Leer además: Genealogía de la familia García González
En compañía de su
padre don Calixto García de Luna Hernández Izquierdo y de dos de sus hermanos,
José Agustín y Santiago, llegó a Cuba el venezolano de la región de Maracaibo,
don Ramón García González, futuro padre del Mayor General cubano Calixto García Iñiguez.
Mayor General Calixto García Iñiguez, hijo de don Ramón García |
Nacido en el año de
1812, era Ramón el menor de sus restantes hermanos que lo acompañaban.
Establecidos todos
en la ciudad de San Isidoro de Holguín y siguiendo la línea paterna, se dedicó
al comercio. En esa actividad se desempeñaba cuando conoció y entabló amistad
con los comerciantes como él de apellido Íñiguez y también con los Landín. Muy
pronto sus mayores concertaron el compromiso de matrimonio entre Ramón y la joven natural de la ciudad María de la Concepción Lucía Íñiguez Landín. Se casaron el 2 de mayo de 1835 y procrearon seis hijos: Concepción
(1837), Calixto Ramón (1839), Leonor (1842), Rosario (1845), Nicolás (1855) y
Mercedes (1892).
Ramón
García González
(Padre
del Mayor General Calixto García Iñiguez)
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Nacimiento
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Fecha
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Lugar
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1812
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Venezuela
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Matrimonio
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Lucía
Iñiguez Landín
2
de Mayo de 1835
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Holguín,
Cuba
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Muerte
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4
de Septiembre de 1884
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Holguín,
Cuba
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Dedicado al
comercio como su padre y hermanos, don Ramón aparece por vez primera en la
documentación notarial de la ciudad a finales del año 1837 vendiendo y
comprando esclavos: exactamente una mulata que le vendió don Diego Aguilera y
en 1838 compró una negra bozal (traída directamente desde el África) en un
precio de 200.00 pesos.
Otro documento es
prueba de que en Julio de 1840 don Ramón vendió en 200.00 pesos a un negro
bozal ladino, esto es, que era mezcla de negra y blanco y que solamente hablaba
castellano.
Entre el 3 de enero
y el 1º de agosto de 1844 realizó las siguientes ventas: una negra y su hijo a
don José María de Peña por un precio de 400.00 pesos y un esclavo mulato a don
Ramón Parra en 400.00 pesos; y en el mes de julio de ese mismo año compró un esclavo
mulato en 200.00 pesos. (Indica todo que ese tipo de negocio de compraventa de
esclavos aportaba ganancias, por lo que don ramón continuó en él comprando a un
precio y vendiendo a otro probablemente más elevado).
Don Ramón debió
moverse haciendo negocios entre la jurisdicción de Holguín y la comarca de
Jiguaní, donde ya poseía un comercio. Precisamente en ese segundo pueblo le
sirvió de apoderado a don Antonio María Pacheco para a su nombre y
representando a su persona vendiera en Holguín dos negros de su propiedad a don
Rafael Rubio.
Y en octubre de ese
año, (1844) el Escribano Público de Jiguaní don Miguel Íñiguez dio poder a
Ramón García, su legítimo yerno, para que a su nombre y representando sus
intereses efectuará la venta de un esclavo de su propiedad. En este mismo mes
vendió a don Ramón Escobar un negro bozal de su propiedad en 300.00 pesos plata
corriente y al mes siguiente vendió a un hermano del anterior comprador otro
negro de su propiedad en 300.00 pesos plata corriente.
En los primeros
días del mes de diciembre de 1845, como apoderado de don Miguel Íñiguez,
realizó otra venta de esclavos que eran propiedad de su suegro. Y
desempeñándose también como apoderado de don Antonio María Pacheco vendió dos negros
bozales y un tercero de su propiedad en 1150.00
pesos; en dicha transacción compareció como testigo el suegro de don Ramón.
A finales del año
1845 sirvió de fiador al reo Luis Angulo, acusado de complicidad en el
asesinato del Teniente de Infantería don Cirilio Alcalá, asumiendo los
inconvenientes que acarreaba esta responsabilidad y entre los meses de agosto a
noviembre del año de 1846 efectuó negocios con tabaco; en ese mismo noviembre
prestó a don Vicente Rivas 134 quintales del mismo producto, cuyo valor era de
1340.00 pesos. Antes, en 20 de agosto de 1845fue demandado por daños perjuicios
y menoscabo por una venta en la que el comprador no recibió la cantidad marcada.
En noviembre de
1847 su suegra doña Merced Landín dio poder a Ramón para que la representara en
causas, negocios o litigios que pudiera tener.
Tan larga lista de
sucesos en los que estaba involucrado don Ramón demuestran que no es verdad la
hipótesis del historiador Juan Casasús quien dijo que don Ramón García fue un
hombre que pasó por la vida sin hacerse notar, sin trascendencia, y que su
esposa, doña Lucía Iñiguez había oscurecido al hombre mediocre que era.
Obviamente que no
se pretende con este escrito reducir la intensa vida de doña Lucía, pero se
revela la autora contra quienes disminuyen a don Ramón, ello a pesar de que no
tenemos respuesta a todas las interrogantes que sobre él han surgido a lo largo
del tiempo. Por ahora solamente os aventuramos a asegurar que don Ramón García
era un hombre capaz y conocedor del terreno donde hacía negocios; ¿si era el
desastre que dicen, cómo es que otros le ponían esclavos en sus manos para que
él los vendiera lo mismo dentro de Holguín como fuera de su jurisdicción?
Definitivamente debió ser un hombre vivo, despierto, inteligente y perspicaz como
para que algunos individuos de conocido renombre en el comercio lo escogieran
para que los representara en litigios, reclamos y otras causas.
Fue don Ramón un
hombre de prestigio en su localidad y un comerciante de probada honradez y
solvencia económica.
Otras acciones que prueban
lo anterior son estas que relacionamos:
El 6 de marzo de
1848 vendió a don José Ramón Parra la parte de los colgadizos de madera y teja
de su propiedad, situados en la calle de San Isidoro esquina a San Francisco, en
Holguín que había obtenido en remate de los bienes del fracasado don Luis
Barreda por un precio de 1500.00 pesos.
En junio de ese
mismo año ocurrió la muerte de su padre. Dolor profundo debió padecer el hijo
que más estrechas relaciones filiales tuvo con don Calixto García de Luna Hernández
Izquierdo, sin embargo se supone que don Ramón no asistió al funeral y entierro
porque se encontraba en la distante villa de Jiguaní.
Con posterioridad
don Ramón, que por disposición testamentaria del padre recibió la mayor
herencia estuvo enfrascado en asuntos del testamento del padre. Y en marzo de
1849 fue nombrado apoderado de a su hermana Josefa García, para el inventario
de actas que se practicó después de la muerte de don Calixto y en mayo del
mismo año pagó a don Vicente Rivas 134 quintales de tabaco que este le vendió.
En la década del 1850
actuó como apoderado sustituto de don Francisco Manuit, esposo de su hermana Manuela
Garcíaen los trámites para el cobro de la herencia por la muerte de su padre,
ascendiente a 4 018 pesos y 44 medio centavos.
A partir de 1850 y
hasta 1870, no se ha podido encontrar documento que informe de la actividad
mercantil ni lugar donde estaba establecido don Ramón, pero se sabe que al
estallar la guerra en 1868, su hijo Calixto García Íñiguez se levantó en armas
contra el dominio español y que Ramón, junto a la familia, se encontraba en el
campo insurrecto, donde fueron hechos prisioneros y deportados hacia La Habana, según consta en el
documento enviado por la
Comandancia General y firmado por el Brigadier Félix Ferrer
el 17 de Agosto de 1870.
Después de ser
liberado, se presume que don Ramón estuvo
establecido en La Habana por unos cuatro años; entonces tenía 58 años y
su familia se había dispersado. Cansado posiblemente, sufriendo la distancia de
todos los suyos, separado definitivamente de la esposa por decisión de ella, ya
no deseaba exponerse a otras aventuras
comerciales y, por demás, por causas de la guerra había perdido casi
todas sus riquezas.
Sin que se sepa la
fecha en que lo hizo, se sabe que viajó a España tal como se comprueba con el
cablegrama que una amiga de Lucía llamada Primitiva le envía a aquella el 8 de
marzo de 1875 afirmándole que Ramón estaba en Madrid[1].
Se desconoce el
tiempo que permaneció en España y también la fecha en regresó a Cuba; pero, eso
sí, que una vez en la Isla
se estableció definitivamente en La
Habana donde debió tener residencia.
A la edad de 72
años falleció don Ramón. El acta que lo prueba está en la Parroquia de Jesús
del Monte. Este documento asegura que fue el 4 de septiembre de 1884, sin
embargo Juan Casasús asegura que fue el día 2; ante esta dualidad de fechas es
aconsejable considerar que murió el día 3, máxime cuando se sabe que las
certificaciones de defunciones se realizaban el día en que procedía a dar sepultura[2].
Cuenta su nieto
Carlos García Vélez en su diario que su padre Calixto estaba con su familia en
el Monasterio del Paula, al que llevaba a la familia casi todos los años a
veranear. Hasta allí los alcanzó una carta que a Leonor, la hija mayor del
general, escribió desde La Habana Modesto Fonseca.
Intrigadísima, la muchacha abre el sobre y comienza a leer; inmediatamente palidece
y entrega la carta a Calixto. El General también palideció cuando se enteró del
contenido de la carta. Decía aquella que en La Habana acababa de morir don
Ramón García, su padre. Dice Carlos en el diario: “Yo vi a papá por los corredores con lágrimas en los ojos”[3].
El padre legó al
hijo la honradez y el sentido de la palabra empeñada. Siempre el General
Calixto García presumió de que agradecía a don Ramón que lo ayudara a formarse
como una persona íntegra y honesta.
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