Por: César Hidalgo Torres
Inmediatamente después de su arribo Callejas se reúne con
el Cabildo y explica los planes de su gobierno para el mejoramiento económico,
político y social de la
Isla. Por la noche de ese día, por cierto, día de Romerías en
Holguín, el Casino Español ofreció un regio baile en honor a tan distinguida
personalidad que estaba de visita.
No significa que Holguín solamente fuera visitado por dos Capitanes
Generales de la Isla,
que eran la máxima figura política y militar de la Isla, pero solo tenemos la crónica de dos de esas visitas.
En abril del año 1877 llega a la ciudad holguinera el
cacareado pacificador de Cuba, esto es, el entonces Capitán General y Jefe del
Ejército en Operaciones, Arsenio Martínez Campos. Venía con el ánimo de poner aquí
Cuartel General, tal como lo había anunciado por Bando de 23 de marzo de 1877.
O sea, que “el pacificador” vino a Holguín para hacer aquí los trabajos para
pacificar Cuba.
Dice el cronista que el Capitán General viajó en barco
desde La Habana
hasta Gibara, y que cuando llegó a aquel puerto de mar, salió un práctico a
todo lo que daban las patas de su bestia para avisar que Martínez campos se
encaminaba hacia la ciudad.
Sabido, inmediatamente salieron por el camino hacia Gibara
todos los Jefes Militares españoles de Holguín: entre ellos el Comandante
General Adolfo Morales de los Ríos, el Brigadier Antonio Dolván y el Comandante
militar Javier Obregón, todos acompañados por sus escoltas. Estos alcanzaron al
Capitán General varios kilómetros más allá de la entrada de Holguín. Entonces,
obviamente, se produjeron los saludos pertinentes y juntos, todos siguieron a Holguín.
Cuando los ilustres visitantes llegan a la entrada de la
ciudad descubren que son esperados por
las fuerzas de Infantería, Caballería, Artillería, veteranos de reserva,
voluntarios y bomberos del Ejercito español. Cada una de esas fuerzas tenía
convenientemente ubicada a sus respectivas bandas de música tocando a los
cuatro vientos, por lo que, dicen las crónicas, era ensordecedora aquella babel.
Po el escandalo quizás, o por curiosidad, dicen las
crónicas que los vecinos salían de sus casas para ver cruzar a la amplísima
comitiva, todos a caballo.
Y cuando hubieron llegado delante del portón de la Periquera, el Capitán
General y los principales que le acompañan bajaron de sus bestias y entraron. En
el ala izquierda de la planta alta de La Periquera residía el brigadier Antonio Dolván,
Teniente Gobernador de la ciudad. Fue en su casa donde se hospedó el Capitán
General Martínez Campos.
Acabados de entrar a La Periquera tanto el
Teniente Gobernador de Holguín como su huésped subieron hasta el balcón
principal de la casona y desde allí presenciaron un desfile militar en honor
del alto jefe que ha llegado a la ciudad.
Cuando concluyó el desfile, el Capitán General se reunió
con el Ilustre Ayuntamiento de Holguín y con las corporaciones militares. A
ellos les explicó sus planes. Para esa fecha Martínez Campos había logrado que
una representación del Ejército Insurrecto firmara el Pacto del Zanjón, pero
aún quedaban algunos cabecillas sobre las armas.
Días antes de la llegada de Martínez Campos, se supo en
Holguín que el Capitán General había dado un plazo de menos de un mes para que
se presentaran los rebeldes que estaban sobre las armas. Quien no lo hiciera antes
del próximo primero de mayo de ese año 1877, ya no podrá usar los “favores del
Pacto”, dice el Bando y dice también que el rebelde que siga sobre las armas a
partir del primero de mayo de 1877 será pasado por las armas.
Al otro día de su llegada a Holguín, Martínez Campos
recibe en La Periquera
a las corporaciones civiles de la ciudad. ¿Cómo sería el encuentro?. Muchos de
aquellos que van a encontrarse con Martínez Campos tienen familia en el campo
insurrecto, incluso, algunos han perdido a seres queridos que han caído en
combate. ¿Paz sin independencia?.
Aunque es verdad que después de diez largos años de
guerra, muchos quieren la paz. La guerra se había demorado más de lo que todos
esperaban.
El Periódico El Periquero saluda al Capitán General en la
edición del 25 de abril de 1877. De él dice: “Ilustre Caudillo que a España dio
la paz, invicto guerrero llegado a Holguín al objeto de lograr la paz y poner
término a la guerra fraticida”. Aunque La Aldea no lo tiene claro, es
muy posible que haya sido desde Holguín desde donde partió Martínez Campos a
encontrarse con Antonio Maceo en Mangos de Baraguá.
Las crónicas recuerdan la llegada a la ciudad de otro de
los Capitanes Generales: Camilo Callejas. Fue el 3 de mayo de 1894.
Para comprender por qué y a qué viene a Holguín el Capitán
General de la isla hay que percatarse de la fecha: es 1894. En 1894 todos los
espías españoles en los Estados Unidos y en otros lugares de América dan por
inminente el nuevo estallido independentista que prepara José Martí. El
Gobierno español se juega todo a una carta: Comienzan a jurar que harán
reformas, que Cuba será considerada una provincia autónoma. (El Gobierno
español cree que si aceptan aquellas demandas hechas por una fracción de la
población, debilitarían la organización de la intentona militar).
Y casi lo logran. Son muchos los cubanos que consideran
que no hace falta la guerra, es más, que no podía haber guerra, o de lo
contrario España no aprobaría las reformas.
Martí se concentra en demostrar que lo que está diciendo
el Gobierno español sobre Cuba era solamente una jugarreta política, que Cuba
debía obtener la independencia en la manigua.
Evidentemente era tarde ya. La Corona española no actuó
cuando pudo hacerlo… y por otra parte el verbo de Martí es vibrante: los
cubanos en el exilio creen a Martí y más tarde le creen los que estaban dentro
de Cuba, que, por cierto, no conocían a Martí. Cuba se va a la guerra en
febrero de 1895.
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