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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

15 de abril de 2012

Fiestas y costumbres del viejo Holguín.

Por: Rafael Masferrer Landa
Inédito tomado Archivo de CEDES 
              Centro para el Estudio y Desarrollo Sociocultural

Fueron varios los motivos que llevaron a los antiguos vecinos de Holguín a celebrar con fiestas. El principal o más visible fue el santoral de la Iglesia Católica Apostólica y Romana. Otro: los grandes acontecimientos relacionados con los cambios de Gobierno en la Madre Patria (España), o la llegada de un nuevo Teniente Gobernador a la ciudad. (Este anterior era uno de los más comunes sucesos que terminaban en celebración, porque España cambiaba de Tenientes Gobernadores con más frecuencia que las veces que el rey cambiaba de calzones, por ejemplo, entre 1731 y 1816 tuvimos 24). Y después, cuando España se marcha de la Isla, sin que desaparecieran las fiestas y costumbres de antaño, también se comienzan a conmemorar efemérides patrióticas, sobre todo la del 20 de mayo. 

Antes de seguir, sépase que los guateques del Holguín viejo no fueron tan conocidas ni tan apetecidas como otras en otras partes de la Isla (las de Santiago, por ejemplo, o las del Camaguey). Y se debió lo anterior a que los organizadores locales eran discretos campesinos de campesina economía que solo disponían de lo que sembraban para autoabastecerse. Tampoco fue Holguín un gran núcleo concentrador de población; vivían los “holguinenses” durante aquellos idos tiempos en las inmensidades solitarias que nos servían como comarca.

No tenemos nota ciertas sobre las fiestas de los Ciboneyes y Taínos que vivieron por estos lares antes de la llegada hispana, por lo que es obligatorio ceñirse a lo poco que nos legó la tradición oral y las parcas crónicas de los conquistadores. Por eso es mejor obviar esa parte de la historia y comenzar por los tiempos en que los faroles colgados en las puertas de las viviendas constituían el único alumbrado público de nuestras arenosas calles, arenosas, sí, que (y sirva este dato a los cronistas apresurados que hablan de lodazales), solo dejaban nuestras calles de ser arenosas cuando llovía mucho, generalmente en tiempos de Nortes.

Era en ese tiempo cuando por sobre los tejados de tejas criollas, fabricadas muchas de ellas en el tejar de los Curbelo, se deslizaban en las noches serenas las notas musicales provenientes de algún piano, acompañado, quizá, por el dulce sonido de una mandolina (que es instrumento musical en desuso ahora). Y por encima de todo oíase el pregón grave de algún trasnochado sereno dando la hora: “son las Tanto en Punto y sereno…”

Las fiestas más entusiastas del año se efectuaban durante y luego el 4 de abril en que se conmemoraba el Día de San Isidoro, Patrono de la Ciudad. En estas predominaban como espectáculo principal grandes torneos de gallos finos a los que asistían visitantes de la antigua provincia Oriental. (Eso sí, las mujeres no acostumbraban a asistir). Por costumbre las fiestas del Patrono se celebraban en la calle Frexes, antes del Comercio, exactamente frente al enorme edificio conocido como La Periquera.

Es necesario recalcar que estas, que son la raíz del luego Carnaval holguinero, (y tampoco en ninguna otra celebrada en la ciudad), nunca hubo bailes callejeros como se acostumbraba en otros parajes de la Isla. En Holguín se bailaba en los Centros de recreo, o lo que es lo mismo, en las Sociedades, que las tuvimos y muchas: de blancos peninsulares y criollos, de morenos claros, de negros prietos… y ya en el siglo XX de chinos, de árabes (estos últimos casi todos libaneses), y hasta de israelíes hubo una.

San Isidoro, Patrono de Holguin
En los días del Santo Patrono el pueblo se aglomeraba en la citada calle Frexes, además, para presenciar las “Corridas de Cintas” que ejecutaban diestros jinetes en caballos bellamente enjaezados, y asimismo para disfrutar los emocionantes escalamientos del Palo Ensebado o para ser exactos en el término, la resbaladiza “Cucaña”, las corridas en “Zancos”, el Sartén en la boca… Los premiados en las competiciones recibían valiosos premios en metálico y otras veces objetos igual de valiosos.

Otra fiesta, siempre los domingos de Resurrección, consistía en las violentas “quemas de Judas” que se ejecutaban usando cartuchos de dinamita. Por cierto, en una de esos memorables domingos quemaron a un Judas con un letrero que decía Don Pepe. Era aquel que achicharraban con tanta alharaca un vecino de la ciudad que acababa de dar un escándalo en la Iglesia San Isidoro donde fue sorprendido en un confesionario besándose con una chinita hermosa. Posteriormente las peligrosas quemas fueron prohibidas por un jefe militar español y en 1925 por el alcalde J. Portelles. Y en las noches, en esa misma fecha, se entretenían los vecinos de la ciudad en quemar “Fuegos artificiales” que iluminaban los cielos y que era locura para los muchachos. 

La música predominante que alegraba y se bailaba en este y en todos los demás festejos populares eran el vals, los lanceros, rigodones, contradanzas, minué, paso doble… y luego llegaron el danzón, el son, el mambo, el cha cha chá. Y en las calles se alborotaba con los estridentes acordes del zapateo criollo, la caringa, el topetazo, el cocuyé y el chivo. De este último era maestro bailarín Manuel Leal quien con Librado Caballero organizaba la única parranda callejera compuesta por seis personas que salía por las calles de Holguín al son de un estribillo que comenzaba diciendo: “Este es el Chivo capón que de La Habana viene…” (Insístase que este tipo de jolgorio en medio de las calles jamás prosperaron en Holguín).

Antigua fotografía del Parque Calixto García

Más sobre las populares fiestas del Patrono de la Ciudad: En estas siempre, y en otras fiestas a veces, acostumbraban comenzar con vibrantes dianas que despertaban a los vecinos al amanecer. Y después que España se fue la costumbre quedó, solo que ahora la diana que se repetía de esquina a esquina era la mambisa. (Esto es, la diana con que se daba la orden de levantarse en los campamentos guerrilleros de los independentistas cubanos). Recuerdan las crónicas que en las madrugadas, a los agudos y sonoros acordes de los metales no quedaba en cama ni el más pinto de la paloma.

Día 17. Salve cantada a las seis de la tarde en la Parroquial de San Isidoro. Iluminación general y veneciana de la Plaza de Armas. Retreta por la Banda Militar a las ocho en la misma Plaza. Fuegos artificiales y globos.
Día 18. Diana por las calles, de seis a siete y media de la mañana. Misa solemne a las ocho. Procesión religiosa a las cinco de la tarde. Baile a las nueve en el Casino.
Día 19. Diana. Paseo de caballos enjaezados de nueve a once de la mañana. Carrera de Cintas a las tres: Premios: Primero, un reloj al jinete que obtenga cinco anillas del juego. Segundo, una caja de tabacos. (Adjudicados los premios no se admitirán reclamaciones). Iluminación. Reterta por la Banda a las ocho en la Plaza.
Día 20. Diana. Matinée Infantil de trajes de diez a doce de la mañana en el Ayuntamiento, adjudicándose precisamente a la originalidad y buen gusto los premios siguientes: Para niñas, una muñeca; para niños, un velocípedo. El jurado adjudicará el premio por escrutinio en votación secreta. Carrera de caballos en el Llano a las tres de la tarde, Premios, una montura por velocidad, segunda carrera, a la Marcha, un freno con bridas. Iluminación. Baile a las nueve de la noche en La Tertulia.
Día 21. Diana. Cucaña y otros juegos a las cuatro. Iluminación. Fuegos artificiales y globos.
Día 22. Diana. Distribución de limosnas a las siete en el Ayuntamiento. Romería al Llano de cuatro a seis. Baile en el Centro de Artesanos.
Día 23. Diana. Paseo de caballos de nueve a once. Carrera de cintas a las tres; Premios, una medalla de plata. Baile en el Casino y La Tertulia.
Día 24. Diana: Cucaña y otros juegos de diez a doce. Carrera de caballos a las tres. Premios, a velocidad, medalla de oro, segunda carrera, a la marcha, medalla de plata. Iluminación. Retreta. Fuegos artificiales y Globos.

Firma, por la junta, el secretario: Emiliano Espinosa.

Paralelos a los espectáculos descritos se celebraban otros en Holguín, como, por ejemplo, el que se ofreció en un solar situado en las calles Aguilera y Mártires por un extranjero que preparó un enorme globo para volar dentro de él y que luego de una semana de infructuosas pruebas se quedó en tierra.


No queda ni una sola información de las fiestas del viejo Holguín en la que se de cuenta de una desavenencia entre los festejantes. Eran las celebraciones antiguas fiestas de familias. Jamás se habla de una riña callejera durante ellas, nunca de un tumulto, jamás un hecho de sangre: ¡Nunca corrió ni una sola gota de sangre!!!.

Era la fiesta de más larga duración en Holguín las que comenzaban durante las Pascuas, seguían durante año nuevo y no terminaban hasta el día posterior al de Reyes, o sea, desde el 20 de diciembre hasta el 7 de enero. Se amenizaban aquellas con los famosos Órganos. (En el siglo XX los más famosos de la ciudad era el de los Hermanos Coallo). Y al enorme instrumento de música tan agradable, que por producirse dándole vueltas a una manigueta aquí se le decía “Música molida”, lo acompañaba un timbal, ese instrumento de percusión de origen africano.

El Órgano fue en nuestra zona símbolo del espiritu alegre reinante en el pueblo; una invitación a no trabajar y a tomar vino moscatel, tan popular acompañado por anís. Y en las zonas rurales jamás faltaba el instrumento cuando se producían las vitales reuniones familiares. 


Es necesario hacer ver la mancha oscura de las idílicas celebraciones holguineras: el juego, ese horrendo vicio inculcado por las autoridades españolas que recibían pingues ganancias por medio del deseo popular de ganar una fortuna gracias al azar. Incluso, hubo casos en que un jugador en medio de la fiesta tuvo que mandar a llamar a un Notario para hacer firme a entrega de su casa que acababa de perder en los naipes.


A principio de los años cuarenta del siglo XX empezaron a desaparecer otro gran motivo de algarabía popular holguinera: los “Altares de Cruces”, que se instalaban, los más populares, en la terminación de la calle Aricochea, en la calle de Martí y en las partes aledañas al arroyo Jigue buscando la hoy Cardet.

Los Altares de Cruz de Mayo fueron los únicos festejos organizados en Holguín sin la asistencia o intromisión de los gobernantes; respondían ellos, exclusivamente, al embullo y a los aportes pecuniarios de las familias vecinas. Recuerdase con  cariño algunos de los organizadores: los miembros de la familia González, los Góngoras y especialmente los Lozada. Esta última representada por las hermanas María y Mercedes, siempre incansables, atentas con todos. Las Lozada, asistidas por vecinos entusiastas, ofrecían gratuitamente el “Agua de Loja”, un producto que se conseguía de la fermentación de la piña con azúcar prieta.

Las fiestas de los Altares comenzaban siempre a las cinco de la tarde, nunca antes. Y era parte de los atributos pertenecientes a esos Altares, exactamente colgando de ellos, lagartijas o mejor, caguayos como decimos en Holguín, unos muertos, otros vivos, y también sapos disecados, jubos… los por qué de esos colgajos no los hemos podido encontrar y nos parece que era una mezcla de ñañiguismo con figuras religiosas.

Para leer más sobre los Altares de la Cruz hacer clic aquí.

Cerca del lugar donde se levantaban estos altares vivía una vieja muy vieja, que hacía propaganda a la celebración con el ánimo entusiasta de una buena creyente. Era ella morena de color, su nombre era Brígida y lucía como amuleto, enganchada a su nariz, una argolla que, decía la señora, era de oro puro y ella, decía también, era natural de Holguín; su casa era de cujes y embarrado que fue la forma de fabricación primitiva de Holguín. Era ella, además, la “curandera” del barrio, la que curaba los empachos y el mal de ojo santiguando al paciente.

La última celebración de estos Altares de Cruces que yo recuerdo fue en la época en que ya funcionaba el Tecnológico y se realizó en la calle de Martí, desde la de los Mártires hasta la de Cardet. En muchos lugares se sembraron matas de plátano y se pusieron tiestos con palmas, dando la sensación de la campiña; en el suelo se situaron “canecas” con mechones alimentados con luz brillante (Petróleo), que daban mucho humo y una luz rojiza. Entre otras chucherías se vendían ciruelas amarillas curtidas muy apetitosas y tamal en sus hojas, a la vez que el ir y venir de la gente era inacabable porque no había donde sentarse.

Otra antigua costumbre de Holguín era celebrar “Retretas” en la Plaza de Armas (luego Parque Calixto García). Es de anotar que tan pronto la música tocada por la Banda comenzaba todo el personal se dirigía al centro del parque a darle vueltas a los músicos. Recuerdese siempre que la Banda Municipal holguinera fue dirigida durante muchos años por Manuel Avilés Lozano, siendo casi todos los músicos hijos del director. Asimismo que con esa banda tocó Manuel Dositeo Aguilera, autor de la música del Himno Invasor con esos tan sobrecogedores y emocionantes aires marciales. Otro músico muy conocido de la Banda fue José Hechavarría, que tocaba el violín, habla el latín, era relojero y monaguillo de la Iglesia San José de la cual era, además, el pintor.

En todos los Festejos populares de Holguín, en diferentes oportunidades y años, hacían su aparición tipos muy populares y estrafalarios, casi todos ellos vivían al borde de la razón. Fue uno de estos Juan Kilele, quien en una ocasión se metió dentro de una tumba del cementerio y pedía a gritos que lo taparan porque él ya era difunto. Otro fue Mala Cara, feísimo a morir, como es obvio, y Carmen la Chiva, María Tragedia, Florinda Salazar, el Duende, que nada más aparecía en la ciudad durante las fiestas de los Altares de Cruces y siempre por los alrededores del cementerio. Era el Duende prieto como una sartén y no hablaba con nadie.

Queremos resaltar, porque es verdad, que en aquellos viejos tiempos eran muy estrictas nuestras costumbres familiares… o mejor, eran costumbres realmente duras, tanto que durante los días de Retreta, al dar las diez de la noche, no quedaba ni una sola mujer en la plaza. Pero durante los días de jolgorios populares, preferentemente los Sábados de Gloria si que ellas se quedaban en la calle con la justificación de que al alba asistirían a la Procesión de Resurrección que se efectuaba en la madrugada del domingo. 

Volanta de tiempos coloniales

Otras grandes y populares fiestas. Estas no sujetas a calendario fijo, eran las llamadas “Verbenas”, que se organizaban por motivos diversos por parte de los vecinos o de las autoridades civiles. Las Verbenas se hacían, siempre, en los parques, generalmente cerrándose las calles laterales. Regularmente era su objetivo recaudar fondos para obras benéficas de carácter colectivo. Un ejemplo de una de ellas es la que se celebró en los años 20 del siglo XX con el plausible objeto de conseguir el dinero necesario para fabricarle un edificio que sirviera como punto de reunión a los gloriosos Veteranos de la Independencia, que aquí en Holguín formaban el núcleo de mayor cantidad en toda la República.

Todo lo que se vendió o se rifó en ella provenía de obsequios del Comercio, que por cierto, era muy reaccionario. Pero también se tuvieron algunos obsequios que entregaron los particulares dadivosos, que, otra vez por cierto, en Holguín no eran muchos los que tenían esas características.

Lo bueno es que el fin se consiguió y que el edificio de los Veteranos está ahí, en la calle de Aguilera, entre las de Libertad y Maceo. Se lo debemos al celo de muchos, pero especialmente del Coronel Delfín Aguilera, el capitán Pepillo Grave de Peralta y la Comisión de Hijas de Veteranos.

Casa de los Veteranos de la Independencia en Holguín
Para ver álbum de fotografías de la Casa de los Veteranos de la Independencia en Holguín hacer Clic aquí

Otra fiesta popular holguinera es la Romería de la Cruz de Mayo; tradición esta que la implantó en el pueblo un franciscano proveniente del Convento Nuestra Señora de los Ángeles de Bayamo, llamado Joseph A. Alegre. A más de su celo apostólico, este religioso era muy activo y de una labia poco común.

En fecha lunes 3 de mayo de 1790 el Padre Alegre cargó sobre sus hombros una cruz rústica de madera y la plantó en la cumbre del cerro Norte de la ciudad, que, según el actual Atlas Nacional de Cuba, tiene 275 metros de altura. Es ese lugar un punto cúlmen que abarca todos los horizontes ofreciendo una perspectiva soberbia de la ciudad con todo su valle adyacente. Y desde aquel lejano día el pueblo, cada tres de  mayo, día de la Cruz, asciende al cerro en peregrinación y para pagar promesas. Se dice que entonces hubo romeros que subían la loma de rodillas y otros cargando ladrillos.
Con el paso del tiempo la devoción se fue impregnando de sabor mundano y el lugar se plagó de kioscos para la venta de comidas, lechón asado sobre todo, y también bebidas, preferentemente el caramanchel, la mistela, el aguardiente…

A mediados del siglo XIX se levantó otra cruz en uno de los cerritos del lado oeste del pueblo (donde luego se construyó el colegio de los padres Maristas). Entonces, cuando allí se puso la nueva Cruz se llamaba a la lomita María Ruiz. Por ser de menor altura, a él comenzaron a subir las personas con problemas de salud que entonces encontraron donde satisfacer sus devociones sin tanta fatiga. La cruz del María Ruiz fue bendecida por el padre Presbítero Manuel de Calderón y calderón, párroco de San Isidoro.

Ya en el siglo XX tan firme fue la tradición de subir el cerro grande que en un principio se llamó del Bayado, y que desde que el padre Alegre puso allí la cruz se llamó Cerro o Loma de la Cruz, que un vecino de gran inteligencia, el doctor Albanés Carballo tuvo la feliz idea y la fuerza de construir una escalinata, un paseo y una rotonda allí. El dinero salió de las comunes Verbenas y Tómbolas y de la que fue la primera Exposición Agrícola, Industrial, Comercial y Arqueológica en Holguín que atrajo a miles de personas.

Loma de la Cruz
Exactamente el 3 de mayo de 1927 se colocó la primera piedra de la obra y desde entonces las Romerías adquirieron un carácter más fastuoso al montar otro miembro de la familia Albanés, Oscar, una planta eléctrica que generalmente la operaba el electricista Alfredo Varona.

Dentro de otro ángulo, las fiestas de Holguín han tenido un valor primordial en la belleza natural de las mujeres de esta comarca. Belleza que les nace, quizá, porque se bebe mucha leche, se ingiere frutas diversas, como caimitos, nísperos, piñas, mangos, mameyes, pomarrosa, hicacos. Y por ser mujeres muy deportivas. Las nuestras se ejercitaban montando a caballo en “sillones”, que era como se les llamaba a las monturas para féminas entonces. Aquí las mujeres montaron como los hombres, esto es, a la americana, en el presente siglo (XX), y para eso al principio solo se atrevían unas pocas.Y las que vivían en los campos venían al pueblo, siempre con sus familias, en Volantas y algunas en carretas de bueyes.

Pero para que sea alguien de afuera quien diga de la belleza de las holguineras y con eso tratar de conseguir objetividad, vamos a copiar unos versos del poeta bayamés del siglo XIX José Fornaris, dedicados a una coterránea nuestra a quien conocí, o sea, la conocí a ella. El poeta los recitó en una tertulia familiar celebrada en un hogar situado en las hoy calles Libertad y Martí, durante los días de un festejo popular.

A Pradina.

Con que gracia viriginal
corres por la arena leve,
que bien queda tu pie breve
impreso en el arenal.

O de concha gentil
formes ligera piragua
y te alejes por el agua
diáfana, pura y sutil.

Parece que el mar por ti
gime, se agita y explaya
y sobre toda la playa
da cochas de oro y rubí.

O que algún silfo en su afán
te arrebate, en dicha suma
y te esconda entre la espuma
de las olas que se van.

Y lejos de este confín
te lleve por esos mundos
de rosas y astros profundos
de una inmensidad sin fin.
Otro lindo caracol
deja su frágil morada
y corre tras tu mirada
imaginándote el sol.

20 de marzo de 2012

Municipalidad Holguinera-1898-1908

Tomado de: La Municipalidad Holguinera (Comentario Histórico) 1898-1955
Dr. Pepito García Castañeda

El último Alcalde Municipal de Holguín, bajo dominio español, fue don José Agustín García Leyva. Este hombre era el Presidente del Partido Autonomista en la comarca, Partido del que la mayoría de sus militantes figuraron en el Ejército Libertador cubano, entre ellos dos hijos de García Leyva: José y Leopoldo García Feria. Sin embargo, fue el mismísimo Comandante Militar español en Holguín, don Agustín Luque y Coca quien le entregó la alcaldía a quien debió considerar un enemigo por los servicios que García Leyva prestaba a la revolución. Este acto del militar fue un desesperado esfuerzo por mantener la tranquilidad en la amplia zona bajo su mando.

Teniente Coronel Manuel Rodríguez Fuentes
García Leyva vivió otro momento histórico. Fue él quien recibió de manos del Coronel español Carlos Moreno la Plaza de Holguín al abandonarla las tropas españolas. Y ese mismo día, 10 de noviembre de 1898, Agustín García Leyva fue sustituido como Alcalde de la jurisdicción por el ya propuesto por Calixto García como General de Brigada pero aún Teniente Coronel, Manuel Rodríguez Fuentes. Este designa a los demás integrantes del Consejo Municipal,  quienes fueron:
Teniente Coronel Faustino Sirvén Pérez como Consejero de Sanidad.
Teniente Coronel José Ramón Torres (Pepe Torres), como Consejero de Gobernación.
Don Juan Calderón Rodríguez como Consejero de Instrucción Pública
Comandante Miguel I. Aguilera Feria como Consejero de Montes y Minas
Teniente Coronel Federico Pittaluga González como Consejero de Hacienda.
Comandante Juan Angulo Rodríguez: Tesorero.
Don Agustín Calderón Rodríguez se hizo cargo de la corte del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción. De dicho Juzgado eran oficiales: Floridano Feria Sivorí y Manuel Rocafull.  Y del Juzgado Municipal de Holguín se encarga don Rafael Manduley del Río. 

Casi inmediatamente Manuel Rodríguez Fuentes dimite al cargo para ocupar el de Administrador de la Aduana de Matanzas. Lo sustituye, (igual por nombramiento), el Coronel independentista y Abogado, don Francisco Fernández Rondán. (La alcaldía se entregaba para un año de mandato).

Coronel y Abogado Francisco Fernández Rondán, hijo del famoso Manco Rondán, dueño del edificio La Periquera

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Al año siguiente, (1899), vuelven a designar al Licenciado Fernández Rondán como Alcalde. Para entonces el coronel Duncan N. Hood, Gobernador Militar norteamericano en el norte de Oriente (“Distrito Federal de Holguín”), se había marchado a Santiago de Cuba. Los integrantes del Consistorio, antes llamado por los militares norteamericanos Consejeros Municipales, vuelven a llamarse Concejales como se decía durante la Colonia. 

Son los Concejales holguineros en 1899: don Rafael Manduley del Río, Ricardo Sirvén Pérez, Manuel Trinidad Guillén, Manuel Avilés Lozano, Juan R. Albanés Peña, Manuel Grave de Peralta Zayas, Antonio Guillén Argota, Salvador Torralbas Rubio, José Santos Betancourt, Marino Angulo, Prisciliano Curbelo, Rodolfo Zayas Ochoa, José Francisco Velázquez, Teodosio Rodríguez Osorio, José Rosal Bertot, Manuel sartorio Leal, Germán San Juan, José Sera Marrero, Amador Ochoa Marrero, Bienvenido Aguilera Feria, Cornelio Rojas Hurtado, José Miguel de Feria, Francisco González Castellanos y Pedro Rodríguez Aguilera.
Se designó como suplentes al General Luis de Feria, urbano de la Rosa, Miguel Tamayo Torres y Diego Jiménez Sao. Y para sustituir al Alcalde Municipal en caso de ausencia temporal o definitiva, en el siguiente orden, a Manuel Trinidad Guillén, Bienvenido Aguilera Feria, Rodolfo Zayas Ochoa, Germán San Juan y José Rosal Bertot. 

Con el cargo de Secretario, se hizo cargo de la Administración Municipal el coronel José Ramón Torres, (Pepe).

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El 16 de junio de 1900 se celebran las primeras elecciones municipales holguineras en el periodo republicano. Es el objeto elegir un Alcalde Municipal, un Juez Municipal, un Tesorero y un Cuerpo de 16 Concejales. (Estas elecciones se rigieron por la Orden 164, Serie de 1900, del Gobierno Interventor estadounidense). De ellas resultaron electos:
Alcalde: Coronel y Abogado don Francisco Fernández Rondán (quien ya se desempeñaba en el cargo desde año y medio antes y quien fue el candidato único)
Tesorero: Don Juan Angulo Rodríguez (Era este el más importante de los cargos para el Gobierno Interventor)
Juez Municipal: Coronel don Rafael Manduley del Río
Concejales:

Manuel Trinidad Guillén, Manuel Grave de Peralta Zayas, Leonardo Betancourt, Juan Albanés Peña, Daniel Benítez Rojas, Eduardo Quesada Null, Bienvenido Aguilera Feria, Manuel Avilés Lozano, Ricardo Sirvén Pérez, Pedro Domínguez Aguilera, Juan Serrano Cruz, Justo Milán, Benjamín Santiésteban Betancourt, Salvador Torralbas Rubio, Prisciliano Curbelo Vidal y Miguel Tamayo Torres. (Todos tomaron posesión de sus cargos el 1ro de Julio de 1900, por un periodo de un año)

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1ro de Junio de 1901,  por la Orden 91, Serie de 1901, el Gobierno Interventor estadounidense ordenó la celebración de nuevas elecciones municipales, esta vez para la elección de Alcalde Municipal, Tesorero Municipal y 16 Concejales. (En estas elecciones como en las del año anterior, no hubo luchas partidistas). 


Resultaron electos:
Alcalde Muncipal: Coronel y Abogado don Francisco Fernández Rondán.
Tesorero Municipal: don Juan Angulo Rodríguez
Concejales:

Mayor General Luis de Feria Garayalde, Armando Zayas Ochoa, Juan Albanés Peña, Ángel Rodríguez Fuentes, Ricardo Sirvén Pérez, Manuel trinidad Guillén, Miguel Tamayo Torres, Bejamín Santiesteban Betancourt, José Ramón Torres (Pepe), Justo Milá, Ignacio Ibarzabal Torres, Modesto Fornaris Ochoa, José Santos Betancourt, Manuel Grave de Peralta Zayas, Prisciliano Curbelo Vidaburú y José Rosal Bertot.

Estos anteriormente mencionados tomaron posesión de sus cargos el 1ro de julio de 1901 y nombraron para Tenientes Alcaldes (sustituto del Alcalde en caso de ausencia temporal o definitiva), por este orden, a Pepe Torres, Manuel Grave de Peralta Zayas y Modesto Fornaris.

Don Tomás Estrada Palma
Por ser su mandato de un año este venció en 1ro de Julio de 1902, pero siguieron ejerciendo como tales por una prórroga indefinida dada por el primer Presidente de la República, don Tomás Estrada Palma (en Resolución de 8 de Julio de 1902).

Por lo anteriormente dicho el Coronel y Abogado don Francisco Fernández Rondán desempeñó la Alcaldia Municipal hasta el año 1905, fecha en que la renunció.  Fue sustituido por el Coronel Pepe Torres, quien se desempeña en el cargo hasta su fallecimiento que ocurrió el 2 de enero de 1908. En esa fecha se hizo cargo de la Alcaldía don Manuel Grave de Peralta Zayas. Más, por ausencia de este y por otras razones también desempeñaron el cargo interinamente el coronel don Modesto Fornaris Ochoa, don Justo Milá, don Benjamín Santiesteban, don Ángel  Rodríguez Fuentes y el Mayor General Luis de Feria Garayalde.

En este periodo renunciaron a sus cargos de Concejales, Ricardo Sirvén Pérez e Ignacio Ibarzabal, quienes fueron sustituidos por Floridano Feria Sivorí y Domingo Tamayo. Asimismo don Juan Angulo Rodríguez fue sustituido del cargo de Tesorero Municipal por haberlo renunciado. Por él asumió Miguel Ignacio Aguilera Feria. 

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En septiembre de 1906 las tropas estadounidenses intervienen Cuba por segunda ocasión. Las elecciones celebradas en 1ro de diciembre de 1905 fueron anuladas por ellos que señalan como fecha para nuevos comicios municipales el 1ro de agosto de 1908 y el 16 de noviembre de 1908 para las Presidenciales.

Nuevos nombres de las Calles


Fue tarea de los cabildos holguineros hasta las elecciones del 1ro de Agosto de 1908, el fijar nuevos nombres a las calles y plazas de la Ciudad, tomándose el acuerdo de nombrar a la Calle del Comercio, antes de San Isidoro, calle de Libertad, a la de España, antes de San Miguel, Calle de Maceo, a la de la Cárcel, Calle de los Mártires, a la de Pelayo, antes de San Pablo, Calle de Máximo Gómez, a la de San Diego, antes de Barcelona, calle General Miró, a la de Industria, antes de Santiago, Calle de Morales Lemus, a la Pizarro, Calle de Narciso López, a la de Lealtad, antes de San José, Calle de Agramonte, a la de Tetuán, antes de San Pascual, Calle de Ángel Guerra, éste un general holguinero muerto en la acción de Santa Rita de Baró, el 9 de Marzo de 1896,
La actual Calle Martí se llamó primero de Grave de Peralta


A la de Concordia, antes de San Pedro, Calle de Peralta, en memoria del General también holguinero, Julio Grave de Peralta y Zayas.
Nuevos nombres de las Calles (Continuación)


A la de Trafalgar, antes del Carmen, Calle de Peralejo, en recordación a esa acción de guerra, a la de Lepanto, antes de las Ánimas, se le designó por el mismo motivo que la antes dicha, Calle de Coliseo, a la de Mercaderes, antes del Rosario, Calle de Frexes, en honor a Francisco Frexes Mercadé, mártir holguinero, a la Numancia, antes del calvario, Calle de Aguilera, en memoria del también mártir holguinero Justo de Aguilera y de la Cruz, fusilado en el poblado de Auras el 4 de Abril de 1869, a la de Lucena, antes de San Joaquín, Calle de Garayalde, en memoria de don Antonio Garayalde, fusilado el 10 de Junio de 1870, a la del Callao, Calle Cables, en recordación de don Facundo Cables, Jefe del Estado Mayor del General Aricochea, fusilado en nuestra Ciudad (Holguín), el 8 de Diciembre de 1870, a la de Espartero, antes de San Ildefonso, se le puso el nombre de Calle de Aricochea, en recordación al General José María Aricochea, fusilado también el 8 de Diciembre de 1870, ambos entregados a las autoridades españolas por manos cubanas, a la de Cortés, antes de San Lorenzo, Calle de Arias, en honor al también mártir holguinero Pedro Arias,
Nuevos nombres a las Plazas (Parques) de la Ciudad.


Parque Mantilla, (actual Parque Infantil Rubén Bravo)
Al Parque Mantilla, orgullo de la Colonia, se le renombra como Parque de la Independencia,[actual Parque Infantil Rubén Bravo], al de la Iglesia de San José, Parque de Céspedes, en honor al Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, al de la Iglesia de San Isidoro, Parque de Martí, en honor al Apóstol de nuestras libertades patrias, José Martí, al de Isabel II, antes de la Constitución y en principio Plaza Real, Parque de Calixto García, en honor al héroe máximo de los holguineros, Calixto García Iñiguez;
No se acepta el nuevo nombre propuesto a la Plaza del Mercado y tampoco un nuevo nombre a la calle que pasa por el frente del Hospital Civil, antes Militar


Hospital Civil (Quinta del Llano)
No se tomó acuerdo sobre la petición de don Modesto Fornaris de nombrar a la Plaza del Mercado, que ostentaba el nombre de O´Donell, Plaza de Estrada Palma, y menos la de Armando de Zayas de nombrar a la calle que nos pasa por el frente del Hospital Militar (después Hospital Civil), calle de Soledad Sánchez, en memoria de esa señora, que según el solicitante, “fue quien contribuyó a hacer la fabricación, con lo que dio a la población un edificio de importancia”.
Decisión de nombrar Pepe Torres a la calle que hoy lleva ese nombre


Al fallecer Pepe Torres el 2 de Enero de 1908, a petición del Eco de Holguín, que hizo suya el Cabildo, se le dio el nombre de Calle de Pepe Torres a la ya nombrada calle de Arias, pasando a ser entonces Calle de Arias la antigua calle de La Unión.
Limpieza del frente de las casas y las calles y embellecimiento de los Parques Públicos de la Ciudad


Acordaron y exigieron, de acuerdo con las ordenanzas de 1885, que se volvieron a poner en vigor, que cada vecino tuviese limpio el frente de su casa y la calle de su vecindad; así como el embellecimiento de los Parques Públicos de la Ciudad, con excepción del de Mantilla, nombrado de la Independencia. Pero no contando el Cabildo con fondos para ello se tomó el acuerdo de crear Comisiones de Señoras y Señoritas encargadas de su embellecimiento y de la recaudación de fondos para ello; estando presidida la Comisión del Parque Martí por doña Teresa Castellanos, a los cuales, asó como al de García, se les sembraron árboles y se les colocaron bancos, y notándose la falta de agua en los mismos dio motivo a que don Juan Albanés nombrase a Holguín “La Ciudad de los Parques sin agua”.
Proyecto del que pudo ser el primer Acueducto de Holguín.


Se proyectó entonces traer al Parque de García el molino de viento instalado en el Parque de Mantilla. Pero la idea no se llevó a cabo ante la oposición del Concejal y Presidente de la Comisión de Ornato Público, Juan Albanés, que tenía proyectado que el pozo existente en el expresado Parque de Mantilla surtiese de agua a los restantes parques de la Ciudad por medio de una tubería maestra, la que serviría en el futuro de un pequeño acueducto. A partir de esa tubería saldrían los ramales que los vecinos solicitaran.
El Ferrocarril Central sería una nueva salida de la Ciudad al exterior.


Se ideó dar a la Ciudad una nueva salida al exterior, ya que solo se contaba con el ferrocarril de Holguín a Gibara, cuyo puerto cada día perdía su antiguo esplendor económico, gestionándose al efecto que el proyectado Ferrocarril Central de la Isla pasase por la Ciudad. Pero solamente se consiguió la promesa de que aquel pasaría lo más cerca posible de Holguín y la construcción de un ramal que desde la Ciudad entroncara con esa vía central, lo que así se hizo, y se construyó el ramal Holguín-Cacocum. Hubo que luchar con los señores Rafael de la Cruz, Emiliano Espinosa, Juan Mir, Sixto Parra y Emiliana de los Reyes, que se negaban al cruce por sus tierras de la vía central del ferrocarril; y con los señores Mariano Pacheco, Santiago González y Manuel Fernández Paredes, que poseyendo terrenos del Municipio, se negaban a entregarlos para la edificación de la Estación (Terminal) del ferrocarril del Sur. (Se nombraba así para diferenciarla de la Estación del Norte, que era la del ferrocarril Gibara a Holguín)
Otras promesas hechas a Holguín por la Empresa que construyó el Ferrocarril Central.


Prometió la empresa ferroviaria que construiría el ramal Tunas-Nipe y que ese pasaría por la Ciudad.
Otras gestiones hechas más adelante por el Gobierno de Holguín con la Empresa ferroviaria.


En 1914 se gestionó la construcción del proyectado ferrocarril Holguín-Cueto, que entroncaría con el ramal Alto Cedro-Antilla. Y en 1916 el proyectado Holguín-Herrera-Banes, que cruzaría por los Barrios de Tacajó, Bijarú, Alcalá, Camazán, Los Haticos, la Aguada y el Guayabal. Y protestó el Gobierno de Holguín el proyectado ferrocarril Gibara-Banes, que en nada favorecería el municipio.
Se ocuparon los holguineros de entonces en nuevas construcciones en la Ciudad


Hicieron un nuevo Cementerio, al considerar el existente, que aún tenemos, un foco de infección y también construyeron una nueva Plaza del Mercado, por ser insuficiente la que existía ante el crecimiento de la Ciudad.
Gestión de la división de los Juzgados existentes


Así gestionaron la división de los Juzgados de Primera Instancia y de Instrucción que a la vez lo era Correccional, al estar desempeñados por un solo Juez. El acuerdo lo tomaron ante la gran cantidad de causas que en él se radicaban y porque a ese único Juzgado correspondían no sólo las causas del Término de Holguín, sino también las correspondientes a los términos de Gibara, Mayarí y Puerto Padre, a más de doce Juzgados Municipales en la demarcación y que se debían a las Haciendas Comuneras en litigios, la construcción de las vías férreas y al incremento de los Centrales Azucareros.
Nueva línea divisoria entre Gibara y Holguín


[El Ejército Interventor de los Estados Unidos] nos dio una nueva línea divisoria entre Holguín y Gibara que pasaba por La resbalosa, Velasco, Bocas, Auras, melones, Cortaderas y Bahía de Nipe.
Luchas holguineras por conseguir nuevas fuentes de ingreso para el Ayuntamiento


Lucharon los holguineros de principios de siglo por conseguir nuevas fuentes de ingresos, al objeto de cubrir con ellas sus necesidades anuales que solo consistían en los gastos propios del Ayuntamiento, sueldos, materiales, alquiler de la Casa Cabildo (que radicaba en La Periquera) y que todavía cuando se escriben estas líneas en 1954 aún seguimos pagando, los gastos electorales, que ese entonces (principio de siglo) corrían a cargo de los Municipios, los de la Policía de Seguridad, los de Beneficencia, consistentes estos últimos en el sueldo del Médico Municipal, medicinas para los pobres y enfermos, socorros y la conducción de dementes a los hospitales, los de conservación del Mercado, del Matadero, del Cementerio, del Corral del Consejo, etc, para su mejor explotación, el alumbrado de Calles y Parques de la Ciudad, y la preocupación de que le quedara alguna cantidad sobrante para casos de calamidad pública.
Ingresos que solo se obtenían de la expedición de Patentes de Licores, en las rentas fijadas a las fincas urbanas de la Ciudad, en los subsidios industriales, en los productos del Matadero, del Mercado, del Corral del Consejo y del Cementerio local, en la mercedación de solares, pesas y medidas, tarifas de locomoción, espectáculos y bailes públicos, etc., no pudiendo contarse con una gran fuente de ingresos como lo eran las contribuciones sobre fincas rústicas del término, que nada le producía, tanto por el estado de destrucción en que habían quedado por la guerra del 1895, por la cantidad de Haciendas Comuneras y por la falta de listas cobratorias, que no se terminaron sino hasta el año 1913.  
Presupuestos anuales del Municipio y Tarifas de impuestos


Los presupuestos anuales eran de larga tramitación. Su confección se debía a los Tesoreros Municipales, quienes lo pasaban al Síndico del Cabildo, luego se ponía a la vista del público por el termino de diez días, después se pasaba a las Juntas Municipales, a la Comisión de Presupuestos, al dictamen y aprobación del Cabildo y finalmente a la Secretaria (o Ministerio) de Hacienda para su aprobación definitiva.
Consistían esos en modestos presupuestos, ascendiendo el de 1900-1901 a la cantidad de $ 21 477,82;
el de 1901-1902 a la cantidad de $ 18 148.26;
el de 1902-1903 a la de $ 21 375.26;
el de 1903-1904 a la de $ 21 743.40;
el de 1904-1905 a la de $ 20 603.31;
el de 1905-1906 a la de $ 23 767.54;
el de 1906-1907 a la de $ 24 996.44;
y el de 1907-1908 a la de $ 29 602.12;
observándose que en los anteriores de 1898 a 1900 habían sido mayores los gastos que los ingresos, y que en el de 1900-1901 se habían dejado de pagar $ 4 719.82; en el de 1901-1902 la cantidad dejada de pagar ascendía a $ 608.67; y en el de 1903-1904 ya les quedó un sobrante de $ 124.35 y que a fin de aumentar las recaudaciones anuales regularon las Tarifas de Locomoción, que consistían en las Carretas destinadas al tránsito mercantil y en los coches y volantas destinadas al servicio público de pasajeros y que el Gobierno local luchó con el Estado, que les exigía cantidades para las Inspecciones Sanitarias, la Asistencia Médica, la Recogida de Basura, el Riego y Desinfección de Calles y las Medicinas para Pobres y Dietas de Enfermos y hasta para pagarle a los acreedores del Municipio anteriores al 1898 que les reclamaban las cantidades dejadas de pagar por los Cabildos de la Colonia.
Los acreedores del Municipio de cantidades dejadas de pagar por los Cabildos de tiempos de la Colonia


En el caso anterior formularon sus cuentas, entre otros, el Dr. Eduardo Perri, Julián Corral, Luís de Fuentes, Cándido Ponce de León, Mariano Santiésteban, Eduardo González, Teresa Urgellés, etc. En las reclamaciones de estos ciudadanos intervino el Representante de España en la Isla. El Cabildo reconoció el futuro pago de esa dicha deuda que ascendió a la cantidad de $ 12 141.73
Solicitudes de terrenos al Cabildo


Por las Actas del Gobierno local nos enteramos que Cayetano Freixas solicitó terrenos para edificar una pequeña ciudad de cien casas modernas que los inquilinos podrían adquirir en cortos plazos;
que Jeans L. Martin, como Apoderado de la Junta de Misiones Extranjeras solicitó permiso para la construcción de una iglesia en el solar de la calle de Agramonte, esquina a Libertad;
que E.W.Penny, en su carácter de Ministro de Iglesias Metodistas, solicitó el solar abandonado de la calle de Maceo, entre Aricochea y Cables, para la construcción de una Capilla Metodista y un Colegio para niños de ambos sexos “con todos los adelantos de la ciencia pedagógica”;
que Francis Bramham Pigby pidió terrenos para instalar una Planta de Alumbrado Eléctrico, Fábrica de Hielo y Talleres de Aserrío, los que pasarían a la propiedad del Municipio a los cincuenta años de explotación, vendiéndose el hielo de dos centavos la libra y costando al público una lámpara de 16 bujías: $ 1.25 mensuales;
que Antonio Aguilera Ochoa hizo la misma petición para una Fábrica de Hielo, con la exclusiva de su venta por los primeros cinco años y costando su hielo a un centavo la libra;
que Heliorodo Luque Pupo y Antonio Masferrer hicieron la misma petición;
que don Pedro Rodríguez Fuentes solicitó un lote de terreno existente entre el río Marañón y las calles de Aguilera, Frexes y Fomento y que esa petición hizo discutir al Cabildo si estaba o no facultado para subastar o arrendar terrenos de su Dehesa, y que dichas discusiones dieron por resultado que en definitiva le arrendaron a dicho ciudadano el terreno solicitado por quince años siempre que pagara el canon anual de $ 10.00 por caballería, (por lo que don Pedro nada más tenía que abonar al cabildo $ 0.75 anuales al sólo tener el terreno arrendado una hectárea y un poco más), para que allí instalara una Fábrica de Hielo y Aserrío pero con la condición de que hiciera la construcción antes de que transcurriera un año de la concesión. (Por desordenes del Cabildo ese terreno quedó definitivamente en poder de don Pedro).
Se sabe por las mismas Actas del Gobierno que Pedro Fuentes Roca solicitó permiso para instalar en El Llano una glorieta (o estadio, diríamos hoy), para el juego de pelota. El gobierno accede a la petición pero haciéndole saber al Sr. Fuentes que sería desalojado cuando esos terrenos fueran a usarse para el ensanche de la Ciudad;
Que el Gobierno Municipal solicitó al Estado los terrenos donde estaba enclavada la Cárcel Pública, propiedad del Municipio, para la instalación en ella de las Escuelas Públicas de la Ciudad;
Dependientes del Comercio gestionan y consiguen que los establecimientos cierren los Domingos y demás días festivos.


Por las mismas Actas del Ayuntamiento se sabe que los Dependientes del Comercio local habían gestionaron que los establecimientos comerciales donde trabajaban cerrasen sus puertas los Domingos y demás días festivos, no sin la protesta de sus dueños, estos últimos por medio de don Saturnino García. Estimaban los dueños que la solicitud de sus Dependientes era perjudicial, aunque “no para ellos”, dijeron, sino para el público consumidor, y sobre todo para los “guajiros que solo nos visitaban en ese entonces los Domingos”. Finalmente los dependientes consiguieron en el año 1910 que los establecimientos comerciales cerrasen sus puertas todos los días a las ocho de la noche, excepto los sábados y vísperas de días festivos en que podían estar abiertos hasta las once de la noche.
La Policía Municipal o de Seguridad


Rodolfo de zayas fue el Jefe de la Policía Municipal o de Seguridad. Sustituye a este don Luís Melendreras, encontrándose entre sus miembros José Molina Rueda, Rufino del Toro, Rodolfo Algeciras y José Mestre.
Hospital Civil


El Dr. Vicente Gómez Bulté era el Director del Hospital Civil y el Dr. Rodolfo Socarrás nuestro Médico Municipal, siendo sustituido años más tarde por el Dr. Humberto Manduley Salazar.
Tesorero Municipal


Fue por años el Tesorero del Municipio don Juan Angulo Rodríguez. Cuando aquel renuncia ocupa el cargo don Miguel Ignacio Aguilera Feria.
Arquitecto Municipal


Ese cargo lo ocupó don Atanasio González de Riancho, pero se sabe que fueron arquitectos municipales interinamente Leopoldo Betancourt Santa María y Pedro Fuentes García.
Otros puestos municipales


Francisco Cabrera Zorrilla era el encargado de la limpieza del Mercado de Abasto; Juan de Fuentes el Farolero Municipal; Leonardo Rubio el Jardinero del Parque Martí (Luego Parque Julio Grave de Peralta o de Las Flores), Juan Barrera, encargado de la extracción de basuras; José R. Feria Sivori se desempeñó como Secretario de la Administración Municipal hasta que renunció por ser nombrado Oficial del Juzgado de Primera Instancia; Cándido Ponce de León fue el Contador del Municipio y Belisario Álvarez Céspedes el registrador de la Propiedad en la época en que a ese Registro correspondían las inscripciones de las fincas de los términos de Holguín, Gibara, Puerto padre y Mayarí. Por su parte Rodolfo Fox Manduley era el encargado del Registro de la Propiedad.





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