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6 de marzo de 2017

Calixto García. Biografía. 63


1884, Octubre.
Calixto estaba con su familia residiendo en el Monasterio del Paular, al que llevaba a su familia casi todos los años a veranear. Hasta allí los alcanza una carta que a Leonor, la hija mayor del general, que se había quedado en Madrid. Le dice la hija al padre que desde La Habana escribió Modesto Fonseca y que, intrigadísima, abrió el sobre… por eso le reenvía la carta.  Palidece Calixto cuando lee el contenido: Allá en La Habana acababa de morir don Ramón García, padre del General. Dice Carlos: “Yo vi a papá por los corredores con lágrimas en los ojos”.
1885
Los primeros nietos del General
Calixto García Vélez, el hijo mayor del general, se casa con Josefa Becerra con la que tuvo dos hijos: Calixto Pedro García Becerra (nacido el 23 de junio de 1885) y María Carmela (nacida el 16 de marzo de 1887).
El segundo hijo del General, Carlos, es llamado a servir en el Ejército español.
Carlos García Vélez, el hijo del general, es llamado a servir en el ejército español. Calixto visita al Ministro Cánovas del Castillo quien lo recibe en el comedor de su domicilio, en gesto de simpatías.
Explica Calixto que siendo Carlos cubano, donde no era obligatorio servir al ejército y estando su hijo en Madrid en contra de su voluntad, dada la situación de confinado del padre, era justo que lo excluyeran del servicio. Cánovas estuvo de acuerdo y exceptuó al hijo del General del servicio en el ejército.
1886, Septiembre 19
El General recibe la visita del hombre que lo hizo prisionero en Cuba, cuando él trató de suicidarse para no caer en manos enemigas.




















Dice Carlos que vivían entonces en una casona inmensa con muchos apartamentos y cuya puerta principal se cerraba a las diez de la noche. Para entrar después de esa hora había que llamar al portero.
Ese día ya eran más de las diez de la noche. El general y su hijo Carlos estaban en el balcón, tomando la brisa… y de pronto se oyen disparos de arma de fuego. Le dice el general al hijo: “Ese debe ser Martínez Campos”. (Es que el famoso pacificador de Cuba había tenido rozamientos con el  gobierno). Y de pronto alguien llama de forma ruidosa a la puerta. La familia cree que el ejército va a hacer un registro a la casa porque, seguro, creen que el general cubano está complicado en las revueltas, lo que no es cierto.
El mismísimo Carlos abre la puerta. Está allí un desconocido embozado.   – ¿Aquí vive el general Calixto García?, pregunta. Cuando el muchacho responde que sí, dice el recién llegado:
– Necesito verle enseguida, con mucha urgencia; en sus gestos se nota nervioso, como si tuviera a un escuadrón de la caballería enemiga pisándole los talones.
La familia teme que aquello no sea más que una trampa para inmiscuir al general en la revuelta. Carlos dice que su padre no está en casa, pero el hombre insiste, entonces el general, que oye detrás de una cortina, reconoce al visitante y aparece en la sala: Era el teniente Ariza, su captor en San Antonio de Bagá, ahora comprometido en el frustrado movimiento y a quien perseguían las tropas del gobierno. El teniente Ariza pide protección al general. Los dos hombres pasan a una habitación.
Dice Carlos: “largo rato estuvieron conferenciando y cuando salió dijo papá a mamá: prepara un cuarto al capitán Ariza, tenemos que esconderlo”.
Allí estuvo escondido el oficial español hasta que pasado un tiempo prudencial y cuando había cesado el peligro, el general le proporcionó la fuga. Después, mediante los buenos oficios de Martínez Campos, Calixto consiguió el reingreso de Ariza en el ejército, según contó Carlos.



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