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La Chambelona
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Continúa un periodo bochornoso para la historia de Holguín. El General Menocal derrotado en sus aspiraciones reeleccionistas, se mantiene en el poder apoyado por gran parte del Ejército y la cancillería de Washington, que tilda a los contrarios del General de “germanófilos”, pero que hoy en día se les llamaría “comunistas”. Tal estado en las cosas provoca una protesta armada “cívico-militar” conocida como “La Chambelona”, a la que en Holguín se le unen el Dr. Socarrás, Pedro Fuentes García, Enrique Roca Tauler, José García Portelles, Juan Zúñiga, los hermanos Ochoa Santiésteban, el Dr. Abelardo Manduley, Miguel Ignacio Aguilera (que era el Alcalde de Holguín en ese momento), Miguel carbona, Elpidio Pérez; manolo Vendrell, Paco Menchero, Remigio Sera, Jesús Manduley, Alberto Cabrera, Wistermundo Sera, Manolo Rodríguez Mulet, Adolfo Algeciras, Ramón Suárez Gorgas, Pepe Urbino, Celestino García, Abelardo Cordero, Manuel Roselló, Pablo Hechavarría, Federico Ramírez, Benjamín León, Augusto Ramírez, Moisés Angulo, Manolo Lastre, Alfredo Vidal, etc, hasta llegar a unos cuatrocientos, con excepción del Dr. Ricardo Sirvén Pérez, que siendo uno de los más comprometidos, cobardemente se dirigió a La Habana y en aquel lugar se mantuvo hasta el 4 de Abril de 1918, lo que le permitió disfrutar tranquilamente del Acta de Representante que había obtenido en las elecciones de 1ro de Noviembre de 1916 y que solo habían sido fraudulentas en lo presidencial.
Los pronunciados en Holguín lo hicieron en su mayoría
en la noche del 12 de Febrero de 1917, esperanzados en poder regresar a sus
hogares al día siguiente, 15 de Febrero, pero no lo consiguieron porque el
Teniente enviado desde Santiago de Cuba al mando de 55 soldados con la misión
de tomar el Cuartel Militar de Holguín no lo consiguió. Y eso que el Cuartel
de Holguín nada más estaba defendido por el Capitán Leopoldo García Feria,
que había sido designado Supervisor de Holguín en 31 de Octubre de 1916, con
solo doce soldados y algunos paisanos.
Se encontraban entre los paisanos que defendieron el
Cuartel Militar de Holguín, autodeclarados incondicionales a Menocal: Wifredo
Albanés Peña, Antonio Aguilera Ochoa, Eduardo Pérez Guzmán, Liberato Ortuño,
Manolo García, Antonio María Ochoa, un chofer de apellido Sánchez y un tal
Mendoza, conocido por el Bisco.
Además influyó en que los que fueron contra el Cuartel
Militar de Holguín no lo pudieran tomar, la llegada, procedente del Central
Chaparra, del Capitán Arsenio Ortiz y sus acompañantes.
Ortiz, ahora ayudado por Pepillo Peralta, persiguió a
los pronunciados y les dio alcance en las Lomas de Camasán y en Las
Margaritas. En este último lugar le dieron muerte a Ricardo Hidalgo y al Dr.
Abelardo Manduley. La muerte de este último dejó muy consternada a la
sociedad holguinera.
En otros lugares del término también se produjeron
acciones: así están las ocurridas en Pontón, en el Barrio de San Agustín y en
el poblado de San Andrés. Este último lugar los pronunciados lo lograron
tomar y que por ser sus vecinos seguidores del Partido Conservador (del que
era su líder el General Menocal), los contrarios quemaron al poblado no sin
antes hacer bailar “La
Chambelona”al Cura Párroco de la localidad en la puerta de
la iglesia.
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Holguín era esencialmente liberal, por lo
tanto, contrario al General Menocal.
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Siendo el Término de Holguín esencialmente liberal,
sufrió más que ningún otro término de la República las consecuencias de su alzamiento.
Así el Alcalde Miguel I. Aguilera fue despojado de su puesto y entregado ese
a un Concejal de afiliación Conservadora, don Salvador Torralbas Rubio;
también el Liberal, Moisés Angulo, tuvo que entregar la Jefatura de la Policía Municipal
a Herminio Luque Campins y fueron cesanteados los empleados seguidores del
partido Liberal, entre ellos Sigifredo Urbino, Carlos Sera, Manuel Vendrell,
Nicanor Manduley, Arturo Urbino, Mariano Zayas, Rafael peña, Roque Drigg,
Ramón Ruíz y Ladislao Cordoví. Sus puestos fueron entregados a conservadores
y asimismo fue designado el Dr. Oscar Cancio Estévez, Registrador Mercantil
de Holguín, don Agustín Calderón, Fiscal del Partido cuando renunció el Dr.
Francisco Agramonte Serra. Asimismo renunciaron de las suplencias de los
Juzgados: Ángel Rodríguez García, Miguel Penín Cruz y Manuel Dositeo
Aguilera. Fue designado el Dr. Héctor Poveda como veterinario Municipal y
designado como Comandante Militar de la zona de Holguín: justo Cuza Hadfeg.
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El Partido Conservador, que siempre fue
minoría en Holguín, se divide en dos bandos. Atacado el Alcalde en funciones
en los corredores del Liceo
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El Partido Conservador, que siempre fue minoría en
Holguín, después de “la
Chambelona”, se divide en dos tendencias. Una fue la de
Pedro Rojas, que era amigo de la violencia, y la otra, la de Panchito
Fernández y Agustín Ochoa, amigos del orden dentro del desorden en que
militaba su partido, al extremo de verse don Agustín Ochoa, Alcalde en
funciones, atacado a tiros por los partidarios de Pedro Rojas y luego atacado
el Alcalde en los corredores del Liceo por el Capitán Arsenio Ortiz, que se
desempeñaba entonces como Supervisor Militar de Holguín y que directamente
intervenía en todos los asuntos locales. Aunque, honrado es decirlo, esa
agresión no se debió a la política, sino a que el Alcalde Ochoa, también un
hombre violento, mantenía bajo su protección a Napoleón Farrán, quien
manejaba la Administración
Municipal y a los empleados públicos del Término a su
antojo, tanto que Farrán se hizo rico (y de él volveremos a hablar ahora
mismo). Finalmente el Capitán Ortiz llamó la atención al Alcalde sobre su
favorecido Farrán y este respondió groseramente, entonces el Capitán Ortiz lo
agredió.
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Napoleón Farrán
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La fortuna mal adquirida por Napoleón Farrán fue la
causa de un bochornoso litigio familiar ocurrido años después. Consistió ese
en que muerto Farrán, la amante de él, que para entonces se había convertido
en su legítima esposa, se casó con el amante de ella y fue él quien disfrutó
el dinero del difunto, pero los hijos Farrán no estaban de acuerdo y
acudieron a los tribunales. Solo que demoraron tanto los Tribunales en llegar
a una sanción definitiva que sería esa la historia de nunca acabar.
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Muere un Juez llevándose a la tumba la firme
convicción de haber sido el autor de la muerte de un hombre. Y otras muertes
naturales y por asesinato ocurridas en Holguín.
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Así también muere Paco Menchero sin casi haber podido
disfrutar de su Acta de Representante, cumpliéndose con su muerte la profecía
de Manuel Planas Rodríguez del Rey, quien al verse derrotado fraudulentamente
le había dicho a Paco Menchero que muy pronto le sustituiría en la Cámara.
Asesinan a Pedro Cedeño para robarle, siendo los que le
dieron muerte Antonio Rafuls Zaldívar y Lorenzo Pifferrer. Sin embargo estos
pudieron escapar de la justicia gracias a la complicidad de sus custodios y
al desorden político reinante. Uno de ellos se refugió en España y el otro en
la América.
En la noche del 31 de Enero de 1923 en Cifuentes
asesinan al matrimonio integrado por don José Asencio y doña Josefa García
Macías y también al hijo de crianza de aquellos. La causa, según voz del
pueblo, fue robarles comprometedores pagarés. Acusan a los holguineros Pedro
Sánchez Maldonado y Enrique Trenard, pero todo el mundo los considera
inocentes y asimismo dicen que los verdaderos asesinos fueron Sebastián Mesa,
Manuel Guerra y Manuel Barciela, los tres de pésimos antecedentes. El primero
ya había dado muerte a Ramón, un cantinero del Café “Victoria”. Ninguno de
los tres fue llevado a juicio pero pagaron sus crímenes quizás de la mano de
Dios. Preso por otra causa y cuando había enloquecido totalmente, a Sebastián
Mesa le aplicaron la Ley
de Fuga en la Isla
de Pinos; Manuel Guerra murió años más tarde de tifus negro después de
padecer una espantosa agonía durante la que a gritos pedía perdón a todas sus
víctimas; y el tercero, Manuel Barciela, murió violentamente en la zona de
Guantánamo. Nunca aparecieron los supuestos pagarés y menos se supo el nombre
de los autores intelectuales del hecho.
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Consecuencias del Partido Conservador en la Alcaldía de Holguín
después de la Chambelona. Arsenio
Ortiz y otros matones como él en el Término. Pedro Rojas Cano, el peor de
todos.
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El desorden político posterior a La Chambelona produjo
estancamiento moral y económico en Holguín, y asimismo y quizás lo peor:
persecuciones, vejaciones, maltratos y prisiones, además de inmunidad por la
presencia entre los holguineros del Capitán Arsenio Ortiz y otros matones de
oficio que fueron enviados a la
Ciudad.
Estos matones (y también los de otros lugares), el
Presidente Menocal ya los usaba desde su reinado como Administrador del
Central Chaparra, solo que ahora les pagaba por nóminas del Estado. Sin
embargo ha de considerarse el peor matón a Pedro Rojas Cano.
Era este hombre holguinero de cuna, libertador e hijo
de libertadores de la Patria,
pero aún así se declaró enemigo número uno de los Liberales.
Su odio se acentuaba cuando estaba bajo los efectos del
alcohol, que era cuando la camarilla que lo seguía, lo estimulaba a
transformar la tranquila y sucia población de Holguín en un típico pueblo del
Oeste de los Estados Unidos, tal como pintan a esos pueblos los productores
de películas.
Pedro Cano Rojas llegó al extremo de atacar a tiros y
destruir a una imprenta por el solo motivo de que su dueño era Liberal,
intentó quemar una farmacia por el mismo motivo y, definitivamente, obligó a
los liberales de Holguín a esconderse en sus propios hogares por días y
noches durante meses y a otros a exiliarse en el Hospital Civil. Incluso,
este individuo celebró elecciones por su cuenta en 1ro de Noviembre de 1918.
En ellas, obviamente, triunfaron los que él mismo había designado.
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Las Elecciones celebradas en Holguín por
Pedro Rojas Cano.
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Esas fueron las del 1ro de Noviembre de 1918 y se
efectuaron en el hogar del odiado individuo, situado en la Calle de Martí, esquina a
la de Mártires, exactamente frente a las Oficinas del Noveno Distrito Militar
que dirigía entonces un distinguido e intachable militar, el Coronel Julio de
Cepeda, sin embargo éste no pudo hacer nada al ver cómo a la casa de Pedro
Rojas Cano llegaron las Boletas electorales y la documentación aportada por
los distintos Colegios Electorales del Término.
Para lograr su propósito, Pedro Rojas Cano y sus
secuaces confeccionaron falsos Registros Electorales en los que se incluyeron
nombres de libertadores y también otros imaginarios, muchos de ellos seguidos
de palabras obscenas. Terminadas las votaciones, los miembros de las
distintas Mesas fueron hasta la casa del delincuente y allí firmaron los
resultados y eso no lo sabía el pueblo, pero sí lo sabía muy bien el Juez que
presidía la Junta Municipal
Electoral, Dr. Miguel García Albacet, pero este no protestó y no fue por
complicidad sino por el pánico que el pobre y viejo juez le tenía a los
matones de Pedro Rojas Cano, entre los que se encontraban los hermanos
Aparicio, Pérez Gil, Sebastián Mesa y el viejo Varona.
Los triunfadores fueron el propio Pedro Rojas Cano para
Representante a la Cámara
con 143 135 votos y para el mismo puesto Elpidio Pérez Martínez, quien había
sido chambelonero, pero ahora era amigo de Rojas Cano. Como Concejales del
Ayuntamiento aparecen por la
Columna en Blanco, o sea, que no iban por ningún partido,
Francisco Menchero Mederos, con 30 061 votos; Justo Cuza Hadfeg, con 30 061
votos; Apolinar González Machado, con 28 740 votos y Fermín Torralbas Lora,
con 18 404.
Asimismo sucedió que el maestro de escuela, don Antonio
Gutiérrez, al dirigirse al local de su propia escuela, en el poblado de San
Andrés, que era el lugar donde funcionaba un Colegio Electoral, el Presidente
de la Mesa le
entregó una Boleta de Muestra. Gutiérrez protestó pero le dijeron que eran
las enviadas a los distintos Colegios, entonces aquel tomó una silla y
subiéndose en ella fue quitando de la pared los retratos de los libertadores
que adornaban el lugar a la vez que decía a los asombrados Miembros de la Mesa que “ellos han sido
guía e inspiración a mi labor educacional y ejemplo para mis alumnos, por su
sacrificio y por su amor a la
Patria esclava, por ello no quiero que a su presencia y
menos presidida por ellos, se comentan por manos cubanas estos bochornosos
fraudes electorales”.
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12 de Abril de 1920: muerte de Pedro Rojas
Cano
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Tanto mal hizo Pedro Rojas Cano hasta que un día sus
amigos y amigos, lo mismo civiles que militares, lanzaron el grito de ESTÁ
BUENO YA. El grito llegó al Palacio Presidencial (cuando ya Menocal lo había
abandonado) y desde allí salió la orden de que manos militares le dieran
muerte en los portales de Holguín.
[Dice Pepito García Castañeda en su libro “La Municipalidad
holguinera”] Fui testigo de la muerte de Pedro Rojas Cano: el matador fue el
Cabo Pérez Martell. Acompañaban a Rojas Cano el día de su muerte Ernesto
Asencio Díaz, Baldomero Pérez Gil y Juanito Cruz, todos de pésimos
antecedentes.
Después de su muerte aparecieron escritos en la prensa
capitalina, destacándose entre esos el del Dr. Orestes Ferrara. Dijo Ferrara
que “siendo Presidente de la
Cámara de Representantes, vio llegar muchas veces a hombres
que se las daban de guapos, defensores del régimen de Menocal, embriagados
casi siempre, portando revólveres y haciéndose acompañar de habituales guapos
de oficio”.
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Prensa desde 1900
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