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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

6 de marzo de 2017

Calixto García. Biografía. 64


Leonor García Vélez, la hija mayor
Contó Carlos que el General sentía un amor especial por su hija Leonor, la mayor de todos. Y ahora, llegada a la edad, Leonor inicia relaciones con un dentista angloamericano que la visita en la casa de sus padres.
Isabel, la madre, no era del criterio que aconsejaba la costumbre, de cuidar a los novios, pero el padre sí. Y, estratega brillante como era, Calixto crea una táctica para obligar al novio a retirarse más temprano, todos los días, minutos antes de la llegada del futuro yerno, el General  adelantaba el reloj.
1887, Agosto
El inicio de una tragedia
La bellísima nuera de Calixto e Isabel, esposa de Calixto hijo, se marcha de Madrid rumbo a Cuba y con ella se lleva a los dos nietos. La mujer prometió usar las influencias de sus padres para conseguirle un puesto a Calixto García Vélez, que entonces nada más tenía 23 años.
1887
Contradicciones con los diputados autonomistas
Llegaron a Madrid los diputados cubanos militantes del partido autonomista. Calixto los visita en el hotel en el que se hospedan y allí sostiene una discusión con el célebre orador Montoro. Le dice el general que era tonto y estéril solicitar libertades de España por medios pacíficos. Montoro echa mano a su dialéctica hegeliana, queriendo convencer a Calixto. En un momento le dice Montoro: “Mire, General, España lo hará a usted jefe del ejército de Cuba”. “Muy bien, responde Calixto, entonces bajaré del Morro su bandera y pondré la cubana”
1887, Junio 8
Carta de Calixto a Félix Figueredo: “Aquí tiene a nuestros diputados muy satisfechos. Es verdad que no les han dejado hablar, con lo cual les han hecho un gran favor, pues no han gastado su tiempo. En cambio, les han ofrecido, si continúan calladitos, como se les dice a los muchachos cuando los grandes están echando la siesta, sabe Dios todo lo que les darán. Lo malo que tienen estos procedimientos infantiles es que el que premia tiene derecho a castigar. Así que si no se portan bien les suprimirán los postres, les harán acostar temprano y hasta les darán algunas nalgaditas.
“He aquí adonde han llegado los cubanos que han sucedido a la generación que estuvo por Baire, Jiguaní, Cobre, Minas, Palo Seco, etc.”[1]
1887, Diciembre

Tal como le prometió su esposa, Calixto García Vélez viaja a La Habana para desempeñarse en la Aduana de La Coloma.
1887, Diciembre 14
Calixto García Vélez
No hace más de nueve días de la llegada de Calixto García Vélez a La Habana. A las tres de la tarde, acabado de regresar de su trabajo, el hijo de Calixto dispara cinco tiros de su revólver que matan a la esposa. La sexta bala la utiliza para suicidarse. La prensa dijo que el macabro suceso fue “por cuestiones íntimas”. Y dice la prensa que los testigos le dijeron al reportero que “allí, sobre el cadáver ensangrentado de la madre encontraron a los niños pequeños”.
1887, Diciembre 24
En Madrid el General se preparaba para celebrar la Navidad cuando le llega la terrible noticia del suicidio de su hijo. El padre escribe a sus amigos Félix Figueredo, que fue quien se encargó de los funerales, y a José Dolores Poyo, el amigo que también estaba en La Habana. A ellos pide datos sobre el terrible suceso: “No me oculte nada, no omita detalle alguno”, les dice, desesperado.
El General era muy conocido en Madrid.
Acostumbraba el general a sentarse en un café en el que todo el mundo le conocía, tanto que los que llegaban le saludan: “Como está don Calixto”, y le saludan también los que se marchaban, “pase buena noche, don Calixto”[2].
Sin embargo el respeto por sus vecinos no es causa para que el general deje de mostrarse como lo que es, un independentista. Dice Carlos que recuerda de forma especial un incidente en la representación del libro: Los sobrinos del Capitán Grand. “Un espectador que se mofó de unos soldados suramericanos harapientos y descalzos desfilando como quiera, y eso le produjo al General García Iñiguez tal indignación que le dijo  ‘sepa usted que con soldados como esos fueron los españoles derrotados y expulsados de América”.
Los nietos de Calixto van a vivir con sus abuelos
Llegan a Madrid los hijos de Calixto García Vélez, Isabel y Calixto los cuidan a la vez que cuidan de forma muy especial a Merceditas, la niña enferma.
1889
Tiene el general a sus hijos Carlos y Justo estudiando. El primero en París[3], el segundo en Berlín. Pero Justo no está feliz de estar en Alemania y quiere venir a París con su hermano. Para conseguir que su padre esté de acuerdo en hacerle un traslado se finge enfermo y por conducto de Carlos pide permiso al general. Calixto, que es inflexible, recuerda la tragedia con su hijo mayor y da por cierta la causa. Feliz Justo va a encontrarse con Carlos. Calixto también viaja a reencontrarse con los dos hijos[4]. Y aprovecha, además, para entrevistarse con el Dr. Betances quien lo pone en contacto con Henri Rochefort, director de “L´Intransigeant”.
Es corta la visita, pero el general la aprovecha para visitar la Exposición Internacional de París. Está presente en la inauguración de la Torre Eiffel[5].



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[1] Tal es la indignación de Calixto García contra los autonomistas que dijo el mismísimo Juan Gualberto Gómez que fue el general quien lo convenció a que viniera a La Habana a emprender campaña separatista a fin de contrarrestar las actividades de los autonomistas.

[2] Dice Pelayo Cepeda que al general le conocía todo Madrid, por su historia, por su arrogante figura, por su indumentaria. Solía frecuentar un café sito en la Puerta del Sol, esquina a la calle del Carmen y se sentaba ante una de las mesas, ponía en la vecina silla la chistera y mientras tomaba su café, correspondía cortés a cuantos pasaban y se descubrían para saludarle con un respetuoso: “Buenas tardes, don Calixto”

[3] Dijo Carlos que su padre quería que fuese abogado, pero, dijo Carlos: “no desea continuar siendo una carga para la no muy sólida economía familiar y por eso escogí  una carrera más corta, estomatología” la que estudió en la facultad de medicina de San Carlos de la capital ibérica, donde tiene por profesores a los estomatólogos estadounidenses Tomás y David Whitmarch”.
“En aquella época no estaba establecida la enseñanza oficial de la carrera dental y los exámenes se celebraban a título de suficiencia ante un tribunal constituido por médicos, catedráticos de la facultad y dentistas”.

[4] En 1889 la medida que impedía que Calixto saliera de España ya había perdido vigencia. El General visito París durante varias semanas y... regreso a Madrid. ¿Por qué no aprovechó esta posibilidad de huir y trasladarse a otro país?

[5] Desde entonces al general se le hace obsesivo el deseo de regresar para la Exposición de 1900.

Calixto García. Biografía. 63


1884, Octubre.
Calixto estaba con su familia residiendo en el Monasterio del Paular, al que llevaba a su familia casi todos los años a veranear. Hasta allí los alcanza una carta que a Leonor, la hija mayor del general, que se había quedado en Madrid. Le dice la hija al padre que desde La Habana escribió Modesto Fonseca y que, intrigadísima, abrió el sobre… por eso le reenvía la carta.  Palidece Calixto cuando lee el contenido: Allá en La Habana acababa de morir don Ramón García, padre del General. Dice Carlos: “Yo vi a papá por los corredores con lágrimas en los ojos”.
1885
Los primeros nietos del General
Calixto García Vélez, el hijo mayor del general, se casa con Josefa Becerra con la que tuvo dos hijos: Calixto Pedro García Becerra (nacido el 23 de junio de 1885) y María Carmela (nacida el 16 de marzo de 1887).
El segundo hijo del General, Carlos, es llamado a servir en el Ejército español.
Carlos García Vélez, el hijo del general, es llamado a servir en el ejército español. Calixto visita al Ministro Cánovas del Castillo quien lo recibe en el comedor de su domicilio, en gesto de simpatías.
Explica Calixto que siendo Carlos cubano, donde no era obligatorio servir al ejército y estando su hijo en Madrid en contra de su voluntad, dada la situación de confinado del padre, era justo que lo excluyeran del servicio. Cánovas estuvo de acuerdo y exceptuó al hijo del General del servicio en el ejército.
1886, Septiembre 19
El General recibe la visita del hombre que lo hizo prisionero en Cuba, cuando él trató de suicidarse para no caer en manos enemigas.




















Dice Carlos que vivían entonces en una casona inmensa con muchos apartamentos y cuya puerta principal se cerraba a las diez de la noche. Para entrar después de esa hora había que llamar al portero.
Ese día ya eran más de las diez de la noche. El general y su hijo Carlos estaban en el balcón, tomando la brisa… y de pronto se oyen disparos de arma de fuego. Le dice el general al hijo: “Ese debe ser Martínez Campos”. (Es que el famoso pacificador de Cuba había tenido rozamientos con el  gobierno). Y de pronto alguien llama de forma ruidosa a la puerta. La familia cree que el ejército va a hacer un registro a la casa porque, seguro, creen que el general cubano está complicado en las revueltas, lo que no es cierto.
El mismísimo Carlos abre la puerta. Está allí un desconocido embozado.   – ¿Aquí vive el general Calixto García?, pregunta. Cuando el muchacho responde que sí, dice el recién llegado:
– Necesito verle enseguida, con mucha urgencia; en sus gestos se nota nervioso, como si tuviera a un escuadrón de la caballería enemiga pisándole los talones.
La familia teme que aquello no sea más que una trampa para inmiscuir al general en la revuelta. Carlos dice que su padre no está en casa, pero el hombre insiste, entonces el general, que oye detrás de una cortina, reconoce al visitante y aparece en la sala: Era el teniente Ariza, su captor en San Antonio de Bagá, ahora comprometido en el frustrado movimiento y a quien perseguían las tropas del gobierno. El teniente Ariza pide protección al general. Los dos hombres pasan a una habitación.
Dice Carlos: “largo rato estuvieron conferenciando y cuando salió dijo papá a mamá: prepara un cuarto al capitán Ariza, tenemos que esconderlo”.
Allí estuvo escondido el oficial español hasta que pasado un tiempo prudencial y cuando había cesado el peligro, el general le proporcionó la fuga. Después, mediante los buenos oficios de Martínez Campos, Calixto consiguió el reingreso de Ariza en el ejército, según contó Carlos.



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Calixto García. Biografía. 62


1883
El General recibe carta de Fernando Figueredo, donde le dice que va a escribir una historia de la guerra. Calixto responde: “No tema Vd., acusarnos y pintarnos como fuimos, con nuestros grandes defectos y nuestras pequeñas virtudes. La posteridad dispensará los primeros y solo recordará las segundas, teniendo en cuenta que hemos sufrido bastante para merecer el perdón”.
Calixto era aficionado a las fiestas populares de España























 
Dice su hijo Carlos: “Mi padre era aficionadísimo a todas las fiestas populares. En España nos llevaba a ellas siempre. Desde la del Corpus en la de la calle de carretas, en un café, a presenciar la procesión. De pie sobre sillas y mesas los niños nos pasábamos las horas. El calor en esos días era insufrible. El regreso a casa, caminando, era tedioso pero no había escapatoria para no ir.
“Mi madre y los niños [pequeños] regresaban en tranvía pero los demás trepábamos por la calle de la Montera y Fuencarral hasta el número 90 y cuando nos mudamos algunas cuadras más arriba [veíamos la procesión] en la glorieta de Bilbao”.
Por otra parte, dice Carlos, cualquier persona decentemente vestida que pasara por una plaza de verduras, “seguro que iba a ser vejada con frases soeces, “señorito de pan pringado”, “señorito con sombrero”. Había que pasar a escape por esa plaza de San Ildefonso y entrar o salir de la iglesia. Mi padre se reía y nos aconsejaba a los jóvenes que no hiciéramos caso”.
Por otra parte, (o mejor, por lo mismo), los famosos vinos españoles y franceses tuvieron en Calixto un buen catador: “Mi padre gustaba del POMARD entre los de Borgoña. Solía recorrer las bodegas en busca de los borgoñones. Cierta vez le ofrecieron una partida de botellas de Cahmberlin, que compró a peseta la botella, pues díjole el vinatero que no había podido venderlos en 20 años porque no gustaba [el vino] ni a sus parroquianos ni a él.
“Mi padre siguió siempre el recorrido en busca de añejos vinos franceses y cuando no los había embotellados compraba el vino en pipas que en casa él mismo embotellaba.
“Conmemoraba Papá los bautizos y el cumpleaños de mi hermanita Mercedes y dos de sus nietos guardando un número de botellas de buen vino. Para el consumo diario de casa bebíamos generalmente el vinillo de Organda, de poco cuerpo y barato, pues su costo no pasaba de un real vellón por botella, comprándolo por arroba que en mayor cantidad el costo en los pueblos cercanos era mucho menor”. 
El General gozaba de otras costumbres de Madrid, como tomar leche de cabra recién ordeñada
Calixto además, dice Carlos, gozaba de otras costumbres del Madrid decimonono, como por ejemplo, tomar leche de cabra recién ordeñada: “En un solar se situaba con sus cabras en un redil el pastor, con mesas rústicas donde, se tomaba leche recién ordeñada o a vista de quien lo pidiera así. Era eso algo así como una cana al aire no permitiendo el presupuesto prodigarla”.
El General dibuja el escudo de su familia
Allá en España, Mario, que era uno de los hijos más pequeños y que estudiaba en un colegio al que asistían niños de la aristocracia, sintiéndose disminuido porque las familias de sus compañeros tenían escudos, él se dibuja uno para que apareciera a la cabeza del papel que ha de utilizar en el colegio. Un pliego cae en poder del General. Llama este al hijo y en su presencia tacha el escudo y le hace otro, en el que se ve un buey y un arado: “Ese es su escudo, el del trabajo dignificador y constructivo”, le dice.
1884, Abril 15
Nace la última hija legítima del general, María Herminia.



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