Bartolomé
Masó reta a duelo a Calixto García
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Una
vez libre de su investidura como presidente de la República, el general
Bartolomé Masó envía sus padrinos a Calixto retándolo a duelo por las que él
considera ofensas inferidas por Calixto a su persona en la prensa.
Media
Juan Gualberto Gómez y a él se queja Masó recordando que Calixto había dicho "que no soy hombre de pelea; que
jamás entre en acción de guerra; en suma, que soy un cobarde".
Calixto
le responde a través del mismo Juan Gualberto: “No soy responsable de lo que escriba un periodista; además, yo nunca
podía haber dicho que Masó era un cobarde, puesto que, precisamente, sobre el
campo de batalla, por su valor, lo ascendí a coronel… Es triste que dos
viejos, como Masó y yo, estemos peleados, después de estar juntos tanto
tiempo. Y creo que el culpable soy yo; yo soy el que debe ir a darle una
satisfacción”.
Relata
Juan Gualberto Gómez los hechos: “Fuimos
juntos a casa de Masó… con los brazos abiertos vino Masó, con los brazos
abiertos lo esperó García”.
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1898,
Octubre 28
Calixto
hace gestiones para completar el quórum de la Asamblea
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Carta
de Calixto desde Santa Cruz del Sur al comandante Eugenio Aguilera: “Aprovecho la ida de mi hijo Justo para
escribirte breves líneas y enterarte de nuestra situación en ésta. Aún no nos
hemos podido reunir por falta de quórum; para tenerlo necesitamos ser por lo
menos 32, solo necesitamos dos o tres más; te suplico que vengas, para salir
de esta situación. Tan pronto quede constituida definitivamente la Asamblea, con la mitad
más uno, podrá seguir funcionando, así es que si no quieres seguir podrías
marcharte a los pocos días. Te agradecería, como favor particular, que
vinieras. Lo mismo te ruego digas a los diputados que están en esa. Somos 28
y esperamos a Sanguily por momentos”.
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1898,
Noviembre 7
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Al
fin se alcanza el quórum y se elige la mesa definitiva y comienzan las
deliberaciones.
Por
votación de los Representantes queda electo como Presidente de la Asamblea Domingo
Méndez. Vicepresidente Freyre de Andrade y secretarios: Manuel Coronado y
Porfirio Valiente.
Tratando
de resolver el problema crucial de la Asamblea, el licenciamiento del ejército mambí,
Sanguily propone: “puesto que éste no
es un ejército, sino un puñado de patriotas que se lanzó a la lucha armada, es inútil discutir su
licenciamiento, basta que se decrete su disolución y que cada cual tome el
camino de su casa”. Estas palabras provocan un mal efecto en la Asamblea, integrada en
su mayoría por hombres de armas.
Juan
Gualberto Gómez toma la palabra y, según Gerardo Castellanos, en un discurso
mesurado y cordial trató de aplacar los ánimos. Luego la oportuna suspensión
de la sesión impidió que el salón se convirtiera en un campo de batalla.
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Acusan
a Calixto de haberse entendido con los norteamericanos
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Se
convoca a una segunda sesión: El ambiente era tenso. Lacret acusó a Calixto
por “haberse entendido directamente con
los norteamericanos cuando estos planearon el ataque a Santiago de Cuba”.
La Presidencia
de la Asamblea
le pide que formule su moción por escrito. Hecho lo que le pedían, se repiten
las acusaciones. Entonces Hevia, que había venido con el general en el
Hawkis, dijo: “La misión de la Asamblea no es
constituirse en tribunal y juzgar cuestiones personales”
Algunos
asambleístas justificaron la actitud de García: el apoyo a la intervención
era un hecho incuestionablemente aprobado por todas las representaciones
civiles y militares de la Isla
y, dijeron, si se pudiera probar alguna violación de las jerarquías
establecidas, estas se justifican con la urgencia de proteger los desembarcos
del ejército norteamericano, previo al inicio de la guerra
hispano-cubana-norteamericana. (Y con este criterio se justifica el
entendimiento de Calixto con el invasor, prescindiendo del Consejo de
Gobierno)
Entonces
Lacret Morlot intentó hablar nuevamente en momentos en que lo estaba haciendo
otro delegado, por lo que el Presidente lo llamó al orden. Lacret, perdiendo
la cordura, se retira del salón dejando sobre la mesa la renuncia de su
cargo. Y acto seguido, por vía telegráfica, dice al periódico El Cubano
Libre: “He presentado la renuncia
porque no me han permitido acusar al general García. Lacret ya no es
Diputado”.
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1898
Noviembre 3
Se
discute la desmovilización del Ejército Mambí
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Este
día se presentaron tres criterios discordantes respecto a la desmovilización
del Ejército Libertador:
Primero,
defendido por José Antonio González Lanuza, Manuel Sanguily y Juan Gualberto
Gómez: que el licenciamiento fuera progresivo, gradual; que la entrega de las
armas la hicieran los soldados a sus jefes inmediatos y estos, con
posterioridad, a la
Asamblea.
Segundo:
defendido por Porfirio Valiente, que la desmovilización fuera inmediata y no
gradual, pues de no hacerlo el poder interventor terminaría imponiéndolo
alevosamente.
Tercero:
defendido por Salvador Cisneros Betancourt. Este se oponía al licenciamiento
por considerarlo extemporáneo, dadas las realidades del momento y las
inciertas perspectiva del futuro[1].
La
mayoría aprobó la primera moción y se propuso acordar la constitución de una
comisión de la Asamblea
que viajase a los Estados Unidos para entrevistarse con el presidente Mac
Kinley.
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[1] Algunos historiadores consideran que
esta fue una postura previsora, pues la desmovilización del cuerpo armado se
convertía en una concesión a los estadounidenses cuando no se tenía ninguna
garantía sobre la independencia.
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