A
diferencia de los demás españoles que llegaban a Cuba, los canarios casi nunca
tenían parientes ricos ni a un funcionario colonial que los ayudaran. Para
obtener alguna propiedad tan solo contaban con sus brazos para trabajar.
Ahorrar a veces hasta la exageración era, generalmente, la única forma de
hacerse de dinero. A lo que debe sumarse que ellos provenían de una región
árida, pobre y olvidada por el imperio español. O eran frugales o nunca
levantarían cabeza.
Igual,
al llegar a Cuba, en lo espiritual se emparentaba con los peninsulares que era
el grupo de control, pero la verdad es que ellos eran tan hijos del coloniaje
como los mismos cubanos. Los españoles de Cuba colonial no los veían como sus
iguales. En los libros de bautizos, matrimonios y defunciones, se les señala
por su lugar de procedencia. Y durante
los primeros años del siglo XX en el Registro de Comerciantes e Industria de la
ciudad de Holguín, por ejemplo, se aclaraba que eran canarios, mientras a los
demás españoles se les señala, simplemente, como de España, sin especificar la
región. (Desde 1910 está practica va desapareciendo).
Ser
un No español los hace ver por los cubanos con otra visión. Incluso y pese a la
participación de muchos canarios en el bando integristas durante la guerra de
independencia, la memoria cubana no guarda con mucho encono tal desliz.
Y
para ellos, qué significaba Cuba. Eran los canarios gente pobre que llegaba a
un país al que en el imaginario popular de sus islas se le consideraba rico. ¿Cómo
incluirse en el mundo al que llegaban?, debió ser una pregunta que todos se
hacía.
En
la zona oriental, específicamente, encontraron una cultura terrateniente
campesina de gran arraigo, vecina de centros urbanos donde había más libertad
en el vestir y la forma de ser. Los
cubanos que encuentran son exuberantes en el habla, en el vestir, en la forma
de vivir:
“(…) la gente no iba a misa; las
mujeres, con pretexto del calor, dejaban al descubierto en toda su amplitud los
brazos, llevaban trajes sin mangas, cosa nunca vista en el mundo, o por lo
menos en Canarias”[1].
Los
cubanos miraban con cierto desden al canario recién llegado. Aquellos isleños
tenían otras costumbres y formas de mirar la vida, por lo que el canario
también acabó mirando con desde al cubano. Ellos nos criticaban porque éramos demasiados
pródigos, no teníamos sentido del ahorro y nos rodeaban de cierta aureola de
irresponsabilidad. Entonces se comprenderá por qué tuvieron tendencia a la
endogamia.
La
costumbre de casarse entre ellos tuvo mucha fuerza en el barrio de Candelaria.
La canaria de allí o sus hijas, cuando no tenía a un canario para casarse,
generalmente escogía a un español, incluso, se da el caso de varones que al
enviudar escogen a una hermana de la difunta. Aunque a la verdad que estaban obligados a
hacerlo: era Candelaria un batey donde la gente se movía poco, por lo que a la
hora “de merecer”, lo más a mano era
otro canario o canaria lo que tenían a mano.
Pero
en estudios que se han realizado anteriormente en otros territorios donde la
población canaria era reducida, también se observa la tendencia a la endogamia
siempre que pueden hacerlo. Incluso existe el caso de un canario que al
fallecer su esposa canaria fue a Canaria en buscar otra mujer; por lo que
parece este es un caso excepcional porque no hay pruebas de que haya ocurrido
muchas veces, pero en la memoria de los descendientes de canarios hay
referencia a que eso era común.
No hay comentarios:
Publicar un comentario