Periódico 5 de septiembre, Cienfuegos
19 de octubre de 1990
En
la primera fecha de la Jornada
por el Día de la
Cultura Cubana —miércoles por la noche—, se presentó en
función única en el Terry el popular intérprete Faustino Orama, El Guayabero, acompañado
por su grupo musical, recorriendo ahora los municipios de la provincia.
De
nuevo los cienfuegueros pudimos disfrutar del peculiar arte que hace este
espigado moreno oriental, que rehúsa ponerse viejo y sigue ofreciendo esos
cadenciosos sones llenos de ritmo y saber, en cuyas letras —décimas y
cuartetas— pone una nota de gracia y picardía criollas a través del doble
sentido y el juego de palabras.
El
grupo acompañante, integrado por otros cinco músicos y una cantante, demostró
acople en números tan conocidos como «Rita la caimana», «Como baila Marieta» y
el ya antológico «En Guayabero». El tres, las tumbadoras, bongoes, bajos,
maracas, trompeta, claves y cencerro, se combinan y alternan con buenas voces
para entregar legítima cubanía.
Como
era de esperar, la sala del centenario teatro acogió a un público, aceptable en
cantidad teniendo en cuenta que era un día entre semana y la divulgación fue
tardía, además entusiasta y espontáneo en risas y aplausos, no obstante tener
que lamentar gritos e impertinentes frases emitidas desde el primer balcón por dos
o tres espectadores carentes de elementales normas de educación formal.
Al
habla con un personaje.
Minutos
antes de salir a escena, conversamos brevemente con el veterano artista,
enfundado en su níveo dril cien, con cuello y corbata, medallas al pecho y el
sempiterno sombrero de jipi. Nos recriminó no saber sacar cuentas, pues asegura
tener solamente 46 años, aunque nació el 4 de junio de 1911, exactamente en
Cuba y Pepe Torres, en la ciudad de Holguín, «rinconcito» donde ha preferido
mantenerse a pesar de las ofertas desde la capital del país.
¡Santa
palabra!, nos dijo Orama al preguntarle sobre la jubilación, alegando que «solamente me retiraré cuando me tiren la tierra
encima, pues la fianza que tengo prestada aquí, todavía vale».
Nos
contó del origen de su sobrenombre, cuanDo por enamorado tuvo que correr allá
en Guayabero, cerca del central Julio A. Mella, delante de un guardia rural
machete en mano. Habló de los 64 años cultivando ese gustado género, de la gira
que hace por toda la Isla
y los proyectos para visitar España y otras tierras del Caribe.
Por
último, antes de despedirse nos encargó recuerdos «para mis veinte mujeres que
tengo numeradas con un cartelito al cuello y me esperan en la puerta».
Luego,
con la «seriedad» que lo caracteriza afirmó: «Yo no imito a nadie y tampoco
digo lo que la gente piensa». Indiscutiblemente Guayabero sólo hay uno:
Faustino Orama.
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