Es el entierro 57 de El Chorro de Maíta, una
mujer de origen local que debió tener entre 26 y 35 años. La prensa la
rebautizó como la Gran Dama
Enjoyada. Ella es quien más ha dado de qué hablar a los curiosos y a los
arqueólogos, aunque estos últimos tratan de no dejarse llevar por los misterios
novelescos de tal individuo para concentrarse en otros resultados que quizás
son más importantes.
Enterrada con las piernas extendidas, lo
que prueba que murió después de la llegada cristiana a la zona, la Gran Dama tiene a su
lado otro esqueleto, el de un hombre igualmente adornado con joyas, aunque
menos que ella. Y a los pies de la mujer están los restos de un niño también
enjoyado. Ese es el único niño del cementerio que está enterrado de forma
extendida. Todos estos detalles han sido tomados como indicio de que en vida
aquellos tuvieron una posición social destacada y que ¿el matrimonio? y el hijo
murieron a la misma vez, por lo que fue el de ellos un enterramiento conjunto o
familiar.
Entre las joyas que portaba la Gran Dama, destacan cuentas
de coral que es un tipo de ornamento
sólo hallado en ella y en el esqueleto No. 84. Igual tenía a su alrededor
piezas de oro, cobre y cuentas diversas. Para el Dr Guarch del Monte, el
arqueólogo que hizo el descubrimiento, este impresionante conjunto constituía
parte de un mismo collar. Al respecto escribió: “(…) se localizaron tres perlas, con sus perforaciones para servir de
cuentas, sus formas irregulares son comunes en Las Antillas, y además,
dieciocho cuentas de coral rosado, de forma cilíndrica, algunas husiformes parecidas
a un pequeño barril, no mayores de 5 mm de longitud, objetos que se hallan por
primera vez en Cuba. Además se rescataron veintitrés microcuentas de concha de
forma discoidal, muy finas y pequeñas, llegando hasta 1.6 mm de diámetro,
cuatro cuentas de calcita de las llamadas de “carretel” y una microcuenta de
piedra negra, así como cuatro del mismo material, pero blancas, siendo por
tanto el collar más complejo de los encontrados en Cuba hasta el presente.”
Y como si todavía no fuera suficiente, la Gran Dama tenía en la
mandíbula y en el interior de la boca dos fragmentos de tela. Guarch dijo que
posiblemente ambos fragmentos fueran de una misma pieza situada en la parte
superior del cuello a modo de pañuelo y la describe como “tela de algodón de color blanco amarillento, un tejido sencillo; uno
de los fragmentos muestra una costura hecha con hilo mucho más grueso y burdo,
logrado con dos cabos torcidos con poca tensión, lo que puede indicar su confección
manual rústica”. (Solamente en otros dos entierros de El Chorro de Maíta se
encontró tela).
Restos de tela de 41,9 mm de largo encontrados en los restos de la Gran Dama. El Chorro de Maíta. |
Fragmentos de la tela de la Gran dama vista a través de
un microscopio electrónico
Estudios posteriores a los fragmentos de
tela encontrados en la
Dama Enjoyada, se descubrió que unido al textil había
elementos metálicos de plata que aún no han sido identificados completamente,
pero, dicen los arqueólogos, pudieran ser hilos que, quizás, originalmente eran
un bordado. Esto indica que era esa una tela de alta calidad, incluso, dentro
de los criterios europeos de entonces. Considerando la pobreza común de los
tejidos empleados para la ropa entregada a los indios, y los otros objetos con
que la dama se adornaba, es de creer que la tela fue un presente que a ella le
hicieron los conquistadores o, posiblemente, ella la compró a los españoles.
Sea como haya sido los conquistadores tenían una relación muy especial con la
dama. ¿Quién era ella?
En la actualidad es difícil establecer su
posición social exacta pero sin dudas fue importante, quizás con el rango de
cacica. ¿Una cacica que se casó con un español, quizás? Las joyas y la tela que
tenía sin dudas que se las dieron los españoles, que no hacían regalos tan
valiosos a una india cualquiera. Dos motivos para hacer aquellos regalos son
los que vienen a nuestro entendimiento, uno, atendiendo a un servicio especial
y dos, debido a una relación muy cercana, como el matrimonio o el
amancebamiento. ¿Un regalo o pago?
Se sabe que en 1528 Gonzalo de Guzmán pagó
a sus indios de Bocas de Bani con 50 camisas y herramientas por la ayuda que le
brindaron en el rescate de mercancías de un barco naufragado. Y en el mismo
sentido, estaba regulado el pago de los conquistadores a los indios por
servicios, la llamada cacona.
Igual está probado que se casaban los
españoles o se amancebaban con indias que tuvieran altos status. Hechos así se están
bien documentados en La
Española y Puerto Rico y ocurrieron también en Cuba donde,
incluso, se casaron mujeres europeas con indios importantes. Un caso así lo
recogió el arqueólogo e historiador Oswaldo Morales Patiño: Se trata del indio
Juan de Argote a quien Vasco Porcallo de
Figueroa casó con una hija suya, la mestiza María de Figueroa. Se cree que Juan
de Argote debió ser hijo de un cacique, cacique él mismo y que Porcallo lo casó
con su hija para adquirir derecho legítimo a sus tierras y mayor autoridad
entre los indios. En 1562 Juan de Argote declaró tener más de 90 años, y entonces
seguía siendo respetado y considerado “hombre principal” por los miembros del
Cabildo de Puerto Príncipe. Por la edad declarada el indio debió haber nacido
hacia 1472, por lo que ya era un hombre maduro al momento de la conquista.
Otra pregunta más. Suponiendo que era una
cacica, ¿cómo es que la enterraron con las joyas si la costumbre aborigen era
que objetos así de valiosos pasaran a mano de los herederos o que se
compartieran con los caciques vecinos como símbolos de mando y poder? Quizá
porque la llegada española había cambiado el contexto. Para entonces ya no
había caciques vecinos o aliados, entonces la solución fue que los valiosos
objetos fueran llevados por la reina a Coaybay, el espacio de los muertos, o
tal vez al lugar prometido por Dios a los cristianos, pero al viejo modo
indígena.
Objetos de metal de la Gran Dama Enjoyada. Chorro de Maíta. |
Otras joyas de la misteriosa dama son
cuatro pendientes en forma de lámina trapezoidal y perforados en un extremo, un
cascabel, una cuenta esférica hueca, dos cuentas cilíndricas de metal y una
figura en forma de cabeza de pájaro. La cabeza de ave mide 22.2 mm de largo, y
el grueso de la lámina es de unos 0.1 mm. Esa fue descrita por Guarch Delmonte
de la siguiente forma: “(…) la pieza es muy elaborada; en el tope de la cabeza
se advierte un tocado consistente en arcos, situados en tres filas paralelas de
delante atrás con tres anillos cada una. Los ojos están logrados mediante dos
hilos de oro yuxtapuestos que en cada uno forman un semicírculo, continuándose
sobre la frente como diadema; el iris de cada ojo se resuelve mediante una
pequeña semiesfera. El pico es trapezoidal en el plano horizontal, muy
deprimido, de punta truncada, con dos perforaciones en el extremo y dos líneas
incisas en ambos lados que independizan el pico superior del inferior. En la
parte superior e inferior del cuello se aprecian sendas gargantillas
constituidas por dos hilos de oro paralelos entre los cuales se advierten un
apretado entorchado también de dos hilos; ambos resaltos cruzan de lado a lado
del cuello por la parte delantera y laterales, por detrás la cara es plana,
mostrando una perforación rectangular que ocupa casi todo el espacio, dejando
solamente un marco en rededor. La base de la pieza es semicircular y, como ya
se ha expresado, hueca”.
Al momento de su hallazgo la cuenta
esférica, según Guarch Delmonte, “tenía soldado en uno de sus extremos, un
delgado tubito de 5 mm de longitud, muy fino, el que se deshizo al ser
extraída; por el lado contrario se advierte el inicio de lo que debió ser un
apéndice similar, destruido con anterioridad. La esfera tiene un diámetro de 3
mm y en sus interior se observa con el microscopio un fragmento de hilo”. En su
opinión fue elaborada en oro bajo. Existe sólo un dibujo de la pieza, ahora
fragmentada en varias partes.
A
solicitud de Guarch algunas de estas piezas fueron analizadas en el Centro
Nacional de Conservación y Restauración de Monumentos (CENCREM), en La Habana, usando un
microscopio electrónico de barrido. Las láminas y el cascabel muestran
presencia dominante de oro y cobre, con cierta cantidad de plata y niveles muy
bajos de silicio. La cabeza de pájaro está hecha de una aleación de oro, cobre
y plata. Asimismo este enterramiento tenía a su alrededor fragmentos de latón.
¿Cómo es posible que este individuo fuera
enterrado con joyas de oro tan valiosas y que los españoles lo hayan permitido?
El arqueólogo Dr. Roberto Valcárcel considera que el entierro se produjo en un
momento en que los españoles no estaban en el Chorro.
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