La familia Ochoa de Holguín, Cuba, surgió de la unión entre un
peninsular y una criolla. El matrimonio se celebró el 4 de febrero de 1751 en
la parroquia de San Isidoro de Holguín. Él se llamó José Antonio Ochoa Aizpurúa
y Segura y era hijo legítimo de Juan Bautista Ochoa y Aizpurúa y
Catarina Segura Arregui, ambos padres naturales del señorío de Oñate,
reino de Vizcaya. José Antonio residía en Santiago de Cuba sin que sepamos la
causa de su mudanza a Holguín, presumiblemente en 1750, (seguramente fue el haberse
comprometido con una rica heredera de Holguín.
Ella se llamó Rosalía de Ávila y
González y era hija legítima de Diego de Ávila de la Torre y Juana de la
Cruz González
Norate.
El padre de Rosalía, que ocupó
al surgimiento de la ciudad el oficio de Regidor Alcalde Mayor Provincial de la Santa Hermandad,
era descendiente de una de las nietas de García Holguín –éste último fue el
propietario del hato en el que se fundó la ciudad de Holguín, en Cuba. El Ávila
suegro del primer Ochoa que vino a Holguín estaba emparentado con otras de las
familias fundadoras del pueblo. Su
familia se dedicaba a las actividades agropecuarias, fundamentalmente en el
cultivo del Tabaco y la sitiería desarrollada para estancias. (Diego de Ávila
al igual que casi todos los fundadores de la ciudad, construyeron una red de
relaciones que le permitió a él y a su familia mantenerse en la burocracia
holguinera ocupando cargos de importancia en el cabildo, lo que, obviamente,
les ayudaba en la solidificación de sus fortunas privadas. Una forma común para
el fin anteriormente dicho fue concertar estrategias matrimoniales ventajosas).
No se tiene información sobre
los medios de subsistencia del Ochoa recién llegado a Holguín, pero la
celebración de su boda con una miembro de la aristocracia
hacendataria–ganadera que dominaba
como grupo de poder
en la recién constituida ciudad de Holguín, permite
inferir que tenía una situación económica desahogada y un notable prestigio que
le precedía, al que pudo haber contribuido su calidad de médico.
La información de que se
dispone en el Archivo Provincial de Historia de Holguín relativa a los primeros
cuatro años después de constituido el matrimonio de José Antonio Ochoa y
Rosalía de Ávila es muy escasa. Solo a partir de 1755 en lo adelante es posible
saber del hombre por la información que de él dan las Actas de Cabildo
disponibles en el Archivo Provincial de Historia de Holguín. Información esta
que permite develar una red de interacciones que contribuyó para que la familia
asegurara su predominio en la sociedad holguinera de 1751 a 1850.
El testamento de José Antonio
Ochoa de 1797 contribuye a esclarecer el modo a través del cual logró
insertarse en la aristocracia de la ciudad:
“(…) cuando contrajimos
nuestro matrimonio aportamos a el por capital yo el testador como trescientos
pesos en dinero, medicina y otros muebles que me debían
y que después de casado me pagaron (…)”
A partir de lo anterior
podemos inferir que al momento de la celebración de su enlace con Rosalía, José
Antonio tenía una situación económica desahogada y que era médico de profesión.
Esto último se confirma en el acta del Cabildo de agosto de 1755, en el que se
discute la solicitud hecha por José
Antonio Ochoa para que se le permitiera ejercer la plaza de médico de la
ciudad. Allí se explica el fundamento de la solicitud y el modo en que se
proponía el pago por los servicios médicos que prestaría:
“(…) que en esta ciudad no hay
médico alguno y a ser practico en la facultad y maestro de Cirugía convenido
este vecindario en darle en cada familia un peso anual que les
obligaría a asistirles
con su persona
y las medicinas necesarias a sus
curaciones (…)”
Por cierto, y porque la solicitud
hecha al Cabildo no iba acompañada de las recomendaciones del Señor Gobernador
Militar y Político de la villa de Santiago de Cuba, no fue sino a partir de
1757, esto es, después de dos años de larga espera desde su solicitud, que José
Antonio Ochoa comienza su labor como médico en la ciudad de Holguín.
Contrario a lo que
inicialmente podría pensarse, el desempeño del oficio de médico no le fue
económicamente rentable, seguramente debido a que por entonces los holguineros
estaban acostumbrados a ponerse en manos de curanderos y a la auto-medicación.
Esa situación unida a sus responsabilidades como padre de familia provocó que
hacia finales de 1760 abandonara la práctica de la medicina.
El 4
de junio de 1761, José
Antonio Ochoa le
pide a Miguel
Calderón, (Mayordomo Sargento
Mayor del Cabildo de la ciudad), compadre espiritual y futuro suegro de uno de
su hijos, que sea “(...) su fiador en la cantidad de 500 pesos para poder
obtener el cargo y empleo de Ministro de la compra de Tabaco de cuenta de S.M
en dicha ciudad (…)”
El comercio en el ramo del
Tabaco en Holguín se mantuvo por espacio de 32 años en manos de
José Antonio, “(…)
en cuyo tiempo
no hayo en mi
conciencia que haya defraudado ni los intereses de S.M, ni
los del público (…), según dice en su testamento. Precisamente la importancia
de dicho negocio fue lo que le posibilitó organizar una nutrida red de
relaciones que le fueron de gran provecho a él y a sus hijos. Juana de Ávila González se casó con su primo
Rodrigo González de
Rivera quien fue nombrado Regidor
Alguacil Mayor en el primer
cabildo holguinero; Agustina de Ávila González con Salvador de Jesús
Barzaga y Perdomo, Primer Síndico Procurador General de la ciudad y que
posteriormente llegó a ser Regidor Alcalde Mayor Provincial de la Santa Hermandad;
Diego Ramón de Ávila González se casó con su prima Catalina Josefa González de
Rivera y de la Cruz,
hija de Juan González de Rivera y Ávila, Regidor en el primer cabildo y primo
de Diego de Ávila y de la Torre…
Por otra el ser un exitoso
hombre de negocio y a la vez una persona confiable y de respeto, le permitió a
José Antonio Ochoa ocupar el cargo de Alcalde
Ordinario en 1778,
manteniendo así un estrecho
vínculo con la burocracia holguinera y por lo mismo,
estructurar una amplia red de poder que fortalecía el negocio del tabaco en la
ciudad y su interés propio. Como ejemplo de lo anterior en documentos de la
época José Antonio aparece “(…) sirviendo como fiador de Dn. Miguel de Aguilera
en la cantidad de 1000 pesos para obtener interinamente el empleo de Administrador
Particular de la Real
Hacienda (…)”; también da “(…) de fianza una casa de madera y
tejas de su propiedad que se usa en Factoría de Tabaco y que su valor es muy
cuantioso (…)”. Con posterioridad, Don Miguel de Aguilera estrecha sus vínculos
con la familia Ochoa sirviéndoles como fiador, testigo de bodas, padrino y
dando su apoyo y consentimiento
para el desarrollo
del negocio comercial
del tabaco de
dicha familia; incluso su hija
María del Carmen Aguilera contrajo
matrimonio con uno de los hijos de José Antonio Ochoa.
Entre las propiedades dejadas
por José Antonio Ochoa en su testamento se encuentran siete sitios con un total
de 1.521 pesos de posesión, un ingenio nombrado Santa Rosa de Mayabe, dos casas
y catorce esclavos que incluían a cinco
mujeres. También llegó a poseer una goleta nombrada Santa Bárbara, “(…) anclada
en el puerto real de Gibara de esta jurisdicción en estado navegable (…), dice
en el testamento. Esta goleta era utilizada mayoritariamente para el transporte
del tabaco que se acopiaba en la factoría de Holguín y en los almacenes de
Mayarí y Jiguaní, para su posterior comercialización en la Real Hacienda de La Habana. No podemos
dejar de mencionar que de vez en cuando el dueño de la embarcación concertaba
con otros comerciantes algunos viajes a las islas del Caribe donde tenían una
selecta clientela.
Relacionado en el testamento
de Ochoa se encuentra un listado de personas que le debían dinero, incluso,
algunas eran figuras representativas de la sociedad holguinera de la época como
Juan González de Rivera (Regidor Alguacil), Juan Antonio Bidopia, Silvestre de la Peña y hasta el cura de la
iglesia de San Isidoro que le debía 300 pesos, entre otros.
El floreciente negocio del
tabaco le dio la posibilidad a José Antonio Ochoa, de en corto periodo de
tiempo ser propietario de un fortuna, y también le aseguró un lugar en la
aristocracia holguinera de la época y un espacio en ella para sus
descendientes.
José Antonio Ochoa Aizpurua y
Segura falleció en San Isidoro de Holguín el miércoles 22 de enero de 1800; su
esposa Rosalía de Ávila había fallecido diez años antes (en 1790) cuando había
cumplido 65 años de su edad.
Descendencia de José Antonio
Ochoa Segura y María Rosalía de Ávila: