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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

20 de febrero de 2020

Diego Velazquez se interna en Cuba y llega a Banes antes de seguir para Bayamo



Por César Hidalgo Torres
Diego Velazquez
El 4 de octubre de 1513, después que Diego Velázquez recibió el título oficial de Gobernador de Cuba y de repartidor de indios, partió desde Baracoa a realizar la conquista definitiva del resto de la Isla.
Por mar marchó desde la Villa de la Asunción (Baracoa) hasta Banes, y por tierra desde esta zona hasta Bayamo.
¿Cuándo y por dónde llego a Banes? ¿Qué tiempo estuvo allí? ¿Qué relaciones estableció con los aborígenes? Son preguntas que después de 500 años siguen sin una respuesta precisa por la falta de documentación.
En su carta al Rey Fernando de Aragón explicándole su obra conquistadora, Diego Velázquez contó como llegó primero a las provincias indias de Baní y Barajagua “donde estuvo quatro (sic) o cinco días” y, aclara que a su convocatoria a un lugar geográfico ahora no precisado, “vinieron allí los caciques e indios de las dichas provincias”.
En un mapa el Dr. Fernando Portuondo marcó el desembarco de Velázquez en un punto al norte de la bahía de Banes, mientras Leví Marrero, lo puso en la Península El Ramón. Los historiadores actuales estiman que ese punto debió estar exactamente en la actual playa de Puerto Rico, y así se cree por las características de la navegación en el lugar.
Sea cual haya sido el punto, de allí partió Velázquez hacia las provincias indias de Mayyé y Bayamo, siguiendo una ruta terrestre ahora desconocida, al sur oeste, hacia el distante Golfo de Guacanayabo.
Es importante apuntar, además, que la convocatoria a los caciques de Baní y Barajagua probaba que los españoles tenían un claro conocimiento de cuáles eran las principales comunidades aborígenes en la región y quiénes eran sus líderes.

Gibara y Colón



Por César Hidalgo Torres
Gibara, donde el Almirante y sus hombres, posiblemente, yacen con mujeres aborígenes, a la vez que carenan sus naves y se enteran del tabaco.

Luego de arribar por la bahía de Bariay, Colón bordeó las costas hasta llegar a Gibara, lugar que es más hermoso en la nostalgia de los vecinos que en la realidad[1], y al que el Almirante llamó Puerto de Martes, (y que por un error de traducción le decimos de Mares).

Fue en Gibara donde el Almirante estrenó la exageración con que quiso engañar a las católicas majestades de España, que cejijuntas debieron leer que era el puerto descubierto “de los mejores del mundo por sus tan buenos aires” y poblado por la “más  mansa gente”. Y muy sobre todo “porque tiene un cabo de  peña  altillo” donde, si alguien daba el dinero, tan escaso siempre, “se puede hacer una fortaleza”[2].

Entonces ordenó el Almirante a dos de sus hombres, que sabían varias lenguas, Rodrigo de Jerez y Luis de Torres, que se adentraran en tierra firme con un mensaje para el Gran Khan, creyendo que había llegado a las Indias. Hoy, después de cinco siglos, nadie sabe a ciencias ciertas dónde fue que llegaron los embajadores y si entregaron o no el mensaje.

De todos modos tan urgidos estaban (estamos) los holguineros de la ciudad a figurar en el mapamundi que dijeron los historiadores que los enviados por Colón vinieron a El Yayal, origen remoto de la ciudad de Holguín, sin embargo no pudo ser que los dos hombres llegaran a un lugar que entonces no existía. Adonde si pudieron llegar fue a Ochile, ubicado en las inmediaciones de la posterior ciudad y de donde, según la arqueología, fue el asentamiento aborigen del que García Holguín o quien fuere, tomó los aborígenes que luego trasladó a lugar cercano y creó El Yayal, lugar ese donde estuvo la Encomienda y por tanto fue sitio de intercambio cultural o transculturación.

En fin, Ochile o El Yayal, aunque no quedan claras las distancias de las que el propio Colón habla: que fueron sus enviados a doce leguas al sur del Puerto de Mares, veinticuatro de ida y vuelta por en medio de una selva tupidísima. Por esperarlos fue por lo que el almirante demoró tanto en Gibara. Y mientras esperaba, sugiere el historiador Francisco Pérez Guzmán, el Almirante y sus hombres sostuvieron las primeras relaciones sexuales con mujeres aborígenes. Y a la vez que solaz esparcimiento, los descubridores carenaron sus naves en Gibara por haber allí tan buenas maderas.

Miguel Ángel Esquivel Pérez y Cosme Casals[3] dicen que dijo a ellos en comunicación personal el arqueólogo Dr. José Manuel Guarch, que el lugar visitado por los embajadores colombinos debió ser el cerro de Yaguajay, donde existió una gran concentración de asentamientos aborígenes. Si eso es cierto quedan muchas interrogantes por responder, ¿Yaguajay está al sur de Gibara? No como es fácil de comprobar. Y si fueron a un lugar ubicado cerca de la costa ¿por qué los embajadores no emplearon para ir y volver embarcaciones aborígenes como lo hicieron con posterioridad Pánfilo Nárvaez y sus subordinados para trasladarse desde el norte de Las Villas hasta Puerto Carenas?

Jérez y Torres, dice el Almirante en el Diario, se intrincaron “tierra adentro”, y comentaron que hubieran visto el mar desde el lugar que visitaron, y se sabe que desde cualquier punto del cerro de Yaguajay se ve o se percibe el atlántico. De lo que hablaron los embajadores, alborozados, fue que “iban siempre los hombres con un tizón en las manos y ciertas hierbas para tomar sus sahumerios, que son unas hierbas secas (cojiba) metidas en una cierta hoja seca también a manera de mosquete, y encendido por una parte del por la otra chupan o sorben, y reciben con el resuello para adentro aquel humo, con el cual se adormecen las carnes y cuasi emborracha, y así diz que no sienten el cansancio. Estos mosquetes llaman ellos tabacos”[4].





[1] “Gibara tiene algo de místico: en el ambiente de su vida moderna, en la tristeza de su descenso comercial, en el silencio de sus calles, flota un espíritu de dolor cristiano, dolor de ruinas jerosolimitanas; dolor que cantan con sordina, al morir en los peñascos de la costa y en las arenas de la playa, unas olas muy tímidas que llegan perezosamente, a deponer la fuerza de su origen ignoto ante las incontrastables barreras de la tierra” ([1] Eva Canel. Lo que vi en Cuba (A través de la isla). Habana Imprenta y papelería La Universal 1916  pp.  279-280) (Para comprender la ruina de Gibara se puede consultar: Vega Suñol, José. Norteamericanos en Cuba. Estudio Etnohistórico. Fundación Fernando Ortiz. La Habana 2004)

[2] Pichardo, Hortensia. Capitulaciones de Santa Fe.  Relación  del     primer viaje de Colón. Compilación. p. 28

[3] Esquivel Pérez, Miguel Ángel y Cosme Casal Corella. Derrotero de Cristóbal Colón por la costa de Holguín, 1492, Ediciones Holguín, 2005.


[4] Anotación hecha por Colón en su Diario, el día 6 de noviembre de 1492.

Los mil y un lugares por donde Colón desembarcó en Cuba (V)



“Cristóbal Colón merece nuestro respecto[1]”.

Afirmó Armando Hart en el acto central conmemorativo del V Centenario.

Por Reynaldo López.

“Cristóbal Colón  era una punta de lanza de lo nuevo de entonces. Claro, lo nuevo siempre surge con imperfecciones. El fue un apasionado y vivió frenéticamente. Vivió en la pasión de querer descubrir  la verdad. Colón merece nuestro respecto, nuestro recuerdo.” Apunto armando Hart Dávalos, miembro del Comité Central del Partido y ministro de Cultura, al reflexionar en el acto central conmemorativo del V centenario, celebrado en cayo bariay, justamente en una mañana soleada 500 años después del primer encuentro entre europeos y aborígenes.

Ángel Augier, destacado poeta y periodista que nació precisamente en tierras del escenario del hecho histórico, hizo una intervención especial en la que subrayó la trascendencia del primer encuentro y algunos recuerdos en aquel pueblo que lo vio nacer y dijo uno de sus poemas del libro “Isla del tacto”, donde describe esta etapa.

Imposible resultó inaugurara el conjunto escultórico Encuentro, realizado por un equipo de artistas de la provincia que continuará  trabajando hasta concluir la importante obra que rinde homenaje al acontecimiento.

En su discurso de clausura el doctor Armando Hart  afirmo que en Bariay lo que realmente se descubrió hace cinco siglos fue el camino del mundo.

Destaco que, además de Cristóbal Colón, había que recordar las figuras de fray Bartolomé de las Casas, un hombre nacido de los más puros sentimientos humanos, lleno de bondad y justicia, y el indio Hatuey, que vino de Santo Domingo para luchar contra los conquistadores y murió en tierras del Oriente cubano.

Resalto el pensamiento de José Martí, de quien dijo que no habrá verdadera felicidad y dignidad hasta que no se conozca y comprenda su prédica, pues de él solo se sabe que fue poeta, revolucionario, pensador, pero basta recordar su advertencia de que un error en Cuba es un error en América, es un error en el mundo.

“En esta bahía nacimos como americanos y comenzó la historia de nuestra América”. Observó y luego significo que la travesía de Colón no fue un acto aventurero, son el resultado de una idea a la cual dedico la vida el Gran Almirante genovés.

Felicito a quienes en todos estos meses últimos trabajaron en el monumento escultórico y elogio la belleza del lugar con su paisaje natural.

En sus palabras de clausura ratificó la veracidad de la llegada del valiente marino por Cayo bariay y no por otra, porque existen suficientes argumentos científicos para asegurarlo.

La cita contó con la presencia de francisco García Ferrer. Miembro del Comité Central y primer secretario en la provincia y de destacados intelectuales y artistas, entre ellos Antonio Núñez Jiménez, Eusebio Leal, Rita Longa, Julio le Riverand, y Salvador Vilaseca.

Finalmente fue cancelado por Armando Hart un sello postal que recuerda el V Centenario. Con esta conmemoración concluyó el evento científico El V Centenario visto desde Cuba.






[1] Tomado del periódico AHORA, Holguín, Cuba. 31 de octubre de 1992.

Francisco Morales, asesino de indios en Maniabón



Por César Hidalgo Torres
Diecinueve años después de la llegada de Cristóbal Colón y todavía la isla de Cuba no atraía demasiado la atención de los españoles. Administrativa y económicamente todo estaba centrado en la isla “La Española” (Actual Repúblicas Dominicana y Haití) y las últimas expediciones de conquista fueron hacia Tierra Firme.

Sin embargo, y a pesar de lo dicho anteriormente, en 1511 el nuevo Segundo Almirante y Segundo virrey de las Indias, don Diego Colón, conociendo que el Rey había mandado a Sebastián Ocampo a que bojeara la isla para saber si en ella había oro y si podrían asentarse algunos cristianos aquí, decidió iniciar la conquista.

Originalmente pensó el virrey en nominar para la jefatura del tema cubano a su tío Bartolomé Colón, pero la partida de este a España lo inclinó a nombrar al antiguo lugarteniente de Ovando, Diego Velázquez de Cuellar, poderoso encomendero local y hombre de probada experiencia militar, a mas de que contaba con el respaldo de Ginés de Pasamonte, tesorero real y hombre de confianza del monarca Fernando de Aragón.

Inició Velázquez la conquista de Cuba en la primavera de 1510, al frente de unos trescientos hombres y cuatro embarcaciones.

Fue su primera acción aplastar la heroica resistencia de Hatuey y cuando lo hubo conseguido fundó la Villa de Baracoa a finales de 1510 o principios de 1511.

Acto seguido inició la confección de nuevos planes expansivos, sin embargo, mientras definía estos propósitos, Velázquez decidió que en un momento no definido por los historiadores de 1512 salieran dos grupos de la hueste conquistadora hacia puntos considerados claves en el oriente de la isla con el objetivo de ocuparlos y pacificarlos: Panfilo de Narváez fue hacia Bayamo y Francisco de Morales se dirigió hacía Maniabón.

Según el mapa de las provincias indias[1], elaborado en 1841 por José María de la Torre, el supuesto cacicazgo de Maniabón lindaba por la costa aproximadamente entre las bahías de Puerto Padre y Naranjo, mientras el nombrado Bani, vecino del anterior, iniciaba en la bahía de Naranjo hasta la península de El Ramón.

Un mapa confeccionado por el historiador Fernando Portuondo demuestra que Morales fue a las zonas occidentales de la actual provincia de Holguín, es decir las comunidades comprendidas en general desde el actual El Yayal, en las inmediaciones de la actual ciudad de Holguín, y conteniendo las tierras entorno a la bahía de Gibara, e incluyendo la zona oriental de la actual provincia de Las Tunas, exactamente los municipios de Chaparra y Puerto Padre.

La incógnita es por qué Morales fue a esa zona y no a la muy poblada zona de Banes. La respuesta tal vez está en la leyenda confeccionada años antes por el Almirante Cristóbal Colón quien dedujo de lo que le decía los aborígenes, que a cuatro jornadas de un cabo y un río (la bahía de Puerto Padre), existía una gran población. O, para mayor especulación, porque los conquistadores querían cortarles la retaguardia a las comunidades de Baní.

Es sabido que Morales era hombre de confianza de Diego Colón, y Velázquez, interesado en quitarse a un competidor peligroso, aprovechó que aquel extralimitó sus funciones represivas y lo hizo saber al Rey.

En diciembre 1512 el Rey envió la comunicación siguiente a su hombre en Cuba:

Dic 10 El Rey.- Diego Velázquez, capitán de la Isla de Cuba: Yo he sido informado que Francisco de Morales, a quien vos enviasteis a la provincia de Maniabón por vuestro lugarteniente, ha hecho muchos excesos en el viaje que hizo, faciendo fuerzas e robos a personas de las que consigo llevaba, e alborotado los indios, e llevándolos atados por fuerza, e maltratándolos a dondequiera, e hizo otros muchos males o daños dignos de mucha punición e castigo, e de todo ello diz que fue acusado ante vos por los alcaldes e procuradores de la dicha provincia, e por otras personas a quien había fecho los dichos robos, para que vos lo mandases castigar conforme a justicia, (…) e porque semejantes casos no queden sin mucha punición e castigo, como el caso lo requiere, de manera que a él sea castigo y a otros exemplo, y los indios de la dicha isla sepan o vean el castigo que se le da (…) yo a vos mando que luego que esta mi carta vieres, con el cuidado y buena diligencia que yo de vos confío, hagáis información por todas las maneras que mejor saberla pudieres, qué excesos y cosas y delitos son los que el dicho Francisco de Morales ha fecho y cometido, e así fecho, proceded contra su persona e bienes con todo rigor de justicia, e conforme a ella le dad la pena condigna al delito que cometió, e los excesos que hizo, la cual dicha pena e castigo sea pública, para que sea castigo a él y para los que lo vieren exejemplo, e los indios e otras personas que del han sido agraviados e maltratados, vean la pena que en él se executa por los excesos que cometió y por el mal tratamiento que a ellos hizo, y para la ejecución de lo susodicho proceded por vía ordinaria conforme a justicia e no dando lugar a dilaciones, salvo solamente la verdad sabida, que para lo ansí facer cumplir e ejecutar, si hubieres menester favor e ayuda, por esta mandamos a los concejos, alcaldes, regidores, oficiales e homes buenos, e otras qualesquier persona que están o estuvieren en la dicha isla, que vos lo den e fagan dar según vos lo pidieres e demandares (…) a vos doy poder e facultad para las executar en las personas e bienes de los que así no las cumplieren.

En la misma fecha que la anterior se expidieron reales cedulas al almirante don Diego Colón y a los oficiales reales de la isla Española, para que, en caso necesario, dieran ayuda a Diego Velazquez, encargado de hacer informaciones contra Francisco de Morales.

Treinta y tres años después, según insiste en decir la tradición, el capitán García Holguín fundó un hato ganadero en su antigua hacienda o Encomienda, ayudado por el cacique de Maniabón. Hipótesis actuales creen que este tal cacique sea un mestizo nacido de la fornicación a la que Morales sometió a las aborígenes de la zona. 






[1] Los conquistadores consideraron que eran provincias los territorios bajo dominio de grandes cacicazgos, pero los aborígenes no conocían de ese tipo de división político administrativa.

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