Los
canarios que llegaban por el puerto de Gibara generalmente arrendaban o
compraban tierras en la Sierrita
cercana, sin embargo aquellas no son apropiadas para obtener productos en
abundancia para el comercio; lo más que podían conseguir era la subsistencia
diaria: quizás unos plátanos y otras viandas, maíz probablemente y a la crianza
de unos pocos animales. Cuando la suerte los acompañaba vendían algo en el
puerto cercano[1].
La
villa de Gibara también les ofrecía trabajo en los muelles, los almacenes, las
construcciones y en el mantenimiento del camino que unía a Gibara con Holguín. Pero
estos últimos no eran como para dedicarse a ellos toda la vida, sobre todo
porque generalmente eran ocupaciones circunstanciales. De ahí que la Sierrita de Gibara fuera un
refugio más seguro y por eso se fue poblando de canarios.
Pero
la agricultura del lugar estaba llena de muchos inconvenientes, primero, porque
no tenían agua para regadíos, e incluso, tampoco para el consumo humano. No hay
allí ríos ni lagunas, e incluso, es imposible hacer pozos porque el agua
subterránea está bajo una gruesa capa de piedra. Lo que sí hay son furnias, o
sea, unos pozos naturales que tienen agua a más de treinta metros de
profundidad. Al parecer se trata de un río subterráneo que arrastra muchas
sales minerales, por lo que el agua no es utilizable para la agricultura.
Hoy, como era antes, en la Sierra de Gibara se sigue cultivando entre piedras |
En
geografía como la descrita, la ganadería tiene muy precisos límites. En primer
lugar, tenían que ser animales acostumbrados a este terreno escabroso y lleno
de orificios. La falta de agua era (y es), otro serio problema para la crianza
de animales. Desde entonces y hasta hoy es frecuente ver a un campesino o a un
grupo de ellos conduciendo las reses hasta un arroyo de la zona llana para que
los animales beban. Reses estas que gracias a los canarios, se acostumbraron a
vivir entre los barrancos.
Tampoco
pudieron los canarios de Candelaria cosechar ninguno de los dos cultivos
fundamentales para la exportación durante la primera mitad del siglo XIX, el
tabaco y la caña de azúcar[2]. A
ellos no les quedó otra alternativa que sembrar los otros únicos productos que
se podían vender fuera de las fronteras de su barrio: el maíz y el plátano[3].
Al
finalizar la guerra independentistas de 1895 en otras zonas cercanas se
asentaron grandes compañías azucareras norteamericanas, por lo que en los
alrededores del puerto decayó ese cultivo y también el del tabaco. Es entonces
cuando el maíz y el plátano se convierten en los principales productos
comerciales de la zona. Estos productos gibareños adquirieron gran fama en todo
el país por su indudable calidad.
Es
ese el periodo en que prosperan los grandes platanales y maizales en
Candelaria. Peculiar era la imagen que ofrecían (y que ofrecen) los platanales
que airosos crecen entre los pedregales. Y a su lado la delgadez dura de la
planta del maíz.
Muy
pronto los canarios pasaron del cultivo de subsistencia a la comercialización
de sus productos en La Habana. Esto
fue posible por el desarrollo de la navegación de cabotaje. Había varias líneas
regulares de navíos entre La
Habana y puertos del resto de la isla. Todas ellas arribaban a Gibara, y lo que era
más importante, el desarrollo tecnológico alcanzado por la navegación disminuyó
el tiempo de recorrido entre La
Habana y Gibara, por lo que los plátanos que se recogían en la Sierra de Gibara o
Candelaria llegaban en buen estado a La Habana donde los compradores literalmente los
arrancaban de las manos de los comerciantes.
[1] En la primera mitad del siglo XIX en el puerto se vendían estos productos para
el consumo de la población, las tripulaciones y los pasajeros de los buques que
arribaban a los muelles. En esos años ni el plátano ni el maíz se había
convertido en un elemento de exportación.
[2] En la zona llana de los alrededores del puerto de Gibara
era el cultivo fundamental para la exportación, el tabaco y la caña de azúcar.
Sin embargo, esta situación varió a lo largo del siglo XIX. El tabaco gibareño
no era de mucha calidad, sobre todo porque las tierras no eran óptimas para ese
cultivo y por la falta de tradición en los cultivadores. Fue esa la causa por
la que las grandes compañías tabacaleras
estadounidenses no fijaran su atención en el tabaco producidos en estos
lugares.
[3] En la primera mitad del siglo XIX en Gibara
hubo una verdadera explosión del llamado plátano fruta. Este territorio llego a
convertirse en uno de los mayores exportadores de este tipo de plátano en Cuba
en los momentos en que la isla alcanzaba cifras importantes en la venta de ese
producto. Pero en Candelaria esta variedad de plátanos no progresó.
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