La
familia de Calixto en los Estados Unidos
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En
Estados Unidos, Isabel Vélez se crece en la adversidad: cose pago y recibe la
módica ayuda de algunos emigrados. Carlos, el hijo de ambos, de unos trece
años, tiene que trabajar en las tardes, después que termina las clases para
ayudar al sostén del hogar. Ahora el muchacho es mensajero de la Western Unión
Telegrap Company. En sus andazas entregando la correspondencia, conoce el
mundo sórdido de los barrios marginales neoyorquinos. En su diario-memorias,
redactado muchos años después, dice: “La
policía no podía hacerse respetar. En esas calles me aterraba entregar
telegramas habiendo sido conminado por un rufián a entregarle un telegrama
que no iba a él dirigido. Escape con suerte”.
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1881,
Octubre 15
Los
deportados cubanos en Madrid esperaban ansiosos que sustituyeran al General
Blanco de su cargo de Capitán General en Cuba
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Carta
del general a Bavastro: “Mucho
esperaban aquí (Madrid) los
deportados del relevo de Blanco (como Capitán General de Cuba)”. Se daba
por seguro que cuando cambiaran al Capitán General iban a poder volver a Cuba
los que aquel había deportado. “Pero
esas esperanzas, dice el general, eran ilusorias, porque el sucesor no piensa
permitir la vuelta a Cuba a más que
unos diez o doce. Se dice que hay una lista en la que se clasifica a los
deportados.
“A mi me tiene sin cuidado, pues no
pienso volver más a Cuba. Creo se tardará mucho que se nos permita salir de
este país que es todo lo que necesito.
“Mucha culpa tienen esos (los
cita en una relación que envía) en lo
que está pasando, pues si nos hubieran ayudado no se encontrarían hoy en esa
situación; pero hay que perdonarles su ignorancia pasada en gracia de sus
sufrimientos presentes”.
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Calixto
no piensa volver a Cuba aunque lo autoricen
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Completamente
amargado por el desastre del pasado (su obligada derrota y rendición), le
dice Calixto a su buen amigo Bavastro:
“le agradezco la noticia que me da y no
deje siempre de hacer lo mismo, pues por más que yo tenga formada la idea de
no ocuparme más de la política, no puedo olvidar a los que fueron mis
compañeros, ni he dejado de pensar como siempre. Creo que mis paisanos no
quieren ser libres, pero yo no puedo creer que mi país sea feliz con el
gobierno tiránico que lo rige y si bien es sumamente difícil que yo vuelva a
empuñar las armas por una causa que mis compatriotas no quieren que triunfe,
no por eso dejaré de mirar como mi ideal único el que mi país conquiste su
independencia”
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1882,
Enero 20
Para
dentro de dos meses el General espera a su familia en Madrid
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En
otra carta de Calixto a Bavastro: “Espero,
para dentro de dos meses, a mi familia. Ya me he decidido a plantar mi tienda
en la capital de España, pues el gobierno no alza la orden privativa de
libertad que sobre mi pesa” (Esperando a la familia alquila apartamento y
se dedica a prepararlo)
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Principales
figuras de la independencia de Cuba visitan a la esposa y los hijos de
Calixto en Nueva York.
Antonio
Maceo.
Carlos
García: “Si no hubiera ido a la guerra con mi padre, me hubiera puesto a las órdenes
de Maceo”
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Mientras
el General espera a su familia en Madrid, su hijo Carlos cuenta que la
familia, allá en Nueva York, era constantemente visitada por las principales
figuras de la independencia cubana cuando algunos de estos llegaban a la
ciudad.
“Aunque tenía poco más de once años,
criado en la emigración, los iba a ver con frecuencia [a
los patriotas emigrados], pude fijar en
mi mente detalles correctos de sus personas.
“Antonio Maceo era un hombre de buena
estatura, fornido y de aspecto grave, vestía de levita negra Prince Alberty y
se alojaba en la casa de huéspedes de Madame Griffou, francesa creo que de la
martinica. Allí también vivían algunos de nuestros caudillos.
“Julio Sanguily era todo un gentleman
elegantemente vestido; él residía en el famoso hotel Windsor en la 5a
Avenida. El marqués [Salvador Cisneros Betancourt], tenía un chinchalito con Cigar Store,
donde había un indio de madera pintado en el espacio entre la pared y la
acera, al lado de la puerta de la 8a Avenida. [Allí] trabajaba y vendía
tabacos a los pocos parroquianos que entraba en tan pobre local. La vida de
los tres era totalmente diferente. Maceo agitándose entre los abatidos
emigrados en un esfuerzo de levantar fondos. Asistí con otros niños emigrados
a un mitin que estuvo muy concurrido en el cual dieron los cubanos pequeñas
cantidades y prendas de ropa para los mambises rendidos en Oriente. Yo me
quité mi sobretodo y lo eché en la pila. Maceo me dio la mano y felicitó
preguntándome cuando venía mi padre de la prisión en España. (...) Me invito
luego a que fuera a visitarle a su alojamiento en la casa de Huéspedes de la
calle 9. Fui a verle y Madame Griffau, la propietaria, me hizo pasar al salón
de recibo atestado de patriotas emigrados y veteranos de la guerra. Atento y ceremonioso
me dio consejo de obediencia filial y recados para mi madre. La impresión que
me causo el general Antonio nunca la olvidé. Si no hubiera ido a la guerra
con mi padre, me hubiera puesto a las órdenes de Maceo”.
Carta de Calixto a su amigo Bavastro
de 20 de enero de 1882: “Por Félix Figueredo he sabido que Maceo está en
Honduras con una buena colocación. Me alegro que así sea, pues aunque él no
me desee mucho bien, yo no puedo menos que deseárselo a todos aquellos que se
han sacrificado por nuestra desgraciada patria”.
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La
familia del General sigue en Nueva York, hasta que tengan economías para
reunírsele
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En
Norteamérica Carlos García Vélez logra cambiar de trabajo, ahora es mensajero
en el comercio de los comerciantes Zell y Po, y a la vez desarrolla una gran
sensibilidad por la música.
“Desde muy niño manifesté afición a la
música a tal punto que una hija del
Dr. Pablo Desmernine, Nena, gran pianista, me tomó de alumno cuando yo tenía unos diez
años; pero como llegaba a la clase con las manos sucias de cargar los
mandados de la tienda a sus parroquianos, tuvo Nena Desmernine que suspender
mi enseñanza musical. Pero no dejé de asistir a conciertos con billetes que
me regalaban los Sager Beer Saloon de Nueva York, en obsequio como anunciante
de los carteles y programas de exhibición”.
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1882,
Marzo 15
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Carta
del general: “Debe embarcar en Nueva
York para ésta, mi familia, que reside en 360 West, 45th Street. Al fin me he
determinado a traerla para acá, pues Vd. sabe lo doloroso que es estar
separado de las personas que se quieren y además, aquí, trabajando mucho,
podré educar a mis hijos, a lo cual están reducidas hoy todas mis
aspiraciones. Además de la colocación que tengo en el Banco de Castilla, en
las horas que me deja libres, me dedico a dar lecciones de inglés y gano lo
bastante para vivir”.
Faltaban
entonces más de trece años para el estallido del 95. En esa fecha escribe el
general, que espera la reunificación con su familia, estas palabras cargadas
de amargura: “Nada nuevo puedo decirle
respecto a la política. Ni ahora ni nunca podrá hacer España nada favorable a
Cuba, pero aquí se oyen las amenazas de los autonomistas como quien oye
llover.
“Yo no me ocupo de política y menos de
la política bastarda que ahora está de moda en nuestro país.
“(Pero) a pesar de los pesares y a pesar de los
desengaños, late en mi pecho el mismo sentimiento que latía en 1868”
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