Cantante,
guitarrista y compositora. (Moa, 20 de noviembre de 1964). Su formación musical
es autodidacta. Posee un amplio repertorio de su autoría, esencialmente de
canciones infantiles. Junto a su esposo, el poeta y trovador Fernando Cabrejas,
realizó programas musicales para niños en la emisora local con los que obtuvo
importantes premios. Ha actuado en escenarios de Cuba e Islas Canarias.
Edelys Loyola-Conciertos muchachos-Espacio A guitarra limpia-Centro cultural Pablo de la Torriente Brau:
La conocí hace casi 20 años, entonces Paco estaba en el hit parade
de los vespertinos de mi seminternado. Me pareció algo muy grande
tenerla en la sala de mi casa, tanto que le mostré mis libros de poesía,
le enseñe mis textos, unos garabatos insulsos que soñaba publicados
cuando fuera una gran escritora.
Edelis Loyola, la que compuso La piñata, la del Patio de Gabriela en su concepción original, la misma de El piojo, vivía ahí cerquita y se decía que en Cuba, en cuanto a música infantil, estaban Teresita, Liuba o Ada Elba y luego ella.
Durante años coincidimos en diferentes circunstancias, pero solo ahora, cuando vuelvo a cantar sus canciones, esta vez para mi hija, tengo chance de preguntarle a la cantautora de música para niños, y la aprovecho…
¿De dónde llega la música?
-La música me llega desde que estaba en la barriga de mi mamá. A ella le gustaba cantar y mi padre tocaba la guitarra y cantaba las canciones de Sindo y Corona. Él me enseñó los primeros acordes. Recuerdo que en casa teníamos un tocadiscos y aunque era muy pequeña no me despegaba de su lado cantando los temas de Teresita Fernández y hasta Los Van Van. Tuve una infancia llena de música, pero creo que con eso se nace.
Hace más de 20 años comenzaste a componer para niños ¿cuál fue el motivo?
-Realmente fue una necesidad para entretener a mis hijos. No teníamos televisor y llegó un momento en que se me agotó el repertorio de canciones que sabía. Eso me dio motivos suficientes para crear los primeros temas que al principio solo les cantaba a ellos. Después fui dándome cuenta de la importancia de componer para los niños, además del placer enorme que me causaba.
Me encantan los niños. Disfruto cada una de sus travesuras y ocurrencias, quizás por todo eso elegí este difícil pero hermoso camino.
Creo en ellos. Porque sé que detrás de cada carita hay un universo por descubrir. Los niños son como esponjas que todo lo absorben, por eso intento a través de mis canciones darles herramientas para que aprendan a andar por la vida descubriendo cosas. Y aunque trato de mostrarles todo lo que puedo, son ellos los que terminan sorprendiéndome a diario con su capacidad y sabiduría.
Además no hay nada más hermoso que la alegría de los niños al cantar, es un verdadero acto de poesía, por eso hacer canciones para ellos se ha convertido en una forma de auto expresión sin límites, porque sé que es el público más exigente, pero también el más agradecido.
¿Prefieres cantar tus canciones o que lo hagan otros intérpretes?
-Disfruto mucho cuando canto mis canciones, aunque reconozco que cuando escucho a Liuba cantando El Piojo y a los niños tarareando Paco, me siento igual de feliz, porque las canciones son como los hijos: uno los pare y los cría pero después ellos toman su propio camino.
Tengo muchos amigos cantautores y actores de teatro que tienen mis canciones incorporadas en sus repertorios, y eso me alegra. Ojalá se embullaran y grabaran un disco con mis temas, eso sí, me gustaría poder disfrutarlo, que no sea póstumo…
Perteneces al Movimiento de la Canción Infantil Latinoamericana ¿cuál consideras que es tu aporte a este?
-He aportado mi manera de decir las cosas, el lenguaje que empleo, con ternura pero sin ñoñerías, tocando temas poco tratados como El piojo y El chinito. Lo que emigró desde China para quedarse a vivir en Moa; el sentido del humor sin caer en groserías y mostrando la identidad de mi pueblo natal, mezclando todo eso con lo didáctico y lo lúdico.
Una de las tradiciones más antiguas de los pueblos es la de jugar cantando, pero además de eso he querido agregar a mis canciones elementos que permitan jugar, cantar y aprender, porque la canción dirigida a los niños debe ser entretenida y mágica, pero con valores esenciales para su formación.
¿Qué pasa con la producción discográfica?
-La verdad, no sé. Sería bueno preguntarle a las disqueras cubanas. Voy a cumplir 50 años y no tengo un disco grabado, pero eso le ha pasado a tanta gente en Cuba que a mí no me llena de susto.
Debe ser porque a casi nadie le interesa hacer discos para niños. La producción discográfica de este tipo es casi inexistente. Todo es una mentira, la música infantil ha sido condenada a vivir underground, arrinconada en las programaciones radiales, de TV y espectáculos.
En Cuba, de cada 100 discos que hacen las disqueras, con suerte, uno o dos son para niños. Pero no todo queda ahí, falta un compromiso para difundir este género. Con él y la música campesina ha prevalecido la indolencia, prácticamente nadie la apoya, nadie la rescata, es parte de un juego donde eventos y festivales son inútiles, solo para evocarla tres días al año y nada más.
¿Cómo recuerdas proyectos como El Patio de Gabriela?
-El Patio de Gabriela lo recuerdo con una mezcla de alegría y dolor, para suerte o desgracia todas las cosas llegan juntas y cuando comenzamos a grabar yo tenía programada una gira por España y Las Islas Canarias. La grabación no podía detenerse y me vi en la penosa necesidad de no poder continuar en el programa, algo que con tanto amor y trabajo había creado para los niños desde Moa.
Lo quiero como una parte más de mi obra, pienso que fue un programa que hacía falta en la Televisión Cubana y que llegó en un momento importante, donde las propuestas para niños eran escasas, y funcionó ,porque atrajo la atención de los pequeños y se identificaron con él.
¿Qué te dio más placer como realizadora Radial y que te aportó?
-La Radio es una de las cosas que más he disfrutado. En ella uno se traslada a otra dimensión. Cuando trabajé en la Voz del Níquel (www.lavozdelniquel.icrt.cu), las horas parecían minutos, toda esa magia mezclada con la espontaneidad de los niños parecía un sueño maravilloso.
Escribir un guión semanal, componer las canciones del programa y ensayar con los niños era agotador, pero fascinante, a pesar de todo eso fue lo que más disfruté, y por supuesto, los premios al trabajo realizado y al esfuerzo de mis hijos y los demás niños que resistían largas horas de grabaciones pues La Piñata y Juega mi Canto fueron programas multipremiados en los diferentes Festivales de la Radio en Cuba.
La emisora me aportó muchísimo, sobre todo, a ganar en rigor y disciplina, trabajar en colectivo y lograr esa empatía entre el realizador y el oyente.
Probablemente tu canción más conocida en Cuba sea La Piñata. Muchos recuerdan a Verónica y quizás menos a ti. ¿Cómo te hace sentir eso?
-Creo que eso es normal, Verónica con su gracia y espontaneidad de niña en aquel momento conquistó al público, yo lo disfruté mucho. Ese año la Piñata fue la canción más popular del programa de televisión Arcoíris Musical, uno de los pocos que se ha preocupado por defender los musicales para niños en TV. Pero el propósito del concurso era difundir la obra de autores musicales para niños y nadie mejor que ellos para interpretar esas canciones. Me interesa más componer para los niños y que ellos canten y cuenten con ellas, que la incorporen a sus juegos y a la vida cotidiana, con eso ya soy feliz, no me preocupa en lo absoluto vender mi imagen.
¿Cómo influye en tu carrera tener un esposo trovador y una hija flautista?
-Mi familia es lo más grande que tengo, doy gracias a Dios por el esposo y los hijos que me acompañan, somos gente apasionada, el proyecto de uno es el de todos, nos involucramos y trabajamos unidos, aportando soluciones y dando ideas, aunque también hay sus discusiones, pero hasta eso es positivo, porque de toda esa tormenta salen buenas cosas. Edelita y Fernando han aportado mucho a mi carrera, no solamente desde el lado afectivo, que ya es suficiente, sino desde el plano profesional. Mi casa es un taller de creación que no para gracias a ellos.
¿Qué ha significado para ti Moa, Holquín, Cuba?
Mi gran escuela para enfrentar la vida fue Moa, allí nací y guardo los mejores recuerdos, mis amigos, mi familia, de ahí salí llena de energía y con las armas necesarias para seguir andando este difícil camino que es crear para los hombres y mujeres del mañana.
Holguín fue un paso importante en nuestras vidas, teníamos la sede de la UNEAC, Casa de la Trova, Televisión, y todo fluyó positivamente, los años que allí viví fueron realmente inolvidables, conocí a muchos artistas holguineros y extranjeros, participé en varios eventos y me sentí realizada como creadora, tenía dos espacios fijos en la ciudad y el amor de niños y padres que me seguían cada domingo. Tengo nostalgia por esos tiempos.
Hace cuatro años vivo fuera de Cuba y aunque estoy rodeada de bellos y elegantes edificios, sigo amando a mi país. Con la distancia se extraña todo hasta la cola del pan, los piropos y esa manera de ser tan especial que tenemos los cubanos. Aún sigo creyendo que no hay tierra como la nuestra.
¿Te sientes o te sentiste alguna vez víctima del fatalismo geográfico?
-¡¿Fatalismo?! No, nunca. Vivir en Moa no impidió que hiciera todo lo que he querido hacer en la vida, radio, televisión, viajar en más de cuatro ocasiones a España e Islas Canarias, conocer a amigos y artistas importantes y dar a conocer mi obra donde quiera que me he parado.
Yo no creo en eso. Está más que demostrado que uno puede ser universal desde cualquier sitio. Comencé en Moa cantando mis canciones, al lado de las minas y fábricas de níquel, y ahora estoy aquí en otras minas, estas de cobre, cantando siempre a los hijos de los mineros, parece que ese será mi sino, pero donde quiera que esté voy a seguir creando y defendiendo lo que hago.
¿Cuáles son tus proyectos y empeños más inmediatos?
-Mi proyecto más inmediato es seguir creando, darme a conocer en Chile. He comenzado a actuar en diferentes espacios y me ha ido muy bien. Junto a otros artistas chilenos creamos un proyecto que nombramos Encuentro de dos Américas, es una especie de intercambio cultural entre los pueblos de Cuba y Chile. Igualmente fui invitada al 3er Encuentro de la Libre Expresión Artística Violeta Parra y dentro de poco tendré mi espacio fijo en el jardín botánico de Viña del Mar para continuar mi trabajo en la peña ¨ Dibujando La Melodía¨, donde tendré como invitados especiales: el Coro de Niños Cantores de Viña del Mar, con los que tengo otros proyectos hermosos, los cuales me voy a reservar para la próxima entrevista.
¿Qué crees de la trascendencia?
-Creo que a todo creador le gusta que su obra trascienda, aunque no siempre es así. Pero a mí más que trascender me interesa que mi obra funcione ahora y que cumpla su acometido, lo demás solo el tiempo lo dirá.
¿Qué esperas o deseas que suceda con tu música?
Lo que más deseo es que los niños sigan cantando, jugando y aprendiendo con la música que he creado para ellos, que la musa me visite como hasta ahora, para sorprenderlos cada vez con más y mejores canciones.
Aunque no me gustaría que mi música quedara grabada en la memoria del viento, sostengo que la obra es lo principal, porque es lo que va a quedar después que yo no esté, pero me queda mucho por hacer, y aún pueden abrirse las constelaciones.
Edelis se abre a las constelaciones
- Por Liset Adela Prego Díaz
Edelis Loyola, la que compuso La piñata, la del Patio de Gabriela en su concepción original, la misma de El piojo, vivía ahí cerquita y se decía que en Cuba, en cuanto a música infantil, estaban Teresita, Liuba o Ada Elba y luego ella.
Durante años coincidimos en diferentes circunstancias, pero solo ahora, cuando vuelvo a cantar sus canciones, esta vez para mi hija, tengo chance de preguntarle a la cantautora de música para niños, y la aprovecho…
¿De dónde llega la música?
-La música me llega desde que estaba en la barriga de mi mamá. A ella le gustaba cantar y mi padre tocaba la guitarra y cantaba las canciones de Sindo y Corona. Él me enseñó los primeros acordes. Recuerdo que en casa teníamos un tocadiscos y aunque era muy pequeña no me despegaba de su lado cantando los temas de Teresita Fernández y hasta Los Van Van. Tuve una infancia llena de música, pero creo que con eso se nace.
Hace más de 20 años comenzaste a componer para niños ¿cuál fue el motivo?
-Realmente fue una necesidad para entretener a mis hijos. No teníamos televisor y llegó un momento en que se me agotó el repertorio de canciones que sabía. Eso me dio motivos suficientes para crear los primeros temas que al principio solo les cantaba a ellos. Después fui dándome cuenta de la importancia de componer para los niños, además del placer enorme que me causaba.
Me encantan los niños. Disfruto cada una de sus travesuras y ocurrencias, quizás por todo eso elegí este difícil pero hermoso camino.
Creo en ellos. Porque sé que detrás de cada carita hay un universo por descubrir. Los niños son como esponjas que todo lo absorben, por eso intento a través de mis canciones darles herramientas para que aprendan a andar por la vida descubriendo cosas. Y aunque trato de mostrarles todo lo que puedo, son ellos los que terminan sorprendiéndome a diario con su capacidad y sabiduría.
Además no hay nada más hermoso que la alegría de los niños al cantar, es un verdadero acto de poesía, por eso hacer canciones para ellos se ha convertido en una forma de auto expresión sin límites, porque sé que es el público más exigente, pero también el más agradecido.
¿Prefieres cantar tus canciones o que lo hagan otros intérpretes?
-Disfruto mucho cuando canto mis canciones, aunque reconozco que cuando escucho a Liuba cantando El Piojo y a los niños tarareando Paco, me siento igual de feliz, porque las canciones son como los hijos: uno los pare y los cría pero después ellos toman su propio camino.
Tengo muchos amigos cantautores y actores de teatro que tienen mis canciones incorporadas en sus repertorios, y eso me alegra. Ojalá se embullaran y grabaran un disco con mis temas, eso sí, me gustaría poder disfrutarlo, que no sea póstumo…
Perteneces al Movimiento de la Canción Infantil Latinoamericana ¿cuál consideras que es tu aporte a este?
-He aportado mi manera de decir las cosas, el lenguaje que empleo, con ternura pero sin ñoñerías, tocando temas poco tratados como El piojo y El chinito. Lo que emigró desde China para quedarse a vivir en Moa; el sentido del humor sin caer en groserías y mostrando la identidad de mi pueblo natal, mezclando todo eso con lo didáctico y lo lúdico.
Una de las tradiciones más antiguas de los pueblos es la de jugar cantando, pero además de eso he querido agregar a mis canciones elementos que permitan jugar, cantar y aprender, porque la canción dirigida a los niños debe ser entretenida y mágica, pero con valores esenciales para su formación.
¿Qué pasa con la producción discográfica?
-La verdad, no sé. Sería bueno preguntarle a las disqueras cubanas. Voy a cumplir 50 años y no tengo un disco grabado, pero eso le ha pasado a tanta gente en Cuba que a mí no me llena de susto.
Debe ser porque a casi nadie le interesa hacer discos para niños. La producción discográfica de este tipo es casi inexistente. Todo es una mentira, la música infantil ha sido condenada a vivir underground, arrinconada en las programaciones radiales, de TV y espectáculos.
En Cuba, de cada 100 discos que hacen las disqueras, con suerte, uno o dos son para niños. Pero no todo queda ahí, falta un compromiso para difundir este género. Con él y la música campesina ha prevalecido la indolencia, prácticamente nadie la apoya, nadie la rescata, es parte de un juego donde eventos y festivales son inútiles, solo para evocarla tres días al año y nada más.
¿Cómo recuerdas proyectos como El Patio de Gabriela?
-El Patio de Gabriela lo recuerdo con una mezcla de alegría y dolor, para suerte o desgracia todas las cosas llegan juntas y cuando comenzamos a grabar yo tenía programada una gira por España y Las Islas Canarias. La grabación no podía detenerse y me vi en la penosa necesidad de no poder continuar en el programa, algo que con tanto amor y trabajo había creado para los niños desde Moa.
Lo quiero como una parte más de mi obra, pienso que fue un programa que hacía falta en la Televisión Cubana y que llegó en un momento importante, donde las propuestas para niños eran escasas, y funcionó ,porque atrajo la atención de los pequeños y se identificaron con él.
¿Qué te dio más placer como realizadora Radial y que te aportó?
-La Radio es una de las cosas que más he disfrutado. En ella uno se traslada a otra dimensión. Cuando trabajé en la Voz del Níquel (www.lavozdelniquel.icrt.cu), las horas parecían minutos, toda esa magia mezclada con la espontaneidad de los niños parecía un sueño maravilloso.
Escribir un guión semanal, componer las canciones del programa y ensayar con los niños era agotador, pero fascinante, a pesar de todo eso fue lo que más disfruté, y por supuesto, los premios al trabajo realizado y al esfuerzo de mis hijos y los demás niños que resistían largas horas de grabaciones pues La Piñata y Juega mi Canto fueron programas multipremiados en los diferentes Festivales de la Radio en Cuba.
La emisora me aportó muchísimo, sobre todo, a ganar en rigor y disciplina, trabajar en colectivo y lograr esa empatía entre el realizador y el oyente.
Probablemente tu canción más conocida en Cuba sea La Piñata. Muchos recuerdan a Verónica y quizás menos a ti. ¿Cómo te hace sentir eso?
-Creo que eso es normal, Verónica con su gracia y espontaneidad de niña en aquel momento conquistó al público, yo lo disfruté mucho. Ese año la Piñata fue la canción más popular del programa de televisión Arcoíris Musical, uno de los pocos que se ha preocupado por defender los musicales para niños en TV. Pero el propósito del concurso era difundir la obra de autores musicales para niños y nadie mejor que ellos para interpretar esas canciones. Me interesa más componer para los niños y que ellos canten y cuenten con ellas, que la incorporen a sus juegos y a la vida cotidiana, con eso ya soy feliz, no me preocupa en lo absoluto vender mi imagen.
¿Cómo influye en tu carrera tener un esposo trovador y una hija flautista?
-Mi familia es lo más grande que tengo, doy gracias a Dios por el esposo y los hijos que me acompañan, somos gente apasionada, el proyecto de uno es el de todos, nos involucramos y trabajamos unidos, aportando soluciones y dando ideas, aunque también hay sus discusiones, pero hasta eso es positivo, porque de toda esa tormenta salen buenas cosas. Edelita y Fernando han aportado mucho a mi carrera, no solamente desde el lado afectivo, que ya es suficiente, sino desde el plano profesional. Mi casa es un taller de creación que no para gracias a ellos.
¿Qué ha significado para ti Moa, Holquín, Cuba?
Mi gran escuela para enfrentar la vida fue Moa, allí nací y guardo los mejores recuerdos, mis amigos, mi familia, de ahí salí llena de energía y con las armas necesarias para seguir andando este difícil camino que es crear para los hombres y mujeres del mañana.
Holguín fue un paso importante en nuestras vidas, teníamos la sede de la UNEAC, Casa de la Trova, Televisión, y todo fluyó positivamente, los años que allí viví fueron realmente inolvidables, conocí a muchos artistas holguineros y extranjeros, participé en varios eventos y me sentí realizada como creadora, tenía dos espacios fijos en la ciudad y el amor de niños y padres que me seguían cada domingo. Tengo nostalgia por esos tiempos.
Hace cuatro años vivo fuera de Cuba y aunque estoy rodeada de bellos y elegantes edificios, sigo amando a mi país. Con la distancia se extraña todo hasta la cola del pan, los piropos y esa manera de ser tan especial que tenemos los cubanos. Aún sigo creyendo que no hay tierra como la nuestra.
¿Te sientes o te sentiste alguna vez víctima del fatalismo geográfico?
-¡¿Fatalismo?! No, nunca. Vivir en Moa no impidió que hiciera todo lo que he querido hacer en la vida, radio, televisión, viajar en más de cuatro ocasiones a España e Islas Canarias, conocer a amigos y artistas importantes y dar a conocer mi obra donde quiera que me he parado.
Yo no creo en eso. Está más que demostrado que uno puede ser universal desde cualquier sitio. Comencé en Moa cantando mis canciones, al lado de las minas y fábricas de níquel, y ahora estoy aquí en otras minas, estas de cobre, cantando siempre a los hijos de los mineros, parece que ese será mi sino, pero donde quiera que esté voy a seguir creando y defendiendo lo que hago.
¿Cuáles son tus proyectos y empeños más inmediatos?
-Mi proyecto más inmediato es seguir creando, darme a conocer en Chile. He comenzado a actuar en diferentes espacios y me ha ido muy bien. Junto a otros artistas chilenos creamos un proyecto que nombramos Encuentro de dos Américas, es una especie de intercambio cultural entre los pueblos de Cuba y Chile. Igualmente fui invitada al 3er Encuentro de la Libre Expresión Artística Violeta Parra y dentro de poco tendré mi espacio fijo en el jardín botánico de Viña del Mar para continuar mi trabajo en la peña ¨ Dibujando La Melodía¨, donde tendré como invitados especiales: el Coro de Niños Cantores de Viña del Mar, con los que tengo otros proyectos hermosos, los cuales me voy a reservar para la próxima entrevista.
¿Qué crees de la trascendencia?
-Creo que a todo creador le gusta que su obra trascienda, aunque no siempre es así. Pero a mí más que trascender me interesa que mi obra funcione ahora y que cumpla su acometido, lo demás solo el tiempo lo dirá.
¿Qué esperas o deseas que suceda con tu música?
Lo que más deseo es que los niños sigan cantando, jugando y aprendiendo con la música que he creado para ellos, que la musa me visite como hasta ahora, para sorprenderlos cada vez con más y mejores canciones.
Aunque no me gustaría que mi música quedara grabada en la memoria del viento, sostengo que la obra es lo principal, porque es lo que va a quedar después que yo no esté, pero me queda mucho por hacer, y aún pueden abrirse las constelaciones.
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