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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

13 de julio de 2017

Faustino Orama, El Guayabero. 16 (Faustino y el mundo)


A inicios de 1994 a El Guayabero se le presentaron serios problemas de salud que llevaron a sus médicos del hospital habanero CIMEX a amputarle la pierna derecha y a aconsejarle que se retirara de los escenarios, pero él se negó rotundamente y pidió que le implantaran una prótesis. Quince días después partió rumbo a Sevilla, Andalucía, a participar en el Primer Encuentro del Son y el Flamenco, evento ese que le tributó uno de los más impresionantes homenajes de su vida.
Irma Orama
Los problemas de salud del juglar provocaron expectativas entre los organizadores y el público, que lo esperaba a las orillas del Guadalquivir, donde como en toda España, era muy conocido y admirado. Incluso, la publicidad del evento tuvo a su figura como centro, lo mismo en camisetas, credenciales y afiches que inundaban la bella capital andaluza y de otras poblaciones de la región. Finalmente su llegada fue una fiesta, y también sus presentaciones en Lebrija, Utrera, El Coronil y Mairena del Aljarafe. La radio, la televisión y la prensa plana reseñaron con énfasis sus actividades.
Acompañado de sus músicos y de su sobrina, la guarachera Irma Orama, el juglar alternó, descargó e incluso adiestró en el manejo del tres a cultores del flamenco como Raúl Rodríguez, hijo del cantante Mario, quien fundó el grupo Son de la Frontera con el que ha realizado un excelente trabajo de fusión con la música de España, Cuba y otros países.
De Sevilla ´94 El Guayabero siempre guardó gratos recuerdos, entre ellos la visita la tumba de Antonio Machín, embajador permanente de la música cubana en España e intérprete de El Tumbaito, su primera composición en traspasar océanos y que en 1995 había sido nuevamente reeditada en formato CD en antologías del cantor cubano, oriundo de Sagua la Grande. 
Con Compay Segundo en Sevilla. 1994
Muy emotivo también fue reencontrarse con viejos amigos y colegas como Omara Portuondo, el Septeto Espirituano, el conjunto Los Naranjos y el siempre vital Compay Segundo, quien a partir de ahí y sobre todo tras el éxito del Buenavista Social Club, se convirtió en un ídolo internacional.
Ibrahim Ferrer: A mi me gusta que baile Marieta
Ese 1996 hasta Holguín le llega la noticia gratísima de un suceso que muy pronto alcanzó connotación universal: la grabación del disco Buenavista Social Club. A partir de ese momento, notables de la trova y el son cubano, la mayoría de ellos alejados de los escenarios o escasamente promovida entonces y que a diferencia de Faustino, que tuvo el privilegio de mantenerse en activo en la música, que era su vida, y recibir frecuentemente el agasajo de incontables instituciones y de parte del gran público, habían tenido que dedicarse a otros oficios.
El CD ganó el Premio Grammy y el filme del alemán Wins Wenders que narraba el regreso de los “dioses vivos de la música popular cubana” al estudio de grabación fue nominado al Oscar.
Aunque El Guayabero no integró el Buenavista, un número suyo, “Ay, candela”, interpretado por Ibrahím Ferrer, tuvo una grande acogida tanto en el disco como en el documental.
Y a la vez, en el mismo año, la música de Faustino apareció en una placa licenciada por el sello inglés World Circuit con grabaciones realizadas en la década anterior en Santiago de Cuba. Fueron en total once de sus composiciones y las inmejorables palabras del narrador cubano Leonardo Padura que, entre otras virtudes del músico, dijo que “en sus letras refleja, como pocos lo han hecho, el modo de ser del cubano, su picardía congénita y su humor corrosivo y vital [...] Faustino Orama es por ello, tal vez, el último representante de aquella generación de soneros que vivieron para la música y supieron transmitir a su obra la idiosincrasia del cubano, que siempre se reconoce en las canciones de este juglar oriental”.
Posteriormente en la extensa saga discográfica que siguió al Buenavista, es significativa la inclusión de sus composiciones en los discos de Ibrahím Ferrer, Eliades Ochoa y otras disímiles figuras cubanas y extranjeras, así como en selecciones y antologías discográficas que se han comercializado en todos los continentes.
Entre esos CD los de mayor acogida fueron el titulado “Buenavista Social Club presenta a Ibrahím Ferrer” (1998), Premio Grammy Latino al Artista Revelación, donde aparece el antológico “A mi me gusta que baile Marieta”. Otro es el de Eliades Ochoa, “Tributo al Cuarteto Patria” (1999), nominado al Grammy y ganador de Disco de Oro por sus altas ventas en varios países, en el que aparece “Por culpa de las mujeres y Mañana me voy”, más conocido como “Me voy pa´Sibanicú”. Y el CD “Buenos hermanos”, de Ibrahím Ferrer, laureado con el Premio Grammy 2003, y ganador de la categoría de Disco de Oro y otros reconocimientos; en él se incluye el son de Faustino, “Oye el consejo”.
El sello EGREM, además de comercializar sus grabaciones en disco compacto, casettes y por Internet, ha incluido sus composiciones en más de treinta antologías y selecciones, en su propia voz o en la de otros intérpretes. Lo mismo han hecho sellos extranjeros como Auspic, de Francia y los españoles Nubenegra, Gran Vía o Eurotropical. Esta última disquera contrató en 1997 al juglar holguinero durante su presentación en el Encuentro Nacional de Septetos Ignacio Piñeiro, y con la grabación licenció el disco “El tren de la vida” y lo incluyó como figura líder del espectáculo “Cuba es Música”, que se presentó con éxito en varios países de Europa.

El 18 de septiembre de 1998 Faustino se presentó junto a Manolito Simonet y su Trabuco, el veterano Laíto Sureda, sus queridos amigos del conjunto Los Naranjos, el Septeto Espirituano y la juvenil Mayelín Naranjo, en una playa de Tenerife, Islas Canarias, sede de la casa disquera Eurotropical donde comenzó esa noche el Festival Son Latinos´98. Más de cien mil personas colmaron el lugar donde también actuaron figuras como Jerry Rivera y Fito Páez.
Posteriormente, y durante varios días, los cubanos se presentaron en diversos escenarios de aquellas islas. Luego lo hicieron triunfalmente en el Palacio de Deportes de Madrid donde se sumaron el dúo Gema y Pável y el cantautor Livam. La prensa canaria y de toda España reseñó sus actuaciones con llamativos titulares y amplias entrevistas al octogenario músico de Holguín y a sus acompañantes.
El Guayabero en París, 1998.
De España fueron a París donde consiguieron igual acogida, aunque no faltaron lamentables contratiempos como la muerte de un integrante de Los Naranjos y serios problemas de salud que presentó Laíto, lo que le hizo regresar a a La Habana donde falleció el 7 de septiembre de 1999. (Laíto Sureda, voz emblemática de la Sonora Matancera fue casi olvidado en los años ochenta, sin embargo en 1994, mientras El Guayabero y Compay Segundo triunfaron en España, él lo consiguió en Colombia con el Conjunto Caney. Durante su gira europea Laíto grabó el disco “Ahora comienzo a vivir”).
Tras el regreso de Faustino y sus compañeros de Europa, el trovador, con algunos de sus músicos, viajó a un importante festival folklórico que se realizó  en La Haya, Holanda. Allá se reencontró con Omara Portuondo, la diva del Buenavista. Días después el juglar retornó a Canarias para grabar “El tren de la vida”, título tomado de su son más filosófico, “Mi son retozón”, en el que reflexiona sobre la vida y la implacable guadaña de la parca que por esos tiempos arremetía, implacable, contra sus colegas, dejándolo cada vez más solo y acercándose al paradero en el que iniciaría el viaje que no tiene regreso.
Portada del disco El tren de la vida, sello Eurotropical, 1998.
Los dos últimos años del siglo fueron de intensa labor para El Guayabero, siempre rodeado de jóvenes en las actividades por el 4 de abril, las Romerías de Mayo y durante el Cubadisco ´99, en el que compartió el gigantesco escenario del Karl Marx con Liuba María Hevia, Rosario Flores y otras figuras y agrupaciones que saludaron el centenario de la Sociedad General de Autores y Editores de España (SGAE), de la cual era miembro hacía algunos años.
Por su parte la Unión de Jóvenes Comunistas le otorgó el Premio Abril por su aporte de preservar para las nuevas generaciones importantes elementos de la identidad y la cultura cubanas.

Faustino Orama, El Guayabero. 16 (De Holguín a los escenarios del mundo)



Como mismo su debut discográfico, la incursión de El Guayabero por los escenarios internacionales comenzó tardíamente.
En medio de las celebraciones habaneras por su cumpleaños 80, la presidenta del Festival Cervantino que cada año se realiza en Guanajuato y otras ciudades de México, le cursó una invitación para que representara a Cuba. Así el 18 de octubre de 1991 junto a su grupo llegó al Distrito Federal.
Totó La Momposina
José María Peñaranda
La primera actuación fue en el hermoso y acogedor “Teatro de  Doblado”, en la ciudad de León, que estaba repleto de un público entusiasta. Lo mismo sucedió en Guanajuato, sede principal del Festival, que trasmitió para millones de personas a través de la radio y televisión la actuación de los célebres interpretes: Faustino, el grupo mexicano Los Leones de la Sierra Xichu, cultores del huapango, y la suprema figura del  folklore colombiano, Totó La Momposina. Ella lo invitó a él a visitar su país de gentes admiradoras de la música cubana y en el que también se cultiva el doble sentido y la música con humor. Lamentablemente la visita prometida nunca se efectuó. Pero Faustino llegó a Colombia interpretado por José María Peñaranda (1907-1999), autor de piezas simpatiquísimas y muy populares como “El bigote”, “La secretaria”, “Se va el caimán”.

Para oír o descargar música de José María Peñaranda, haga clic aquí
También durante ese viaje a México fue memorable la estancia de Faustino y su grupo en la capital azteca, una de las más superpobladas del mundo y que cotidianamente presenta incontables espectáculos. Allí el público se reunió el 24 de octubre en la Alameda Central, una de las principales y más bellas plazas del país. Días después Faustino hizo otra presentación en el auditorio Alejo Peralta que si verdad es que tuvo menos espectadores, también lo es que los presentes mostraron el mismo calor y entusiasmo. Para esa ocasión particular se confeccionó un cartel que fue ilustrado en la portada con la obra “Hombre radiante de alegría”, del pintor Rufino Tamayo

Hombre radiante de alegría, Rufino Tamayo
Posteriormente los holguineros se presentaron en las ciudades de Cruz Azul y Tlaxcala.
Faustino fue atenido de forma especial por el humorista cubano Alejandro García (Virulo). Virulo consiguió que el trovador sonero fuera contratado para actuar en el centro nocturno “El Hijo del Cuervo”, en Ciudad de México, junto al periodista y sonero Luis Ángel Silva Navas, más conocido por “Melón”.
 

Desde los años cuarenta Melón comenzó a cantar la música cubana. Trabajó al lado de músicos de la talla de Juan Bruno Tarraza, Silvestre Méndez, Miguelito Valdés y la actriz y cantante Nipón Sevilla. En 1958 junto a Carlos Daniel Navarro (Lobo) fundó el conjunto Lobo y Melón, que alcanzó prestigio internacional a través de grabaciones para la RCA Víctor al lado de la Sonora Matancera, Celia Cruz, Tito Puente, Johnny Pacheco, Tito Rodríguez, Rubén Blades, Cheo Feliciano, Ismael Rivera y Héctor Lavoe, con varios de los cuales tuvo controversias soneras en las que reafirmó su valía de brillante intérprete y compositor. No obstante lo anterior, Melón dijo en más de una ocasión que la experiencia más difícil de su vida fue cantar con El Guayabero.
Al aterrizar en La Habana el avión que lo trajo a tierra cubana el 4 de noviembre, El Guayabero dijo a la prensa que regresaba feliz de su primera gira internacional y que su deseo inmediato era trasladarse de inmediato a Holguín, para contarle a la gente de allí, pero no lo pudo hacer sino hasta diez días después, pues el Instituto Cubano de la Música, como parte de los múltiples agasajos por sus ochenta años, le había organizado dos conciertos-homenaje en el teatro Karl Marx en los que tuvo invitados a las orquestas Revé y Aragón.
Ya en Holguín, la Central de Trabajadores de Cuba le impuso la medalla Lázaro Peña, que el colocó en su traje en el que además exhibía otras muchas, entre ellas dos otorgadas en 1988 por el Consejo de Estado: la Distinción por la Cultura Nacional y la medalla Félix Varela de Primer Grado, colocadas en su pecho el 4 de junio de ese año en la Plaza de la Revolución Calixto García de su ciudad natal por el ministro de Cultura Armando Hart, en una solemne ceremonia a la que asistieron las máximas autoridades de la provincia y personalidades de la cultura cubana y de otros países. Entre los segundos se cuenta al español Santiago Auserón, fundador y líder de Radio Futura, una de las agrupaciones más sobresalientes en toda la historia del rock ibérico. Este cantante y compositor devino en uno de los más importantes promotores de la obra de Faustino y precursor del boom que, años después, tendría en su país la música tradicional cubana.
Santiago Auserón de visita en la casa de El Guayabero
Precisamente organizado por Auserón estuvo el gran homenaje que recibió El Guayabero en 1994 en Sevilla, y el museo Santa Palabra, inaugurado en 2005 en Calasparra, Murcia. 

23 de junio de 2017

Faustino Orama, El Guayabero. 15 (Década de 1980. El sonero se convierte en leyenda)


Al iniciarse la década de 1980 la música del complejo beat-pop-rock siguió teniendo aceptación universal, pero sin la aplastante hegemonía que tuvo en los diez años anteriores. Los consorcios discográficos y la industria del entretenimiento estadounidenses abrieron sus puertas aún más al fenómeno salsa y a la llamada world music, las cuales satisfacen a incontables consumidores de sus productos y les reportan abundantes ganancias.
En Cuba, tras importantes éxitos en Argentina, España, México y otros países, se inicia la etapa de mayor reconocimiento a los gestores del movimiento de la Nueva Trova. La prueba es los resultados de las encuestas de popularidad de la revista Opina, la acogida a los discos de Silvio, Pablo, Amaury Pérez e incluso de la nueva hornada de creadores e intérpretes como Donato Poveda, Alberto Tosca, Anabel López, Carlos Varela, Santiago Feliú, Xiomara Laugart, Pepe Ordaz y otros que fueron laureados en el concurso Adolfo Guzmán, una plataforma de reconocimiento de estos y otros excelentes trovadores, jóvenes o viejos, que desde sus provincias no habían logrado espacio en medios nacionales, entre ellos el cienfueguero Lázaro García y el holguinero Ramiro Gutiérrez.
En “la República” de la música bailable cubana, aunque Van Van, Irakere, Algo Nuevo de Juan Pablo Torres y otras agrupaciones eran referencia obligada para muchos en el mundo, no hay duda de que la influencia de la salsa y la polémica sobre su origen estimularon la fundación, promoción y reconocimiento de numerosas agrupaciones soneras de primera línea: Son 14, Sierra Maestra, Karachi, Adalberto Álvarez y su Son, Manguaré, Cándido Fabré, Eliades Ochoa y Pancho Amat.
Pancho, Eliades y Fabré se convirtieron en figuras clave de la música cubana de los últimos lustros y defensores del legado sonero más genuino. Los tres incluyen a Faustino entre quienes le aportaron esenciales enseñanzas y lo invitan a compartir escenario en numerosas oportunidades, especialmente en los Festivales del Son Ignacio Piñeiro realizados en Santiago de Cuba, Guantánamo y Granma, las tres provincias orientales en las que nacieron y fecundaron las expresiones primigenias del género. Fabré es quien lo comienza a llamar “Rey del Doble Sentido”.
Al calor del auge salsero, los festivales de son y otros varios eventos musicales y también numerosas instituciones culturales iniciaron un encomiable trabajo por el rescate de las mejores tradiciones criollas. Se crea un ambiente propicio para que algunos músicos veteranos volvieran a alcanzar los primeros planos de la palestra musical. Grandes hitos fueron las actuaciones de Barbarito Diez en Caracas y la grabación allá de un disco de impecable factura acompañado por la Rondalla Venezolana; reaparece en escena Celeste Mendoza; Pablo Milanés graba la serie discográfica “Años”, donde reunió grandes trovadores soneros, entre ellos Luís Peña (El Albino) y Octavio Sánchez (Cotán), quienes en los años treinta y cuarenta habían impulsado, junto a El Guayabero, esa importante etapa de ruptura y continuidad de la historia de la música cubana en la región nororiental.
En el ámbito internacional, varios cultivadores de la música bailable de Cuba y el Caribe en general —llámese son, boogaloo, tropical o salsa—, fueron recreando a su aire las composiciones de Faustino a partir, sobre todo, de las versiones hechas anteriormente por Pacho Alonso, Ibrahím Ferrer, Ramón Avilés y la orquesta Sensación. Así se suman a la lista de sus intérpretes: Tito Puente, Héctor Lavoe…
En 1982, Pacho Alonso grabó un Larga Duración en homenaje a Faustino, con orquestaciones más cercanas a la salsa concebidas por el maestro holguinero Germán Piferrer y el heredero musical de Pacho, luego fundador de una de nuestras más importantes agrupaciones de hoy, Pachito Alonso y sus Kini-Kini.
Que roña me da (Pacho Alonso interpretando al Guayabero):

En Guayabero, el clásico son que dio nombre al nuevo larga duración de Pacho, a diferencia de la grabación realizada quince años atrás, que sobrepasaba los diez minutos de duración, alcanzó amplia difusión nacional e internacional. Precisamente esa grabación de Pacho influyó en que la pieza la incorporaran a su repertorio Héctor Lavoe y otros. 

En Guayabero, intérprete; Héctor Lavoe:

Pero si importante fue aquel disco de Pacho, no menos trascendente fue la grabación del primer fonograma de Faustino en los estudios Siboney de Santiago de Cuba.

LD El Guayabero. Faustino Oramas.
Estudios de grabaciones Siboney, EGREM, Santiago de Cuba, 1983.
Producción: Lic. J osé J. Padilla Sánchez.
Técnico de grabación: Oscar Pérez López.
Todos los sones incluidos son de la autoría de F. Orama.
• En Guayabero (10.58)
• Como baila Marieta (7.58)
• Contigo mi china (4.26)
• Como vengo este año (6.21)
• Las mujeres de Bayamo (4.17)
• A Félix Solano (4.35)
• Yo toco el son (4.00)
• A María Elena (3.57)

En 1980 la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM), inauguró sus estudios en Santiago para satisfacer disímiles solicitudes del talento musical de las provincias orientales. De Holguín fueron parte de su catálogo: la Orquesta Avilés, que por entonces arribaba a su centenario, el Órgano de los Hermanos Ajo, el barítono Raúl Camayd y Faustino Orama, laborioso siempre, que había decidido organizar un nuevo grupo, (que es el que lo acompañó por el resto de su prolongada carrera musical).
El disco se agotó pocas semanas después de salir al mercado y en 1983 obtuvo el Premio EGREM en la categoría Música Tradicional, ganándole a los demás nominados: Ñico Saquito y Los Compadres.
En 1985 y 1989 Faustino regresa a los estudios para concluir una trilogía discográfica que mucho contribuyó a cimentar su prestigio de artista legendario y único, portador y baluarte de tradiciones ancestrales pletóricas de cubanía y de contagioso humor. El artista legendario era, constantemente asediado por legiones de admiradores, periodistas, caricaturiastas, músicos y estudiosos del folklore y la música tradicional, como el rockero español Santiago Auserón y la etnóloga inglesa Lucy Durán, que como otros muchos, viajaban las grandes distancias que separan a Madrid y Londres de Holguín, persiguiendo las huellas del juglar.
En su apartamento Faustino recibe al músico español Santiago Auserón (Juan
Perro), 1989.

Entrada al Rincón del Guayabero, en Holguín
 


En la Ciudad de Holguín El Guayabero era un símbolo. En 1981 cuando, según el Registro Civil de la ciudad, cumplió setenta años de su edad, se inauguró en las céntricas calles Miró esquina a Martí el cabaret “El Rincón de El Guayabero”, y en los altos del edificio las autoridades le asignaron un apartamento para que lo viviera con Moraima, su última compañera en la vida. Con la nueva casa, el músico puso fin a su larga residencia en hoteles, pero no a su vida itinerante y bohemia. De Baracoa, en el extremo oriental de la Isla, a Ciudad Sandino, en el otro extremo, se le veía y oía. Los aplausos retumbaban en todas partes.
Es verdad que para entonces ya no bebía tanto ron como antes, sino, solo en contadas ocasiones, que podía ser cuando tenía visitantes ilustres. En los otros momentos el músico, que se había convertido en el más celoso guardián de la abstinencia y la disciplina de grupo musical alguno, pedía su “lechita”.

 Entre sus visitantes asiduos estaban Miguel Cano Blanco, primer secretario del Partido Comunista de Cuba en Holguín, y Pedro García Lupiáñez, presidente de la Asamblea del Poder Popular en la provincia de Granma. Este último gobernante le compuso un son que grabó la Original de Manzanillo: “Trovador guitarra en mano vas” que resultó un suceso musical en la voz de Cándido Fabré. Y como esa, otras, hasta el extremo de que pocas figuras cubanas acumulan una lista tan numerosa de composiciones homenajes o que resaltan peculiaridades de su personalidad, “Orden del día”, por Frank Delgado; “El burro de Mayabe”, por Pedro Luis Ferrer, “Apretaíto perorelajao”, grupo  Sampling y…
  • Faustino Oramas, grabación realizada por A. Revé y el Expreso de Oriente e incluida en el disco CD “Cuba Tonight”, grabado en el 2006 en España por el sello “Envidia”.
  • Un son para El Guayabero, del binomio López y Yara e incluido en varias grabaciones de Ibrahím Ferrer, entre ellas el CD “Tierra caliente”, EGREM, 1998.
  • Homenaje al Guayabero, de Delfín Ramos y grabado por el Septeto Síncopa.
  • Trovador guitarra en mano vas, de Pedro García Lupiáñez y grabado en 1990 por Cándido Fabré y la Original de Manzanillo. Disco LD “Guayabita del Pinar”, Estudios Siboney, EGREM, Santiago de Cuba, 1990.
  • El estilo del Guayabero, del binomio Jorge Fernández y Pablo Jústiz y grabado por la agrupación Los Naranjos.
  • Cuidao, cuidao, de David Álvarez y grabado por su autor con el grupo “Juego de Manos” para el sello discográfico inglés Tumi Music.
  • Un son para El Guayabero, de Cleanel Ricardo y grabado por la Orquesta Avilés.
  • Blues de Marieta, de Ernán López-Nussa y grabado por su autor.
  • Cundiamor, son con música de Noel Nicola y grabado por este en su disco LP “Tricolor”, producido por la EGREM en 1988.
  • Al Guayabero mi son, grabado por el Septeto Oyaré en el CD “Mi son elegante”, producido por el sello Bis Music, 2006.
  • Honor al Guayabero, de Alejandro Arencibia e incluida en el CD “Abriendo caminos” del septeto Son de Nipe, producido por el sello Colibrí, 2005.
  • La nave estelar, grabado por su autor Juan Perro (Santiago Auserón) en el disco CD “Río Negro”, España, 2010.
En 1986 el cineasta Octavio Cortázar estrenó su documental “En Guayabero mamá, me quieren dar...” en el que explora su aporte sustancial a la cultura del pueblo y sus peculiaridades artísticas y humanas. La obra resalta, sobre todo, su permanente entrega al trabajo, virtud que no disminuía con el paso de los años.

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