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25 de febrero de 2017

Yaguajay Yucayeque Turey, El Chorro de Maíta, en las inmediaciones de la Playa Guardalavaca, en Holguín, Cuba, el lugar donde se produjo uno de los descubrimientos arqueológicos más sorprendentes de las Antillas



El sitio arqueológico El Chorro de Maíta se ubica en la ladera este del Cerro de Yaguajay, a una altura de 160 metros sobre el nivel del mar y a 4.7 kilómetros de la costa en línea recta, en territorio del antiguo barrio Yaguajay, hoy parte del barrio Chorro de Maíta en el Consejo Territorial Yaguajay, del municipio Banes, provincia Holguín.
Actualmente el lugar está cortado en dirección este-oeste por un camino iniciado en la carretera Banes-Guardalavaca, el cual asciende por la ladera del cerro hasta el manantial de Chorro de Maíta y continua hacia la cima de la elevación.
Poblado y uso actual de los espacios en el sitio El Chorro de Maíta y áreas próximas.
En el sitio predominan los suelos calizos pardos sobre una base de caliche que aflora en los puntos más erosionados. En las zonas altas, donde comienza el ascenso a la cima del cerro, aparecen testigos kársticos y son comunes los suelos calizos rojos.
La locación sufre una alteración intensa al hallarse bajo las casas y campos de cultivo del poblado de Chorro de Maíta.
Campo de cultivo y casa en áreas del sitio arqueológico El Chorro de Maíta.
La formación del actual asentamiento, según el criterio de algunos vecinos, comenzó a finales del siglo XIX. En el año 2008 tenía una población estimada en 459 habitantes. La población actual vive de la agricultura o trabaja en servicios al turismo en las cercanas playas  Guardalavaca y Esmeralda.
El poblado creció a raíz de la construcción en 1990 de un museo directamente sobre el cementerio, y del mejoramiento del vial de acceso y de otros servicios comunitarios básicos. Unos años después, también sobre áreas arqueológicas, se levantó una instalación turística que consiste en la reproducción de una aldea indígena.
Recreación de aldea indígena en áreas del sitio arqueológico El Chorro de Maíta.
Aún cuando en 1942 Irving Rouse reportó excavaciones y venta de piezas obtenidas en el lugar durante la primera mitad del siglo XX, la principal afectación a los contextos arqueológicos de hoy la originan la actividad agrícola y la construcción de las casas de los vecinos; a pesar de que el personal del museo vela por la integridad del lugar y promueve una actitud de respeto hacia el patrimonio de la zona.
Caracteres ambientales actuales
La zona de Yaguajay forma parte del Grupo Orográfico Maniabón (Núñez Jiménez 1972) y está constituida por un grupo de elevaciones y una extensa llanura costera, en un territorio enmarcado por las bahías de Samá y Naranjo y proyectado hacia el océano Atlántico. La elevación más destacada es el Cerro de Yaguajay, con 262 m sobre el nivel del mar en su punto más alto. A su alrededor, en especial hacia la vertiente este y sureste, se alzan pequeños cerros calizos a manera de mesas y testigos calcáreos, producidos por procesos erosivo-disolutivos acaecidos en la región (Panos 1988).

Elementos geográficos más destacados de la zona de Yaguajay.
Al norte del cerro se extiende una llanura costera kárstica con varios niveles de terrazas. La costa está formada en casi su totalidad por la terraza de “seboruco”, el primer nivel de terraza emergido (Guarch Rodríguez 2010). Se trata de una costa con grandes campos de lapiés, muchas veces acantilada, principalmente del centro hacia el este. Se considera de tipo aterrazada y de estructura compleja, formada por procesos endógenos y exógenos subaéreos (Instituto de Geografía de la Academia de Ciencias de Cuba [IGACC] 1989). Toda la línea del litoral se mantiene bastante recta, con una orientación de este a oeste, aunque en su zona central penetra hacia el océano Atlántico formando Punta Cayuelos o Cañete. Reporta varias playas destacándose Guardalavaca, situada al oeste de Punta Cayuelos, con una franja de arena de unos 4 km de largo y de fondo bajo, limitada al norte por una gran barrera de arrecifes situada a casi 1 km de la costa. Así igual presenta varios esteros asociados de modo particular a las bahías de Naranjo y Samá.
En el área abundan los accidentes kársticos, principalmente pequeñas dolinas, campos de lapiés y cavernas de tamaño reducido. Las cuevas se originaron por la acción disolutiva del nivel superior de las aguas subterráneas (acuífero). En la actualidad el acuífero se halla a pocos metros de la superficie pero la mayor parte de los conductos se encuentran secos o inactivos desde el punto de vista hidrológico, debido a los cambios en el nivel de las aguas durante el cuaternario. Las cuevas se corresponden en altitud con los distintos niveles de terrazas existentes. Son de pequeño tamaño, no sobrepasan los 100 m de desarrollo, y la comunicación con el exterior se efectúa a través de pequeñas dolinas de disolución y desplome, de poco desarrollo vertical (Guarch Rodríguez 2010).
En los extremos este y oeste de la zona de Yaguajay están las bahías de Samá y Naranjo. La de Naranjo muestra una estructura de bolsa de 4.1 km² y se comunica con el océano por medio de un estrecho y profundo canal de 2,9 km de largo; 3,1 km de ancho y 21 m de profundidad máxima. (Bacallao. 2009:204). Toda la parte Oeste de la bahía está formada por elevaciones que en algunos casos llegan hasta el mar, destacándose entre ellas la Loma del Convento, con 90 m de altitud. La parte Este del canal posee esas mismas características pero al abrirse la bahía, en su porción interior, la costa se transforma en una extensa ciénaga costera. En medio de la bahía sobresalen varios cayos o islotes de pequeño tamaño; el mayor tiene 650 m de largo.
Por su parte la Bahía de Samá tiene una configuración larga y estrecha, alcanzando 2 700 m de largo por 960 m en su porción más ancha, con un canal de entrada de unos 1 500 m de largo; su profundidad máxima es de 5.2 m (Bacallao. 2009:254). Toda la porción anterior y media de la bahía está compuesta por terrenos altos de fuerte inclinación. En el interior de la bahía, en la parte Sureste, abundan los terrenos bajos y cenagosos por donde corre el Río Samá. En el fondo su fondo y dividiendo la ciénaga en dos partes, se alza una especie de península montañosa la cual llega a tener alturas sobre el nivel del mar de 68 m (Guarch Rodríguez 2010).
Morfológicamente el Cerro de Yaguajay es un macizo en forma de meseta de alrededor de 4 km de diámetro, localizada en la parte centro Sur de la zona de Yaguajay, entre 1.5 y 3 km de la costa. Las laderas Oeste, Sur y parte de la Norte del Cerro son altos farallones  de piedras muy verticales, donde hay numerosas cuevas y solapas. Los bordes restantes son laderas con descenso suave hasta los valles y llanuras circundantes.

Vista de la ladera oeste del Cerro de Yaguajay. Presencia de abrigos rocosos y restos de bosques.
Vista de la ladera este del Cerro de Yaguajay. En lo alto y al fondo, el museo de El Chorro de Maíta y la recreación de aldea indígena.
Hidrografía
Hay pocas corrientes fluviales, en tanto el carácter kárstico de la región facilita la infiltración de un gran volumen hídrico. Al Oeste el Río Naranjo, de corriente permanente, desemboca al Sur de la Bahía de Naranjo, conocido también como “Río de Oro” debido a los arrastres auríferos que transporta (Guarch Rodríguez 2010). Tiene sus cabezadas a varios kilómetros al sur, cerca de las localidades de Arroyón, Cayo Verde y La Sierra.
En la parte central del área hay arroyos intermitentes de pequeño tamaño, sólo activos en épocas de las lluvias.
En el extremo Este sobresale el Río Samá, de corriente permanente y desembocadura al Sur de la bahía de igual nombre; éste nace cerca de las localidades de Retrete Abajo y Las Lajas, aunque parte de la cuenca se origina en la ladera Este del Cerro de Yaguajay.
Vegetación
En la zona hay un mosaico de formaciones vegetales: en la costa viven los complejos de vegetación de costa arenosa y rocosa: cuabilla de costa (Rachicallis americana), guao (Camocladia dentata), boniato de costa (Ipomea prescapae), tunas (Opuntia dillenii); y los bosques de mangles.
Hacia el interior se encuentran los matorrales xeromorfos costeros (manigua costera) y xeromorfo espinoso sobre serpentinitas (cuabal) y, más alejado de la costa, los restos de un antiguo bosque semidecíduo donde crecen jagüeyes (Picus membranacea), yagrumas (Cecropia peltata), almácigos (Bursera simaruba), etc.
El área ha sido muy alterada por la actividad agrícola, con campos de caña de azúcar y cultivos menores; también por los varios asentamientos poblacionales e instalaciones turísticas cerca de la costa. A consecuencia de esto y de los desmontes existen grandes extensiones donde ha crecido vegetación secundaria compuesta principalmente por marabú (Dichrostachys glomerata), aroma (Cailliea glomerata), y palo bronco (Malpighia cnide).
En las zonas cenagosas de las bahías de Naranjo y Samá crecen los mangles rojos (Rhyzoophora mangle), prieto (Avicennia nitida) y patabán (Laguncularia racemosa) (Guarch Rodríguez y Sigarreta 2011).
En algunas de las alturas pequeñas al Este del Cerro de Yaguajay, se reporta vegetación de mogotes.
Fauna
En las bahías existe una diversa fauna marina y en sus depósitos turbosos abundan crustáceos como el cangrejo azul (Cardisoma guanhumi) y el cangrejo rojo (Geocarcinus ruricola), al igual que moluscos como los ostiones (Crasostrea rysophorae) y bayas (Isognomun alatus).
En la llanura costera y también en espacios interiores, se hallan diversas especies de anfibios (ranas), una gran cantidad de reptiles, en su mayoría especies de Anolis, y más de 100 especies de aves (Fernández Velázquez 2009). Hay un fuerte endemismo entre los moluscos terrestres, apareciendo algunas de las especies notables de moluscos cubanos como los helicínidos, entre ellos Helicina reeveana, una especie endémica de la zona costera de la provincia Holguín (Banes-Gibara). Las especies del género Zachrysia están consideras como notables por su talla (Vales et al. 1998).
Entre la fauna del entorno destacan por su coloración, las especies del género Polymita; existen además poblaciones de Polymita muscarum pero con valores de baja densidad. Los mamíferos son en su mayoría del orden Chiroptera; entre ellos, como especie notable, está Phyllonycteris poeyi, una especie polinivora de gran importancia en las cuevas calientes (Vales et al. 1998). Aparecen, pero de modo muy escaso, jutías (Capromys pilorides) un endémico cubano.
Clima
Según Méndez Fernández (1998) el clima de la región es cálido y seco, con una elevada temperatura media de 26.5 ºC. La humedad relativa es alta todo el año lo que combinado con el predominio de altas temperaturas determina un calor sofocante, solamente atenuado en algunos lugares, en especial en las zonas altas, por la acción de los vientos que son muy estables y soplan casi siempre desde el Este.
Las precipitaciones, con un promedio anual de 1 207 mm; no son elevadas pero sí muy uniformes durante todo el año, con acumulados mensuales por encima de los 60 mm, excepto en febrero y julio.
Los fenómenos meteorológicos peligrosos tienen una baja influencia y su magnitud es reducida. Es baja la afectación por frentes fríos, a la zona solo llega la mitad de los que actúan sobre la Isla, presentándose débiles e incluso disipados.
Las Tormentas Locales Severas son poco frecuentes debido a la cercanía de la costa y a la interposición de alturas situadas en el borde del litoral Suroriental. La afectación de los ciclones tropicales también es mínima.

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