1898,
Septiembre 4
Calixto
vive en la antigua finca de sus padres
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En
Jiguaní, adonde ha ido a residir después de entregar todos sus mandos, recibe
el general carta del general Francisco Sánchez, quien había peleado en la
guerra bajo las órdenes de Calixto: “Yo
no podía permanecer sino al lado de quien con tanta prudencia y patriotismo
sacó incólume el sentimiento patrio y puso de manifiesto la conducta innoble
de un general americano. Usted es la encarnación del separatismo y en tal concepto los que no podemos canjear la dignidad
por tocino, estaremos a su lado”.
Vive
en la antigua finca de sus padres, y allí recibe a decenas de jefes y
oficiales que tratan de convencerle de lo provechoso que sería a Cuba su
intervención en las funciones públicas. Todos los que llegan insisten para
que el general salga de la apartada residencia donde está, pero él se
mantiene imperturbable.
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1898, Septiembre 30
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En
el periódico “La Lucha”
aparecen estas palabras del general: “Mi
dimisión fue aceptada, probablemente, porque se supuso que la publicación de
mi carta al general Shafter levantaría indignación contra mi en los Estados
Unidos y por lo tanto sería impolitico que yo continuara en mi puesto”[1].
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Eligen
a Calixto delegado a la Asamblea del pueblo cubano. El General agradece pero
dice que no asistirá.
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Se
convoca al pueblo cubano a una Asamblea. Comienzan a perfilarse las
candidaturas. El quinto cuerpo del Ejército Libertador, con sede en occidente
y comandado por Mario García Menocal, antiguo Jefe del Estados Mayor del
general García, presenta la candidatura de Calixto y resulta elegido. El
general les agradece, pero dice que no asistirá.
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Su
hija Merceditas está extremadamente delicada en Nueva York
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Otra
carta de Isabel le ha alcanzado en Jiguaní: “Mercedes siempre enfermita y extremadamente delicada, es un cadáver.
Solo tiene ojos muy grandes y amor intensísimo por sus hermanos y padre a
quienes desea ver a su lado”.
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1898,
Septiembre 22
Calixto
visita a Santiago
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Para
la fecha Shafter había sido sustituido en el mando del Departamento de
Santiago de Cuba por el general Lawton. Este otro general americano,
admirador constante de Calixto, lo invita a visitar Santiago para
desagraviarle.
El
periódico El Cubano Libre relata la visita del general a Santiago de la
siguiente forma:
“A las nueve menos cinco, radiante de
sol el ambiente y rebosante de entusiasmo el corazón de Cuba, llegó a las
puertas del Palacio de Gobierno el General Calixto García. Desde las primeras
horas del día la ciudad entera se dispuso a recibir al héroe. La muchedumbre
invadió las calles, las casas se adornaban con colgaduras. Varias compañías
americanas, con bandas de música, se hallaban alineadas frente al Palacio,
para tributar honores militares anuestro ilustre general. En la entrada de
Dos Caminos le aguardaba, en representación del Gobierno americano, el
general Wood. Rodeado por distinguidos oficiales y con numerosa escolta de
caballería, entre García en Santiago.
El general dice un discurso de
agradecimiento a quienes le reciben: “Después de treinta años de lucha, el
pueblo celebra hoy el éxito de sus esfuerzos. Debemos recordar a los héroes
que pelearon y murieron por la libertad. Somos deudores de esos héroes, por
sus esfuerzos a favor a la independencia. Esfuerzos que no habrían sido
inútiles, porque de todas formas habríamos triunfado, aunque no
inmediatamente, si el pueblo americano no hubiera enviado a sus hijos a
derramar su sangre con la nuestra”.
Esa
noche se abren las puertas del club “San Carlos” para ofrecer una brillante
recepción a Calixto. En ella se ve, entre la oficialidad americana que viste
de gala, a los oficiales más destacados de las fuerzas libertadoras cubanas,
estos, como mismo Calixto, vistiendo sus uniformes blancos.
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El
“Herald” entrevista a Calixto
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Durante
su estancia en Santiago, el general García concede una entrevista a un
corresponsal del “Herald”:
“Deseo que se aclare bien que no he
tenido disgusto con Shafter. Él, eso sí, me hizo la formal promesa, que no
cumplió, de que juntas entrarían en la ciudad las tropas americanas y
cubanas. Naturalmente, me indignó su conducta y más todavía porque conservó
en sus puestos en Santiago a las autoridades españolas. No armonizando, pues,
en aquel instante mis sentimientos con las órdenes que tenía, de cooperar con
el ejército americano, presenté mi dimisión y envié al general Shafter la carta que se ha
publicado”
El
periodista le pregunta la causa que llevó al Gobierno cubano a aceptar su
dimisión.
El
general responde: “Niego la legalidad
del acto del titulado gobierno provisional cubano. Según la Constitución, el
gobierno debía formarse de un presidente, un vicepresidente, cuatro
secretarios y cuatro subsecretarios. El gobierno hoy se compone de sólo dos
secretarios que no pueden formar quorom por lo que sus actos son ilegales.
Mientras no armaron mucho ruido, los dejamos allá en Camaguey, haciendo
leyes, pero les hacemos caso. Ellos no son gente de pelea y el verdadero
Partido Revolucionario Cubano es el de los que pelean. ¿Ha oído hablar usted
alguna vez de Don Bartolomé Masó como hombre de pelea o sabe usted que el
señor Méndez haya tomado parte jamás en batalla alguna? Masó fue, en un
tiempo, coronel bajo mis órdenes, y le aseguro a usted que nunca entró en
combate. Mi dimisión fue militar y a mi jefe. Sus instrucciones fueron
cooperar y ponerme a las órdenes de los jefes americanos. Esas órdenes las
trasmití a mis subordinados, para que obedecieran, aún estando en
contradicción con alguna mia. Pero llegó un instante en Santiago, en que
hubiera sido personalmente humillante para mi y mi ejército obedecerlas y
entonces presenté mi dimisión. Tal vez estuve algo romántico, pero ya mi
misión había concluido”.
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[1] Según Cosme de la Torriente: Fue voz
general que la deposición de Calixto se debió a su gallarda actitud asumida con
Shafter.
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