Prensa desde 1900

22 de septiembre de 2014

El esclavo de Holguín que mató a su amo

Por: Pepito García Castañeda


Don Manuel Trinidad Ochoa era persona influyente, rica y respetada en Holguín, en aquellos primeros años del Gobierno de don Francisco de Zayas Bazán y Armijo, un hombre este ultimo que dio a Holguín sus primeras características como pueblo importante durante sus diecisiete años de regir los destinos de la ciudad y su Hato, 1816-1833.

 
La fotografía es posterior a los sucesos narrados


Descendía don Manuel del tronco secular de donde se ramifican y se extienden todos los Ochoa de Holguín, de aquel don José Antonio Ochoa y Aizpurúa, natural de la villa de Oñate, en Vizcaya. Fue accidentada la llegada de don José Antonio a Holguín, pero después de su arribo jamás se marchó y en el pueblo se desempeñó como Ministro Factor de la Real Renta de tabacos en los finales del siglo XVIII. Su hijo, don Manuel Trinidad era hombre de buenas prendas personales, pero de un carácter irascible y volcánico, lo que no desmentía la vena de sus antepasados vizcaínos.

Varios esclavos tenía don Manuel, unos en funciones domésticas y otros empleados en faenas rurales. Uno de estos negros, cuyo nombre  no aparece en el Acuerdo No. 12, de enero 7 de 1822, del Cabildo holguinero, fue protagonista de una tragedia que le costó su rica vida a Don Manuel.

Y aconteció la cosa del modo siguiente: estaba el esclavo de don Manuel en su oscuro barracón haciendo unas gárgaras, (sin que sepamos si el fin de aquellas era para curarse el dolor de muelas o males de garganta). Terminado cada buche el negro lo arrojaba por una tronera de yaguas que le servía de ventilación al infeliz siervo. Y quiso la casualidad que don Manuel pasara por allí exactamente cuando el esclavo tiró uno de sus buches. En plena cara recibió don Manuel el cocimiento de hierbas, medicamento y saliva.

La ira del amo no tuvo freno ni contenes. Inmediatamente ordenó que se aplicara un “novenario” a su “torpe esclavo”, esto es, nueve días de latigazos y garrote.

La orden se cumplió. El negro oriundo de la Guinea española, tuvo que soportar el brutal castigo. El rencor hizo el resto.

Meses después, en diciembre de 1821, se encontraba el negro arracimando maloja en la calle de “Nuestra Señora del Rosario”, que luego fue rebautizada como Calle de los Mercaderes y que desde hace más de un siglo la llamamos hoy Calle Frexes. Era de noche y don Manuel andaba por la oscura calle en misión que no dicen cuál era las viejas actas. Al ver a su amo venir el esclavo ofendido esperó hasta que estuviera cerca, y cuando así hubo sucedido el negro le infirió al amo un tremendo tajo con el machete que le servía para arrancarle las malas yerbas a la maloja o planta tierna de maíz, que es lo mismo. 

Muerto el amo inmediatamente el esclavo se declaró cimarrón y nada sabemos si fue apresado y castigado.

En previsión de futuros crímenes, el Ayuntamiento de Holguín, a propuesta del Síndico Segundo, don Demetrio Pitaluga, acordó prohibir que los negros esclavos y los libertos también vagasen por las calles a deshoras de la noche, a no ser que llevaran licencia de sus amos.

El que le hemos contado fue el fin de don Manuel Trinidad Ochoa según versión del Acuerdo No. 12 de 7 de enero de 1822.

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