Aunque los géneros
bailables, como el danzón, el son, el mambo y el cha cha chá han sobresalido en
la historia musical de Cuba, contribuyendo a que al país lo llamen “la Isla de la Música”, “cantera
inagotable de ritmos”, “potencia universal de música popular” y otros
calificativos elogiosos, igualmente otras expresiones del patrimonio sonoro
cubano han brindado aportes notables, entre ellas la cancionística, ese género de la música de la Isla que aportó y continúa
haciéndolo, obras concebidas para cantar y escuchar.
Es este género el
reino de los trovadores, lo mismo los viejos, los intermedios, el filing, los
nuevos, novísimos y recontra novísimos, y también de la canción lírica y popular (que se
consolidó en Cuba desde la década de 1920 en los más diversos formatos y
estilos).
A la cancionística
cubana han aportado creadores nacidos en todas las provincias y regiones de la Isla, y Holguín, en el norte
oriental, no ha sido menos. Aquí se han creado piezas que dejaron huellas y que
merecen el reconocimiento; por eso estos textos, que aspiran a describir las
rutas y a señalar las etapas de esplendor o sombras; pero que de ninguna manera
son la última palabra. No lo pueden ser. A lo sumo son, nada más, un primer
acercamiento para dejar anotados unos pocos datos a la espera de una historia
más completa.
Los autores.
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