Soprano
y profesora de canto. (Santiago de Cuba, 15 de febrero de 1897-La Habana, 18 de
septiembre de 1973). A los 3 años se estableció en Holguín, de donde era
oriunda su familia. Aquí inició estudios de música con su padre, el comandante
mambí Armando de Zayas, fundador en 1913 de la Sociedad Cultural
Artística de Holguín; con esta institución debutó en la escena cantando en
veladas y zarzuelas. En 1914 se estableció en La Habana donde estudió con Tina
Farelli y muy pronto, fue considerada una revelación del canto lírico.
Con
Ernesto Lecuona mantuvo una breve e intensa relación amorosa y, más
tarde, amplios vínculos de trabajo y camaradería. De Lecuona estrenó y
popularizó algunas creaciones, al igual que de Gonzalo Roig, Sánchez
de Fuentes, Sara Jústiz, Rafael Pastor y otros importantes
compositores cubanos. Al inaugurarse el Teatro Auditórium (luego Amadeo
Roldán), protagonizó la ópera Zilia, de Gaspar Villate; en
1931 estuvo entre los solistas fundadores de la Coral de La Habana, también
participó en los estrenos de importantes obras universales junto a la orquesta
Filarmónica de La Habana,
en los Días de la
Canción Cubana, los concursos de Canto del
Conservatorio municipal de la capital y otros numerosos eventos. Durante
décadas ejerció la docencia musical. Está considerada una de las mejores
intérpretes de música sacra en nuestros país, línea esta en la que compuso
algunas obras.
Síntesis biográfica
Edelmira
de Zayas nace en Santiago de Cuba el 15 de
febrero de 1897,
creció en un estimulador ambiente artístico, el cual reafirmó, desde los años
infantiles, su amor a la música, primero en la ciudad de que era oriunda y luego en Holguín, donde,
junto con sus progenitores y hermanos, pasó a residir a los tres años de
edad.
Su
padre, Armando de Zayas, fue magistrado de la Audiencia de Santiago
de Cuba, descansaba de sus actividades jurídicas dirigiendo la temprana
educación musical de sus hijos, tocaba la flauta admirablemente, organizaba
recitales de carácter benéfico entre las amistades y la Sociedad Artística de
Holguín, que también fue obra suya.
Primeros pasos en el canto
Mientras
residieron en Holguín
hizo sus primeras presentaciones en conjuntos de aficionados, bajo la
dirección de su padre, con fines benéficos, allí tuvieron una orquesta
familiar, cada uno de los hermanos tocaba un instrumento bajo su estricta
batuta. En 1914 con sus
padres y hermanos, Edelmira de Zayas se radicó en La Habana y
empezó a estudiar canto
con el bajo español Pablo Meroles, quien llegara a actuar en el Teatro Scala de Milán al lado de la diva
Adelina Patti.
Posteriormente
en 1915, Edelmira ingresó
en la Academia Filarmónica de Canto en La Habana, la academia que dirigían
los profesores Arturo
Bovi y Tina
Farelli y mantuvo largos años una especie de ejercitación vocal.
Labor de soprano
Muy
pronto la joven soprano
santiaguera fue considerada allí una relevación del arte lírico. Así lo
demostró el 27
de mayo de 1917,
cuando sus maestros determinaron presentarla en la Sala Espadero, del
Conservatorio Nacional de Música Hubert
de Blanck, en el concierto anual de esa institución académica
correspondiente al citado año.
Entre
las obras que interpretó estuvo como principal protagonista femenina en el
estreno en Cuba de la
ópera Zilia, del cubano Gaspar Villate y Montes, presentada el 4 de
diciembre de 1928, en
la que compartió la escena con el barítono
Alberto Márquez, dirigidos por el maestro Arturo Bovi, además con motivo de
la semana de actos por la inauguración del Auditórium (actual Teatro Amadeo Roldán), de la Sociedad Pro
Arte Musical, así como sus exitosas actuaciones, entre 1926 y 1932 en distintos teatros y
salas habaneras en títulos capitales del género operístico: Norma (Bellini),
Caballería rusticana (Mascagni), Los payasos (Leoncavallo), La Traviata
(Verdi)) y, sobre todo, en La Boheme (Puccini).
Otras labores
Fue
miembro fundador, en 1931,
y subdirectora de la Sociedad Coral de La Habana. Cantó en varios conciertos
de la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida
por Gonzalo
Roig, en los años 1928,
1931 y 1936 respectivamente y la Orquesta Filarmónica de La Habana,
con la que dio a conocer en Cuba
la Misa solemne a Santa Cecilia, de Gounod, junto a Marta Pérez,
dirigidas por Paul
Csonka, en 1943.
Estrenó numerosas canciones cubanas dedicadas a ella por sus autores,
especialmente de Eduardo Sánchez de Fuentes y fue una
de las intérpretes predilectas de Ernesto
Lecuona en sus conciertos de música cubana; para uno de ellos, celebrado
en 1933, Lecuona le
dedicó la canción Ave lira, la cual tuvo que repetir tres veces.
A
pesar de figurar entre las voces más admiradas del arte lírico cubano y ser
considerada una de nuestras mejores intérpretes de música sacra entre 1915 y 1940, Edelmira de Zayas
prácticamente se retiró del canto en el último año mencionado.
Muerte
Edelmira
de Zayas murió en La
Habana, el 18 de septiembre de 1973.
Fuentes
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Edelmira
de Zayas
Por:
Ramón Fajardo
A
los tres años de edad, Edelmira pasó a residir, junto con sus familiares, en
Holguín, donde inició los estudios musicales con su padre: el comandante mambí
Armando de Zayas, fundador de la Sociedad Cultural Artística de ese centro
urbano. Cuando en 1914 su familia se trasladó hacia La Habana, recibió clases
de canto del bajo español Pablo Meroles, quien la hizo debutar, como
aficionada, el 20 de mayo de 1915 en el Liceo Artístico y Literario de
Guanabacoa, ocasión en la que interpretó la romanza para soprano de la zarzuela
española La trapera (L.: Mariano de Larra / M.: José Fernández Caballero).
Con
posterioridad, pasó a la Academia de Canto Filarmónica Italiana, dirigida por
Tina Farelli y Arturo Bovi, en la cual se graduó en 1917. El 27 de mayo de ese
año, guiada por ambos profesores, efectuó su primera presentación profesional
al cantar el aria «Ballatella», de I pagliacci, en la sala Espadero, del
Conservatorio Nacional de Música.
El
tenor puertorriqueño Antonio Paoli escogió a la De Zayas para protagonizar Aída
en el teatro Nacional el 3 de diciembre de 1923. Entre 1926 y 1932 en
diferentes escenarios habaneros encarnó los personajes principales de Norma, La
bohème, Cavalleria rusticana, La traviata e I pagliacci. Cabe subrayar su
interpretación del rol titular del primer acto de la ópera cubana Zilia (L.:
Temístocle Solera / M.: Gaspar Villate Montes), el 4 de diciembre de 1928, en
el segundo programa artístico organizado por la Sociedad Pro-Arte Musical con
motivo de inaugurarse, dos días antes, el teatro Auditórium.
En
1931 actuó en el concierto primario de la Sociedad Coral de La Habana, de la
que sería solista y subdirectora. Se presentó en varias ocasiones con la
Orquesta Sinfónica de La Habana. Cantó el Himno de la Alianza Nacional
Feminista en la Fiesta Intelectual de la Mujer, a la cual convocó en 1935 el
Círculo de Bellas Artes. Participó al lado de Marta Pérez (mezzosoprano), Jorge
de Cubas (tenor) y Gustavo Berg (bajo) en el estreno en Cuba de la Misa solemne
a Santa Cecilia, de Charles Gounod, efectuado en el Auditórium el 18 de enero
de 1943, con el acompañamiento de la Orquesta Filarmónica de La Habana, bajo la
batuta de Paul Csonka.
Intervino
en jornadas del Día de la Canción Cubana, luego que este se instituyó
oficialmente, en 1945, para rendir homenaje al natalicio de Eduardo Sánchez de
Fuentes. Integró la delegación cubana que en 1950 participó en Miami, Florida,
en la Inter-American Conference, auspiciada por la National Federation of Music
Clubes (NFMC), y en tal ocasión ofreció un recital en el White Temple. Se
destacó también como cantante de música sacra, la cual, según ella, «…era su
forma de rezar»…
Para
la firma Sonovox grabó en discos Elegie, de Massenet, acompañada al piano por
Juan Palma, y, con la Orquesta de Evelio Cartaya, dejó registros fonográficos
de Canto negro (Lecuona-Sánchez Galarraga), Ave María (Gounod) y El rosario
(Ethelbert Nevin). Aunque había llenado toda una época musical en La Habana,
abandonó la escena para dedicarse largos años a la enseñanza y contribuyó a la
formación de numerosos vocalistas.
Admirador
y cercano amigo de la De Zayas desde la etapa de aprendizaje de esta soprano en
la Academia de Canto Filarmónica Italiana, Ernesto Lecuona le dedicó la canción
Ave lira, estrenada en el Nacional el 23 de septiembre de 1933 en un concierto
de música cubana del maestro. Ante las ovaciones del público, tuvo que
repetirla tres veces. Acerca del mundialmente célebre pianista y compositor en
1934 Edelmira declaró en 1934 al semanario habanero Carteles: «Además de la
música de Puccini, hay otra que me deleita y que gozo en cantar. Me refiero a
la de nuestro Lecuona. Sus melodías son tan espontáneas, tan exquisitas, y las
siento tan vivamente, que me parecen ajustadas fielmente a mi temperamento».
Con
respecto al talento interpretativo de Edelmira de Zayas, expresó el cantante
mexicano José Mojica: «Su voz es como un tintineo de cristal de baccarat». El
musicólogo español Rafael Pastor opinó: «Todo lo reúne la eminente artista
cubana: espléndida voz, hermosura, arte, fraseo a la manera de la Barrientos y
la Bori y una intuición maravillosa para sentirse dentro del personaje que
representa». Y a su vez Joaquín Turina afirmó: «…es su voz tan limpia y clara
como el agua del Guadalquivir. Difícilmente se oye a una cantante pronunciar
tan claro. Ella se ajusta a la medida exacta con una entonación perfecta».