Jesús Téllez Carracedo.
Funcionario del sector cultural
Lo
recuerdo desde hace cerca de cuarenta años atrás, cuando comencé a trabajar en
el sector cultural atendiendo a personalidades. Además de su calidad artística,
la tenía como persona, siempre muy solidario y simpático. Cuando llegaba a la
oficina, luego de saludar cortésmente me decía: «Mira, Téllez, necesito hablar
con el bodeguero». «Pero qué cosa es eso del bodeguero Faustino», le preguntaba
sonriente, conocedor de sus ocurrencias. A lo que de inmediato agregaba: «Es
que el director siempre está despachando y nunca puede atender a uno». Así eran
los diálogos, inesperados y cargados de humor, con este músico al que siempre
atendíamos con el mayor agrado.
En
esas visitas solía contarnos anécdotas y vivencias que despertaban el interés y
la risa de todos. Recuerdo cuando en una ocasión necesitaba viajar a Ciego de
Ávila y nos narraba las peripecias para lograrlo. Pidió ayuda a la oficina del
ministro de las FAR, de la cual le enviaron un helicóptero, y cuando llegó a
esa ciudad, se armó tremendo alboroto, ya que en el aeropuerto se esperaba al
general Raúl Castro u otras autoridades militares.
Él
era pródigo en contar los detalles con su lenguaje pintoresco que alegraba a
todos, tal como sucedía en los cumpleaños que le organizábamos y en el que se
esmeraba en atenciones hasta la exquisitez, siempre muy perfumado y
elegantemente vestido.
Así
era Faustino, un caballero irreprochable.
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