Desde
la etapa hispánica en Cuba se considera al Cerro de la Cruz como punto natural
de referencia para localizar la ciudad de Holguín. Y tan es así que no se puede
hablar de esa ciudad sin tener en cuenta el cerro o lomita, como dicen los
vecinos, porque ella ha estado presente en cada hecho histórico del pueblo,
incluyendo el momento de inicio de su historia, o sea, el momento de creación
del Hato de San Isidoro de Holguín. Se dice, además, que fue desde la cima de
la loma desde donde se alinearon las plazas, manzanas y calles de Holguín.
(Calles que tienen fama de ser perfectamente rectas).
Y,
como es claro, otro aspecto trascendente al hablar de la importancia histórica
de la loma de la cruz holguinera es el religioso: allá arriba está la cruz que
por siglos, se cree, protege a la ciudad de catástrofes naturales. Y hasta esa
cruz suben los holguineros cada 3 de mayo, lo que es muestra evidente de las creencias
y costumbres del pueblo, pero de las Romerías se ha escrito mucho, por eso
mejor nos dedicamos a otros asuntos.
A
menos de seis meses de iniciada la primera guerra independentista cubana, en el
año 1869, la Junta de Defensas y Armamentos de la Isla llevó a cabo la
fortificación de las ciudades: para protegerlas de las tropas mambisas las
ciudades de Cuba fueron cercadas con empalizadas y alambradas a las que se
adjuntaron fortines y cuarteles. Y como es lógico, por su posición estratégica
el cerro de la cruz fue un eje esencial para lograr la protección no solo de
Holguín sino de gran parte de la región oriental: obviamente para que así
ocurriera fue preciso que en la cima del cerro se construyeran edificaciones
militares que tenían la misión de avizorar a los mambises desde mucho antes que
estuvieran en las inmediaciones. Entonces se levantaron la torre de Numancia y
el fuerte La Vigía.
El
fuerte La Vigía estaba guarnecido por cuatro soldados y un cabo. Y con la misma
guarnición, durante la guerra del 95 colocaron allí un heliógrafo que se
comunicaba con otro que estaba ubicado en Jiguaní y con otros puntos defensivos
de la línea de Gibara.
Leer además: El Heliografo de la Loma de la Cruz, Holguín, Cuba
Otro
objeto patrimonial de la loma de la cruz es el cañón que está en la base. Lo
colocaron allí durante la guerra grande de 1868, exactamente en 1871, por lo
que es cierto que perteneció a la artillería española de Holguín.
Por
siglos no hubo casas en el espacio que los holguineros siempre han llamado El
Llano, que está entre la base de la Loma y el que conocemos ahora como parque
Infantil. O sea, no hubo muchas casas, pero sí hubo una que suplió la falta de
las otras al ser una de las más importantes de la ciudad, (y que todavía sigue
teniendo). A esa se la conocía en el siglo XIX como La Quinta de El Llano, (y luego se le llamó Hospital Civil
porque allí estuvo el Hospital de Holguín hasta que se construyó el Hospital
Lenin). Cuando la casa dejó de ser Hospital pasó a ser escuela Pedagógica hasta
que se construyó el Instituto Superior Pedagógico. Entonces como el recién
construido era el Pedagógico Nuevo, la casona fue el Pedagógico Viejo.
Leer además: La Quinta del Llano: cuartel de infantería española
El
constructor en 1831 y primer dueño de la vieja y siempre hermosa casona del
Llano fue el italiano Antonio Domingo Calcagno. Luego por un hecho que se
desconoce la casona pasó a manos de una rica dama camagueyana que vino a vivir
a Holguín, doña Soledad Sánchez. Ella alquiló la casona de tan vastas
proporciones al gobierno español que la usó como cuartel para aclimatar las
tropas españolas que llegaban de la península: allí lo soldados recién llegados
se acostumbraban al clima de Cuba. Y en verdad que para tales usos no había otro
lugar en Holguín que fuera mejor: la casona estaba en las “afueras del pueblo”
y cerca de otros cuarteles, como por ejemplo el de Infantería, que era el
edificio que ahora es sede de la Central de Trabajadores de Cuba en Holguín.
En
1857 ya habían pasado 38 años de que el gobierno español estaba usando la
casona del Llano como cuartel: entonces decidieron que la convertirían en
Hospital Militar. Por
cierto fue ahí donde se suministraron las primeras vacunas que se inyectaron en
Holguín a lo largo de toda su historia.
Hoy
la casona es sede de una de las dependencias del Ministerio de Ciencia,
Tecnología y Medio Ambiente. Pero por la historia que anteriormente hemos
narrado, no le quedan dudas a La Aldea que en algún momento pasará a tener un
uso más colectivo, quizás un museo o algo semejante.
¿Alguien
de los que ha tenido la deferencia de leer hasta esta línea está preguntándose por
qué hablamos de la Quinta del Llano si al inicio dijimos que este post está dedicado
a la Loma de la Cruz? Es, amable lector, que la Loma se incluye dentro de toda
esa área que comienza en el Parque Infantil y no termina hasta la cima. Por
tanto hay otras varias edificaciones de las que debemos hablar, porque es en
esa zona donde se levantaron las más valiosas casonas holguineras durante la
República burguesa (y no en el Reparto Peralta, como es común creer), pero de
ellas publicaremos en otra ocasión. Ahora, solamente, de otro edificio tan
valioso y hermoso como la Quinta: la vieja estación del ferrocarril de Holguín
y Gibara, otro símbolo arquitectónico y urbano de la ciudad.
Antiguo portón de entrada a la Plaza Mantilla, actual Parque Infantil. Al fondo la terminal del ferrocarril Holguín y Gibara en la ciudad de Holguín |
Inauguraron
el edificio en 1893 y se utilizó como paradero y Terminal de trenes hasta 1957.
Al frente del edificio hay una plazuela que ahora se utiliza como parqueo de
bicicletas de las personas que acuden al Mercado Agropecuario. Cuando servía a
ese fin, la plazuela fue el escenario de múltiples arribos y partidas, entre
ellas la partida de las tropas españolas de Holguín cuando finalizó la guerra de
independencia y con ella el periodo colonial cubano, y la llegada y luego la partida
de las tropas interventoras norteamericanas. Y sirvió como lugar de llegada y
despedida de miles de personalidades que vinieron o se marcharon de Holguín
alguna vez.
Destaca
en esa área, también, el Parque Infantil Rubén Bravo, conocido primeramente
como Plaza Mantilla y luego por otros varios nombres hasta el actual. Ese es de
los parques viejos de la ciudad, el más joven. Y a su lado, muchas veces
intervenido y ya irreconocible si se miran fotos de antaño, el edificio que es sede
de la Central de Trabajadores de Cuba en Holguín, que fue donde, durante el
periodo colonial residió el Batallón de infantes o de infantería del ejército
español que se denominaba Habana; precisamente por eso es que se llama Habana
la callecita de una sola cuadra que bordea el parque infantil por el sur.
Cuando
el Batallón Habana llegó al cuartel de infantería de Holguín no existía el
parque infantil sino un descampado sin casas, que era donde los soldados hacían
su entrenamiento y por eso se cercó. Pero no solo se cercó el actual parque
sino que entonces no existía ni el preuniversitario Enrique José Varona ni la Escuela
de Economía y mucho menos el edificio que ahora ocupa el tribunal provincial:
toda esa área con el cuartel (ahora sede de la CTC), estaba cercada por un muro
alto de mampostería, y dentro, en el área militar de Holguín estaba el cuartel
y también los barracones, las caballerizas, fortines y pequeñas torres y,
lógicamente, espacio para las maniobras militares. Pero en 1883 el jefe del Regimiento
Habana decidió abrir el enorme muro y crear una plaza, que, igual, siguió
sirviendo para las maniobras militares, pero a la que ahora también tenían
acceso los civiles: Y la plaza fue nombrada: Plaza Mantilla, en homenaje al
Jefe militar que la construyó. Bueno, a la verdad que no fue el Coronel
Mantilla quien la construyó sino un subordinado suyo, el célebre y pundonoroso
Capitán Federico Capdevila, defensor de los Estudiantes de Medicina fusilados
en La Habana al inicio de la guerra grande de los diez años. (Precisamente por
la defensa que hizo, Capdevila fue alejado de los centros de poder español y
mandado a Holguín).
Dicen
los urbanistas que la Plaza Mantilla poseía áreas verdes de gran belleza, una
glorieta al centro y que era enorme, llegaba, dicen, hasta la entrada del
Hospital de La Quinta. Hoy ya no es así.
Desaparecieron
la glorieta y las bellas áreas verdes y a la plaza la constriñeron tanto que es
nada más un minúsculo cuadrilongo. Pero no todo se perdió: allí están las
únicas palmas reales que hay en parque holguinero alguno. Ellas están ubicadas en
círculo, como si alguna vez hubieran rodeado la glorieta.
Ahora,
si tienen fuerza los lectores, subiremos nuevamente el cerro, para mirar la
naturaleza que lo conforma y revivir otros sueños de los holguineros que ya no
están. Aunque, pensándolo bien, mejor es descansar y hacerlo en un siguiente
post al que el lector tendrá acceso si hace clic aquí.
Buenas tardes César.Hoy buscando información sobre la fecha de construcción del sitio donde trabajo me encuentro tan intersante artículo. Muchas gracias a usted pues por el conozco la historia de La Quinta del Llano, lugar donde se encuentra enclavado mi centro de trabajo.
ResponderEliminarAHI NACI
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