Prensa desde 1900

11 de mayo de 2016

LOS CANARIOS QUE LLEGARON A CANDELARIA, GIBARA, SE ENCONTRARON CON UNA ZONA DE OCUPACION ANGLOSAJONA



A principios del siglo XIX en la zona llana próxima a Candelaria se produjo un importante poblamiento de origen anglosajón llegados, sobre todo, procedentes de las Bahamas y de los Estados Unidos.
Su importancia no radicó en el número, solamente eran cuatro familias inglesas: los Chapman, los Weathom y los estadounidenses Clark, Noris y los Driggs a quienes acompañaron la familia austriaca de los Eyssing de Seasure y las familias de italianos Calvi y Moro.

Con la excepción de los Driggs, que se asentaron unos años antes, todos los demás vinieron luego de la habilitación del puerto de Gibara.[1] Una característica común de estos extranjeros era que contaban con recursos suficientes para construir ingenios azucareros. Y así ocurrió. En Candelaria los Driggs fundaron el ingenio “Casablanca” y los austriacos Eyssing de Seasure el “San José”, (luego lo vendieron a los Driggs). Por su parte los Chapman crean el “Columbia”. Todos estos dichos ingenios tenían maquinas de vapor, y asimismo se crearon otros que utilizaban la fuerza animal para moverse, como fueron por ejemplo, “El Voluntario” de los italianos Benito  Moro y Mauricio Calvi y “El Anoncillo” que era del británico  Weathorm.
El historiador gibareño del siglo XIX, Herminio Leyva describe la importancia de cada uno de ellos en 1837 guiándose por la cantidad de esclavos:

“Santiago Patterson, escocés, posee un ingenio con 91 esclavos, Samuell Chapman, inglés, posee un ingenio con 47 esclavos, doña Rita Ballerby, inglesa un ingenio con 84 esclavos, Mister Warren Gookin, angloamericano un ingenio con 22 esclavos”[2].

Exactamente estaban en Candelaria el de Samuell Chapman y el de doña Rita Ballerby y el de Santiago Patterson estaba relativamente cerca del barrio. El de Gookin estaba en Santa Lucía. 

El lector impaciente dirá que estamos historiando a los sajones en la entrada que dedicamos a los canarios de Candelaria, pero es que muchas veces hay senderos que nos llevan más directos al camino real y este es el caso. El hecho de que fueran británicos y no criollos los que se establecieran en aquella comarca tuvo gran importancia para el posterior poblamiento canario.

La mayoría de los herederos británicos de estas propiedades vivían en lejanas posesiones del imperio o en los Estados Unidos, incluso, herederos del viejo Chapman vivían en la India, Hawai e Islas Bermudas. Por lo que al fallecer los propietarios en la segunda mitad del XIX ninguno de los herederos estaba dispuesto a establecerse en este perdido barrio cubano y, lógicamente, vendieron sus herencias. fue necesario vender parte de la tierra para la herencia y para entonces un grupo significativo de canarios ya vivían por allí y algunos habían logrado reunir cierta cantidad de dinero que les permitió comprar. Igual otros canarios se hicieron de propiedades por aquella costumbre criolla cubana de subdividir sus tierras entre los hijos, hijos que muchas veces vendían la herencia.

Interesante es seguir los rumbos de cómo los campesinos canarios establecidos en el  barrio y  de otros y colindantes fueron adquiriendo las tierras: Ya desde la década de los cuarenta del siglo XIX se les encuentra poseyendo pequeñas fincas.

El origen de los recursos mínimos para hacer las compras los adquirían por el trabajo duro y el ahorro, aunque parece que algunos contaban con recursos que traían de sus islas y que habían conseguido por herencia de sus difuntos. Esto nos sitúa ante personas cuyo origen no provenían de familias miserables, pero esos eran minorías. Según la tradición oral el grupo más significativo lo consiguieron por esfuerzo propio.

Antes de la llegada canaria, en Gibara se habían establecido y desarrollado un grupo de comerciantes españoles que acumularon suficiente capital para convertirse en usureros. Y como los canarios habían creado fama de trabajadores y honrados pudieron pedir préstamos que pagaron gracias a su incansable laboreo de la tierra.    

    



[1] Hasta 1817 era difícil para un extranjero establecerse en los dominios españoles donde no les permitían comprar tierras, aunque algunos lo lograron, como los Driggs, pero aún así era necesario hacer una serie de trámites muy engorrosos. Sin embargo en 1917 una real orden de Fernando VII de 1817 autorizó el establecimiento de extranjeros en las tierras del imperio.




[2] Leyva, Herminio, “Gibara y su Jurisdicción. Apuntes históricos y estadísticos”. Establecimiento de Bim. p.  219


2 comentarios:

  1. Mario Jorge Sainz Cruz.11 de marzo de 2024, 1:30

    Me ha sido difícil obtener algún dato de mi bisabuelo Don Ángel Sainz Gándara que no renunció a la ciudadanía española.Debe haber llegado a partir de 1850. Ni mi padre y mi abuelo ya fallecidos me dieron dato alguno. Quizás formó parte de los canarios.
    Mario Sainz Cruz 54005488

    ResponderEliminar