Por: Zenovio Hernández Pavón y Ana Luisa Tamayo
Con
todo el pueblo cantando frente al edificio “La Periquera” el “Himno
de Holguín”, escrito para la ocasión por el maestro Manuel Avilés Lozano y el poeta Juan Farrán, se celebró en Holguín el acto constitutivo de la naciente República el 20 de mayo de 1902.
A lo largo del país el despertar de una conciencia de nacionalidad y cubanía estimuló el desarrollo de nuestra cancionística, especialmente a través de la que posteriormente fue llamada trova tradicional. Pero en Holguín donde el canto lírico tenía tanta fuerza y por la pujante y poderosa presencia norteamericana con su cultura[1], la falta de figuras líderes, entre otras razones, contribuyeron a que el movimiento trovadoresco no cobrara fuerza durante las primeras décadas.
A lo largo del país el despertar de una conciencia de nacionalidad y cubanía estimuló el desarrollo de nuestra cancionística, especialmente a través de la que posteriormente fue llamada trova tradicional. Pero en Holguín donde el canto lírico tenía tanta fuerza y por la pujante y poderosa presencia norteamericana con su cultura[1], la falta de figuras líderes, entre otras razones, contribuyeron a que el movimiento trovadoresco no cobrara fuerza durante las primeras décadas.
"...de Alto Cedro voy pa Marcané, llego a Cueto, voy pa Mayarí"
LA RUTA DEL CHAN CHAN
Lo que sí ocurrió es que los trovadores santiagueros se vincularon con Holguín y, sobre todo, con Mayarí, un territorio que durante mucho tiempo perteneció a la jurisdicción holguinera. (Ese ir y volver a Mayarí es el motivo por el que Compay Segundo compuso su célebre son: Chan Chán)
Así se originó una significativa ruta de intercambio entre la trova y el son, como muy bien evoca Compay Segundo, uno de sus gestores, en el clásico tema Chan Chan: “De Alto Cedro voy para Marcané, sigo para Cueto, voy para Mayarí”.
Rosendo Ruiz |
Intérprete: Trio Palabras.
Autor: Rosendo Ruiz
Título: Mares y Arenas
Mares y arenas
Sobre las
ondas del mar bravío
puse tu
nombre con que soñaba
y a medida
que lo escribía
venían las
olas y lo borraban,
venían las
olas y lo borraban.
Sobre la
arena lo escribí luego
y al contemplarlo,
mi niña amada,
sopló la
brisa, llevose el riego
y de tu
nombre no quedó nada,
y de tu
nombre no quedó nada.
En duro
mármol lo puse Elena
por si la
piedra lo conservaba.
Como en las
ondas, como en la arena,
todo se
borra, todo se acaba,
todo se
borra, todo se acaba.
Rásgome el
pecho y en él lo escribo
aún
tembloroso porque dudaba.
Aquí lo
guardo porque en él vivo,
nunca
se borra, jamás se acaba.
Nunca se
borra, jamás se acaba.
[1]
Desde la inauguración de la República
en 1902 la United Fruit
Company y otras compañías norteamericanas se apoderaron de extensos territorios
de la región holguinera. Esa presencia marcó la vida musical
significativamente, sobre todo con la expansión del formato jazz band, y de géneros
y estilos procedentes de aquel país.
[2] Según Rosendo Ruiz declaró en varias
entrevistas que trabajaba como sastre en Mayarí en el año 1909 cuando compuso “Mares y arenas”. La canción llamó tanto
la atención que decidió irse a La
Habana para darla a conocer. Véase Marta Valdés, “Donde vive la música”, pág 32.
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