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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

19 de enero de 2017

Manuel Da Silva, vicecónsul de Portugal en Gibara.



    Por Ángela Peña, Juan Jardines y Luis Battle.

    A Maria Ignacia y Maria de las Mercedes, nietas del vicecónsul residentes en Gibara.


El progresivo desarrollo de la actividad mercantil hizo que para la segunda mitad del siglo XIX el puerto de Gibara se convirtiera en el más importante de la costa nororiental de Cuba, a lo que se suma que entonces era ese el más próximo a New York. Por lo que cada vez fueron más los inmigrantes que desde los más diversos del orbe llegaron a la Villa, entusiasmados en establecer todo tipo de negocios.
Ya para 1863 era Gibara una ciudad cosmopolita, reflejándose tal característica en su acervo cultural.
Jacobo de la Pezuela en su "Diccionario Histórico, Geográfico y Estadístico de la Isla de Cuba"  informa de la composición de la población gibareña para esa fecha:
227 españoles (peninsulares),
4 portugueses,
690 canarios,
2 ingleses,
4 franceses,
4 alemanes,
9 italianos,
2 uruguayos,
4 venezolanos,
2 norteamericanos,
15 puertorriqueños,
6 dominicanos,
3 habitantes de Curazao,
4 de Providencia
5 de Trinidad.
Además componían la población de Gibara un crecido grupo de criollos procedentes de distintos puntos de la Isla, siendo la mayoría holguineros, bayameses, santiagueros y camagüeyanos, casi todos vinculados a la actividad del puerto de una forma u otra.
En total la población de Gibara ascendía a 6 702 habitantes, entre los que había esclavos dedicados a actividades domésticas y rurales.

   MANUEL DA SILVA LEAL. APUNTES BIOGRAFICOS.
Entre los 4 portugueses que relaciona el citado cuadro estadístico de Jacobo de la Pezuela se encontraba Don Manuel Da Silva Leal, quien, después de negarse a ser sacerdote, como era el deseo de sus padres fue invitado por un tío suyo,  don José Leal Barreda, para que viniera a vivir en la villa norte oriental.
Por cierto, el historiador Herminio Leyva en su monumental obra "Gibara y su Jurisdicción", cita entre los primeros pobladores de la villa a don Joaquín Da Silva y a don José Leal (este segundo, padre de José Leal Barreda), pero no se conoce con exactitud la fecha en que don Manuel da Silva hizo caso al tío y vino a radicarse en  Gibara; sin embargo debió ser antes de 1862 porque en los viejos documentos notariales que se conservan en el pueblo ya aparece su nombre en dicho año otorgando un poder a don José Maria Anguera para la venta de esclavos en cualquier parte de la Isla.
Palacio Da Silva, en Gibara. (En su casa instaló Da Silva el viceconsulado portugués que desempeñó)
Plano Casa Da Silva, Frente
Plano Casa Da Silva, fondo
Da Silva nació en 1835 en Horta, capital de la isla Fayal, perteneciente al grupo insular de Las Azores, archipiélago situado en el Atlántico, frente a la costa occidental de Portugal. Fueron sus padres don Juan Antonio Da Silva y doña Narciza Florinda Leal.
En Gibara, el 20 de febrero de 1875, Da Silva contrajo matrimonio con la habanera y vecina de la villa, doña Leonor Anguera Bru. La boda se celebró en la iglesia  El Salvador, en El Cerro, Ciudad de La    Habana, ante el presbítero Cayetano Martín Nieto. Él aportó al matrimonio veinticinco mil pesos oro.
Y una curiosidad en relación con el casorio: cuando aquel se celebró Da Silva y doña Leonor ya tenían a su primer hijo, nacido el 17 de agosto de 1870. El segundo hijo del matrimonio nació en Gibara el 14 de febrero de 1872. Por entrevistas hechas a viejos gibareños supimos que otros hijos de Da Silva y doña Leonor nacieron en La Habana, Almería y Barcelona, lo que demuestra que la familia se mantenía viajando constantemente. En total fueron doce los hijos: Manuel Eulogio, Mar¡a Caridad Cristina, Justina Leonor, Narciza Florinda, José Federico, Carmen Paula, Maria Adelaida, Antonio, Mercedes, Manuel Segundo, Ricardo y Alfonso. (Estos dos últimos murieron pequeños).
En 1871 Da Silva fue propuesto por el Ministerio de Estado de España para recibir la Real Orden de Isabel la Católica (Madrid 9 de mayo de 1871). Y el 21 de julio de 1887, don Luís I, rey de Portugal y las Azores le concedió la medalla de Caballero de la Orden Militar de Nuestro Señor Jesucristo. En el documento de entrega de la tal distinción dice que entonces Da Silva era el vicecónsul de Portugal en La Habana.
Fuentes documentales localizadas en los Protocolos Notariales, en los Libros del Registro de la Propiedad y de la Aduana, (todos conservados en Gibara), así como en los testimonios que obtuvimos de sus nietas, Maria Ignacia y Maria de las Mercedes Da Silva Rodríguez, dan fe de la actividad comercial desarrollada por Don Manuel directamente y también mediante la Sociedad “Silva y compañía”, formada  por don Ramón Rodríguez, de Asturias; don Joaquín Aldrich y don José Munné‚ de Cataluña y don Antonio Leal, de Portugal, dedicada a la compra y venta en comisión y por cuenta propia de frutos del  país y extranjeros y demás negocios mercantiles. El socio principal de la citada sociedad, constituida en el año 1867, lo era don Manuel Da Silva, quien había aportado $ 58 000.00 pesos fuertes, equivalentes a 110 000 escudos en efectivo. Posteriormente Da Silva fundó la sociedad “Silva y Rodríguez” en compañía del asturiano Manuel Rodríguez y la sociedad “Silva e hijos”, ambas para el comercio al por mayor y expendio de víveres.
Además el portugués avecindado en Gibara poseyó importantes fincas rústicas y urbanas, y acciones en distintos negocios, entre ellos el ferrocarril Gibara-Holguín, todo lo cual lo convirtió en una de las personalidades más destacadas de la sociedad gibareña durante la segunda mitad del siglo XIX que era invitado a participar y participaba en las actividades de mayor abolengo social que se celebraban en la villa, como lo eran la inauguración de la última sede del Casino Español, frente a la Plaza de Armas. (El vicecónsul y su esposa fueron padrinos de esa inauguración).
Entre los Sitios y haciendas propiedad de Da Silva están: en San Marcos de Auras, los conocidos como “El Zorral”, “La Victoria” y “El Palmar”; el ingenio “Santo Tomás”, también llamado “El Carmen”, situado en El Purial, la hacienda “El Almirante”, y los sitios “Los Berros” en Banes  y “El Cuartel” en Sagua de Tánamo, a lo que se suman treinta y una fincas urbanas ubicadas en la villa de Gibara  y el poblado de Auras.
Los antiguos documento de Gibara también dan cuenta de exportaciones hechas por Da Silva de tabaco en rama y de maní para Puerto Rico y Brasil.
En un anuncio aparecido en el periódico "El Triunfo" de Gibara, el jueves 27 de junio de 1901, Da Silva refiere que es:
          "COMERCIANTE  IMPORTADOR  Y  EXPORTADOR.
           Gira con letras sobre New York, Londres, España y
           Portugal y en esta Isla sobre La Habana y Cuba.
           Agente en esta Plaza de las  mejores compañías de
           Aseguro de Incendio y Marítimo.
En ese mismo anuncio Da Silva advierte a sus amigos que su principal negocio es la compra y exportación  de tabaco de las jurisdicciones de Sagua, Mayarí, Holguín y Gibara. 
Casa Da Silva, lateral izquierdo mirando de frente
El 25 de julio de 1898 el Ejército español se marcha de Gibara, dejando en el hospital militar del pueblo cerca de 600 enfermos, todos bajo  la  protección  del  vicecónsul de Portugal, Manuel Da  Silva.
Finalizada la guerra e intervenido el país por los Estados Unidos, el gobierno portugués en la persona de Manuel Gómez de Araujo, cónsul de Portugal en La Habana y Puerto Rico, ratifica a Da Silva en el cargo de vicecónsul en fecha 6 de julio de 1899. El cónsul, además, solicita a los Estados Unidos respeto y consideración para su vicecónsul Da Silva, residente en Gibara. A esa petición responde el Departamento de Estado de los Estados Unidos en 2 de abril de 1900, reconociendo oficialmente al vicecónsul.
El 27 de abril de 1898, apelando a las leyes internacionales, el vicecónsul Da Silva reclamó al gobierno español $ 5 000.00 pesos oro por las pérdidas causadas a él durante la guerra; para ello apela a leyes internacionales: mediante documento notarial deja aclarado que "como súbdito portugués considera a Cuba española y a España la verdadera poseedora” por lo que es España quien debe pagar por sus pérdidas.
El 10 de junio de ese año vuelve Da Silva ante el notario para hacer otra protesta sobre la imposición que le hacen los comerciantes de la villa organizados en una Junta de Defensa; estos le exigen $ 1 000.00 pesos en plata, a lo cual, según documento, "no puede adherirse por la neutralidad que le corresponde, ya que Portugal ante la guerra de España con los Estados Unidos ha declarado su neutralidad"; pero ante la presión a que se ve sometido, dice en su declaración, accede a entregar el dinero y aclara "que lo hace en contra de su voluntad y considera un atropello a su nacionalidad y persona como comerciante". Para la fecha tiene 63 años de edad.
Casa Da Silva, portalería

Casa Da Silva, interiores
En 1906 Da Silva hizo testamento y nombró como su contador a Pedro Talavera Céspedes. Luego se fue de visita a La Habana acompañado de su hijo Manuel Segundo, con el objeto de seguir hacia Fayal, pero los planes se interrumpieron porque falleció el 9 de octubre de 1909. Su cadáver fue trasladado a Gibara y sepultado  en el cementerio de esta localidad.
Cuando se abrió el testamento de 101 folios se supo que su última voluntad fue que la mayoría de su fortuna pasara a manos de su viuda e hijos y así también dejó algunos de sus  bienes y dinero para otros miembros de la familia.
En dicho documento relacionó los créditos comerciales que le adeudaban, entre ellos era su gran deudor el gobierno español a quien Da Silva había prestado $ 10 796,46.
Precisamente su testamento y otros documentos protocolarizados por Da Silva hablan hoy sobre su personalidad. El primero establece algunas cláusulas que demuestran el amor a Fayal y a Gibara. El rico difunto dejó $ 1 000.00 pesos para que fueran repartidos por igual entre los pobres de ambos lugares y otros $ 500.00 para "muchachas decentes de Gibara que se casaran con artesanos", tal parece que esta última disposición era para fomentar en el pueblo oficios que permitieran el desarrollo de la población sin recursos económicos.
En relación con su desprendimiento, las nietas de Da Silva nos contaron que cuando su abuelo salía en coche a pasear los domingos,  repartía dinero a los pobres y en los libros de protocolos notariales gibareños pudimos leer documentos mediante los cuales les dio  gratuitamente la libertad a tres esclavos menores de edad.
En 1916 murió la viuda de Da Silva, doña Leonor Anguera y Bru. Para entonces la enorme fortuna que había acumulado su esposo se había desmoronado. Según sus nietas, "su  tío Federico, que había quedado al frente de la familia,  vendió algunos bienes y despilfarró parte de la fortuna. Precisamente Federico quedó al frente de la familia porque Manuel  Segundo, (padre de las testimoniantes), que había estudiado en los Estados Unidos y conocía cinco idiomas, se enfermó de los nervios; y su otro tío, Manuel Eulogio había viajado a Alemania y no se supo  más de él, (precisamente se gastó mucho dinero buscandolo); y las otras dos tías residían en Barcelona. Su abuela doña Leonor, mientras tanto, pasó muchos  años paralítica y ajena a lo que estaba pasando con la fortuna Da Silva”.
La pérdida de la fortuna llevó a los herederos a alquilar la última residencia de la familia: el chalet construido en 1901 según los planos del maestro de ascendencia santanderina Francisco Munilla Calvi, valorada en el testamento de Da Silva en $ 4 000.00 pesos oro.
No obstante el derrumbe económico, como testimonio de la presencia en Gibara de Manuel Da Silva Leal, vicecónsul de Portugal, en  la villa se conservan valiosos documentos y bienes patrimoniales. Sus sucesores mientras tanto han mantenido hasta el presente la memoria cultural en ese importante  momento histórico de Gibara y su puerto.

Calixto García. Biografía. 30


1873, Julio 6
Arriba a la costa sur de Oriente la segunda expedición del Virginius con un fuerte cargamento. Con este aporte se benefician las tropas de Calixto.
1873, Septiembre
Ataque de El Martillo
Calixto ataca el poblado y fuerte del Martillo, ocupando gran cantidad de provisiones.
Santa María de Ocujal

El 25 de septiembre El Chato, con una columna de 500 hombres, se aproxima a Santa María de Ocujal, lugar situado en el camino de Velasco a Puerto Padre. Allí lo estaban esperando, emboscadas, las fuerzas cubanas de Santiago, Holguín y Bayamo en número de 400 al mando de Maceo, Leyte Vidal y Mariano Domínguez.
En verdad el Chato no llevaba buenos servicios de exploración y tampoco había tomado las precauciones que el caso aconseja.
El jefe español el Chato sale a perseguirlo

El Teniente Coronel Gómez Diéguez, el Chato, que era uno de los jefes que España tenía en la zona, donde operaban diez batallones españoles, emprendió desde San Andrés, la persecución de los asaltantes del Martillo.



El copo del Chato
Se inicia el encuentro. Las fuerzas de Bayamo hace fuego cerrado, el enemigo pierde el práctico de la vanguardia y se desbanda. Entonces el Chato, lejos de formar en guerrilla y establecer una línea de fuego poderosa con los elementos de su centro, se lanza en impetuosa, ciega y temerariamente a restablecer el orden de su vanguardia quebrantada por el pánico y el implacable fuego cubano. Ese error permitió a García envolver por completo a toda la tropa enemiga, enviando a los hombres de Santiago y de Holguín que ataquen por los otros flancos, copando al Chato[1].
Cae prisionero, gravemente herido, el propio jefe de la columna ya desbaratada.
Fue ese uno de los ataques más sangrientos de todas las guerras independentistas cubanas.
A pesar de que el Chato era un jefe sanguinario, Calixto García tuvo con él atenciones de toda índole, ordenando a su cuerpo de sanidad militar que hiciera esfuerzos por salvarlo. Asimismo Calixto trató con delicadeza a los oficiales y soldados prisioneros, a tal extremo que el teniente Antonio del Rosal escribió en su diario de cautiverio: “el general era culto, hábil y humano”.
No obstante los esfuerzos de los médicos militares cubanos, el Chato no pudo sobrevivir a las graves heridas y murió en el hospital de sangre siete días después.
Coronel Esponda (español)
Otro oficial español que había salido de Holguín con 450 hombres a operar por Ojo de Agua era el coronel Esponda. Este recibió un aviso telegráfico avisándole el desastre sufrido por el Chato. Entonces Esponda salió a marcha forzada al encuentro del enemigo. Cuando llega a Santa María solo encuentra el campo cubierto por un manto negro de aves carniceras (auras tiñosas), que se comen a 158 cadáveres de españoles, putrefactos.
Mientras Calixto con 700 hombres (entre ellos 170 que se le incorporaron en Calderón), estaba en las inmediaciones de Chaparra.
1873, Octubre principios
En las magnificas posiciones que ha escogido, Calixto espera a Esponda y sus acompañantes. Al frente de los que primero chocarán con el enemigo está el brigadier Antonio Maceo. (Como fiera de presa, la caballería acechaba el momento).
Pero el coronel Esponda, hábil oficial que llevaba en su retina la visión dantesca de Santa María, arremetió de frente con valor extraordinario y a paso de carga a la bayoneta rompió la línea cubana y por allí cruzó su columna a la que salvó del desastre. Dejó en el campo más de 150 muertos.
Güirabo, Guaramanao, Uñas, Los Güiros, Jesús María y Güaijaral
Las tropas de Calixto, en esta campaña, además de las acciones narradas, tomaron las trincheras de Güirabo, ubicadas a una legua de Holguín, y destruyeron los caseríos de Güaramanao, Uñas, Los Güiros, Velasco, Jesús María y Güaijaral (actual poblado de San Germán)
Luego el General se dirige al campamento de Bijagüal, en las inmediaciones de Baire, donde finalmente se reunirá la Cámara insurrecta.



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[1] Porque Calixto copó al Chato, o sea, lo rodeó completamente, esta batalla se conoce como “El Copo del Chato”.

Calixto García. Biografía. 29


1873, Abril 5
Emilia Casanova de Villaverde, la patriota cardenense fundadora de “La Liga de las Hijas de Cuba”, le envía una pistola de regalo al General García[1].
1873, Abril 8
Ataque al poblado de Auras
Ataque a Auras. (Después de este hecho el Capitán General español de la isla de Cuba destina once batallones para que, operando en combinación, destruyan al audaz jefe del Departamento de Oriente).
1873, Mayo 23
El nuevo Capitán General español declara que los dos más graves peligros en Cuba son Calixto e Ignacio Agramonte
Calixto combate en sabana de Punta Gorda, en el camino de Bayamo. El Gobierno español nombra un nuevo Capitán General para Cuba: (Pieltaín). Este declara que los dos más graves peligros que corría la Isla en guerra eran: la amenaza de Manzanillo y Bayamo por las tropas orientales comandadas por Calixto García y las de Agramonte en el Camaguey, que implicaban una amenaza constante al Departamento Occidental.
1873, Mayo 25


Llega la noticia de la caída de Ignacio Agramonte en el Camaguey
Por distintos caminos entran las fuerzas de Santiago y Holguín a la hacienda de Curao, llamadas a una concentración por el Presidente Céspedes, quien tiene el propósito de atacar a una de las dos plazas principales de la jurisdicción: Manzanillo o Bayamo.
Estando los cubanos allí les llega la triste noticia de la caída en combate de Ignacio Agramonte.
1873, Junio 4


El Zarzal
Terrible combate del Zarzal, que es en verdad una serie de reñidas acciones durante más de cincuenta horas.
Quiso el general García batir al enemigo por secciones. A la salida del sol el coronel Nogueras con gente de Bayamo rompió el fuego y lo cerró por la tarde el contingente “La Luz de Yara” al mando de Mariano Domínguez. Cada unidad, al entrar en acción, se esforzaba en superar las hazañas de la que le había precedido.
Allí Paquito Borrero, con el regimiento Jiguaní, y Silverio del Prado con el de Guantánamo, hicieron prodigios de acometividad y de valor. Igual, sobresalió el coronel Antonio Maceo, quien atacó al machete la fuerza enemiga, capturándole armas y municiones. Allí pelearon también las fuerzas villareñas al mando del general Salomé Hernández, que fueron, sin dudas, los judíos errantes de la Guerra Grande,.
Los partes españoles confesaron 90 muertos, pero, en realidad, sus bajas pasaron de 250, quedando los cubanos dueños del campo de batalla.
En esa acción el niño cubano de 11 años, Justico Trabas, jinete en un mulo de la impedimenta, mató de un certero y temible machetazo al teniente coronel de San Quintín, don José Sostrada, jefe distinguido del ejército enemigo que mandaba el batallón de vanguardia. Momentos después de su hazaña, el niño se presenta al general García y le dice: “mi general, he matado con mi machete al jefe de la columna”.
Máximo Gómez es designado para mandar las fuerzas que habían sido de Ignacio Agramonte
Máximo Gómez es designado para mandar las heroicas fuerzas que habían sido de Ignacio Agramonte[2]. Vicente García es el Jefe del Distrito provisional del Cauto y Calixto del distrito de Oriente.



Los Jefes principales de Oriente, Calito y Vicente García sostienen opiniones contrarias a las del Presidente Céspedes en cuanto a la organización del territorio oriental
Es excelente la oficialidad con que cuenta el general García. La segunda división de Oriente la manda el brigadier Antonio Maceo, y Maceo van los heroicos Flor Crombet, Moncada…
Céspedes nombra como segundo de Vicente García a Francisco Javier de Céspedes para el mando del Distrito de Bayamo y eso aumentó las desavenencias de los militares con el Presidente. Calixto y Vicente García sostenían correspondencia sobre aquel, que era un asunto grave y delicado. Así mismo se hablaba de las diferencias entre la Cámara de Representantes y el Ejecutivo, poniéndose ambos jefes militares de parte de la Cámara.
Calixto insiste ante Céspedes para que reúna con la Cámara
Calixto insiste ante el Presidente Céspedes para que los diputados se reunieran y la Cámara celebrara sesión, pero Céspedes lo evade,  acompañando siempre al Cuartel General, que estaba en constante marcha.
Calixto deja Manzanillo y va a la zona que le han encomendado
Deja Calixto la zona de Manzanillo para ir a operar en el Distrito cuya comandancia le ha sido encomendada. Reúne a las fuerzas a dos leguas de Guisa, con el propósito de atacarla de noche, pero desiste.
1873, Junio
Continuaron las gestiones para que la Cámara se reuniera. La marea del descontento contra el Presidente seguía creciendo.
De una carta de Vicente García a Calixto: “Creo que el Ciudadano Salvador Cisneros le habrá escrito sobre la situación política de nuestra patria con motivo de ciertas medidas del gobierno. Por mi parte no puedo menos de reiterar a usted la conveniencia de que los hombres puros y patriotas de aquel cuerpo se reúnan para salvar al país, quizás de su ruina, que algunas entidades van labrando con medidas dictatoriales que nos desacreditan en el extranjero, que nos privan de los recursos que de allí íbamos a obtener, y que en el ínterin, como es consiguiente, acabará por destruirnos…”
1873, Julio 2
Carta de Céspedes: “Ya ves el manejo que en la emigración han adoptado algunos cubanos mal aconsejados. Pues lo mismo hacen aquí sus iguales; hombres que no consideran el daño que hacen con las divisiones que provocan, arrastrados por sus ambiciones. Esos no ven más patria ni más libertad que la satisfacción de sus viles pasiones, poniéndonos a cada momento, con sus imprudencias, a dos dedos de la guerra civil, aún no acabada la independencia”.



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[1] Esa pistola, que tenía el nombre del General escrito en el cabo, luego sirvió para que los españoles lo identifiquen cuando intente suicidarse en san Antonio de Bagá.

[2] Al volver el General Gómez al mando y ponerse a sus órdenes el departamento Militar de Occidente, reducido entonces al Camaguey, se dividió el territorio de la República en armas en tres departamentos militares: Occidente, que comprendía Camaguey, mandado por Gómez, Oriente, que comprende los Distritos de Guantánamo, Baracoa, Santiago de Cuba y Holguín, mandados por Calixto García, y el Departamento Provisional del Cauto, que comprende los distritos de Jiguaní, Bayamo, Manzanillo y Tunas, mandados por Vicente García. (Eran los segundos jefes de los Distritos orientales Manuel Calvar y Francisco Javier de Céspedes). Sin embargo Calixto creía firmemente que Oriente debía ser un solo distrito, pero Céspedes siempre insistió en que no. Quizás esa fue la diferencia que lo llevó a apoyar la destitución del Presidente.

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