Comenzando
a contar desde su abuela “desalmada”, la Pepa Cardet, los Grave de Peralta
fueron gente contestatarias.
Contestataria
fue la madre de todos, doña Rafaela de Zayas y Cardet, que se atrevió a
enfrentar en los tribunales a su madre cuando no quiso darle la parte de la
herencia que le pertenecía y asimismo hizo lo que casi nadie se atrevió jamás
en Holguín: Acusar a un Teniente Gobernador por abuso de poder. (Y asegura La
Aldea que para hacer tal demanda era necesario poseer gran valor porque los gobernadores
españoles tenían un poder casi absoluto).
También
los doce hijos de doña Rafaela de Zayas y de don José Grave de Peralta
cometieron actos sediciosos. Seguidamente pasamos a relacionarlos.
FRANCISCO
El
mayor de los varones, Francisco Grave de Peralta y Zayas, tenía un negocio de
carne en Las Tunas y como muchos los que residían en ese pueblo, se vinculó a
la conspiración del camagueyano Joaquín Agüero. Pero el Grave de Peralta no
pudo alzarse porque antes fue detenido por las autoridades. En sus declaraciones,
que quedaron por escrito, dijo que se había unido a los conspiradores porque
anhelaba romper el yugo del gobierno de España para que Cuba se hiciese independiente. Y después estuvo complicado en
otros movimientos sediciosos.
Obviamente
que esos eran motivos suficientes para que las autoridades le tuvieran
ojerizas. En los viejos documentos que se conservan en aquel pueblo hay uno en
que las autoridades lo acusan de organizar un atentado contra un cobrador de
impuestos y en otro dicen que le es sospechoso de comerciar con ganado robado
por delincuentes e incluso de participar en las fechorías de éstos. Lo
condenaron a destierro a la Isla de Pinos y finalmente expulsado de Cuba.
Al
iniciarse la guerra de 1868 Francisco Grave de Peralta se encontraba en el
extranjero. Allá se unió a los grupos que organizaban expediciones para apoyar
a los insurrectos y... ahí dejaremos su historia para retomarla en ese mismo
punto más adelante.
PRUDENCIA
Ella
fue la séptima en nacer. Se casó con el gaditano Idelfonso Vivanco y el
matrimonio se estableció en San Juan de los Remedios donde el marido era
agrimensor público.
Una
vez ella llevó a un hermano suyo, a Julio, que era un adolescente, para que
viviera en su casa. En Remedios Idelfonso introdujo al futuro Mayor General
mambí en el ambiente revolucionario como queda probado seguidamente. Julio
conoció en aquella villa al dramaturgo y escritor Francisco Javier Balmaceda. Este,
años después escribió una obra de teatro titulada: "Carlos Manuel de
Céspedes" en la que el holguinero aparece como uno de los personajes
protagónicos.
En
1855 las actividades conspirativas del esposo de Prudencia lo ponen en peligro
de caer en manos de las autoridades españolas. Al matrimonio no le queda otra
opción que huir utilizando la numerosa red de barcos de cabotaje que entonces
recorrían la costa de la isla. Vinieron a Holguín. En su casas solariega de la
ciudad donde doña Rafaela y don José los alojan. Los otros Grave de Peralta
acuden a saludarlos. Los vecinos y las autoridades locales creen que se trata
de una visita, pero muy pronto descubren que los sorpresivamente llegados se residencian
en el pueblo y que don Idelfonso Vivanco se sumerge en un extraño andar y
desandar por toda la jurisdicción, acompañado, primero, por su cuñado Francisco
y luego por otro de ellos, Manuel. A todo el que curiosea le dicen que andan en
negocios de compraventa de fincas y
asimismo viendo supuestas minas de oro, pero lo cierto es que secretamente
están elaborando detallados planos de la jurisdicción en los que con especial
cuidado señalan las bahías, su profundidad y la distancia hay desde ellas hasta
la cabecera de la jurisdicción.
Por
esos días se descubre la llamada conspiración de Ramón Pintó en La Habana. Las
autoridades de Holguín tratan de descubrir cualquier enlace entre los
holguineros y los conspiradores de la capital. Y comienzan a sospechar en las
idas y venidas de Vivanco, más porque él está emparentado con la familia Grave
de Peralta. Finalmente imparten órdenes a los diferentes capitanes y tenientes
pedáneos para que procedan a su detención. Le confiscan los planos y suponen
que se habían dibujado para facilitar el desembarco de una expedición. Vivanco argumentó
que se dedicaba a la especulación de tierras y de una mina de oro, pero su versión no fue
creída. Los detenidos fueron trasladados a Holguín, donde dejaron a Manuel. A
Idelfonso Vivanco lo remitieron a Gibara y desde allí hacia Santiago de Cuba.
lamentablemente el expediente relativo a esos hechos no aclara cuál fue su
destino. Hasta el presente la historiografía no ha logrado determinar cuál fue
su suerte, por lo que es ese uno de los numerosos misterios del preludio de la
guerra de 1868. De Manuel sí sabemos que fue puesto en libertad gracias a las
gestiones de la muy pudiente doña Fela Grave de Peralta, su hermana.