Prensa desde 1900

20 de febrero de 2020

Irienú



Por César Hidalgo Torres
Para los holguineros u holguinenses actuales el nombre de Maniabón provoca un temblor leve como el de un sueño que hace mucho ya nadie tiene. Nada nos liga ni nos obliga a lugar con tal nombre y si el fisgoneador pregunta es posible que algún vecino asegure que no hay lugar alguno que se llame así. Sin embargo, dicen, pertenecía la comarca a la provincia de ese nombre, si es que finalmente aceptamos que los aborígenes tenían el territorio dividido de esa forma o de una semejante, que a los españoles les parecieron provincias. Asimismo se encuentra fácilmente a algún vecino con un poco más de información que recuerda que Lomas de Maniabón se llama un extenso grupo de elevaciones que atraviesan la jurisdicción como columna vertebral con vertebras muy dislocadas.
De quien todos callan, para evitar alguna minuciosa genealogía que lo acuse de descendiente, es de Francisco Morales, individuo ese que avergüenza todavía por la violencia con que mató indios y fornicó mujeres en una campaña sobre los indios maniobenses que llevó a cabo después de la llegada de Diego Velázquez.
Y de Irienú tampoco sabe nadie, con la sola excepción de Juan Albanés que en una crónica de la vieja y olvidada historia de Holguín lo menciona y dice que era un cacique de la comarca que ayudó a García Holguín en la colonización. Al parecer era un indio mezcla de blanco y aborigen, descendiente quizás de un soldado de la expedición del cruelísimo Francisco de Morales. No hay datos que confirmen lo anterior.

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