna especie, pues
aunque tenía alguna no me
correspondían en
propiedad y solo
en administración (…)”. Las deudas de José Isidoro variaban entre los 60 y 4.000 pesos. No obstante algunos de sus
hijos
se destacaron
en cargos públicos como Félix
Ochoa Pacheco
que
llegó a ser Capitán del Partido
de
San Andrés y la Hacienda de las Cruces
Para ayudar
a
solventar la crisis económica
familiar
José
Isidoro se valió de
la concertación de
matrimonios consanguíneos, casando a dos de sus cuatros hijas con
primos hermanos, mientras que de sus hijos cuatro se casaron con parientas más o menos cercanas.