LO ÚLTIMO

La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

22 de marzo de 2019

Diario del Mayor General independentista cubano Julio Grave de Peralta (IV Parte)



Diario de todo lo ocurrido desde mí llegada a Jamaica en busca de una expedición para Cuba.  G. Peralta 
1871 marzo 11
Puerto Santa María.
Después de 40 horas de una navegación bastante penosa desde “Boca de Caballo”[1] a Jamaica, llegamos a Puerto Santa María en el día de la fecha. Fui lo mejor atendido por muchos ingleses[2] que fueron a vernos como venidos de Cuba, pasamos a la oficina del Cuerpo de Policía y todo estuvo bien aquel día.
1871 marzo 12
Todo se preparó para salir al día siguiente, sin otra ocurrencia anotarse. En este día algunos ingleses demostraron simpatía por nuestra causa y hubo hasta quien se comprometiese a ir en la primera expedición que saliera para Cuba, para hacerle la guerra a los españoles[3].
1871 marzo 13 
Después de mil dificultades salimos para Kingston[4], todos a caballos[5]. Pasamospor tres pueblecitos que no supimos cómo se llaman y dormimos a tres leguas del paradero donde debíamos de coger el tren. No ocurrió novedad alguna en todo ese tránsito.
1871 marzo 14  
Sin novedad alguna llegamos al paradero y de este a Kington[6] a las tres de la tarde; sin embargo de que quise evitar que se supieran nuestra llegada, no pudo suceder y los emigrados me recibieron con un entusiasmo grande. A consecuencia de esto no se hizo otra cosa que hablar y gritar vivas y más vivas a la independencia de Cuba; no ocurrió otra novedad[7].
1871 marzo 15
Kington.
Muy temprano vi al Ciudadano Secundino Bravo[8]; y sin embargo que yo en nada tenía que ver con él, le informé mi proyecto y resolvimos hacer algo de acuerdo. Todo ese día fue bien.
1871 marzo16 
Nada de particular hubo. Me visitaron algunos pero ninguno a proponerme nada de auxilio a la misión que me trae al extranjero Son muy pocos los buenos patriotas que tiene Jamaica. Sin embargo en la emigración hay algunos[9].
1871 marzo17
Hubo una junta con objeto de atraer recursos para Cuba y fue demostrado el mejor deseo de los que concurrieron. Se recogió algo. En esa el Ciudadano Secundino Bravo manifestóque el Ciudadano José María Izaguirre, quien había sido Diputado por oriente, venía a sustituirlo en el puesto de Agente General de Jamaica por orden del gobierno de la República de Cuba y quedó aceptado como tal Izaguirre. Yo le llame la atención a los dos haciéndoles comprender que aquel paso era anti político, porque la institución de emigrados no estaba bajo el mando directo del Gobierno y que el pueblo (los cubanos residentes en Jamaica), podía no estar satisfecho, haciéndole al mismo tiempo observaciones del resultado de aquel paso[10].
Bravo dijo que el pueblo, mejor dicho, la emigración, sabía que convenía así. Nunca quedé satisfecho, sin embargo quedó desempeñando la Agencia, Izaguirre.
1871 marzo 18
No ocurrió otra cosa que la visita de varios que nos demostraban ser partidarios de Quesada[11], otros de la Junta y otros neutrales a ellos; sin embargo sirviendo en esto el Sr Serafín Pachecome dio carta para el Sr Enrique Piñeiro y me instruyó de otros que no son nada buenos.
1871 marzo 19 
Nada particular
1871 marzo 20   
En esta fecha preste  $ 531. 21 para remitir una expedición con pólvora para Máximo Gómez, a condición de que se me devuelva (el dinero) de los primeros fondos de esta Agencia, según consta en el recibo[12]. No ha ocurrido otra cosa de particular.
1871 marzo 21
Nada de particular   
1871 marzo 22
Sin novedad   
1871 marzo 23
Sin novedad
1871 marzo 24
En esta fecha le hable al Ciudadano  Valiente para que me auxiliara en lo que pudiera para llevar a cabo una expedición y me contestó que él tenía hechos ya muchos sacrificios y no quería dar más, que su larga familia era primero que la patria, razón porqué a ella no podía quitarle sus recursos. Mi contesta fue despreciativa a aquel hombre y lo amonesté en todo en todo lo que creí oportuno, declarándolo traidor a la Patria puesto que no pensaba en ella. No ocurrió más nada particular.
1871 marzo 25    
En este día tratamos al Ciudadano Secundino Bravo sobre la Junta de Nueva York[13], tachándola aquel de indiferente a la Agencia de su cargo, ofreciendo que no seguiría al frente de ella por serle muy dificultoso; yo le traté de persuadir para que siguiera desempeñando su puesto, pero nada conseguí.     
1871 marzo 26
Nada de nuevo.
1871 marzo 27 y 28 
Sin novedad alguna
1871 marzo 29 
No ocurrió nada de particular 
1871 marzo 30 y 31 
Se trató en casa de Serafín Pacheco de política pero nada que mereciera la pena. Se trató de la traición de Juan Clemente Zenea[14] y de los malos escritos de Pepe Armas[15] haciéndole tanto mal a la revolución, puestos que todos aquellos son personalismos  que solo dan el resultado de que haya retraimiento de parte de los buenos patriotas. Del Ciudadano José del Castillo se habló atrozmente[16].  
1871 abril 1 al 4 
Nada ocurrió fuera de algunos preparativos para salir para Nueva York dejando algunos hombres en la lista de los que irían a Cuba en la expedición que preparo. Aquí queda el Ciudadano Jesús de Feria que vino en mi compañía de Cuba, hasta tanto se le dé aviso para donde debe dirigirse. 
1871 marzo 5 
Llegó el vapor americano y en el salí para Nueva York, en todo el viaje conocí a muchos de los pasajeros y se trató de la causa de Cuba, simpatizando todos con ella. El Sr. Ambrosio Valiente, Ministro Plenipotenciario de la República de Cuba en Lima[17], que fue mi compañero y que sale para el lugar que le corresponde, me manifestó gran descontento en el desempeño de su puesto a consecuencia que le tratan muy mal por la Junta General de Nueva York y varias injusticias, creyendo que no era Aldama el que debía estar al frente de aquella. Yo he calificado esto de ambición una parte, aunque quizás me equivoque.
“Vapor” y abril 8 en el mar.
Me dijo también el Sr. Ambrosio Valiente que el Presidente Ciudadano Carlos Manuel de Céspedes le había mirado con indiferencia, puesto que le había hecho varias cartas confidenciales y que solo una le contestó, siendo esta por conducto del Ciudadano  Secretario de Relaciones Exteriores, Ramón Céspedes, y que por lo tanto estaba resuelto a servir a Cuba pero sin sacrificio de sus intereses, que ya tenía hecho muchos. Me dijo que Cisneros no debía ocuparse más de expediciones, visto que todas se perdían.
De ese modo llegamos el día 11 a Nueva York.

Anterior   Siguiente
 
 
 
 


[1]  Boca de Caballo está situada en la costa sur de Oriente.
[2] En la época de a llegada del General Peralta, Jamaica era colonia del Reino Unido por lo que sus ciudadanos eran considerados como súbditos británicos (ingleses). 
[3]  Lamentablemente son poco conocidos los varios ejemplos de la solidaridad de los vecinos de las islas de las Antillas británicas y las Bahamas para con los revolucionarios cubanos. Así en Las Bahamas los expedicionarios del buque Liliam encontraron ayuda. Y constante fue el  tráfico de armas y hombres entre Jamaica y Cuba durante las Guerras de Independencia Isla, e incluso, la de algunas autoridades locales que no pusieron reparo a aquellas actividades ilegales.
[4]  Capital de Jamaica.
[5] Según el relato de José M. Izaguirre, los caballos se los entregó el jefe de la policía de la localidad por donde desembarcaron
[6]  En su diario, Grave de Peralta escribe Kingston sin la s
[7] Esa espontaneidad de los emigrados cubanos era frecuente, siendo, además, una buena fuente de información para los agentes españoles. Producto de una situación similar ocurrió el trágico fin de la última  expedición del buque Virginius.
[8] Se refiere a Francisco Bravo, conocido por Secundino Bravo. Este individuo era agente general de Cuba en Jamaica. Cuando, posteriormente, llegó a Jamaica el vicepresidente de Cuba en Armas, Francisco Vicente Aguilera, acompañado por Ramón Céspedes, Bravo fue con ellos a Nueva York desempeñándose como su secretario. Unos meses después Aguilera lo asigno como representante diplomático en la República del Perú. 
[9]  Había entre los mambises el prejuicio hacia los emigrados a quienes  se le consideraba que en lugar de combatir en los campos de la Isla preferían estar en el exterior.  Es de  creer que el criterio de Peralta, expresado a los cinco días de llegar a Jamaica, es muestra del dicho prejuicio, llevado desde los campos cubanos.
[10] En ese criterio el General Peralta expresa una constante  de los hombres de 1868, esto es, escuchar la decisión de la mayoría para tomar cualquier decisión
[11]  Manuel de  Quesada  y Loynaz, nació en Camagüey, Cuba  el 29 de marzo de  1833 y murió en San José de Costa Rica en 1884.  Llegó a ser Mayor General y General en Jefe del Ejército Libertador. Destituido como Jefe superior del Ejército su cuñado y Presidente de Cuba, Carlos Manuel de Céspedes lo envió al extranjero como agente especial para promover el envió de expediciones a Cuba. Con su llegada al exilio se creó una profunda división entre él y Miguel Aldama. Estas divisiones afectaron profundamente a la emigración.
[12] Desde Jamaica se enviaban con cierta frecuencia botes y goletas con pequeños cargamentos de municiones y otras vituallas para los insurrectos. El tráfico era tan regular que en la costa sur de Oriente operaba de forma permanente  una fuerza bajo el mando del brigadier Jesús Pérez que tenía la misión de recibir esas expediciones y en general todas las llegadas por esa comarca.  
[13]  La Junta de New  York estaba dirigida por Miguel de Aldama.
[14]  Juan Clemente Zenea, destacado poeta cubano. Vivía en el exilio. Se trasladó a Cuba Libre con un salvoconducto del gobierno español. Al retornar al extranjero fue hecho prisionero y ejecutado. Los insurrectos, que desconocían los vínculos del poeta con España, al enterarse de esto lo consideraron un traidor.  Y traidor lo consideraron los españoles, que, al parecer fueron quienes mejor lo consideraron, un mambí, y como tal lo trataron.
[15] José de Armas y Céspedes,  crítico del trabajo realizado por Miguel Aldama y sus seguidores
[16]  En medio de la pasión las facciones de emigrados expresaban todo tipo de criterios sobre quienes estaban en grupos diferentes a ellos. En el presente, con las pocas fuentes existentes, es difícil determinar la veracidad de tales valoraciones.  En los momentos en que se entrevista con el General Peralta, a José Castillo se le puede considerar un Quesadista y el recién llegado (Julio Grave de Peralta), se estaba moviendo en un grupo cercano a Aldama
[17]  La Republica de Cuba nombró representantes diplomáticos en varios  países. Esos debían de promover el reconocimiento  de la  Republica Cubana.  Ambrosio Valiente ocupó ese cargo hasta finales de 1871, entonces renunció y regresó a New York. Haciendo un análisis un poco esquemático de  él podíamos considerarlo en esos momentos un Quesadista, aunque es difícil enmarcar las personas. (Solo intentamos ofrecerle al lector el grupo que le era más cercano a algunos de los individuos relacionados con Peralta).

Diario del Mayor General independentista cubano Julio Grave de Peralta (III Parte)



Salieron los comisionados hacia la costa sur de Cuba para embarcarse hacia la Jamaica y en lugar de la partida ya estaban el día 6 de marzo de 1871.
José María Izaguirre
En el artículo de José María Izaguirre que aparece adjunto al Diario, dice: “El lugar que escogimos para embarcadero no podía ser peor pues además de que el mar allí era muy bajo, su lecho era calcáreo, compuesto de una especie de rocas erizadas de puntas que llaman dientes de perro. Así es que nuestro bote rozó por un largo rato contra esas puntas que amenazaban destruirlo y que nos molestaron mucho”.
El historiador Abreu Cardet explicó a La Aldea que además de las molestias provocadas por las piedras, los expedicionarios corrían otros peligros mayores, entre ellos ser sorprendidos por las fuerzas hispanas que vigilaban aquellos parajes igual que lo hacían en otras partes de la Isla.
Perfecto Lacoste (fue el primer alcalde de La Habana)
Para que lo acompañaran al extranjero el General Peralta había escogido a varios hombres y asimismo llevaba con él a su sobrino Perfecto Lacoste, que era un niño de diez años a quien el tío llevaba para dejarlo con doña Rafaela Grave de Peralta, hermana de Julio y madre del muchacho, a quien los españoles habían obligado a salir hacia el exilio.
Decirle bote a la embarcación era una exageración. En verdad se trataba de una canoa hecha del tronco de un cedro, y eso, seguramente, limitaba la cantidad de expedicionarios. En el artículo dice Izaguirre que los que se embarcaron nada más eran nueve personas: Los ya mencionados Peralta, Izaguirre, el niño y el coronel Jesús de Feria[1], cuatro remeros y un timonel.


Relato de José María Izaguirre[2]
Como se comprenderá fácilmente la embarcación en que íbamos a hacer la peligrosa travesía de Cuba a Jamaica, noventa millas de largo en el mar de las Antillas y en el equinoccio de primavera, no era un vapor, ni un buen buque de vela, ni siquiera un bote de buenas condiciones marineras, era simplemente una canoa de Ceiba que a falta de instrumentos apropiados se había labrado con machetes, y con ella debíamos embarcarnos sin practico, sin brújula, y sin otros auxilios de salvación que los que nos prestara dios y nuestro arrojo. Llevábamos provisiones de cocos, matahambres[3] y carne asada que nos proporcionó el bondadoso cuidado del coronel Jesús Pérez, pudimos llevar casabe, más no lo queríamos por el temor de que una ola bañara el bote y nos convirtiera aquel en sopa comosucedió al coronel Ángel Loño[4] en caso igual. Las hamacas las convertimos en velas y aprestados de este modo, nos hicimos a la mar. 
El lugar que escogimos para embarcadero no podía ser peor pues además de que el mar era allí muy bajo, estaba compuesto de una especie de rocas erizadas de puntas  que llaman dientes de perro. Así es que nuestro bote, llamémosle enfáticamente así, rozo por un largo rato contra esas puntas que amenazaban destruirlo y que nos molestaron mucho[5]. La expedición contaba de nueve personas; el general Julio  Grave de Peralta y su sobrino Perfecto Lacoste, niño entonces de diez años; el coronel Jesús de Feria, cuatro remeros, un timonel y yo.
Como a doce millas de la costa tuvimos que retroceder porque el bote iba haciendo agua y el timón se rompió. Desembarcamos felizmente y al siguiente días se hizo un nuevo timón de madera más consistente, se calafateo la embarcación con resina de cupey y nuevamente nos hicimos a la mar. 
Amanecimos muy lejos de la costa, y libres por consiguiente de ser capturados por los buques españoles que rodeaban la isla  y que nunca se alejaban mucho de ella. El mar estaba embravecido: sus olas se levantaban como montañas y bajaban al abismo,  deshaciéndose en espuma al chocar con nuestro bote. Tiempo nebuloso, viento recio; el sol y la estrella polar que a falta de brújula eran nuestra esperanza no las podíamos ver: todos nos era contrario. A pesar de eso se remaba con valor aunque no se adelantaba con rapidez. Yo no dejaba, sin embargo, de experimentar cierta zozobra al pensar que podíamos, por la falta de dirección, pasarnos por un lado de Jamaica sin llegar a verla: y entonces me preguntaba; ¿adónde iremos a parar? Al abismo, era mi única respuesta.
Al día siguiente divisamos a regular distancia un buque inglés. Juzgándonos náufragos, enderezo su proa hacia nosotros como para ofrecernos auxilio. La oferta era halagüeña, pues la situación era precaria. Confieso que mi primer pensamiento fue el de aceptarla,  por la responsabilidad que yo tenía como jefe de la expedición como jefe de la vida de mis compañeros, pero pronto la rechacé reflexionando que estos iban como yo a cumplir con un deber patrio y que el buque podría ir a un puerto de Cuba, en cuyo caso estábamos perdidos irremediablemente, y que la providencia que nos había llevado hasta allí sanos y salvos nos conduciría del mismo modo hasta las costas de Jamaica. Tome mi resolución y dije a los remeros que vacilaban; “Adelante” y el bote surcó de nuevo las aguas con vigoroso empuje.
El tercer día de navegación amanecimos a la vista de una línea verde y de altas montañas, era Jamaica y por tanto, termino de nuestra peligrosa travesía. Nuestro regocijo fue inmenso, pero nos duró bien poco, pues siendo el viento contrario, andábamos para atrás a pesar del esfuerzo de los remeros. A las once del día ya no veíamos la tierra y era grande nuestro desconsuelo, recordando aquel antiguo adagio “Nadar, nadar y en la orilla ahogar”. Por fortuna el viento cambió cruzando una inmensa ola por debajo del bote, que nos arrastró, casi sin remar, hasta la costa, como a diez varas tierra adentro.  

                                                             Anterior   Siguiente



[1] Se equivocó Izaguirre cuando dijo en su escrito que Jesús de Feria era coronel; en verdad era comandante.
[2] Este texto forma parte de un artículo firmado por José M Izaguirre y publicado en el periódico  “Diario Grafico. Periódico de la tarde”.  Tomamos este fragmento de una hoja de esa dicha publicación que aparece en  el Museo Provincial de Holguín La Periquera, Centro de Documentación, Fondo Julio Grave de Peralta, Documento número 155. No existen más datos sobre este periodo pues tan solo se guarda una página donde aparece el relato. Al parecer el fragmento de periódico fue agregado por la familia Grave de Peralta a los documentos que habían conservado de su ilustre antepasado y donados al Museo holguinero en los años 60 del siglo XX.
[3] Un tipo de dulce. 
[4] Se refiere a Mariano Loño Pérez coronel del ejército libertador cubano. Es de pensar que este acontecimiento ocurrió  cuando en enero de 1870 embarco en una canoa desde el sur de oriente hacia Jamaica comisionado por Donato Mármol para traer una expedición. También pudo ocurrirle cuando en ese mismo año, luego de traer una pequeña expedición desde Jamaica, retorno al extranjero para conducir otra.  
[5] Además de estos inconvenientes impuestos por la naturaleza, existía la posibilidad de que los sorprendiera alguna de las fuerzas hispanas que vigilaban aquellos parajes, como mismo antes le había ocurrido a la esposa del presidente Carlos Manuel  de  Céspedes, doña Ana de Quesada y a su acompañante, el poeta Juan Clemente Zenea y asimismo al general Domingo Goicuria  quien fue hecho prisionero en iguales circunstancias cuando trató de desembarcar por las costas de Gibara, Holguín.

LO MAS POPULAR DE LA ALDEA