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6 de marzo de 2017

Calixto García. Biografía. 59


1880, Septiembre 24
El Capitán General de Cuba envió un telegrama al Presidente del Consejo de Ministro y al Ministro de Ultramar donde “ruega deje en libertad a Calixto García bajo palabra de honor en el punto que elija”, porque él le había ofrecido obtener del gobierno esa concesión “de que lo cree digno por su  caballerosidad y condiciones de carácter”.
1880, Septiembre 25
El Ministro de Ultramar telegrafió al Capitán General de Cuba, pidiéndole “que aguarde carta y documentos que le remite por correo respecto libertad Calixto García y si con ellos y las reflexiones que se le hace, insiste en lo que manifiesta en su telegrama, se sirva decirlo también por telegrama”.
1880, Octubre 9
Al parecer para esa fecha ya había llegado a manos del Capitán General de Cuba el correo del Ministro de Ultramar, e igual, al parecer, las reflexiones que le hace no lo convencieron, por lo que ese mismo día la máxima autoridad española en Cuba pasó otro telegrama a sus superiores en el que dice “que se deje en libertad a Calixto García bajo palabra de honor”.
1880, Octubre 11
El Ministro de Ultramar cursó un telegrama al gobernador de Alicante para que “ponga de inmediato en libertad a Calixto, quien, dice el telegrama, debía de trasladarse a Madrid para una entrevista con él”[1].
1880, Octubre 12
Apenas Calixto se entera de la inesperada noticia solicita que Espinosa debía de recibir igual tratamiento y en esta fecha  marchó a Madrid. Al día siguiente se entrevistó con el Ministro de Ultramar, ocasión que aprovechó para solicitar la libertad de Espinosa, Modesto Fonseca, Juan Soto y Juan Moncada. Logra que el primero sea puesto en libertad inmediatamente, pero para decidir sobre los otros, el Ministro escribe al Capitán General de Cuba, pidiéndole su opinión. Ese mismo día, por telegrama, el Capitán General en Cuba, Ramón Blanco, se negó a que fueran liberados.
1880, Octubre (en fecha posterior a la liberación de Calixto)
Por carta explica el Capitán General de Cuba Ramón Blanco al Ministro de Ultramar que por el papel desempeñado en la guerra, Calixto podía ser un factor importante:
“Creo conveniente y político se deje en libertad a Calixto García bajo palabra de honor; hoy existe entre él y los Maceos una profunda división que conviene utilizar evitando vuelvan a unirse los elementos que aquí los representan. Los amigos  de Calixto, todos arrepentidos sinceramente, trabajan eficazmente por la pacificación y [para] facilitar al gobierno su misión en este punto. Carrillo ha ofrecido no volver a hacer armas jamás pidiendo se le permita volver en breve al país para dedicarse al trabajo.
“Conviene atraerse estos elementos con la magnanimidad y empleando el rigor con los aventureros, lo que no ofrecerá garantías para el porvenir. Ruego por tanto a V.E se sirva llamar a su presencia a Calixto y si en vista de su actitud y de las razones expuestas conceptúa convincente acceder a mis deseos se lo agradeceré por que creo comprometida mi palabra, pues contando con la confianza que siempre me ha dispensado el gobierno le aseguré que quedaría en libertad”[2].




Calixto queda obligado a residir en Madrid







Sin embargo el trato caballeroso que las autoridades españolas le brindaron a Calixto, eso no significa que lo dejaran de considerar como lo que realmente era: uno de los mayores peligros para el colonialismo español en Cuba. Cuando por real decreto se indultó a los deportados y prisioneros políticos cubanos en España, el trato hacia el veterano general mambí, también fue excepcional y completamente diferente al que dieron a todos los demás. A los demás se les deja libres de decidir su destino, pero Calixto está obligado a residir en Madrid.
Es que existen en Calixto García circunstancias especiales y excepcionales, entre ellas su condición de jefe principal de la guerra chiquita y por tal el Gobierno español trataba de evitar que su presencia en la isla pudiera constituir algún peligro. Calixto no puede acogerse a la gracia de indulto y las autoridades peninsulares le obligan, so pena de volver a ser apresado y llevado a prisión, a permanecer “por ahora en la península”. (Todos los meses el general se tiene que presentar en el Ministerio de Ultramar).
Calixto comienza a crear las condiciones para que su familia se le una
Ante la imposibilidad de abandonar España, al General cubano no le quedaba otro remedio que tratar de establecerse, trabajar y crear las condiciones para que su familia se le uniera. (Calixto vivió en España 15 años, desde septiembre de 1880 hasta octubre de 1895).
1880
(Meses finales)
Un amigo de la infancia, Pedro Sotolongo, quien era director del Banco Hispano Colonial le consigue colocación en el Banco de Castilla. Este hecho trae la censura de muchos patriotas, sus amigos, y también de sus enemigos que dicen que el general ha claudicado y que estaba en acuerdos con el Gobierno español[3].
El General enferma de gravedad
Solo, sin familiar ninguno a su lado, el general enferma de gravedad: “una pulmonía doble que lo puso a las puertas de la muerte”, dice posteriormente doña Lucía a Rojas Oria por carta.
1881, Abril 18
Enterada de lo que dicen los malos intencionados en relación con el empleo del general, doña Lucía escribe desde el Cerro, La Habana al buen amigo de tiempos de prisión de Calixto, Rojas Oria: “Aunque estoy segura que no habrás creído los rumores que se corrieron de que Calixto estaba colocado en el Banco de España, quiero que sepas que está colocado en el Banco de Castilla, y que en esa colocación no ha intervenido el Gobierno. El mandó los estatutos del Banco para desmentir esos rumores”[4].
En la misma carta dice doña Lucía: que el hijo había sufrido la puñalada del frío, “una pulmonía doble que le puso a las puertas de la muerte, y solo como estaba. Pero tanto los cubanos como los españoles se portaron admirablemente con él”, durante el periodo de su enfermedad.



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[1] ¿Por qué aquel tratamiento especial respecto a Calixto? ¿Por qué se le puso en libertad mientras otros patriotas permanecían en prisión? Seguramente que fueron varios los factores que influyeron en tal actitud de los españoles, pero determinante debió ser la nueva política  que trató de llevar a cabo el Capitán General español en Cuba.

[2] Igualmente pudo influir en el General Ramón Blanco la personalidad dé Calixto y su vida legendaria. El capitán general en su correspondencia dejó entrever su admiración personal por el heroico General mambí. El hacendado de Jiguaní era capaz de sostener una conversación en inglés, francés o español sobre política internacional o la ciencia militar, y podía dirigir combates como el de Santa María de Ocujal o Melones y perdonarle caballerosamente la vida a soldados y oficiales enemigos, o dispararse un tiro antes de caer prisionero o venir en bote de remo para combatir en una guerra perdida. Todo eso pudo muy bien despertar cierto respeto personal en sus enemigos e incluso la secreta admiración del Capitán General.

[3] La prueba de que el empleo se lo aportó su viejo amigo, es que por la misma vía el General consiguió colocación para un hermano del cura Seperlana, preceptor de sus hijos Carlos y Justo en la “Trasatlántica Española”.

[4] Ambos, Calixto y su señora Madre, doña Lucía, dejaron escritos por carta que entonces apenas había esperanzas de alcanzar la redención de Cuba, por lo que no quedaba al General otra ocupación más importante que trabajar para tener a su familia cerca y a ellos darle el frente. Otros puestos ocupados por el General en Madrid fueron: una cátedra en la institución de libre enseñanza “La Asociación para la Enseñanza de la Mujer”, y asimismo dio clases en “El Fomento de las Artes”, en “El Centro Instructivo del Obrero” y en “La Academia de Valliciergas”.

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