Gallardete
de la Casa Natal
de Antonio Maceo, Santiago de Cuba, 1980.
Medalla
Raúl Gómez García, 1981.
Distinción
X Aniversario del Movimiento de la Nueva Trova, 1982.
Diploma
por sus 50 años de vida artística, Festival del Son, Santiago de Cuba, 1982.
Premio
EGREM al Mejor Disco de Música Tradicional, 1983.
Trofeo
a la agrupación más destacada en el carnaval de Las Tunas, 1983.
Trofeo
del Sindicato de Cultura en la provincia Holguín, 1984.
Medalla
Octubre Rojo, CTC Provincial de Holguín, 1987.
Distinción
por la Cultura
Nacional, 12 de octubre de 1988.
Orden
Félix Varela de Primer Grado, 1991.
Aldabón
de La Periquera,
Holguín, 1991.
Placa
del Festival Cervantino, Guanajuato, México, 1991.
Medalla
Lázaro Peña de la CTC,
1991.
Premio
Siboney, EGREM, Santiago de Cuba, 1995.
Medalla
XXX Aniversario de la
Jornada Cucalambeana, 6 de julio de 1997.
Premio
Abril, 1999.
Escudo
de la provincia Holguín, 2000.
Diploma
de Artista de Mérito de la UNEAC,
2001.
Premio
Nacional del Humor, julio de 2002.
Premio
Memoria Viva Especial del Centro Juan Marinelllo, 2003.
Placa
del Ayuntamiento de Calasparra, Murcia, España, 2005.
Medalla
Homenaje Especial CUBADISCO, 2006.
Sello
XX Aniversario de la AHS,
2006.
Hacha
de Holguín.
Medalla
de la Ciudad
de Las Tunas.
Placa
José María Heredia, Santiago de Cuba.
Medalla
del Museo del Cacahual, Boyeros, Habana.
Medalla
Aniversario 60 de la CTC.
Medalla
del Municipio Guanabacoa.
Medalla
de la Ciudad
de Ciego de Ávila.
Sello
de Laureado, Sindicato de Cultura.
Trofeo
Baibrama Especial, Sectorial Municipal de Cultura, Holguín.
Placa
de la Televisión
en Holguín.
Además
recibió más de un centenar de diplomas, gallardetes, placas, cuadros, caricaturas,
obras de artesanos, pintores, caricaturistas, escritores que les fueron
entregados en diferentes eventos culturales, giras y homenajes a lo largo de la Isla, así como en otros
países por instituciones y admiradores. La mayor parte de las mismas se encuentran
en los fondos del museo provincial La Periquera, de Holguín y en el restaurante-museo
Santa Palabra de Calasparra, Murcia, España.
En
sus días libres Faustino jugaba dominó o miraba la televisión, especialmente las
transmisiones de los juegos de pelota y “Palmas y Cañas”, uno de sus programas
favoritos, sobre todo si cantaban El Jilguero de Cienfuegos o “el boxeador que canta”, como solía referirse a Ramón Avilés, amigo entrañable y uno de sus más
completos y fieles intérpretes, o Doña Celina González, a la que siempre
ubicaba junto a Benny Moré en el escalón supremo de la galería de sus
preferidos. Celina, también conocida como "La Reina
de los campos de Cuba", siempre reciprocaba sus gestos de cariño cuando
coincidían en Las Tunas, Bayamo, Ciego de Ávila u otra ciudad, durante las
Jornadas Cucalambeanas, Festivales del Son u otros eventos. En más de una
oportunidad, Celina dijo cuando la entrevistaban que le gustaba oírlo, y que
tenía todos sus discos.
Y
llegó el 30 de diciembre de 1999. Faustino participó en la reinauguración de la
glorieta del parque Julio Grave de Peralta (o de Las Flores, como insisten en
decirle los holguineros). Ese espectáculo sirvió para despedir el siglo y el
milenio.
Los últimos años de El
Guayabero
Pródigo
en homenajes y muestras de cariño fue para El Guayabero el primer año del nuevo
siglo. Los vecinos de la ciudad festejaron sus nueve décadas dedicándole la XIX Semana de la Cultura, el Encuentro de
Agrupaciones Soneras y crearon el Festival Música con Humor, para perpetuar su
legado y el de otros creadores musicales nacidos en ese ámbito nororiental que
realizaron significativos aportes en esta modalidad de la guaracha, entre ellos
Manuel Licea (Puntillita), Guillermo Rodríguez Fiffe, Ángel Alberto Caissés,
Juanito Márquez, José Antonio Rodríguez (Maceo) y Roberto Urbino.
El
festival, además de premiar chispeantes composiciones de veteranos y jóvenes
creadores como Irma Orama o Camilo de la Peña, estimuló a los treseros y acogió
presentaciones de reconocidos artistas y agrupaciones muy populares: Eliades
Ochoa, la familia Valera-Miranda, la orquesta Original de Manzanillo, Los
Naranjos, Cándido Fabré, Pancho Amat y Tiburón Morales, que asistieron a su
cumpleaños. A él se le veía vistiendo sus mejores galas, y en su pechera, brillaban
decenas de medallas.
A
los agasajos también se sumaron diversas instituciones, eventos y provincias; entre
ellos el XII Festival Internacional Benny Moré en Cienfuegos; la UNEAC, que le entregó la
condición de Artista de Mérito; el Centro Nacional del Humor, que lo galardonó
con su Premio Nacional, y la feria Cubadisco que en la edición de 2001 estuvo
dedicada a él, a los 110 años del nacimiento de Oscar Hernández, al 145
Aniversario de Pepe Sánchez y a los aportes de la trova a la música cubana. mientras
grabaciones discográficas suyas o sones de su autoría en otras voces, continuaron
recorriendo el mundo y ubicándose entre los preferidos según lo aseguraron la
revista Billboard, los Premios Grammy y listas de éxitos de países como España
y EE.UU.
En
el 2002 unos cien mil holguineros se reunieron frente a su casa del reparto
Peralta. Allí actuó Polo Montañés. Después por unas pantallas gigantes que allí
habían colocado ambos populares músicos miraron la inauguración del hotel Playa
Pesquero, el más grande de Cuba de ese momento, en la que actuó Compay Segundo.
(Por cierto, esa fue la última actuación en el Oriente de Cuba del
extraordinariamente popular autor del Chan Chan, Pasaje a Holguín, El calderito
de tostar café y otras tantas). Seis
meses después Compay murió, y poco después fue Rubén González, otro de los
fundadores del Buenavista.
Con
casi cien años a sus espaldas, decía El Guayabero que si algo había que tirar a
relajo era la pelona. Para ayudarle los realizadores audiovisuales de la
ciudad, que gestaban los estudios ANIMA para producir dibujos animados,
hicieron con su son “El tren de la
Vida” un excelente video clip y todos fueron al estreno, pero
esa misma noche se produjo otro zarpazo de la parca: murió el maestro Manuel de
Jesús Leyva, una de las figuras más versátiles y talentosas en la historia de
la música en Holguín. Compositor, arreglista, trompetista de resplandeciente vuelo
artístico, director de la
Orquesta Avilés y de la Banda Provincial
de Concierto, Koko —como le llamaban todos por el ritmo por él creado y popularizado
en los años setenta— se incorporó al grupo de Faustino con su permanente
sonrisa y humildad, engrandeciendo el repertorio, la sonoridad, los lazos de
hermandad y los deseos de superación de los jóvenes músicos que para entonces, junto
a los cantantes Santana Orama y Sergio Leyva, respaldaban al juglar.
Mi son
retozón (El Tren de la Vida)
(Son)
Letra y
música: Faustino Orama Osorio
Es la vida un tren expreso
Que recorre leguas miles
El tiempo son los raíles
Y el tren no tiene regreso.
En él se embarcan por eso
El viejo, el nuevo y el serio,
El vivo, el del Ministerio
Y el tren a todos complace
Y en las paradas que hace
Los deja en el cementerio.
Como es el tren de la vida
El viaje no tiene fin
Y se entiende el boletín
Tan solamente de ida.
Cuando uno hace su partida,
Que es a gran velocidad,
Le va la conformidad
Desde que sube al andén
Que va a viajar en un tren
Con rumbo a la eternidad.
En él se embarcan señores,
Premieres y mariscales,
Ministros y generales,
Reyes y emperadores;
Los Papas y los doctores
Potentados con dinero,
Cuando llega un paradero
Que le llaman Camposanto
Allí les tiende su manto
De tierra el sepulturero.
La diferencia del viaje
En ricos y pordioseros
Consiste en que los primeros
Llevan mejor equipaje,
Pero el que a tierra viaje
Con el comer de los días,
Los gusanos con su cría
Le infestan la vestidura
Poniendo a la misma altura
Todas las categorías.
Yo no he podido encontrar
Todavía ni un pobre ni un rico
Qué a mi me haya dicho, chico,
Yo no me pienso embarcar.
En él tienen que viajar
La linda, el tipo y el viejo.
De ese fúnebre cortejo
Toditos vamos en pos;
Por eso les digo yo
Levantaremos parejo.
Basta de filosofar,
No sigo más esta rima
Porque ya se me aproxima
La hora de yo embarcar.
Pero les voy a encargar
A los que atrás van quedando
Que embarcarán no sé cuándo
Pero es una cosa fija:
Que no se den mucha lija
Que el tren los está esperando.
La vida no es otra cosa
Que un prolongado gemido,
Nace en la cuna y perdido
Se va a extinguir a la fosa.
Estribillo:
Si las mujeres tocaran tres
Le cambian el ritmo a los hombres
Con el son, picachón, retozón,
Qué bien lo baila Marieta.
Toda
la noche y la mañana siguiente a la muerte de Koko, Faustino permaneció más
solemne y recogido que nunca, al lado del féretro del colega. En el cementerio
participó en la despedida musical que la ciudad le tributó al artista.
Ibrahim
Ferrer junto a Faustino y sus músicos.
Aún
no se había recuperado del estupor y la angustia, cuando tres meses después, en
víspera de su último viaje transoceánico, le llegó la noticia de la muerte de Ibrahím Ferrer, a quien Faustino dijo que quería como al hijo varón que nunca
tuvo, porque le había demostrado a todos, a lo largo de casi medio siglo, que el
afecto era recíproco.
Con
voz temblorosa por la noticia, Faustino pidió a su sobrina que le buscara fotos
del músico muerto y el disco Buenos Hermanos, con el que Ibrahím ganó su cuarto
Premio Grammy, en el que se leía de puño del célebre intérprete esta breve
dedicatoria: “A mi padre, de su hijo Ibrahím”.
Esos
golpes fuertes e inesperados, más que la falta de una pierna, la sordera y
otros achaques de la vejez, fueron minando su ímpetu y ganas de vivir, No
obstante, con la mirada perdida, el tres desafinado y la voz áspera e
indiferente, seguía actuando dos veces por semana en la Casa de la Trova, sin embargo sus giras
eran cada vez más escasas.
Entre
agosto y septiembre de 2005 a
propuesta del empresario español Antonio Escribano García, apasionado amante de
la música cubana. Faustino hizo su último viaje al extranjero. Se presentó en
Calasparra y Cehegin, dos ciudades de Murcia, en las que el público aplaudía y lo
acompañaba cantando con él sus sones. Después, por iniciativa del mismo
empresario en una de las más importantes edificaciones de Calasparra, el
santuario de la Virgen
de la Esperanza,
patrona de esa localidad, se instaló en su honor el museo-restaurant Santa
Palabra. El Guayabero, generoso, donó a la instalación trajes, medallas, uno de
sus típicos sombreros de huevo frito y otras pertenecías que hoy constituyen
objetos patrimoniales para españoles y cubanos.
Al
regresar comprobó con pesar que sobre su ciudad se prolongaba una implacable
sequía que, desde meses antes, había obligado a las autoridades y a los habitantes
a buscar ingeniosas alternativas para proveerse del indispensable líquido. Pero
a pesar de todo la vida continuaba su curso. Se seguían incrementando las propuestas
culturales, se revitalizaba la imagen de su centro histórico con la
inauguración del primer tramo del boulevard, se inauguró el hermoso mural
Orígenes y asimismo nuevos restaurantes, cafeterías y una réplica de la caverna
de Los Beatles que le daba a Holguín un aire de urbe ecléctica y cosmopolita.
su estatua a tamaño natural en el Centro Provincial de la Música y los Espectáculos.
El propio Faustino devela su estatua a tamaño natural en el Centro Provincial de la Música y los Espectáculos de Holguín, (empresa que lleva su nombre)
La Empresa Provincial de la Música y los Espectáculos
de Holguín, que había adoptado su nombre, se dio a la tarea de preparar grandes
festejos para celebrar los noventa y cinco años de edad del cantor. Los más
importantes músicos del catálogo de dicha empresa incorporaron piezas de El
Guayabero y en el lobby de entrada se inauguró una estatua suya a tamaño
natural que hicieron los artistas Gabriel Maslotikhass y Argelio Cobiellas.
Exactamente en la mañana de su cumpleaños el artista develó la obra, luego tomó
el micrófono y mientras se tocaba la cara con las manos, dijo: “De verdad que
se parece a mí, fíjense que toco madera. ¡Santa palabra!”.
Esa
misma noche, frente a su casa se premió el concurso Música con Humor ante
cientos de holguineros que no imaginaron que ese sería el último cumpleaños en
la vida del juglar.
Unos
días después de la celebración a sus conocidos achaques de salud se sumó un galopante
hepatocarcinoma, o cáncer de hígado, que muy pronto afectó ese imprescindible
órgano metabólico. A inicios de marzo de 2007 fue hospitalizado en Holguín. El
sábado 17 de ese mes, el periodista Juan Pablo Carreras informó a través de la Agencia de Información
Nacional que el estado de salud del trovador era muy crítico, acotando que “se
niega a comer, permanece con levine, y presenta un edema por mal nutrición,
agudizado por el estado de coma que lo ha llevado a múltiples complicaciones”.
Diez
días después, a pesar de los ingentes esfuerzos de los especialistas de
Cuidados Intensivos, los desvelos de la familia y las autoridades de la
provincia y el país, falleció uno de los patriarcas de la trova y el son, el
último juglar de la tradición cubana, El Rey del Doble Sentido. La noticia
circuló el mundo en despacho de las agencias EFE, ANSA, Reuter, emisoras de
radio, canales de televisión y periódicos de gran parte del mundo.
Muy populares músicos rindieron
tributo a El Guayabero, en la fotografía se ve a Eliades Ochoa, Tiburón Morales
y Pancho Amat.
Las principales autoridades de la
provincia también estuvieron presente en el velatorio de El Guayabero. En la
fotografía se ve, entre otros, a Miguel Diaz Canel, actualmente vicepresidente
de Cuba.
Entre
las ofrendas florales que acompañaron sus restos las había enviadas por el general
de Ejército Raúl Castro, los trovadores Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, el Instituto Cubano de la Música, el Comité
Provincial del Partido Comunista de Cuba en Holguín y las Asambleas Provinciales
del Gobierno de las provincias de Holguín y Granma y del pueblo de Holguín que
lo acompañó a su última morada en el cementerio municipal.
El pueblo de Holguín asistió al entierro de Faustino Orama
En
algunos tramos del recorrido hasta el camposanto la comitiva fúnebre realizó
paradas para que sus compañeros músicos interpretaran sus composiciones, ese
puñado de sones que lo habían convertido en el más universal de los músicos holguineros.
El pueblo silencioso se desató en un aplauso estruendoso cuando el cadáver bajó
a la sepultura, convencidos de que se estaba sembrando un símbolo de identidad
y cubanía.