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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

27 de abril de 2012

El protestantismo en el Holguín republicano (Labor educacional)



LA EDUCACION GENERAL DE LAS DENOMINACIONES PROTESTANTES EN HOLGUIN

Fue la educación el principal vehículo de proyección social de las denominaciones protestantes. En la región este aspecto tuvo un marcado desarrollo por varios factores, entre ellos el atraso y las condiciones sociales con que la zona inaugura el siglo y que antes, en este mismo ensayo, ya hemos narrado. Ello, como es obvio, implicaba una paupérrima situación educacional.

Los pequeños colegios privados que existían en los núcleos urbanos de Holguín, Gibara y Mayarí cerraron sus puertas durante la guerra dejando un gran vacío, y aunque el Gobierno Interventor trazó una estrategia que favorecía el desarrollo educacional, su puesta en práctica no resolvió totalmente la pésima herencia que dejaba la colonia.

La entrada de las Iglesias evangélicas estuvo acompañada de la creación de espacios educacionales, que si bien tenían una acendrada pedagogía norteamericana con todo lo que ello representa, jugaron un papel importante en la educación de la región.



Los colegios de la Iglesia “Los Amigos” tenían una enmarcación urbana y estaban dirigidos por misioneros norteamericanos. El más conocido es el Instituto de segunda Enseñanza, fundado en 1902 bajo la dirección de The American Friend Board of Misión, Richmond Ind, con la colaboración financiera del Comité de Cooperación con America Latina, Empresa protestante interdenominacional, que poseía colegio en Gibara, Banes y Holguín, (estos dos últimos los más grandes). Posteriormente crearon uno en Puerto Padre, pero fue el más significativo de estos colegios el de Holguín, considerado el decano en oriente.


Dr. Ramón Morell Agramonte
Posteriormente, cuando la crisis económica en los Estados Unidos imposibilitó el sostenimiento de una iglesia misionada y esta pasó a manos de cubanos, la dirección del colegio fue asumida por ilustres holguineros, con la peculiaridad de no ser ministros de la iglesia, sino personas que dedicaron sus esfuerzos a la obra educacional; entre ellos el Dr. Ramón Morell Agramonte, en Holguín y Miguel Ángel Tamayo en Banes. Sin embargo no fue hasta el curso 1935-36 cuando, autorizado el colegio de Holguín como institución autónoma, cuando se expidieron los primeros títulos oficiales.


Logo del Colegio Los Amigos de Banes

Por su parte el colegio "Los Amigos" de Banes contó con la ayuda financiera de la United fruit Company (UFCo.), lo que le permitió un sostenimiento mucho más estable. También el de Puerto Padre tuvo ayuda financiera. 



Estos colegios eran, preferentemente, de la clase media que veían en la enseñanza típica evangélica los aires modernizantes del liberalismo. Una parte importante de los sectores más bajos de los centros urbanos y el campesinado no tenían acceso a este colegio: Analizando el funcionamiento de estos desde una óptica funcional hay que aclarar que el colegio se sostenía con sus ingresos, de los cuales debía pagar el salario de sus trabajadores y que durante años no contó con las donaciones de la Junta de Richmond o si llegaban solo era para el pago de los misioneros. Esto obligaba a sostener una cuota relativamente alta a la que no podían aspirar los sectores más humildes. Si sumamos a lo anterior que los colegios católicos poseían cuotas similares y que no existía en Holguín Instituto de Segunda Enseñanza Pública (hasta 1937), podemos tener un cuadro de las limitaciones regionales en la esfera de la educación.

La iglesia metodista y bautista orientales tuvieron un alcance más popular. El metodismo se proyectó hacia las zonas periféricas suburbanas y rurales creando allí colegios de instrucción primaria con maestros nacionales. Quizás no tuvieron la solidez necesaria (no contaban con profesorado académico como “Los Amigos”, pero lograron alfabetizar una parte considerable de la población pobre, principalmente hijos de obreros.

Según el “Campo misionero de las Escuelas de Iglesias de 1935, de la Iglesia Metodista:

“(…) la Escuela de Iglesia (de Holguín) tiene actualmente 188 matriculados con promedio de asistencia de 85 alumnos, en clases de primarios, superior e intermedio, hombres y damas (…) Toda la escuela está dirigida por tres oficiales y seis maestros, los cuales están preparados por medio de cursillos. (…) La escuela (de Cacocum) tiene 74 matriculados, asistiendo a ella un promedio de 40. (En Omaja) hay una buena escuela de la iglesia, bien organizada, con 82 de matricula y un promedio de asistencia de 50, esta tiene tres clases en español y una en inglés. (En Pueblo Nuevo, Holguín)  la escuela de Iglesia está compuesta, generalmente, de niños pobres y hay una matricula de 100 niños y promedio semanal de asistencia de 60. (Tomado de un documento de la Iglesia Metodista).

Papel importante en esta labor jugó la labor de Noemí Deulofeu, nieta del insigne patriota Manuel Deulofeu, uno de los pioneros del metodismo cubano. Con un trabajo evangélico consecuente, esta mujer fundó escuelas en barrios marginales como La Comba, El Alambique y Pueblo Nuevo, logrando incorporar una parte importante de sus habitantes. A partir de la década del 40 se fundaron escuelas en Guaro, Uñas, Pesquero, San Germán y la Caridad del Sitio. De igual modo poseían en Mayarí y sagua de Tánamo.

La obra metodista en Banes y Mayarí tuvo otras características dada la presencia allí de la United Fruit Company (UFCo.). En Preston la Compañía financió un colegio metodista que incluía temáticas propias del trabajo en un central azucarero y también sobre comercio. A él asistían, especialmente, los hijos de los empleados de la compañía. Y a partir de la década del 40 la Iglesia Metodista comenzó a mostrar interés por promover y fomentar la vocación hacia el trabajo agrícola a través de sus colegios en las zonas rurales. John E. Straub, misionero metodista que trabajó en Asia, fundó en Mayarí la Escuela Agrícola Industrial en la zona de playa Manteca, sobre 300 hectáreas de tierra que donó la UFCo. Este colegio pretendió crear un sentido vocacional y reparar los futuros obreros y campesinos especializados en técnicas modernas de cultivo. Aunque funcionó hasta finales de la década del 50 sus resultados no fueron ostensibles, tampoco logró los objetivos esperados, independientemente de ser un proyecto avanzado socialmente.
Otras denominaciones poseían instituciones educacionales de primera enseñanza. En 1941 se funda en Cueto el colegio bautista de Salem, siendo el primero en de ese territorio en ser autorizado por el Gobierno para impartir clases de primero a octavo grado. Tuvo dirección nacional y su primer director fue el Dr. Pascual Lorente. En él estudiaba la mayor parte de los hijos de la burguesía media emergente que había generado la explotación maderera y la esfera de los servicios en esta zona. Con un claustro formado por nacionales  preparados los más en el Colegio el Cristo de Santiago de Cuba, este colegio bautista estaba considerado el más importante del término municipal de Mayarí.
Asimismo a principios del 40 el colegio bautista Holguín logró un gran reconocimiento por la calidad de su claustro, tanto que cuando en 1942 la Convención Bautista Oriental se suma al Concilio Cubano de Iglesias Evangélicas sus encuentros se realizan en el colegio bautista Holguín.

La década del 50 marcó un periodo de crisis, sustancial en las zonas rurales del área. Es por esa fecha cuando la población rural crece considerablemente  y asimismo aumenta la negatividad de la relación entre los polos urbanos y rurales, matizado el conflicto por el tipo de campesinado existente, orientado hacia la presencia del jornalero o campesino asalariado en franco proceso de proletarización. Ello implicó un alto índice de analfabetismo. Baste solo mencionar que en 1953 el territorio poseía el 36 % de analfabetismo y de ellos, tres cuartas partes vivían en las zonas rurales. 

Es entonces cuando  se asientan en la zona algunas denominaciones no tradicionales, que crean nuevos colegios pero estos no rebasaron los límites urbanos. Dentro de dichas denominaciones están los Adventistas del 7mo día y El ejército de Salvación (de las más antiguas en el área). Ambas fundaron sus colegios como anexos de los templos. Su alumnado estaba compuesto por los hijos de los miembros y simpatizantes de la congregación. 

Los adventistas del 7mo día funcionaban a partir de 1957 en la segunda planta del templo de Garayalde, con un aula de primero a sexto grado. El Ejército poseía un pequeño colegio en Holguín, en calle Rastro y otro en Banes.  

La única denominación asentada en Holguín que crea colegios rurales es el Seminario Bíblico Bereano, que a pesar de tener una cuota de solo 50 centavos por matrícula y de ubicarse en una zona predominantemente de pequeños propietarios, solo llegó a tener 18 estudiantes a los que sometió a un profundo plan remedial que daba la posibilidad de nivelar hasta la primera enseñanza. (Logicamente solucionar los grandes problemas educacionales de la zona no se lograría con intentos aislados). Por demás, desde 1954 comenzó a funcionar el Seminario Bíblico de la Misión Bareana en el barrio de Floro Pérez, antiguo Auras. Esta institución, junto a los metodistas, es de las pocas que intentó crear colegios con base campesina, aun cuando sus objetivos eran formar ministros evangélicos.

Por demás, las denominaciones predominantes en las zonas rurales, Testigos de Jehová y Pentecostales, no poseían centros de enseñanzas por razones obvias.

En el mismo ritmo que se operaba el desarrollo acelerado de la región se conformaban determinadas constituciones sociales enmarcadas en las características de los sectores sociales del área. En las zonas urbanas, donde predominaba una burguesía media de pequeños propietarios y comerciantes y una fuerte empleomanía, se generaba una vida social más conservadora, apegada a las viejas tradiciones.


LA EDUCACION RELIGIOSA PROTESTANTE EN HOLGUIN

En cuanto a la educación religiosa protestante, fueron las escuelas dominicales su forma más elemental. (En 1905 los Amigos ya poseían 7 escuelas dominicales con 129 alumnos, una escuela la Iglesia Metodista en Holguín y otra los Bautistas Orientales en Gibara). Y después, aceleradamente, casi todas las denominaciones evangélicas abrieron escuelas dominicales, lo que es evidencia de la asimilación de este tipo alternativo de enseñanza religiosa. (Para 1935 los Amigos poseían 12 escuelas dominicales y los metodistas, 6).

La Iglesia de los Amigos fue la primera en la región en instaurar colegios de todo tipo de enseñanza, seguidos de cerca por los metodistas y los bautistas. Claro, en franca competencia con los colegios privados católicos, de gran ascendencia entre las clases más altas. En 1905 “Los Amigos” tienen 3 escuelas con 91 estudiantes, repartidas en Holguín, Banes y Gibara, todas de enseñanza primaria. (Estos colegios garantizaban una enseñanza cristiana, pero no obligaban a sus alumnos a pertenecer a la congregación). (Leer más)



El protestantismo en el Holguín republicano (llegada y asentamiento de las iglesias evangélicas a la zona)


El deformado proceso de desarrollo económico del área provocó que fuera  complejo el asentamiento evangélico en la zona. De ahí que el proceso de asentamiento de las diferentes denominaciones evangélicas en la región no responde a la lógica seguida comúnmente a nivel nacional. (En el caso de la región holguinera este asentamiento estuvo mediado por circunstancias económicas y sociales muy particulares).

Aún cuando las denominaciones tradicionales fueron las primeras en establecerse en la región, la posterior configuración del protestantismo en la zona respondió a elementos no de índole cronológico, sino a una peculiaridad básica: la relación denominación-tipo con su respectiva base social, entendida esta última como producto de la movilidad social y espacial.

Anterior al siglo XX no existió ningún elemento que permita conjeturar la presencia de misioneros en el área que hoy conforma la provincia de Holguín. Desde la conquista de Cuba y hasta el fin de la dominación colonial en el área predominó la Iglesia Católica, con su fuerte alianza con la administración española en Cuba y sostenida en Holguín en la burguesía comercial de origen hispano que fue su base social.

Pero cuando España se marcha de Cuba (1898) y entran a la zona los primeros norteamericanos, con ellos vienen los primeros misioneros. Acto seguido y durante la primera década del siglo se asientan en el territorio las denominaciones evangélicas tradicionales que son las que primero debieron enfrentar un panorama muy complejo y limitante para su ministerio: en primer lugar, que era esta una región poco poblada y de escasa urbanización; en segundo lugar, que los pocos núcleos citadinos de la zona poseían tradición católica y herencia hispánica; y en tercer lugar, (que es consecuencia de las dos limitantes anteriores), en la zona no existía una base social afín al protestantismo.

Pero muy a pesar de lo anterior, muy pronto la situación cambió favorablemente a las Iglesias misioneras cuando se produjeron cambios significativos en la región provocados, sobre todo por:

1.   La presencia y propagación del capital norteamericano, que convirtió a la región en una de las plazas más importantes para los Estados Unidos.
2.   El consiguiente proceso de urbanización (crecimiento y surgimiento de nuevos núcleos), sobre todo en zonas de escasa presencia católica.
3.   La ola de inmigrantes norteamericanos, antillanos y jamaicanos de orientación evangélica.
4.   La situación crítica de la Iglesia Católica en Cuba durante las primeras décadas republicanas.
5.   La poca presencia de denominaciones evangélicas que provocaran rivalidades interdenominaciones.


Como se ha señalado anteriormente, una de las limitaciones del evangelismo tradicional al llegar a la zona holguinera era haber trasplantado estructuras simbólicas y funcionales a una cultura que estaba lejos de poseer los actores sociales que le correspondían en los Estados Unidos. Por ejemplo, en la región no existían las clases que son la base social que requerían denominaciones como la Iglesia Episcopal o el prebisterianismo. De ahí que la emergente burguesía local, urbana y rural, se afilió en iglesias que se orientaron hacia las clases más bajas de la burguesía de Norteamérica.

Por otra parte, estas iglesias de marcado status funcional urbano, tuvieron que enfrentarse a una Iglesia Católica predominante, pero sumida en una profunda crisis institucional.

La Iglesia Católica cubana de principios del siglo XX, en franco proceso de reorientación, sufría del recelo y la indiferencia de los sectores nacionales. (No hay que olvidar que esa misma Iglesia había sido parte del Gobierno español en la Isla acabado de vencer). Por lo que a ella no le bastó el favorecimiento del Gobierno interventor norteamericano para desestancar su estrategia social. Tampoco favorecía al catolicismo la de fuerte presencia hispana y de acendrada cultura católica, y tampoco le sirvió de mucho la fuerte inmigración llegada de la península Ibérica: la zona donde los emigrados españoles era fuerte estaba en gradual decadencia económica y por ende político y social. (Y nos referimos al eje Holguín-Auras-Gibara).

Una muestra para probar la decadencia católica en Holguín en los primeros años del siglo pasado fueron sucesos ocurridos en Mayarí en 1901. Con una Iglesia Católica centenaria y un núcleo poblacional de más de 17 mil habitantes, este pueblo tenía su templo parroquial destruido y sin utilizar. De dicho estado da fe una carta del señor O. Mastrapa. Alcalde de Mayarí, al gobernante eclesiástico:

“(…)la iglesia está hace dos años abandonada, en estado ruinoso y poco ha vino al suelo una parte del techado. Sus paredes están abiertas, amenazando caerse, con peligro de las vidas de los que por su lado pasan, siendo imprescindible su demolición o reedificación”
Archivo Provincial de Santiago de Cuba. Iglesias. Legajo 77 No. 7

A la situación del catolicismo en el territorio hasta aquí descrito se le suma los conflictos clásicos entre las nuevas Iglesias Evangélicas y el clero Católico, que tuvo repercusión en el área. Uno de los casos que mejor muestra lo anterior es el litigio que en 1910 conmocionó la gobernatura provincial de Santiago de Cuba, acaecido entre la Iglesia Católica de Sagua de Tánamo y un pastor metodista.

El protestantismo en el Holguín republicano (caracterización economico y etnográfico de la zona que determina el asentamiento y posterior desarrollo de las denominaciones evangélicas)


Solo la Iglesia  Católica tuvo un carácter generalizado en toda la Isla, con una vertebración regular, dado por su estructura centralizada y su unicidad discursiva, además de que funcionó como soporte ideocultural de la metrópoli durante siglos. Las demás expresiones religiosas tienen irregularmente zonas de mayor o menor grado de representatividad por toda la Isla.

FUE EN HOLGUIN DONDE HUBO (Y HAY) LA MAYOR REPRESENTATIVIDAD DE LAS IGLESIAS EVANGELICAS DE CUBA. Lo anterior está determinado por el irregular proceso de desarrollo económico y etnográfico de la zona.

Existen acertados estudios de caracterización de la zona holguinera con suficientes argumentos étnicos y sociológicos. Sin embargo en este ensayo es necesario volver sobre el tema porque este ensayo traspasa los límites propiamente etnográficos para asumir una caracterización económica y social.


Para tener una perfección histórica del área que ocupa la provincia de Holguín hay que partir de que los ejes de ordenación territorial derivados de la actual división político administrativa no se corresponden con la configuración histórico-cultural de las regiones orientales cubanas. Es por lo anterior que el Holguín actual enmarca dentro de sí diversas regiones históricas y asimismo excluye barrios que antes pertenecieron a su jurisdicción.

Durante la República Neocolonial (1902-1959) los términos municipales de la provincia cubana de Oriente y que hoy son parte de la provincia de Holguín, fueron Holguín (1752), Gibara (1823), Mayarí (1878), Sagua de Tánamo (1879), Banes (1909), Antilla (1924), mientras que el actual municipio holguinero de Moa fue hasta 1975 un barrio perteneciente al término municipal de Baracoa.

Durante el siglo XIX fue el centro del desarrollo de la jurisdicción holguinera el eje Holguín-Auras-Gibara, entonces rico en la exportación de azúcar, tabaco y frutos menores. Por su parte la jurisdicción de Mayarí era rica en tabaco y Sagua de Tánamo en la explotación de maderas y café. (Pero ha de tenerse en cuenta que estos lugares no dependían en nada de Holguín, antes, por el contrario, tributaban a otros centros de desarrollo histórico.

Producto de la Guerra de Independencia cubana de 1895 a 1898, el área de la actual provincia de Holguín inauguró el siglo XX sumida en un profundo estancamiento económico con una serie de secuelas negativas para la autorrecuperación. Esto fue muy favorable para la gran inversión extranjera que ocurrió a partir de la intervención norteamericana en los destinos del país, (1898).

Los inversionistas, en su casi totalidad norteamericanos, encontraron en el norte de oriental cubano un espacio ideal de extensas zonas vírgenes (La Ensenada y la Región Nipe-Mayarí), a lo que se suma una muy baja presencia de sectores sociales sólidos que presentaran cierta resistencia a la geofagia. A ello se suma otras circunstancias que favorecían el proceso inversionista: la Orden Militar No. 62, sobre el deslinde de las haciendas comuneras; y la llegada del ferrocarril central. 

Las anteriores razones provocaron un crecimiento económico deformado en este territorio, orientado, preferentemente, a la producción azucarera. (Entre 1901 y 1922 se fundaron los principales centrales azucareros del territorio, 11 en total y de ellos, 8 operaban con capital extranjero).


La propiedad de la tierra dedicada al cultivo de la caña de azúcar se mantuvo, en su generalidad, en manos de extranjeros que la adquirieron por sumas irrisorias. (En la zona de Nipe, en 1943, de 20 136.3 caballerías dedicadas a la caña, 18 237.3 eran propiedad extranjera).Por su parte la producción agrícola extra azucarera se comportó con cierto ritmo de crecimiento hasta la década del 50 donde se nota un descenso en el sector ganadero. E importante lugar ocupa la explotación cafetalera en Sagua de Tánamo, con un promedio de 400 fincas en activo durante 1943.

La pequeña industria y el comercio tuvieron en la zona un carácter preferentemente urbano y local, generalmente en manos de sectores hispánicos y nacionales con un desarrollo ascendente a pesar del decaimiento del eje Holguín-Auras-Gibara. Entre 1902 a 1946 los establecimientos comerciales crecieron 11,6 veces y parecida cifra crecieron las Industrias locales que, esencialmente, estuvieron en manos de capitales municipales.

 La región que en el presente ocupa la provincia de Holguín representa el 23,2 % de la vieja provincia de Oriente. Durante los primeros 55 años del siglo XX la población que aquí vivió tuvo un crecimiento inusitado. En 1898 la densidad de población en la zona era de 13,8 h/km2; en 1953 era de 55,6 h/km2. Más ha de tomarse en cuenta que esta elevada tasa de crecimiento poblacional presenta características peculiares: una fuerte movilidad social y un desbalanceado nivel entre lo rural y lo urbano.

Las regiones y subregiones históricas que hoy forman la provincia de Holguín tuvieron una configuración étnica formada por grupos de hispanos y criollos emigrados a la jurisdicción desde Bayamo, Santiago de Cuba y Camaguey. Estos crearon una economía básicamente agrícola de subsistencia, tabacalera y ganadera. Lo anterior explica la escasa presencia de negros africanos. Los pocos esclavos que hubo en la comarca se concentraron en áreas específicas o en servicios domésticos urbanos.

A principio del siglo XX en la zona se producen fuertes procesos migratorios predominando etnias hispánicas (gallegos, asturianos y canarios). Dichos emigrantes se convirtieron, esencialmente, en pequeños campesinos, en arredantarios o en comerciantes urbanos, y se asentaron, con mayor regularidad, en la zona norte, alrededor de los núcleos urbanos o rurales históricos, (Gibara, Velasco, Auras, Santa Lucía, Holguín y San Andrés). Y mientras así ocurría el surde la región continuó más despoblado. (Allí la presencia de grupos hispánicos fue minoritaria). Por su parte en la región este fue menos palpable la presencia de españoles, solo ostensible en Mayarí. (En Sagua de Tánamo, en 1925, nada más habitaban 60 familias españolas).

Pero el desarrollo agrícola azucarero que generó la inversión extranjera en la región, específicamente en el centro de esta, favoreció la entrada significativa de grupos haitianos y jamaicanos.

En 1913 se autorizó oficialmente la primera entrada de antillanos en la región, asumiendo los contratos la Nipe Bay Co.; en dicha fecha se alcanzó la cifra de mil braceros. Y como las ganancias que traía este tipo de mano de obra eran altas ello aceleró la garantía de su importación. En agosto de 1917 el Presidente de la República de Cuba, Mario García Menocal decreta la libertad de contratación de aquel tipo de obreros. Se calcula que entre 1917-1921 la United Fruit Sugar Co., contrató 230 000 jornaleros procedentes de Haití, Barbados, Santa Lucía, Martinico y Jamaica.

Los primeros braceros en llegar se asentaron de forma inestable en barrios y caseríos a lo largo de la franja Alto Cedro-Marcané-Cueto-Antilla-Banes, coincidiendo con el ferrocarril y las plantaciones azucareras. Entre ellos destacan los jamaicanos, que tenían otro nivel de asentamiento, preferentemente en zonas urbanas donde trabajaban como obreros, principalmente de empresas norteamericanas.


Al lado de la bahía de Nipe la United Fruit Co. construyó uno de sus emporios azucareros

Y después que se produce la emigración masiva de antillanos, el puerto de Gibara, desde siempre un centro importante de recepción hispánica, elevó considerablemente la presencia de caribeños: En 1921 existían en ese término municipal 1 743 haitianos, 158 barbadenses y 225 jamaicanos.

En cuanto a los asentamientos de norteamericanos, estudiados a profundidad por el Dr. José Vega Suñol, estos tuvieron una marcada regularidad por los niveles de inversión del capital en la región.

Era la de Holguín durante los primeros años del siglo XX una zona predominantemente habitada en su parte rural. Esto se debe, entre otras razones, a que al comenzar el siglo XX la región solamente contaba con una ciudad de segundo orden (Holguín), y otra de tercer orden (Gibara). Y quienes vivían en estas se desplazan hacia las zonas donde preferentemente actuaba el capital extranjero. Esta ruralización de la población más la pérdida de importancia del puerto de Gibara, provoca que emerjan otros núcleos citadinos de mayor importancia hacia el noreste. En 1953 Holguín pasa a ser una ciudad de primer orden, seguida por Mayarí, Sagua de Tánamo y Banes, clasificadas por ciudades de segundo orden.

Mayarí (Principios del siglo XX)

La configuración económica hasta aquí descrita, más la conformación demográfica de la zona favoreció una estructura socio-clasista marcada por la presencia minoritaria de terratenientes o empresarios agrícolas tradicionales unos, modernizantes otros, que poseían una fuerte empleomanía. Una vez que estos adquirieron cierto capital fueron a vivir a las ciudades lo que hizo crecer las clases medias urbanas. (Leer más)


El protestantismo en el Holguín republicano (Otras consideraciones antes de emprender su estudio)


1.    En la última década los estudios sobre religión en Cuba han logrado una saludable apertura que posibilitan un acercamiento diverso y desprejuiciado a tan importante factor de la cultura nacional. Sin embargo, en relación con estos, se favorecen los que tratan sobre los complejos religiosos de origen africano, quedando abandonadas otras expresiones religiosas, el cristianismo entre ellas.

2.  La Iglesia Católica, su historia y repercusión en la segunda mitad del siglo XIX y durante todo el XX dentro del pensamiento y la cultura cubana, sigue sin ser estudiada con profundidad, y aún más la relación de esta con el proceso revolucionario. 

3. Por otra parte, las estrategias actuales de proyección social del cristianismo en Cuba con casi ignoradas por la comunidad científica cubana.

4.  Y aunque todos los enunciados anteriores son ciertos, en el presente donde se manifiesta con mayor nitidez las lagunas de desconocimiento de la Academia cubana en relación con la religión es en el protestantismo: Las iglesias evangélicas ya son centenarias en Cuba donde, muchas de ellas, juegan un papel fundamental en el campo socio-religioso cubano. Sin embargo aún está por escribir su historia desde una perspectiva etnosocial, cultural y sociológica que revele su inserción en nuestra cultura y justifique causalmente su impacto y crecimiento actual.

5.  Otro problema de los estudios cubanos sobre religión es que la gran mayoría de estos tiene una perspectiva nacional o fundamentalmente toman como unidad de análisis a la zona occidental.

                                                                                               (Leer más)

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Otros trabajos del autor:






15 de abril de 2012

Fiestas y costumbres del viejo Holguín.

Por: Rafael Masferrer Landa
Inédito tomado Archivo de CEDES 
              Centro para el Estudio y Desarrollo Sociocultural

Fueron varios los motivos que llevaron a los antiguos vecinos de Holguín a celebrar con fiestas. El principal o más visible fue el santoral de la Iglesia Católica Apostólica y Romana. Otro: los grandes acontecimientos relacionados con los cambios de Gobierno en la Madre Patria (España), o la llegada de un nuevo Teniente Gobernador a la ciudad. (Este anterior era uno de los más comunes sucesos que terminaban en celebración, porque España cambiaba de Tenientes Gobernadores con más frecuencia que las veces que el rey cambiaba de calzones, por ejemplo, entre 1731 y 1816 tuvimos 24). Y después, cuando España se marcha de la Isla, sin que desaparecieran las fiestas y costumbres de antaño, también se comienzan a conmemorar efemérides patrióticas, sobre todo la del 20 de mayo. 

Antes de seguir, sépase que los guateques del Holguín viejo no fueron tan conocidas ni tan apetecidas como otras en otras partes de la Isla (las de Santiago, por ejemplo, o las del Camaguey). Y se debió lo anterior a que los organizadores locales eran discretos campesinos de campesina economía que solo disponían de lo que sembraban para autoabastecerse. Tampoco fue Holguín un gran núcleo concentrador de población; vivían los “holguinenses” durante aquellos idos tiempos en las inmensidades solitarias que nos servían como comarca.

No tenemos nota ciertas sobre las fiestas de los Ciboneyes y Taínos que vivieron por estos lares antes de la llegada hispana, por lo que es obligatorio ceñirse a lo poco que nos legó la tradición oral y las parcas crónicas de los conquistadores. Por eso es mejor obviar esa parte de la historia y comenzar por los tiempos en que los faroles colgados en las puertas de las viviendas constituían el único alumbrado público de nuestras arenosas calles, arenosas, sí, que (y sirva este dato a los cronistas apresurados que hablan de lodazales), solo dejaban nuestras calles de ser arenosas cuando llovía mucho, generalmente en tiempos de Nortes.

Era en ese tiempo cuando por sobre los tejados de tejas criollas, fabricadas muchas de ellas en el tejar de los Curbelo, se deslizaban en las noches serenas las notas musicales provenientes de algún piano, acompañado, quizá, por el dulce sonido de una mandolina (que es instrumento musical en desuso ahora). Y por encima de todo oíase el pregón grave de algún trasnochado sereno dando la hora: “son las Tanto en Punto y sereno…”

Las fiestas más entusiastas del año se efectuaban durante y luego el 4 de abril en que se conmemoraba el Día de San Isidoro, Patrono de la Ciudad. En estas predominaban como espectáculo principal grandes torneos de gallos finos a los que asistían visitantes de la antigua provincia Oriental. (Eso sí, las mujeres no acostumbraban a asistir). Por costumbre las fiestas del Patrono se celebraban en la calle Frexes, antes del Comercio, exactamente frente al enorme edificio conocido como La Periquera.

Es necesario recalcar que estas, que son la raíz del luego Carnaval holguinero, (y tampoco en ninguna otra celebrada en la ciudad), nunca hubo bailes callejeros como se acostumbraba en otros parajes de la Isla. En Holguín se bailaba en los Centros de recreo, o lo que es lo mismo, en las Sociedades, que las tuvimos y muchas: de blancos peninsulares y criollos, de morenos claros, de negros prietos… y ya en el siglo XX de chinos, de árabes (estos últimos casi todos libaneses), y hasta de israelíes hubo una.

San Isidoro, Patrono de Holguin
En los días del Santo Patrono el pueblo se aglomeraba en la citada calle Frexes, además, para presenciar las “Corridas de Cintas” que ejecutaban diestros jinetes en caballos bellamente enjaezados, y asimismo para disfrutar los emocionantes escalamientos del Palo Ensebado o para ser exactos en el término, la resbaladiza “Cucaña”, las corridas en “Zancos”, el Sartén en la boca… Los premiados en las competiciones recibían valiosos premios en metálico y otras veces objetos igual de valiosos.

Otra fiesta, siempre los domingos de Resurrección, consistía en las violentas “quemas de Judas” que se ejecutaban usando cartuchos de dinamita. Por cierto, en una de esos memorables domingos quemaron a un Judas con un letrero que decía Don Pepe. Era aquel que achicharraban con tanta alharaca un vecino de la ciudad que acababa de dar un escándalo en la Iglesia San Isidoro donde fue sorprendido en un confesionario besándose con una chinita hermosa. Posteriormente las peligrosas quemas fueron prohibidas por un jefe militar español y en 1925 por el alcalde J. Portelles. Y en las noches, en esa misma fecha, se entretenían los vecinos de la ciudad en quemar “Fuegos artificiales” que iluminaban los cielos y que era locura para los muchachos. 

La música predominante que alegraba y se bailaba en este y en todos los demás festejos populares eran el vals, los lanceros, rigodones, contradanzas, minué, paso doble… y luego llegaron el danzón, el son, el mambo, el cha cha chá. Y en las calles se alborotaba con los estridentes acordes del zapateo criollo, la caringa, el topetazo, el cocuyé y el chivo. De este último era maestro bailarín Manuel Leal quien con Librado Caballero organizaba la única parranda callejera compuesta por seis personas que salía por las calles de Holguín al son de un estribillo que comenzaba diciendo: “Este es el Chivo capón que de La Habana viene…” (Insístase que este tipo de jolgorio en medio de las calles jamás prosperaron en Holguín).

Antigua fotografía del Parque Calixto García

Más sobre las populares fiestas del Patrono de la Ciudad: En estas siempre, y en otras fiestas a veces, acostumbraban comenzar con vibrantes dianas que despertaban a los vecinos al amanecer. Y después que España se fue la costumbre quedó, solo que ahora la diana que se repetía de esquina a esquina era la mambisa. (Esto es, la diana con que se daba la orden de levantarse en los campamentos guerrilleros de los independentistas cubanos). Recuerdan las crónicas que en las madrugadas, a los agudos y sonoros acordes de los metales no quedaba en cama ni el más pinto de la paloma.

Día 17. Salve cantada a las seis de la tarde en la Parroquial de San Isidoro. Iluminación general y veneciana de la Plaza de Armas. Retreta por la Banda Militar a las ocho en la misma Plaza. Fuegos artificiales y globos.
Día 18. Diana por las calles, de seis a siete y media de la mañana. Misa solemne a las ocho. Procesión religiosa a las cinco de la tarde. Baile a las nueve en el Casino.
Día 19. Diana. Paseo de caballos enjaezados de nueve a once de la mañana. Carrera de Cintas a las tres: Premios: Primero, un reloj al jinete que obtenga cinco anillas del juego. Segundo, una caja de tabacos. (Adjudicados los premios no se admitirán reclamaciones). Iluminación. Reterta por la Banda a las ocho en la Plaza.
Día 20. Diana. Matinée Infantil de trajes de diez a doce de la mañana en el Ayuntamiento, adjudicándose precisamente a la originalidad y buen gusto los premios siguientes: Para niñas, una muñeca; para niños, un velocípedo. El jurado adjudicará el premio por escrutinio en votación secreta. Carrera de caballos en el Llano a las tres de la tarde, Premios, una montura por velocidad, segunda carrera, a la Marcha, un freno con bridas. Iluminación. Baile a las nueve de la noche en La Tertulia.
Día 21. Diana. Cucaña y otros juegos a las cuatro. Iluminación. Fuegos artificiales y globos.
Día 22. Diana. Distribución de limosnas a las siete en el Ayuntamiento. Romería al Llano de cuatro a seis. Baile en el Centro de Artesanos.
Día 23. Diana. Paseo de caballos de nueve a once. Carrera de cintas a las tres; Premios, una medalla de plata. Baile en el Casino y La Tertulia.
Día 24. Diana: Cucaña y otros juegos de diez a doce. Carrera de caballos a las tres. Premios, a velocidad, medalla de oro, segunda carrera, a la marcha, medalla de plata. Iluminación. Retreta. Fuegos artificiales y Globos.

Firma, por la junta, el secretario: Emiliano Espinosa.

Paralelos a los espectáculos descritos se celebraban otros en Holguín, como, por ejemplo, el que se ofreció en un solar situado en las calles Aguilera y Mártires por un extranjero que preparó un enorme globo para volar dentro de él y que luego de una semana de infructuosas pruebas se quedó en tierra.


No queda ni una sola información de las fiestas del viejo Holguín en la que se de cuenta de una desavenencia entre los festejantes. Eran las celebraciones antiguas fiestas de familias. Jamás se habla de una riña callejera durante ellas, nunca de un tumulto, jamás un hecho de sangre: ¡Nunca corrió ni una sola gota de sangre!!!.

Era la fiesta de más larga duración en Holguín las que comenzaban durante las Pascuas, seguían durante año nuevo y no terminaban hasta el día posterior al de Reyes, o sea, desde el 20 de diciembre hasta el 7 de enero. Se amenizaban aquellas con los famosos Órganos. (En el siglo XX los más famosos de la ciudad era el de los Hermanos Coallo). Y al enorme instrumento de música tan agradable, que por producirse dándole vueltas a una manigueta aquí se le decía “Música molida”, lo acompañaba un timbal, ese instrumento de percusión de origen africano.

El Órgano fue en nuestra zona símbolo del espiritu alegre reinante en el pueblo; una invitación a no trabajar y a tomar vino moscatel, tan popular acompañado por anís. Y en las zonas rurales jamás faltaba el instrumento cuando se producían las vitales reuniones familiares. 


Es necesario hacer ver la mancha oscura de las idílicas celebraciones holguineras: el juego, ese horrendo vicio inculcado por las autoridades españolas que recibían pingues ganancias por medio del deseo popular de ganar una fortuna gracias al azar. Incluso, hubo casos en que un jugador en medio de la fiesta tuvo que mandar a llamar a un Notario para hacer firme a entrega de su casa que acababa de perder en los naipes.


A principio de los años cuarenta del siglo XX empezaron a desaparecer otro gran motivo de algarabía popular holguinera: los “Altares de Cruces”, que se instalaban, los más populares, en la terminación de la calle Aricochea, en la calle de Martí y en las partes aledañas al arroyo Jigue buscando la hoy Cardet.

Los Altares de Cruz de Mayo fueron los únicos festejos organizados en Holguín sin la asistencia o intromisión de los gobernantes; respondían ellos, exclusivamente, al embullo y a los aportes pecuniarios de las familias vecinas. Recuerdase con  cariño algunos de los organizadores: los miembros de la familia González, los Góngoras y especialmente los Lozada. Esta última representada por las hermanas María y Mercedes, siempre incansables, atentas con todos. Las Lozada, asistidas por vecinos entusiastas, ofrecían gratuitamente el “Agua de Loja”, un producto que se conseguía de la fermentación de la piña con azúcar prieta.

Las fiestas de los Altares comenzaban siempre a las cinco de la tarde, nunca antes. Y era parte de los atributos pertenecientes a esos Altares, exactamente colgando de ellos, lagartijas o mejor, caguayos como decimos en Holguín, unos muertos, otros vivos, y también sapos disecados, jubos… los por qué de esos colgajos no los hemos podido encontrar y nos parece que era una mezcla de ñañiguismo con figuras religiosas.

Para leer más sobre los Altares de la Cruz hacer clic aquí.

Cerca del lugar donde se levantaban estos altares vivía una vieja muy vieja, que hacía propaganda a la celebración con el ánimo entusiasta de una buena creyente. Era ella morena de color, su nombre era Brígida y lucía como amuleto, enganchada a su nariz, una argolla que, decía la señora, era de oro puro y ella, decía también, era natural de Holguín; su casa era de cujes y embarrado que fue la forma de fabricación primitiva de Holguín. Era ella, además, la “curandera” del barrio, la que curaba los empachos y el mal de ojo santiguando al paciente.

La última celebración de estos Altares de Cruces que yo recuerdo fue en la época en que ya funcionaba el Tecnológico y se realizó en la calle de Martí, desde la de los Mártires hasta la de Cardet. En muchos lugares se sembraron matas de plátano y se pusieron tiestos con palmas, dando la sensación de la campiña; en el suelo se situaron “canecas” con mechones alimentados con luz brillante (Petróleo), que daban mucho humo y una luz rojiza. Entre otras chucherías se vendían ciruelas amarillas curtidas muy apetitosas y tamal en sus hojas, a la vez que el ir y venir de la gente era inacabable porque no había donde sentarse.

Otra antigua costumbre de Holguín era celebrar “Retretas” en la Plaza de Armas (luego Parque Calixto García). Es de anotar que tan pronto la música tocada por la Banda comenzaba todo el personal se dirigía al centro del parque a darle vueltas a los músicos. Recuerdese siempre que la Banda Municipal holguinera fue dirigida durante muchos años por Manuel Avilés Lozano, siendo casi todos los músicos hijos del director. Asimismo que con esa banda tocó Manuel Dositeo Aguilera, autor de la música del Himno Invasor con esos tan sobrecogedores y emocionantes aires marciales. Otro músico muy conocido de la Banda fue José Hechavarría, que tocaba el violín, habla el latín, era relojero y monaguillo de la Iglesia San José de la cual era, además, el pintor.

En todos los Festejos populares de Holguín, en diferentes oportunidades y años, hacían su aparición tipos muy populares y estrafalarios, casi todos ellos vivían al borde de la razón. Fue uno de estos Juan Kilele, quien en una ocasión se metió dentro de una tumba del cementerio y pedía a gritos que lo taparan porque él ya era difunto. Otro fue Mala Cara, feísimo a morir, como es obvio, y Carmen la Chiva, María Tragedia, Florinda Salazar, el Duende, que nada más aparecía en la ciudad durante las fiestas de los Altares de Cruces y siempre por los alrededores del cementerio. Era el Duende prieto como una sartén y no hablaba con nadie.

Queremos resaltar, porque es verdad, que en aquellos viejos tiempos eran muy estrictas nuestras costumbres familiares… o mejor, eran costumbres realmente duras, tanto que durante los días de Retreta, al dar las diez de la noche, no quedaba ni una sola mujer en la plaza. Pero durante los días de jolgorios populares, preferentemente los Sábados de Gloria si que ellas se quedaban en la calle con la justificación de que al alba asistirían a la Procesión de Resurrección que se efectuaba en la madrugada del domingo. 

Volanta de tiempos coloniales

Otras grandes y populares fiestas. Estas no sujetas a calendario fijo, eran las llamadas “Verbenas”, que se organizaban por motivos diversos por parte de los vecinos o de las autoridades civiles. Las Verbenas se hacían, siempre, en los parques, generalmente cerrándose las calles laterales. Regularmente era su objetivo recaudar fondos para obras benéficas de carácter colectivo. Un ejemplo de una de ellas es la que se celebró en los años 20 del siglo XX con el plausible objeto de conseguir el dinero necesario para fabricarle un edificio que sirviera como punto de reunión a los gloriosos Veteranos de la Independencia, que aquí en Holguín formaban el núcleo de mayor cantidad en toda la República.

Todo lo que se vendió o se rifó en ella provenía de obsequios del Comercio, que por cierto, era muy reaccionario. Pero también se tuvieron algunos obsequios que entregaron los particulares dadivosos, que, otra vez por cierto, en Holguín no eran muchos los que tenían esas características.

Lo bueno es que el fin se consiguió y que el edificio de los Veteranos está ahí, en la calle de Aguilera, entre las de Libertad y Maceo. Se lo debemos al celo de muchos, pero especialmente del Coronel Delfín Aguilera, el capitán Pepillo Grave de Peralta y la Comisión de Hijas de Veteranos.

Casa de los Veteranos de la Independencia en Holguín
Para ver álbum de fotografías de la Casa de los Veteranos de la Independencia en Holguín hacer Clic aquí

Otra fiesta popular holguinera es la Romería de la Cruz de Mayo; tradición esta que la implantó en el pueblo un franciscano proveniente del Convento Nuestra Señora de los Ángeles de Bayamo, llamado Joseph A. Alegre. A más de su celo apostólico, este religioso era muy activo y de una labia poco común.

En fecha lunes 3 de mayo de 1790 el Padre Alegre cargó sobre sus hombros una cruz rústica de madera y la plantó en la cumbre del cerro Norte de la ciudad, que, según el actual Atlas Nacional de Cuba, tiene 275 metros de altura. Es ese lugar un punto cúlmen que abarca todos los horizontes ofreciendo una perspectiva soberbia de la ciudad con todo su valle adyacente. Y desde aquel lejano día el pueblo, cada tres de  mayo, día de la Cruz, asciende al cerro en peregrinación y para pagar promesas. Se dice que entonces hubo romeros que subían la loma de rodillas y otros cargando ladrillos.
Con el paso del tiempo la devoción se fue impregnando de sabor mundano y el lugar se plagó de kioscos para la venta de comidas, lechón asado sobre todo, y también bebidas, preferentemente el caramanchel, la mistela, el aguardiente…

A mediados del siglo XIX se levantó otra cruz en uno de los cerritos del lado oeste del pueblo (donde luego se construyó el colegio de los padres Maristas). Entonces, cuando allí se puso la nueva Cruz se llamaba a la lomita María Ruiz. Por ser de menor altura, a él comenzaron a subir las personas con problemas de salud que entonces encontraron donde satisfacer sus devociones sin tanta fatiga. La cruz del María Ruiz fue bendecida por el padre Presbítero Manuel de Calderón y calderón, párroco de San Isidoro.

Ya en el siglo XX tan firme fue la tradición de subir el cerro grande que en un principio se llamó del Bayado, y que desde que el padre Alegre puso allí la cruz se llamó Cerro o Loma de la Cruz, que un vecino de gran inteligencia, el doctor Albanés Carballo tuvo la feliz idea y la fuerza de construir una escalinata, un paseo y una rotonda allí. El dinero salió de las comunes Verbenas y Tómbolas y de la que fue la primera Exposición Agrícola, Industrial, Comercial y Arqueológica en Holguín que atrajo a miles de personas.

Loma de la Cruz
Exactamente el 3 de mayo de 1927 se colocó la primera piedra de la obra y desde entonces las Romerías adquirieron un carácter más fastuoso al montar otro miembro de la familia Albanés, Oscar, una planta eléctrica que generalmente la operaba el electricista Alfredo Varona.

Dentro de otro ángulo, las fiestas de Holguín han tenido un valor primordial en la belleza natural de las mujeres de esta comarca. Belleza que les nace, quizá, porque se bebe mucha leche, se ingiere frutas diversas, como caimitos, nísperos, piñas, mangos, mameyes, pomarrosa, hicacos. Y por ser mujeres muy deportivas. Las nuestras se ejercitaban montando a caballo en “sillones”, que era como se les llamaba a las monturas para féminas entonces. Aquí las mujeres montaron como los hombres, esto es, a la americana, en el presente siglo (XX), y para eso al principio solo se atrevían unas pocas.Y las que vivían en los campos venían al pueblo, siempre con sus familias, en Volantas y algunas en carretas de bueyes.

Pero para que sea alguien de afuera quien diga de la belleza de las holguineras y con eso tratar de conseguir objetividad, vamos a copiar unos versos del poeta bayamés del siglo XIX José Fornaris, dedicados a una coterránea nuestra a quien conocí, o sea, la conocí a ella. El poeta los recitó en una tertulia familiar celebrada en un hogar situado en las hoy calles Libertad y Martí, durante los días de un festejo popular.

A Pradina.

Con que gracia viriginal
corres por la arena leve,
que bien queda tu pie breve
impreso en el arenal.

O de concha gentil
formes ligera piragua
y te alejes por el agua
diáfana, pura y sutil.

Parece que el mar por ti
gime, se agita y explaya
y sobre toda la playa
da cochas de oro y rubí.

O que algún silfo en su afán
te arrebate, en dicha suma
y te esconda entre la espuma
de las olas que se van.

Y lejos de este confín
te lleve por esos mundos
de rosas y astros profundos
de una inmensidad sin fin.
Otro lindo caracol
deja su frágil morada
y corre tras tu mirada
imaginándote el sol.

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