1880,
Septiembre 24
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El Capitán General de Cuba envió un telegrama al
Presidente del Consejo de Ministro y al Ministro de Ultramar donde “ruega deje en libertad a Calixto García
bajo palabra de honor en el punto que elija”, porque él le había ofrecido
obtener del gobierno esa concesión “de
que lo cree digno por su
caballerosidad y condiciones de carácter”.
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1880,
Septiembre 25
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El Ministro de Ultramar telegrafió al Capitán General
de Cuba, pidiéndole “que aguarde carta
y documentos que le remite por correo respecto libertad Calixto García y si
con ellos y las reflexiones que se le hace, insiste en lo que manifiesta en
su telegrama, se sirva decirlo también por telegrama”.
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1880,
Octubre 9
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Al parecer para esa fecha ya había llegado a manos del
Capitán General de Cuba el correo del Ministro de Ultramar, e igual, al
parecer, las reflexiones que le hace no lo convencieron, por lo que ese mismo
día la máxima autoridad española en Cuba pasó otro telegrama a sus superiores
en el que dice “que se deje en libertad
a Calixto García bajo palabra de honor”.
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1880,
Octubre 11
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El Ministro de Ultramar cursó un telegrama al
gobernador de Alicante para que “ponga
de inmediato en libertad a Calixto, quien, dice el telegrama, debía de trasladarse a Madrid para una
entrevista con él”[1].
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1880,
Octubre 12
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Apenas Calixto se entera de la inesperada noticia
solicita que Espinosa debía de recibir igual tratamiento y en esta fecha marchó a Madrid. Al día siguiente se
entrevistó con el Ministro de Ultramar, ocasión que aprovechó para solicitar
la libertad de Espinosa, Modesto Fonseca, Juan Soto y Juan Moncada. Logra que
el primero sea puesto en libertad inmediatamente, pero para decidir sobre los
otros, el Ministro escribe al Capitán General de Cuba, pidiéndole su opinión.
Ese mismo día, por telegrama, el Capitán General en Cuba, Ramón Blanco, se
negó a que fueran liberados.
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1880,
Octubre (en fecha posterior a la liberación de Calixto)
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Por carta explica el Capitán General de Cuba Ramón
Blanco al Ministro de Ultramar que por el papel desempeñado en la guerra,
Calixto podía ser un factor importante:
“Creo
conveniente y político se deje en libertad a Calixto García bajo palabra de
honor; hoy existe entre él y los Maceos una profunda división que conviene
utilizar evitando vuelvan a unirse los elementos que aquí los representan.
Los amigos de Calixto, todos
arrepentidos sinceramente, trabajan eficazmente por la pacificación y [para] facilitar al gobierno su misión en este
punto. Carrillo ha ofrecido no volver a hacer armas jamás pidiendo se le permita
volver en breve al país para dedicarse al trabajo.
“Conviene
atraerse estos elementos con la magnanimidad y empleando el rigor con los
aventureros, lo que no ofrecerá garantías para el porvenir. Ruego por tanto a
V.E se sirva llamar a su presencia a Calixto y si en vista de su actitud y de
las razones expuestas conceptúa convincente acceder a mis deseos se lo
agradeceré por que creo comprometida mi palabra, pues contando con la
confianza que siempre me ha dispensado el gobierno le aseguré que quedaría en
libertad”[2].
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Calixto
queda obligado a residir en Madrid
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Sin embargo el trato caballeroso que las autoridades
españolas le brindaron a Calixto, eso no significa que lo dejaran de
considerar como lo que realmente era: uno de los mayores peligros para el
colonialismo español en Cuba. Cuando por real decreto se indultó a los
deportados y prisioneros políticos cubanos en España, el trato hacia el
veterano general mambí, también fue excepcional y completamente diferente al
que dieron a todos los demás. A los demás se les deja libres de decidir su
destino, pero Calixto está obligado a residir en Madrid.
Es que existen en Calixto García circunstancias
especiales y excepcionales, entre ellas su condición de jefe principal de la
guerra chiquita y por tal el Gobierno español trataba de evitar que su
presencia en la isla pudiera constituir algún peligro. Calixto no puede
acogerse a la gracia de indulto y las autoridades peninsulares le obligan, so
pena de volver a ser apresado y llevado a prisión, a permanecer “por ahora en la península”. (Todos
los meses el general se tiene que presentar en el Ministerio de Ultramar).
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Calixto
comienza a crear las condiciones para que su familia se le una
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Ante la imposibilidad de abandonar España, al General
cubano no le quedaba otro remedio que tratar de establecerse, trabajar y
crear las condiciones para que su familia se le uniera. (Calixto vivió en
España 15 años, desde septiembre de 1880 hasta octubre de 1895).
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1880
(Meses
finales)
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Un amigo de la infancia, Pedro Sotolongo, quien era
director del Banco Hispano Colonial le consigue colocación en el Banco de
Castilla. Este hecho trae la censura de muchos patriotas, sus amigos, y
también de sus enemigos que dicen que el general ha claudicado y que estaba
en acuerdos con el Gobierno español[3].
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El
General enferma de gravedad
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Solo, sin familiar ninguno a su lado, el general
enferma de gravedad: “una pulmonía
doble que lo puso a las puertas de la muerte”, dice posteriormente doña
Lucía a Rojas Oria por carta.
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1881,
Abril 18
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Enterada de lo que dicen los malos intencionados en
relación con el empleo del general, doña Lucía escribe desde el Cerro, La Habana al buen amigo de
tiempos de prisión de Calixto, Rojas Oria: “Aunque estoy segura que no habrás creído los rumores que se
corrieron de que Calixto estaba colocado en el Banco de España, quiero que
sepas que está colocado en el Banco de Castilla, y que en esa colocación no
ha intervenido el Gobierno. El mandó los estatutos del Banco para desmentir
esos rumores”[4].
En la misma carta dice doña Lucía: que el hijo había
sufrido la puñalada del frío, “una
pulmonía doble que le puso a las puertas de la muerte, y solo como estaba.
Pero tanto los cubanos como los españoles se portaron admirablemente con él”,
durante el periodo de su enfermedad.
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[1] ¿Por qué aquel tratamiento especial
respecto a Calixto? ¿Por qué se le puso en libertad mientras otros patriotas
permanecían en prisión? Seguramente que fueron varios los factores que
influyeron en tal actitud de los españoles, pero determinante debió ser la
nueva política que trató de llevar a
cabo el Capitán General español en Cuba.
[2] Igualmente pudo influir en el General
Ramón Blanco la personalidad dé Calixto y su vida legendaria. El capitán
general en su correspondencia dejó entrever su admiración personal por el
heroico General mambí. El hacendado de Jiguaní era capaz de sostener una
conversación en inglés, francés o español sobre política internacional o la
ciencia militar, y podía dirigir combates como el de Santa María de Ocujal o
Melones y perdonarle caballerosamente la vida a soldados y oficiales enemigos,
o dispararse un tiro antes de caer prisionero o venir en bote de remo para
combatir en una guerra perdida. Todo eso pudo muy bien despertar cierto respeto
personal en sus enemigos e incluso la secreta admiración del Capitán General.
[3] La prueba de que el empleo se lo
aportó su viejo amigo, es que por la misma vía el General consiguió colocación
para un hermano del cura Seperlana, preceptor de sus hijos Carlos y Justo en la
“Trasatlántica Española”.
[4] Ambos, Calixto y su señora Madre,
doña Lucía, dejaron escritos por carta que entonces apenas había esperanzas de
alcanzar la redención de Cuba, por lo que no quedaba al General otra ocupación
más importante que trabajar para tener a su familia cerca y a ellos darle el
frente. Otros puestos ocupados por el General en Madrid fueron: una cátedra en
la institución de libre enseñanza “La Asociación para la Enseñanza de la Mujer”, y asimismo dio
clases en “El Fomento de las Artes”, en “El Centro Instructivo del Obrero” y en
“La Academia
de Valliciergas”.
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