Por: María Julia Guerra y Edith Santos
Pedro Vázquez Hidalgo |
En
una reunión de conspiradores nadie averigua quién es quién, y eso fue lo que
ocurrió entre José Martí y el para entonces legendario
holguinero Pedro Vázquez Hidalgo, quien a puro fuego había alcanzado el grado
de Comandante en la Guerra
de los Diez Años.
Era
el año 1879. En La Habana
también se preparaba la nueva guerra que dirigía desde Nueva York el Comité
Revolucionario Cubano, encabezado por Calixto García, a pesar que en la Isla no
todos estaban de acuerdo en que la dirección estuviera tan lejos. Ignacio
Zaragoitía logró que el coronel Pedro Martínez Freire, activo conspirador
oriental quien se encontraba casualmente en la capital, citara a los
representantes de diez clubes secretos de La Habana. Acudieron a la reunión del
18 de marzo, además de Zaragoitía y Martínez Freire, José Martí (que usaba el seudónimo de Anáhuac), en representación de los
clubes 1 y 2, y los conspiradores Salvador Enamorado Lorié, Pedro Vázquez, I. Monsón,
F. Martínez, Manuel Cardet, Matías Vega, Guillermo
Tell, Tres de Abril, F. N. Hernández, Juan del Castillo, Cubanacán, Villa Clara, E. Rovira,
Emilio E. Guzmán, Manzán, Sinaí, Someruelos, José L. Castillo,
Ignacio Pujol (Scévola) y Lebren.
Se acordó
“la Constitución
de un Centro Provisional en esta Isla que, de acuerdo con el constituido en
Nueva York (...) tenga sin embargo facultades propias y bastantes para la
adopción de cuantas medidas crea convenientes”[1].
Usaron
de la palabra Martí, Lorié, José Luis Castillo y Zaragoitía, y “(…) conformes
unánimemente todos los concurrentes, quedó definitivamente acordada la
constitución de un Centro en la
Isla que con el nombre de ‘Club Central Revolucionario
Cubano’ fijaría su residencia en La Habana...”[2]
Sin embargo el acuerdo no fue unánime, pues Martí con extraordinaria visión
política, antes de estampar su firma con significativas reservas, hizo que se
aclarara que “se crea este Centro para auxiliar activamente la Revolución, sin entrar
a discutir las bases y relaciones de Gobierno que fija”[3].
La
dirección del recién fundado Club quedó conformada por Ignacio Zaragoitía,
presidente; José Martí, secretario; Ignacio Pujol, vicesecretario; e Ignacio
Piedrahita, asistido por José L. Castillo.
No
es ocasión para hablar del Club sino de la reunión en la cual se creó y a la
que asistieron José Martí y Pedro Vázquez.
Sin
duda que Pedro Vázquez supo quién era Martí, o de otra forma no lo hubiera
aceptado como secretario del Club, sin embargo, Martí no tuvo la posibilidad de
conocer al holguinero.
Nueve
años más tarde, en el Masonic Temple de Nueva York, del 10 de octubre de 1888,
en su discurso en conmemoración del XX aniversario del grito de independencia, Martí hablaba
de Pedro Vázquez, (sin decir que lo había conocido o por lo menos visto en
aquella reunión de La Habana):
Hoy
mismo, evocando recuerdos, me hablaba nuestro presidente[4]
de lo que en Cuba presenció un ilustre irlandés. Era la noche. Era la victoria.
Teas de júbilo ciñeron de pronto la hoya donde vigilaba el campamento de
Calixto García Iñiguez. Ya se acercan los triunfadores, los que han quitado al
contrario tres cornetas, diecinueve fusiles, ochenta vidas. En la procesión
venía, levantado de los codos sobre su camilla, un niño glorioso. Traía la
pierna atravesada. Era horrenda la boca de la herida. Parecía enmarañada y
negruzca, un bosque de sangre. El dolor le iba y le venía al niño herido, a
Pedro Vázquez, en olas de muerte por el rostro. Todos lo rodeaban con ternura.
No bajaba la cabeza. No abría el puño cerrado. Los labios, apretados, para que
no se le saliese la queja. Al irlandés le pareció el niño sublime. ¡Nosotros
somos, y nadie nos podrá arrebatar la honra de ser, nosotros somos como el niño
del campamento!”.[5]
Martí
se refiere lo que contó el periodista irlandés James J. O’Kelly en su libro La tierra del mambí. Pedro Vázquez fue
herido de gravedad en la acción que libró el 3 de marzo de 1873 el coronel
Limbano Sánchez contra la guerrilla del regimiento Bailén en las cercanías de
Jiguaní.