Por: María Julia Guerra y Edith Santos
Prueba
irrefutable de que la juventud holguinera se unió a la Guerra Necesaria
es la participación en ella de Jaime Muñoz Sánchez y Rafael Peña Torres. Ambos
procedían de familias acomodadas y formaban parte de los círculos de cultura y
sociedad en la ciudad de Holguín, además eran amigos personales del periodista
José Miró Argenter.
Estaban los
dos junto a Miró cuando conocen a José Martí en el camino hacía Altagracia el 9
de mayo de 1895. De ellos anotó Martí en su diario: “Jaime Muñoz, peinado al
medio, que administra bien (…), y Rafael Peña”[1]
Leer además: Breve historia de la prensa holguinera
Antes del estallido de la guerra el
periodista José María Heredia había convertido su casa de Holguín en un centro
de reunión de conspiradores, se reunían allí “José Miró Argenter y su esposa, Panchito Frexes, los hermanos
Betancourt Manduley, Pitín de Zayas Ochoa, Federico Pittaluga, Rafael Peña,
Jaime Muñoz, Pepe Torres”[2]
Como se recoge en una crónica
publicada en Holguín para narrar lo ocurrido el día del santo patrono de la
ciudad e inauguración del ferrocarril de Gibara a Holguín, en 1893, era Rafael
Peña un joven de la sociedad holguinera, ágil y buen jinete. En dicho texto se dice, además, que el día 5
se realizó un torneo frente al Consistorio (La Periquera), en el que
participaron dos bandos: el punzó y el azul, con ocho jinetes con sus
respectivos caballos por cada uno. “Tres carreras sin cuento y después de
alzadas algunas cintas por jóvenes de ambos partidos, se suspendió la lid, resultando vencedores los
jóvenes Eduardo Ochoa y Rafael Peña, los dos del bando azul, pero habiendo
obtenido igual número de sortijas cada uno, la suerte discernió el disputado
premio a favor del segundo”[3].
Rafael Peña (Peñita) nació el 2 de noviembre de
1870 en la ciudad de Holguín y fue bautizado en la iglesia San Isidoro con el
nombre de Andrés Rafael Patrocinio de Peña Torres, hijo de Andrés Peña y
Caridad Torres[4].
El 17 de junio
de 1895 el coronel José Miró Argenter creó el Regimiento mixto de caballería e
infantería de nombre Martí; tanto Jaime Muñoz Sánchez como Rafael Peña Torres,
formaron parte de él.
Constantino
Pupo en su libro Patriotas holguineros,
dice que Rafael Peña fue de los primeros en regar con su sangre la tierra
holguinera, pero no hemos encontrado en qué combate o escaramuza fue herido, sí
que el hecho debió ocurrir alrededor del 15 de agosto de 1895, y así se asegura
porque en esa fecha Miró le escribió a su esposa Luz Cardona, que en esos
momentos se encontraba en Los Moscones, en pleno campo insurrecto, y le dice:
“Mañana tendrá el placer de abrazar a Peñita, que va con Jaime a ese punto a
convalecer”[5].
En otra
misiva, escrita posterior a la anterior, dice Miró a la esposa: “Ya me imagino el cuadro tiernísimo que se
habrá desarrollado en esos solitarios lugares a la llegada de Peñita. Jaime,
que cuide bien a Peña y no permita que ande a caballo. (…) tranquilidad es la
mejor medicina”[6].
Cuando casi ha
trascurrido un mes, el 28 de septiembre, desde Bijarú, Miró vuelve a escribirle a la esposa: “Jaime y
Peñita que permanezcan a vuestro lado por ahora y allí al cuidado de todo,
vigilando como es debido”[7].
Rafael Peña
Torres, Peñita, tras restablecerse se
incorporó a las fuerzas del general Luis de Feria Garayalde y con ellas se unió
a la columna invasora en Antón, Camagüey, el 21 de noviembre de 1895. Combatió
en Iguará, Menocal, Boca de Toro, Mal Tiempo, Lajas, La Colmena, Coliseo y Calimete.
En octubre de 1896 regresó con el general Feria a
la Brigada
del Departamento Oriental y participó en el ataque y toma de Las Tunas y en
otras acciones en el triángulo occidental de Holguín. Asimismo participó en el
apoyo al desembarco del Laureada en
marzo de 1897, que se produjo en el lugar conocido como Mano de Pilón, en
Estero de Júcaro: el contingente expedicionario al mando del mayor general
Carlos Roloff lo integraban 37 hombres y el cargamento de pertrechos de guerra
que transportaron fue el mayor traído a Cuba.
Una anécdota
interesante y a la vez que habla de la persona de Rafael Peña nos la cuenta
Horacio Ferrer, en su libro Con el rifle
al hombro:
“En el corazón de un
monte firme, en Palmarito de Gamboa, jurisdicción de Tunas, había un rancho
levantado para refugio de la familia del doctor Faustino Sirvén, comandante de
Sanidad de nuestra tropa. Allí llegamos, de paso, la tarde del 13 de agosto de
1897. El comandante Rafael Peña y yo, después de un mes de licencia,
marchábamos a incorporarnos, él a las fuerzas de Holguín, yo a las de Tunas, a
las que respectivamente pertenecíamos. (…) Un súbito incidente nos hace salir
del marasmo en que estábamos: un enorme majá de Santa María se había deslizado
dentro del bohío atraído por el olor de una niña recién nacida, hija del doctor
Sirvén. Ese fue perseguido y muerto a machetazos por Rafael Peña”[8].
En junio de 1898
el general Máximo Gómez dispuso que el general Mario García Menocal, jefe de la División de Holguín,
pasara a ocupar la jefatura del 5to. Cuerpo de Ejército, que operaba en las
provincias de La Habana
y Matanzas. Horacio Ferrer dice que el número total de hombres que partieron
con Menocal eran 180, entre ellos muchos oficiales que renunciaron a su cargo
en el primer, segundo y tercer Cuerpo, para seguirlo. Muchos ya se habían
distinguido en la contienda y otros tenían un largo historial de lucha, entre
estos el coronel Ricardo Sartorio y el teniente coronel Rafael Peña, que iban,
ambos, al mando de fuerzas.
El contingente
cruzó la trocha de Júcaro a Morón, con la que el mando español pensaba detener
el avance independentista hacia el occidente de la Isla y el 14 de agosto llegó
al campamento del mayor general Mayía Rodríguez, jefe del departamento
occidental, en Jaula, Jaruco, provincia de La Habana, entonces hacía dos días que se había
firmado la paz ante representaciones de España y Estados Unidos.
Rafael Peña
regresó a Holguín y en los primeros años del siglo siguiente participó en la
política local. El historiador holguinero José A. García Castañeda dice que en
1917 “siendo el Término de Holguín esencialmente liberal sufrió más que ningún
otro las consecuencias de su pronunciamiento, y así (…) son cesanteados los empleados
liberales entre ellos Sigifredo Urbino (…) Rafael Peña (…) cuyos puestos fueron
entregados a conservadores”[9].
Jaime
Muñoz fue administrador del periódico La Doctrina
que dirigió Miró en Holguín desde 1887 hasta mediados de 1894 cuando a petición
de los organizadores de la guerra le piden que vaya a Manzanillo a dirigir y
administrar El Liberal, lo acompaña
Jaime Muñoz. Estando en aquel lugar se entera el 22 de febrero de 1895 de que
la orden de levantamiento había sido dada. De inmediato se encaminan hacia
Holguín. “Desde mitad del camino y después de hacer noche en una finca cercana al
pueblo de Barranca (el mismo donde Carlos Manuel de Céspedes hizo pública una
valiente proclama en 1868), Muñoz, que era como un hermano de Miró (…), regresó
a Manzanillo, por encargo de éste, para que trasladara a Holguín a la esposa de
de este, Luz Cardona de Miró, que había quedado allá. Y así lo hizo”[10].
Luego se integró a las fuerzas que mandaba el propio Miró.
El 30 de
octubre en Mala Noche cuando el regimiento de caballería Martí se incorpora a
la invasión, Jaime Muñoz se encuentra en él. Al ser nombrado Miró Jefe del
Estado Mayor del Ejército de Oriente, pasa a ser su ayudante.
Desde El
Lavado, el 8 de noviembre Miró le vuelve a escribir a Luz: “Jaime aguanta firme”[11].
Marta
Fernández citó a Miró: “cerca de Caimito, hubo reñida pelea entre nuestras
patrullas y algunas del enemigo”[12].
Fue el combate del Hanabanilla, en Matanzas, limítrofe con el territorio de Las Villas. Bernabé Boza
en su Diario asegura que el hecho ocurrió el 25 de diciembre de 1895 en La Estrada y que allí fue
herido el ayudante Jaime Muñoz[13].
Muñoz hizo toda la invasión de Oriente
hasta Occidente como ayudante del general José Miró Argenter. Este, delicado de
salud, tras la muerte de Antonio Maceo pidió permiso al General en Jefe Máximo
Gómez para viajar al oriente del país y tratar de restablecerse al lado de su
familia. Lo autorizan.
El 6 de enero de 1897, desde Camagüey
le anuncia Miró a su esposa Luz: “Yo no puedo tomar otro alimento que leche y
algún pollo. (…) Dos o tres días después de Augusto llegaré yo. Conmigo van Jaime
y Enrique Alberti”[14].
Jaime Muñoz
Sánchez, hijo del valenciano Pascual Muñoz y la holguinera Adela Sánchez, había
nacido en Holguín el 8 de agosto de 1868[15],
en una céntrica y cómoda vivienda de la ciudad, pues sus padres gozaban de una
economía desahogada. Después de la muerte de Maceo, al pedir permiso Miró para
estar un tiempo fuera de las filas y reponer su salud, Jaime le acompañó y le sigue
sirviendo de ayudante. El final de la guerra le sorprende en una finca en
Camagüey. De inmediato regresó a Holguín con los grados de capitán. Se instaló
en la casa donde había nacido, actuales Mártires No. 30, entre Frexes y
Aguilera, donde vivió por siempre[16].
[1] José Martí. Diario de Campaña
[2] Biblioteca Álex Urquiola. Sala de
Fondos Raros y Valiosos. Juan Albanés Martínez, trabajo inédito
[3] Jorge González Aguilera. Fiestas
Tradicionales, p.45.
[4] Archivo Parroquial de la Catedral San Isidoro
de Holguín. Libro 11 de Bautismo. Folio 390, Número 2190.
[5] Leticia Díaz Góngora. José Miró
Argenter. Periodista y guerrero, p 54.
[6] Ibídem, p.52.
[7] Ibídem, p.55.
[8] Horacio
Ferrer. Con el rifle al hombro, pp. 116-117.
[9] José A.
García Castañeda. La Municipalidad Holguinera. Comentario histórico. 1898-1955,
p.49.
[10] Nemesio
Lavie. Bayate. Índice de la Revolución de 1895, pp. 64 y 65.
[11] Martha
María Fernández Rodríguez. José Miró Argenter: el catalán mambí, p. 49.
[12] Ibídem, pp. 54-55.
[13] Bernabé
Boza. Mi diario de la guerra. Desde Baire hasta la intervención norteamericana,
p.67.
[14] Martha
María Fernández Rodríguez. Ob. cit.
[15] Iglesia
San José. Libro 5 de Bautismo. Folio 24v, número 152.
[16] Archivo Historia Provincial, Holguín.
Censo de 1907
No hay comentarios:
Publicar un comentario