Ramón Leocadio Bonachea 
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En Cuba la paz a la que ha llevado el Pacto del Zanjón
  es un hecho, pero en algunos lugares quedan unos pocos hombres sobre las
  armas, entre esos está la partida del General Ramón Leocadio Bonachea.  
Calixto, entusiasmado ante la viril actitud de este
  jefe de Las Villas, le escribe: “Cuando
  la Patria,
  impulsada por los traidores, se precipita en un abismo de miseria y
  degradación, un jefe de dignidad la ha sujetado. Ese jefe, General, es usted
  a quien la Patria
  hoy dirige una mirada de profunda gratitud… Yo lo congratulo por su heroica y
  noble actitud… Hay quien pretende desviar a usted de la gloriosa senda, pero
  debe usted morir antes que rendirse al enemigo. Dentro de poco la guerra
  general en Cuba será un hecho. Manténgase firme, sobre las armas, no comprometa acciones a no ser que se vea
  obligado. A fin de que los patriotas que le acompañan no sufran retardo en
  recibir su premio queda usted facultado para conceder grados hasta la
  categoría de Teniente Coronel”[1] 
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1878, Septiembre 
El General prepara el reinicio de la guerra
   
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En la isla y en los países donde radicaban grupos
  importantes de cubanos revolucionarios se crearon clubes; mientras Calixto
  trabajaba incansablemente uniendo voluntades, buscando recursos, organizando.
   
Dice Carlos en su libro de apuntes que el padre “bajaba de mañana a la tienda de Leandro
  Rodríguez, tesorero de la Junta Revolucionaria y allí en un rincón
  estrecho recibía sus visitas con benevolencia hidalga, castigaba con
  arranques elocuentes la desidia o abyeción (Sic) de sus paisanos, recordaba
  con chispas en los ojos la bravura de la guerra, comentaba, con lucidez
  singular, la historia de los pueblos y la literatura militar”. 
Se organizan delegaciones de la Junta Revolucionaria en
  Jacksonville, en La Habana y en numerosas poblaciones del interior de Cuba,
  en México, Santo Domingo, Paraguay, Panamá, Argentina, Puerto Rico, Haití,
  Costa Rica, Jamaica, (solo en Jamaica hay tres delegaciones de la Junta de Nueva York, que
  presiden Diaz de Villegas, Bavastro y A. Duany). 
Dijo Eusebio Hernández: “que era el que organizó la guerra chiquita, un movimiento
  formidable, en sus inicios, el más grande de cuantos habían tenido lugar
  entre cubanos”. En todas las provincias debían alzarse los patriotas a
  modo de protesta contra el Zanjón. 
Calixto distribuye nombramientos de jefes y oficiales,
  sin olvidar ni el más recóndito lugar de Cuba: en cada lugar habrá un
  capitán. 
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Calixto engendra un nuevo hijo en el
  vientre de la esposa 
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Y mientras el general conspiraba, su humilde hogar se
  llenaba con la alegría de los niños y la esperanza de la nueva vida que se
  formaba en el vientre de Isabel. 
En su diario dice Carlos García Vélez: “En nuestra casa mi padre alojó a Don
  Tomás [Estrada Palma] cuando el
  presidente salió de la prisión española” 
Y asimismo escribió: “Vivíamos pobremente aunque no faltó comida mientras mi padre estuvo
  con nosotros. En los días de apuro monetario vendía él a Néstor Ponce de León
  las obras de historia y las colecciones de obras literarias españolas y
  francesas que había traído de la prisión, pues era apasionado lector” 
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1879 
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Comienza el año. La conspiración de los cubanos avanza:
  Calixto no da reposo a su mente ni a su mano. Se constituyen nuevos clubes:
  en Jaruco, en Regla, en La
   Habana, en Guanabacoa, en Yucatán, en Cayo Hueso, este
  último presidido por José Dolores Poyo.  
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1879, Marzo 18 
Surge en La Habana un Club que aspira a ser
  centro de la conspiración. 
En el acta de constitución aparece la firma
  de José Martí 
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Nace en La
   Habana un Club o Delegación que servirá de centro para la
  isla. Los fundadores declaran que “el
  de los Estados Unidos, presidido por Calixto García y a cuya iniciativa
  debían su existencia la mayor parte de los otros clubes de los que hay hoy en
  Cuba, por la distancia a que se hallaba, era impotente para el acertado
  desempeño de su elevada misión, por todo lo cual debía constituirse un centro
  provisional en Cuba al que estuviesen subordinados los constituidos y los que
  se constituyesen, con facultades propias para la adopción de cuantas medidas
  estimase convenientes, a fin de que se levante el espíritu público, se
  aporten armas y recursos, con el objeto de dar al próximo movimiento el
  carácter sólido, unánime y grandioso que la Patria requiere”[2]. 
En el Acta de Constitución del Club aparece la firma de
  quien era su Vicepresidente, Anáhuac (José Martí). 
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[1] Lamentablemente al General Bonachea
le retuvieron la correspondencia de la Junta Revolucionaria y solo se la
vinieron a entregar el día en que puso sus pies en la embarcación en que se
marchaba de Cuba, el 14 de noviembre de 1878. Asimismo en la cubierta del barco
en que se marchaba de Cuba fue donde Bonachea recibió el diploma de General de
Brigada. 
[2] El 13 de abril de 1879 el Comité
Revolucionario de Nueva York negó su aprobación al centro provisional en Cuba
“porque en el caso de ser denunciados sus componentes, quedarían desorganizados
los trabajos, y porque la petición la hace una pequeña minoría de ocho clubes,
cuando son más de treinta los que operan en la Isla” El Comité acuerda, además,
“separar de sus trabajos a los ocho clubes consabidos, no sin expresar su
profundo sentimiento por la determinación tomada por los mismos”
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